Las devociones de una reina
La reina también gestionaba sus posesiones y se ocupaba de otras tareas propias de su cargo, por la religiosidad aprendida de sus madres y ayas. Una buena reina tenía que dedicar tiempo de su vida diaria a asistir a misa, a la oración y a la lectura de libros santos. Además de interesarse y sostener instituciones monásticas, prácticas piadosas populares y cofradías. De su estancia en Aragón ya conocía la devoción de la casa real por la virgen de Salas, y las muy antiguas peregrinaciones incluso desde Castilla a su iglesia cerca de la ciudad de Huesca.
Ella misma sentía especial amor y veneración por aquella virgen, y decidió hacerlo patente porque había sido madre el año anterior, y ahora estaba embarazada de nuevo. Mandó construir una capilla en honor de Santa Ana, madre de la Virgen como símbolo de su propia maternidad, y en ella instituyó una capellanía con 200 sueldos anuales sobre las rentas reales del mercado de la Cibera. (1) En esa capilla el gremio de zapateros de Huesca fundó su cofradía, y la reina aprobará los estatutos, que poco después el monarca confirmaba, “Alfonso IV confirma una ordenanza dada por la reina Leonor a los zapateros de Huesca el 15 de mayo anterior.” (2)
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Santuario de Nuestra Señora de Salas, portada románica, s. XIII, Hoya de Huesca, Huesca, https://www.sipca.es/censo/7-INM-HUE-006-125-005/Santuario/de/Nuestra/Se%C3%B1ora/de/Salas.html |
Desde Tortosa, lugar del que su hijo Fernando era marqués, en 1331 ratificaba los privilegios que tenían los hombres buenos de Orihuela para el mercado en calles de la villa, y anulaba los establecimientos permitidos por el baile de Valencia, en manos privadas, cuando por privilegio de los reyes Jaime II y Alfons tenían que ser públicos pertenecientes al estado llano de la ciudad. Y más adelante estando en Játiva confirmaba, aprobaba y ratificaba todas las divisiones o particiones de solares, casas, tierras y posesiones en la villa y sus términos realizados por sus jurados. (3)
Leonor de Castilla y Alfons de Aragón se llevaban bien y compartían gustos como la cetrería y la caza, pues vemos que en el servicio de la “casa” de la reina, además de otros muchos oficios, había 7 halconeros y 6 monteros, es posible que algunos sirvieran a ambos reyes, pues, por ejemplo, el halconero Bernat Oriol, que aparece entre los oficiales al servicio de la reina, (4) era enviado junto con Marco Ximénez, por el rey aragonés al de Castilla para llevarle un regalo de 3 halcones y un lebrel.
Así que la reina debía de acompañar al rey en sus jornadas cetreras y de caza. Esta afición ya había comenzado a ser practicada por algunas reinas y damas nobles.
Blanca infanta de Aragón, priora del Real monasterio de Santa María de Sigena
María infanta de Aragón, señora de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos
El rey Alfons de Aragón conocía el carácter impulsivo de su hermana Blanca, de las etapas de profunda tristeza ocasionadas en parte por los accesos de la tuberculosis, por la soledad en el monasterio y la falta de visitas de sus hermanos. Él pernoctaba en algunas ocasiones en Sigena a su paso por la zona. Pero lo que más le preocupaba, además de su salud, era la gestión del cenobio, que adquiriera más deudas de las que podría pagar, y de la falta de ingresos que a menudo el rey tenía que reclamar. Comprobó, por ciertos testimonios, que su padre, el rey Jaime II, había tomado una medida al respecto, encomendar a la monja Guillerma Jiménez de Urrea el cuidado de Blanca y del gobierno del convento. Enterado de que esta dama ejercía muy bien la tarea, el 4 de septiembre de 1329, desde el palacio real de Valencia, siguiendo el ejemplo de su padre, le encargó la administración y la dirección de la casa sanjuanista, y que sólo diera cuenta a la priora Blanca, sin que seglar que no fuera de la Orden se interpusiera sin licencia real. (6)
La infanta María debió de regresar a Sigena y seguir compartiendo vida un tiempo con su hermana Blanca y la comunidad religiosa. Blanca y María estaban muy unidas, y el nexo del recogimiento, aunque con etapas de separación, marcará para siempre sus destinos hasta la muerte. A partir de 1330 María se encuentra ya como señora del monasterio de las Huelgas de Burgos en un privilegio de mayo de ese año. También existe un documento de confirmación de otros antiguos, por parte de Alfonso XI de fecha de 1331. “(…) porque la Infanta doña María muger que fué del Infante don Pedro mio tio, que Dios perdone, Señora de las Huelgas.” (7)
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Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, románico cisterciense, s. XII-XIII, https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/calleo/burgos/chuelgas.htm |
Hubo un acuerdo entre los reyes de Castilla y de Aragón para nombrarla señora del cenobio castellano. Se facilitaba su presencia en estas tierras respetando su estado monástico y su categoría de infanta, y desde ahí, además de representar a la monarquía, aparentemente podía controlar mejor sus propiedades. Por los hechos posteriores, esto no fue así, porque su patrimonio acabaría siendo progresivamente utilizado y diezmado por el rey, y tampoco recibía las rentas que se le debían, con los consiguientes problemas económicos de ella y de “su casa”. Vivirá en las estancias dedicadas a las señoras del monasterio y a los reyes, en la Torre defensiva del Compás, que Alfonso ampliará para su coronación con unas casas en la misma zona, pero al otro lado de la puerta.
