El saqueo del patrimonio de la infanta María de Aragón
El
rey Jaime escribe el 1 de abril de 1320 a Garci Lasso de la Vega I,
que también era merino mayor de Castilla, que cuide de la infanta,
porque estaba enferma. (1) Y consciente de los problemas de María en
el reino vecino, en junio hizo que regresara con su hija, una niña
de unos ocho meses, primero a Almazán y después a Calatayud, donde
se encontrarán ambos en el Monasterio de Piedra. El rey comunica a
la reina madre María de Molina que las dos están en Calatayud en su
compañía. (2) El gran patrimonio de su hija era muy codiciado, por
pretendientes y por la propia Corona castellana, y sería un motivo
de roce y enfrentamiento entre los dos reinos. La infanta trató por
todos los medios de salvaguardar el futuro de su hija y, aunque fuera
desde Aragón siguió defendiendo sus rentas y su patrimonio, también
viajó a Castilla cuando era necesario.
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Monasterio de Piedra, Santa María la Blanca, s. XII, cisterciense, Nuévalos, Zaragoza. https://www.turismodearagon.com/ficha/monasterio-de-piedra-nuevalos/ |
Continúa mal de salud a lo largo de los meses de ese año, y en el verano está convaleciente de unas graves tercianas. Poco después su padre le envía a su hermana Blanca, desde Sigena, para que esté con ella, también pide a la priora Teresa Ximén de Urrea que acompañe a Blanca a Zaragoza a las casas donde se aposenta María. Puede apreciarse la preocupación del rey por su hija, y por la estabilidad y seguridad de Blanca en el desplazamiento. Cuando se encontraba mejor, las dos hermanas viajan a Castilla, y el rey Jaime escribe a Garci Lasso de la Vega, como mayordomo mayor de la infanta, que le informe de la ida de ambas. (3) También tendrá que quejarse a la reina madre castellana por el impago de las rentas que le pertenecen a su hija como viuda del infante Pedro, y por el intento de desheredar a la pequeña Blanca. (4)
Más o menos por aquellas fechas Leonor hacía el camino contrario y regresaba. Dos vidas que se cruzaban de nuevo, con un destino incierto. Probablemente tuvieran sentimientos parecidos de desarraigo, aunque ambas eran mujeres decididas, seguras de sí mismas y de fuerte carácter. En los siguientes años, las dos vivieron en un monasterio. Para Leonor, Castilla y la familia que le quedaba, le eran extrañas, se había marchado a los cuatro años, había sido criada en Aragón, y volvía con trece. Sus padres, que la acompañaron a Calatayud en la Navidad de 1311, habían fallecido; tenía a su hermano Alfonso, el rey de nueve años, y a su abuela María de Molina, ya una anciana, todavía trabajando por salvaguardar la corona de su nieto, frente a una nobleza turbulenta. También le quedaba su tío Felipe. Estuvo en Valladolid junto a la reina madre, acompañándola en sus últimos meses.
Después se fue a vivir al monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, pero sin entrar en religión, permanecería allí y esperaría otra opción de matrimonio. La estancia de estas damas de familia real en el monasterio era muy abierta, y salían y entraban según su conveniencia. En ese tiempo fue señora del monasterio, como venía siendo habitual en las infantas de Castilla cuando era necesario, los primeros documentos firmados por ella que se conservan son de 1325, pero se trasladó antes. (5) El rey Jaime siguió escribiéndole, porque según había dicho la quería como a una hija, y había sentido profundamente la actuación de su hijo. Leonor también se escribía con la infanta Violante, pues ambas habían fraguado unos fuertes lazos de cariño por encima de los problemas diplomáticos que enfrentaban a los dos reinos.
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Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, s. XII, cisterciense. De Lourdes Cardenal - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2939362 |
El real monasterio de las Huelgas de Burgos había sido fundado en 1187 por Leonor de Plantagenet apoyada por su esposo Alfonso VIII, de quien se afirma donó unos palacios que tenía en el paraje. Se reservó una parte para residencia real cuando parara en Burgos y le fuera necesario, concretamente un torreón defensivo o Torreón del Compás (el compás era un espacio descubierto alrededor de un monasterio, estaba cercado y tenía una puerta que se cerraba de noche, y separaba su territorio, del público exterior, bien fuera una calle de ciudad u otro lugar). En el croquis del monasterio, que realiza el arquitecto Juan Agapito y Revilla en su libro, (6) el torreón es denominado de Alfonso XI, porque en su reinado fue remozado y acondicionado, y construyó unas casas para su uso en el compás, al lado de la entrada de este nombre, desde donde salió para su coronación. En su fundación, los reyes habían considerado que existiera una representación del poder real que tutelara su patrimonio mediante la figura de la “señora”, una infanta o dama de la casa real, designada por el rey para estar en el monasterio sin ser religiosa, por lo que también había que pensar en unas estancias adecuadas para ellas. (7)
Leonor llegaría con su gente y se acomodó en su nuevo hogar en el que viviría algunos años, antes de casarse en 1329. Esas infantas se trasladaban al monasterio con “su casa”, es decir acompañadas de damas, oficiales como mayordomo, despensero, escribano, etc., algunos criados y sirvientes, a los que tenían que pagar, mantener y alojar. Por lo tanto debían seguir gestionando sus propias rentas por tierras, salinas, castillos o villas. Los monasterios eran grandes y tenían dependencias variadas en las que podían aposentarse.