Desde aquí, María intervendrá durante un tiempo más directamente en la gestión de su patrimonio y el de su hija. Con su esposo ya había visitado Aguilar, Santander y otras villas y lugares de la zona norte de Castilla, y ahora tenía que velar por los intereses de sus vasallos y vecinos, al mismo tiempo que por los suyos.
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Castillo de Aguilar de Campoo, Palencia, románico, s. XI-XIV, De Zarateman - Trabajo propio, CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=16175613 |
Aguilar había sido villa de realengo hasta que Fernando IV se la había dado a su hermano Pedro, que además compró sus aldeas, términos y alfoces, y al morir pasó a manos de su esposa, por ser adquirida por el infante, y era herencia directa de María, como otras posesiones compradas que le había dejado. Así que ella ejercerá como señora que hace uso de su dominio, “(…) en tiempo de los reyes e del infante don Pedro e en el mio fasta aquí.” En un diploma de 15 de mayo de 1330, estando en Aguilar, se dirige al concejo, alcaldes, merinos y portazgueros de la localidad, en una carta en la que manda respetar los derechos del monasterio de San Andrés del Arroyo, “(…) a detraer una determinada suma del portazgo de aquella villa para beneficio de dicha comunidad, en virtud de privilegio real anterior.” (8)
Se encuentra en el valle de Ojeda muy al norte de Palencia, y fue fundado en el siglo XII con una comunidad de monjas cistercienses que dependía del monasterio de las Huelgas, y que aún hoy se mantiene. Allí, en una sala de acceso a un brazo del crucero de la iglesia se encuentra una lápida que conmemora la muerte de su esposo junto con el infante Juan de Castilla en la Vega de Granada, y de las villas y fortalezas que habían ganado entonces. Se desconoce si pudo ser la infanta María, que por aquellas fechas vivía en Castilla, quien promovió la realización de la inscripción, o fueron las monjas en recuerdo del señor de aquellas tierras.
Al año siguiente, dictaba sentencia en un litigio sobre tierras de Cenera del alfoz de Aguilar que eran propiedad del monasterio de Santa María la Real y que había ofrecido en censo a labriegos colonos para que las cultivaran y poblaran. Y ahora el abad se quejaba de que algunos de ellos abandonaban el cultivo de sus tierras para ir a laborar terrenos privativos de la infanta, sin dejar libres los que tenían del cenobio en cesión. “Doña María, en uso de sus atribuciones jurisdiccionales, ante las quejas del Abad y convento y recogiendo como precedentes la sentencia incumplida del Alcalde Justo Pérez, (a quien en primera instancia había acudido el abad y que no había sido obedecido) así como la provisión anterior del Infante Don Pedro, extiende en Las Huelgas su carta de 22 de enero de 1331, que contiene una decisión judicial, en virtud de la cual ordena que se cumpla sin dilación dicha sentencia, que ella confirma -de cierta forma en grado de apelación, y ordena a las referidas gentes de Cenera que la acaten y obedezcan, dejando libres aquellos solares en litigio que debían quedar nuevamente en poder del monasterio. (…).” (9)
Desde la muerte de su esposo, siempre tuvo precariedad económica. Mientras vivió su padre, su ayuda la mantuvo a salvo, pero ahora, aunque su hermano Alfons podría apoyarla, ya no era lo mismo. El sucesor de Jaime II, que sostiene una comunicación abundante y amistosa con el castellano, tiene que reclamarle en varias ocasiones el pago a María de las rentas por sus propiedades, por ejemplo en 1331, en 1332 y en 1335, (10) cuando ella está en las Huelgas, entre otras veces, al parecer sin éxito.
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Pintura mural que describe a las monjas de la Abadía de Hohenburg, con la abadesa Herrada de Landsberg, a la derecha sosteniendo una cartela, Alsace, Bas-Rhin, Ottrott, Couvent du Mont Sainte-Odile, (PA00084884, IA00075612): Peinture murale "Moniales du St Odile" De © Ralph Hammann - Wikimedia Commons - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19489319 |
Por eso resulta extraño que, ya en octubre de 1331, las monjas de las Huelgas se querellaran en seguida al rey por la utilización de patrimonio del monasterio para gastos de la infanta o de su gente, (11) y poco después, en noviembre, el rey de Aragón tiene que requerirle las rentas que se deben a María. Seguirá teniendo deudas como se ve por esta querella, pero la raíz es siempre la misma, el impago de los rendimientos de sus propiedades, y que la corona castellana retuvo y mermó desde el inicio, y como se ve por las continuas reclamaciones de la propia María, de Jaime II y de Alfons IV, la infanta nunca llegó a cobrarlos puntual y completamente. El rey castellano, en lugar de solucionar la base del problema, lo resuelve quedándose con la administración y gobierno de las Huelgas y prohibiendo el uso de su patrimonio. Así que poco después, el 13 de octubre de 1331, “(…) ordena a sus oficiales que no tomen ni permitan tomar bienes del monasterio ni del hospital para pagar deudas de las infantas o sus hombres.” (12)
Curiosamente y sin que hubiera provocado requerimientos, tiempo atrás otra infanta, Blanca de Portugal, se había servido de ese patrimonio monacal, muy probablemente para su uso personal en la gestión de sus posesiones, y a su muerte en su testamento habla de una deuda de 400.000 maravedíes, por lo que tuvo que dejar los ingresos de la venta de unas salinas para pagar, además de su enterramiento y aniversarios y capellanías, la deuda que tenía con el monasterio. (13)
Guillerma Jiménez de Urrea, la subpriora del monasterio de Sigena, escribe muy preocupada al rey Alfons porque la priora Blanca de Aragón estaba muy enferma, se encontraba muy débil y tenía fiebre por lo que se temía por su vida. Le pide que envíe a su médico Alazar. Advierte al rey que si Dios no lo remedia, morirá. La autora del artículo piensa que es septiembre de 1332, aunque el documento no lleva fecha (14) En ese tiempo está claro que no debía de encontrarse su hermana con ella, porque habría noticias de su presencia ante esta situación.
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Santa Genoveva mirando París, estudio, óleo sobre lienzo, 1898, Pierre Puvis de Chavannes, https://www.wikidata.org/wiki/File:Sainte-Genevi%C3%A8ve-Puvis-de-Chavanne-esquisse.jpeg |
Durante su estancia en las Huelgas, no sabemos si María fue en alguna ocasión una temporada a Sigena, como por ejemplo en el año 1333. Tal vez hizo un viaje y estuvo allí con su hermana. El hecho es que existe una carta enviada por ella desde el monasterio a su hermano Alfons, aunque la fecha es dudosa, y no conocemos respuesta o anteriores cartas sobre el tema que la infanta desarrolla en la suya. Debe de ser invierno porque se queja del frío para su salud quebrantada. Habla en nombre de las dos hermanas y dice que están asombradas de que no les conteste a las cartas que le han remitido, reclama atención, amor y consuelo con sus misivas y su visita, y duda de que las que el rey les envía las escriba él de su propia mano. Le cuenta que Blanca está confeccionando unas “¿cabeçadas?” de plata, muy hermosas, (bridas que sujetaban la cabeza del caballo). María le cuenta que los médicos le han dicho que tiene comienzo de tisis por la tos seca que padece, y que si no salen de allí las dos morirán. (15)
Mientras la infanta María de Aragón permanecía como señora de las Huelgas, estaban urdiéndose nuevas tramas entre Castilla y Portugal sobre el desposorio de su hija Blanca. Ya debía de argumentarse una cierta invalidez de la joven, porque fray Fernán Rodríguez de Valbuena, prior de la Orden de San Juan y canciller de María, reina de Castilla, amigo de Juan Manuel y muy relacionado con el rey de Portugal, se dedica a escribir a ambos una serie de cartas sobre el posible casamiento. (16)
Hacia 1331 en la documentación portuguesa, Fernâo Rodrigues de Valboa (el prior de la Orden de San Juan) escribió a Juan Manuel y le exponía la posibilidad de boda entre el infante Pedro de Portugal con su hija Constanza, “(…) vistas as justificadas razôes, que dissolviâo os despozorios do Principe com a Infanta D. Branca” (…).” y al mismo tiempo también escribe al rey Alfonso IV de Portugal, “(…) sobre correr fama em Castella dos impedimentos, que havia na pessoa da Infanta D. Branca para o casamento promettido, que o principe ja tinha recusado, ó que toda a Corte castelhana desculpava; e assim pedia a ElRei pozesse em pratica o divorcio, havendo razôes de Estado, para se tratar de novo casamento, que elle com sua licença inculcaria a seu tempo.” (17)
El rey Alfonso IV le agradece la sugerencia de matrimonio para el príncipe y le dice que va a suspender la ejecución del repudio de Blanca, hasta ajustar un nuevo casamiento del infante. Le pide que le “(…) comunique las conveniencias y las cualidades de la casa y “perssona que juzgara benemérita del príncipe.” (18) Las informaciones de las cartas tienen el aspecto de una maquinación, más que el reconocimiento de unos hechos. Alrededor de este objetivo se producen numerosos contactos entre el prior, Juan Manuel y el rey Alfonso IV de Portugal, que escoge: “(…) dos personas de mediana condición y fiel sagacidad para ajustar las condiciones del casamiento y regresaron a Portugal llevándolo todo con el mayor secreto.” (19)
Será ya 1333 cuando el rey portugués envía una embajada a Castilla para notificar al rey Alfonso XI la nulidad del contrato y desposorio del príncipe Pedro con Blanca. El castellano los recibe en Sevilla y lo considera una venganza de su suegro. Así que, a su vez, manda embajadores y médicos al país vecino para que examinen la causa de la nulidad de los desposorios del infante Pedro y Blanca de Castilla, y aquellos regresaron afirmando que eran verdaderas. Lo que resulta extraño, por otras informaciones que veremos.
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El regreso de los embajadores, Ciclo de la Leyenda de santa Úrsula, temple sobre lienzo, s. XV, Vittore Carpaccio, Galería de la Academia, Venecia,
https://masdearte.com/especiales/carpaccio-y-santa-ursula-una-cronica-intervenida-de-venecia/ |
Se estaba fraguando una etapa de negociaciones, enfrentamientos, (incluso se llegará a una guerra de 1336 a 1338 entre los dos reinos) y cuestiones sin solucionar, como el repudio de Blanca, y el matrimonio de Constanza con el infante Pedro de Portugal. De hecho, Constanza no podrá viajar a Lisboa hasta 1340, y Blanca no será devuelta a Castilla hasta un tiempo después. Una vez en tierras castellana la joven, que entonces tenía veinte años, entrará en las Huelgas de Burgos, donde ya no se encontraba su madre, y permanecerá allí hasta su muerte. Alguna vez se la nombrará en documentos como señora del monasterio. Desconocemos la verdadera naturaleza de su discapacidad, si realmente tenía alguna o fue una excusa de la corte portuguesa, porque el infante no quería unirse a ella. Pero el transcurso de su vida fue raro, nacida en Alcocer, criada en Aragón en el monasterio de Sigena hasta los diez años, a continuación trasladada primero a Castilla, donde de encuentra casi un año, y después a la corte portuguesa, donde vive diez, para acabar en el monasterio de las Huelgas de Burgos, donde morirá.
Notas
(1) Balaguer Argensola, F., Santa María de Salas. Sus problemas históricos, p. 217, Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses. n.º 31, 1957.
(2) Falcón Pérez, M. I., Ordenanzas y otros documentos complementarios relativos a las corporaciones de oficio en el reino de Aragón en la Edad Media, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1997.
(3) Privilegia per serenissimos reges civitate Oriole concessa, folios 91v a 93v, Codices,L.1368, AHN.
(4) Pelaz Flores, D., La casa de la reina en la Península Ibérica en el siglo XIV. El ejemplo de Leonor de Castilla, reina de Aragón, Revista Escuela de Historia, vol. 16, n.º 1, 2017
(5) de Moxó y Montoliu, F., La relación epistolar entre Alfonso XI y Alfonso IV en el Archivo de la Corona de Aragón, doc. 49, p. 183. En la España medieval, n.º 3, 1982, UCM, https://dialnet.unirioja.es
(6) Sáinz de la Maza Lasoli, R. El monasterio de Sijena: 1208-1348, Catálogo de documentos del Archivo de la Corona de Aragón, I, doc. 705., CSIC, Institución Milá y Fontanals, Barcelona, 1994.
(7) Agapito y Revilla, Juan, El Real Monasterio de Las Huelgas de Burgos, p. 47, Valladolid, 1903.
(8) de Moxó, S., La desmembración del dominio en el señorío medieval, Estudio sobre la documentación de Aguilar de Campoo, pp. 936 y 937, Anuario de Historia del Derecho Español, 1980.
(9) Ibidem, pp. 920, 928, 930 y 936.
(10) de Moxó y Montoliu, F., Op. cit., docs. 74 , 85 y 128.
(11) Reglero de la Fuente, C. M., Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas, párrafo 44, OpenEdition Journals e-Spania, junio 2016.
(12) Gutiérrez, C. J., Señoras y abadesas en torno al códice de las Huelgas, p. 279, nota 57, Allegro cum laude, Estudios musicológicos en homenaje a Emilio Casares, 2014, ed. del ICCMU, Madrid.
(13) Reglero de la Fuente, C. M., Op. cit., párrafo 40
(14) Sáinz de la Maza Lasoli, R. Op. cit., doc. 748.
(15) Gil Roig, N., Correspondencia de Jaime II con sus hijos. Afecto, formalismo o interés. p. 706. Aragón en la Edad Media, n.º 14-15, 1, 1999.
(16) Crónica del rey D. Alfonso el onceno, Parte I, cap. C, p. 179, edición de F. Cerdá y Rico, Madrid, 1787.
(17) Vizconde de Santarem, Quadro elementar das relaçôes politicas e diplomaticas de Portugal, Tomo I, p. 154, París, 1842.
(18) Ibidem, p. 155, (traducción propia).
(19) Ibidem, p. 156.
Constanza Manuel en el alcázar de Toro
Constanza Manuel seguía recluida en el alcázar de Toro, y su padre se había puesto de acuerdo con Juana Núñez de Lara para casarse con su hija, Blanca Núñez de Lara y de la Cerda. Se emparentaba así con la casa real y la poderosa familia de Lara, pues esta dama era hija de Fernando de la Cerda (nieto de Alfonso X) y Juana Núñez de Lara. Al mismo tiempo en aquellas conversaciones, aconsejó a la dama que su hijo, Juan Núñez de Lara, tomara por esposa a María Díaz de Haro, la hija de Juan de Haro, para que reclamara y accediera al señorío de Vizcaya. Estaba formando una red de poder, que le fortaleciera más frente al rey Alfonso, y que además le diera el deseado hijo varón.
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Retrato imaginario de Juana Núñez de Lara y de la Cerda y Juan Manuel, óleo sobre lienzo, s. XVII, autor desconocido, palacio de los condes de Ficalho, Serpa, Portugal, - Gonçalves, Susana Cavaleiro Ferreira Nobre, (2013) A arte do retrato em Portugal no tempo do barroco, (1683-1750) Universidade de Lisboa, Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=61433425 |
Juana Núñez de Lara era hija de Juan Núñez de Lara I y hermana de Juan Núñez de Lara II, que había sido señor de Lara a la muerte de su padre. Juana fue criada desde los cuatro años en la corte de Sancho IV y de la reina María de Molina, era una mujer de carácter, y desde que su hermano, Juan Núñez de Lara II había fallecido en 1315 sin sucesión, había llevado la casa con gran eficacia mientras su hijo crecía. Los propios nobles de Castilla habían considerado que un apellido tan ilustre y de larga historia no podía extinguirse por falta de hijos, y pidieron al rey que nombrara señor de Lara al hijo de Juana.
Cuando se habló de su boda, el joven de la casa de Lara tenía unos catorce o quince años, mientras que Juan Manuel cumplía ese año los cuarenta y siete, un hombre mayor en aquella época, y con mucha experiencia en los manejos de la corte y en enfrentamientos con el rey. Él buscó el acuerdo con Juana Núñez de Lara y le recomendó la boda de su hijo (según la crónica), por eso resulta sorprendente que, tiempo después como veremos, en su segundo testamento (ya fallecida su esposa Blanca Núñez de Lara) haga un gran énfasis en la perniciosa influencia de su suegra y de su cuñado sobre él, y sobre sus decisiones y acciones, y recomendará a su hijo que, bajo ningún concepto, se reúna y relacione con ellos, a pesar de ser la única parte de su familia que le quedará, a excepción de su hermana mayor Constanza que estará en Portugal y la menor Juana, y de dos hermanos bastardos. Porque Juan Manuel había mantenido relaciones fuera del matrimonio, tanto cuando estaba casado con Constanza, como cuando se unió a Blanca, y tenía al menos dos hijos ilegítimos.
Al hacer responsables a los Lara de su propia conducta, Juan Manuel se descargaba de sus errores, de los que no debía de estar muy orgulloso. Tal vez buscaba una autojustificación para la posteridad, según su deseo de que aunque muriera el hombre quedara su memoria, y que en su testamento esa memoria quedara más limpia. En todo caso era una orden a su hijo so pena de no darle su bendición, lo que en aquel tiempo era una grave advertencia.
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Catedral de Oviedo, en esta fechas era su obispo Juan del Campo, amigo del rey Alfonso XI, y que hará de intermediario con Juan Manuel, De Fernando - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, |
Hacia 1329 los acuerdos de los tres monarcas en Ágreda, le habían dejado sin un apoyo firme en Aragón. A lo largo del año la relación entre el rey y su vasallo desnaturado, se va suavizando. Alfonso era consciente de que teniéndolo en su contra, difícilmente podría llevar a cabo sus campañas en tierras de la frontera, por lo que le envió a Juan del Campo, obispo de Oviedo, un hombre de su confianza, para negociar un acuerdo entre los dos. Juan del Campo será posteriormente obispo de León, y, según afirma una historiadora, al paso de los años, su escultura, junto con la del rey y la de su amante Leonor de Guzmán estarán reunidas en un capitel del claustro de la catedral de León. (1)
Alfonso y Juan Manuel llegarán a un acuerdo por mediación y trabajo del prelado, por fin Constanza Manuel saldrá de su encierro en Toro, y regresará a Garcimuñoz con su padre, donde le aguardaba la presencia de una madrastra, Blanca Núñez de Lara, dama poco mayor que ella, y de la que no hemos tenido acceso a información. Estar de nuevo en compañía de su familia fue un gran alivio tras el tiempo pasado en el alcázar toresano. Probablemente se abrió para ella una etapa feliz con varias buenas noticias. Hubo un tiempo que el noble se dedicó más a sus tierras, a su familia, a la caza y a leer y escribir sus libros.
En 1332 en el castillo de Garcimuñoz, Blanca tenía un niño, Fernando, llamado como su bisabuelo el rey III de este nombre, que trajo mucha alegría a Juan Manuel, por fin tenía un heredero varón. La reintegración de Constanza al hogar le dio una etapa de sosiego, y también posibilitó que ella pudiera leer los últimos manuscritos de su padre. Había recibido una esmerada educación, porque él, que se consideraba digno de ser rey, había cuidado de que su primogénita también tuviera una buena preparación, pues podía ser reina, y si ahora no lo era, había sido por una grave afrenta de Alfonso y sus consejeros. Conducta del rey que Juan Manuel no olvidaría jamás, y volvió a maquinar nuevas revueltas en su contra, ahora junto a su cuñado el joven Núñez de Lara.
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Játiva, Valencia, dibujo, 1563, Anton van der Wijngaerde,
Treball propi, Domini públic, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6357879 |
En el reino de Aragón, la reina Leonor consiguió que su esposo Alfons hiciera nuevas donaciones a su hijo Fernando. A las primeras se añadieron las villas de Játiva, Alcira, Murviedro, Maella, Burriana y Castellón, (algunas de estas ya las tenía la reina como arras de matrimonio) por lo que se estaba diseñando el mapa de todo un reino, entre parte del de Valencia y el de Murcia. Para Leonor era la manera de estar segura de que su hijo tendría propiedades, poder e independencia de su hermanastro, que mostraba gran animadversión y rechazo hacia ellos.
Esa donación fue contestada por la gente del reino de Valencia, que se opusieron a recibir como señor al infante Fernando. Se formó un gran alboroto, porque querían permanecer en la situación que estaban, unidas con el resto del reino y bajo el poder del rey. El concejo de Valencia se dirigió al monarca y le dijeron que aquella dádiva iba contra sus privilegios y significaba separar el reino de Valencia de la corona (era una parte, no todo el reino). Tras este levantamiento, el rey Alfons revocó la orden, y dejó solamente las primeras donaciones que había hecho a su hijo. (2)
La corte se había dividido entre los que seguían al infante y los que apoyaban a la reina. Según la crónica de aquel, esta se dedicó a perseguir a los que le apoyaban, y se les juzgó por lesa majestad, probablemente por ser incitadores del levantamiento en Valencia, varios de ellos fueron echados de la corte, y Lope de Concud fue ejecutado por traición ya que se le acusaba de haber promovido que se hiciesen hechizos a la reina para que no pudiera concebir. Precisamente por este motivo en mayo de 1332, el rey de Aragón escribe a su cuñado castellano, porque ha sabido que tiene un hombre preso que dice saber las personas que trataban hechizos contra él y doña Leonor, pide información y que le envíen al preso. (3) Aparte de las creencias de la época, ¿cuál de las partes enfrentadas había fraguado la maquinación?
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Muchacha en una fuente, óleo sobre lienzo, 1825, François Fleury-Richard, Museo de Bellas Artes de Lyon,- Trabajo propio), Alter Mandarine, 11 octubre 2008, Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4974046 |
El 29 de marzo de 1332, sólo tres años después de encontrarse Leonor en Aragón, su hermano, el rey Alfonso XI, escribe al aragonés por la despedida del ama, Sancha de Velasco, y le dice que ha tenido que ser por intrigas. Además, le pide que solucione el servicio de la reina. (4) Así que ya por esas fechas el ama se vio obligada a regresar a Castilla, y se acababa su posible influencia sobre Leonor.
Las exageraciones del infante eran compartidas por sus hombres de confianza y provocaron que marchara con ellos a Zaragoza, donde le acogió el arzobispo Pedro López de Luna, y que un poco después, aconsejado por aquellos, se fueran con él y el infante Jaime, hijo también de la primera esposa del rey, al norte de Huesca en Jaca, para huir de su padre que decían estaba contra él. La idea es sorprendente, dado el carácter de Alfons e incluso de la reina Leonor, por lo que, contado por el propio infante y sin otra fuente imparcial, hay que mirar más allá, pues resultaba una propaganda notoria y convincente de persecución ante sus súbditos. No permaneció mucho tiempo en el norte de Huesca, regresó para estar en tierras aragonesas, lejos de Valencia y Barcelona donde solían estar los reyes. Fue un tiempo revuelto en el que Pere iba ejerciendo su voluntad, como tratar de tomar el castillo de Játiva que tenía Bernard de Sarriá por la reina y por el infante Fernando que se encontraba con él.
Ya hacía un tiempo que su padre el rey había comenzado a negociar el futuro matrimonio de Pere con la infanta primogénita de Navarra, la princesa Juana, pero las conversaciones se dilataban en el tiempo y se concretarán más adelante, hacia 1333.
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Torre del Gallo, cimborrio de la catedral vieja de Salamanca, románico, ca. 1200-1220, De José Luis Filpo Cabana - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14538476 |
Cuando acabaron las reuniones de Cortes, desde Madrid los reyes Alfonso y María se dirigieron hacia Segovia y Valladolid, donde pasaron la Navidad. En marzo de 1330 se encontraban en Salamanca, y María escribe al concejo de Murcia, que había pedido al rey que les perdonara la moneda forera, diciéndoles que sus peticiones y razonamientos habían sido estériles, porque “(…) la avia puesto para pagar a cavalleros que avian de yr servir a la Frontera.” (5)
Ya debía de haber fallecido Violante Sánchez de Castilla, que era hija natural del rey Sancho IV, y por lo tanto tía de la reina, más adelante veremos cómo se había desarrollado su vida, porque su hijo tendrá gran protagonismo a lo largo del reinado. María había establecido una relación de cariño y amistad con la dama, que era madre del ricohombre Pedro Fernández de Castro, muy cercano al rey Alfonso. “Le testament (de Violante) qui avait été initialement rédigé le 24 janvier 1330 fut modifié cinq jours plus tard comme le montre la clause qui fut écrite à la suite de la signature des témoins, et dans laquelle Violante demanda à sa nièce la reine doña María: ‘muger del rey don Alfonso’ de garantir l’éxecution de ses dernières volontés.” (6)
La reina María tendría que encargarse de controlar que se cumplieran sus mandas. Desde hacía unos años, Violante había entrado en religión como freira de la Orden de Santiago y era comendadora del monasterio de Sancti Spíritu de Salamanca, perteneciente a dicha Orden. Un tiempo atrás habitaba en Toro, y cada vez que la reina paraba en su villa, la visitaba, ambas tenían un especial apego a aquel lugar entrañable a orillas del Duero. En el caso de Violante, tanto, que en su testamento, dictado allí en enero de ese año, había mandado ser enterrada en la iglesia del convento de San Francisco de Toro, siendo monja de Santiago y comendadora del convento de Sancti Spiritus de Salamanca, tuvo que pedir autorización al maestre.
Fue en estas fechas cuando María y Alfonso se vieron con los reyes de Portugal en Fuenteguinaldo, muy cerca de Ciudad Rodrigo. Había recogido a Blanca en las Huelgas, probablemente ya estaba allí la infanta María para hacerse cargo del señorío del monasterio y había podido estar unos días con su hija. Cuando llegó la reina, ambas se saludaron con afecto, porque se habían encontrado el año anterior en Tarazona en la boda de la infanta Leonor.
Los monarcas se llevaron a Blanca de Castilla para que se marchara con los reyes lusos, y que viviera con ellos hasta que tuviera la edad de realizar el matrimonio acordado con Pedro, el heredero del trono portugués. La reina Beatriz se encargaría de ella no sólo como reina y suegra, sino como su tía pues era hermana del infante Pedro de Castilla, padre de Blanca. El rey portugués se comprometió a enviar “(…) quinientos caballeros en ayuda para esta guerra de los Moros dó él iba.” (7) Cuando están en Ávila, Alfonso escribe un albalá al concejo de Murcia y a Pedro López de Ayala: “Sepades que los vuestros mandaderos llegaron a mi a Fuente Guinaldo et dieronme las vuestras cartas (…) Et por razon de las vistas que ove con el rey de Portogal et, otrosy, por muchas cosas que agora tengo de librar et de endereçar sobresta mi yda de la frontera,” (8)
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Frente a la catedral, palacio de los arzobispos de Toledo, s. XIII-XVI, De Querubín Saldaña - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0,
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La pareja iba a ir hacia el sur en su camino a la frontera. En junio se detuvieron en Toledo unos días, desde donde, como era habitual en los viajes, Alfonso sigue con su trabajo de escribir para dar órdenes y de responder a las peticiones que se le hacían. Los escribanos siguen a los reyes allá donde van. La reina María también envía sus documentos, el 12 de junio, por ejemplo, escribe a Murcia, “Et, conçejo e omnes buenos, çierta so yo que, entre todos los del señorio del rey, avedes servido e servides e vos parades a mucho en todo lo que cunple a serviçio del rey e mio. E el rey e yo fazer vos hemos por ello mucho bien e mucha merçed, e yo siempre pidire merçed al rey por vos.” (9)
En Córdoba paran unos días, y probablemente la reina permaneció allí mientras Alfonso se dirigía a cercar Teba, un castillo muy fuerte a la entrada de la serranía de Ronda, donde estaba el 7 de agosto, y cumplirá diecinueve años el día 13. La buena situación de Córdoba para preparar una hueste la hacía el punto adecuado para que se reunieran.
A primeros de octubre regresa feliz después de una campaña de éxitos. La reina, que había seguido el curso de la expedición por los mensajeros que habían ido llegando a la ciudad, le recibiría con alegría. Para ella era la primera a la que había asistido desde la retaguardia, como habían hecho sus antecesoras las consortes de Castilla, o como María, la infanta de Aragón, cuando esperaba a su esposo el infante Pedro.
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Una puerta de la mezquita de noche, Córdoba, octubre 2023, Fotografía: Jorge de Santaella. |
Notas
(1) Franco Mata, M. A., Iconografía profana en el claustro de la catedral de León y su reflejo en el de la catedral de Oviedo, p. 190, Arte y vida cotidiana en época medieval, 2008.
(2) Crónica del rey d’Aragó En Pere IV lo Ceremoniòs ó del punyalet, pp. 45 y 46, edición y prólogo de Josep Coroleu, Barcelona, 1885.
(3) Moxó y Montoliu, F., La relación epistolar entre Alfonso XI y Alfonso IV en el Archivo de la Corona de Aragón, doc. 86, En la España Medieval, n.º 3, UCM 1982.
(4) Ibidem, doc. 83.
(5) González Crespo, E., Inventario de documentos de Alfonso XI relativos al Reino de Murcia, doc. 164, En la España Medieval, n.º 17, edit. Complutense, Madrid, 1994.
(6) García, Charles, Violante Sánchez, fille de roi et filleule de reine, p. 7, https://journals.openedition.org/e-spania, 2018.
(7) Crónica del rey D Alfonso el onceno, Parte I, cap. LXXXVI, p. 157. edición F. Rico y Cerdá. Madrid, 1787.
(8) Colección de documentos para la historia del reino de Murcia, VI, doc. CXLV. Documentos de Alfonso XI, Estudio, edición e índices de Veas Arteseros, F. A., Real Academia Alfonso X el sabio, CSIC, Murcia, 1997.
(9) Ibidem, doc. XLVII.
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