Ya en el reino de Aragón, la infanta María se encontraba muy incómoda a causa de su situación económica y la de su hija, a pesar de las numerosas rentas que tendría que haber recibido regularmente por las posesiones heredadas del infante Pedro. Continuó haciendo gestiones para que su mayordomo y tutor de su hija, Garci Lasso de la Vega I, fuera más diligente y le enviara lo que les correspondía. Pero este, no sólo retenía las rentas de las posesiones de Blanca, sino que además entraba con sus hijos en las tierras y provocaba altercados y las saqueaba. No se merecía la confianza que el infante había depositado en él.
En Castilla había un gran resquemor por lo que había sucedido a la infanta Leonor, y porque María se hubiera marchado con su hija a Aragón. Se iban confiscando parte de sus tierras y no se le enviaban los ingresos que le debían. La infanta aragonesa, a espaldas de su padre, negoció con Garci Lasso de la Vega el matrimonio de Blanca con su primo Alfonso, el rey de Castilla. Era una fórmula que no sólo salvaba la riqueza de Blanca, sino que la colocaba en una posición inmejorable. Pero fue un trato que no se llevó a efecto, tal vez un engaño de Garci Lasso.
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Folio 10v, del Libro del caballero Zifar, ¿Ferrand Martínez? s. XIII, copia en vitela y papel, ca. 1301-1400, http://archivesetmanuscrits.bnf.fr/ark:/12148/cc349700. |
Jaime II trató de volver a casar a María con un príncipe inglés, pero la infanta le dijo que no quería casarse, deseaba entrar en religión. El rey escribe a su hijo Juan, arzobispo de Toledo, el 24 de febrero de 1322 desde Tortosa contándole que ha asistido a su toma de hábito de la Orden del Hospital, estando presente también la infanta Blanca, priora de Sigena.
Un mes después, el rey le decía a esta que escoja tres dueñas del convento que le parezcan convenientes para que María tenga su ayuda y consejos. (8) Esta comunicación de Jaime II hace pensar que la infanta no había regresado todavía al monasterio de Sigena, donde ya había estado viviendo en octubre de 1321, meses después de volver de Castilla, y probablemente ahora tras recibir el hábito, permanecía en alguna residencia real, lo que al parecer del monarca podía ser mal visto para su honra y fama, si permanecía sola.
En el convento mientras tanto, su hermana Blanca ya era priora. El 17 de agosto Jaime ha sabido que su hija quiere intermediar entre Teresa de Ayerbe y su esposo Guillen de Montcada y el rey no está de acuerdo, el noble es senescal de Cataluña, consejero y hombre muy cercano a él en muchas gestiones, la requiere para que no vaya a verle a la villa de Fraga para interceder por su esposa, a quien mantiene recluida en el monasterio de Santa Clara de Lérida, porque consideraba que Blanca no debía inmiscuirse, y además porque presume que no está clara la inocencia de la dama. (9)
Guillén de Montcada estaba casado en segundas nupcias con su prima segunda, Teresa de Ayerbe, y según el historiador fragatino, J. Salleras Clarió, el senescal tenía numerosas deudas, incluso con su esposa, y la relación entre ellos no era buena. “Debido a un turbio asunto de infidelidad de la segunda esposa de Guillermo de Montcada, doña Teresa, con Ramón de Anglesola, pariente de dicha señora, el señor de Fraga la repudió en el año 1321. (...) A finales de 1321, doña Teresa de Ayerbe ingresó por orden de su esposo en el convento de Santa Clara de Lérida, (…). En realidad, era un encierro autorizado por el rey Jaime II de Aragón, debiendo quedar dicha señora bajo la protección de la reina de Aragón y priora del monasterio de Sijena, doña Blanca.” (10)
Aparte del presunto adulterio, se aprecia el interés de Jaime II por su senescal, consejero y procurador fiscal en Mallorca, y porque su hija no intervenga en el asunto, aunque, por lo que dice Salleras, la priora sí podía tener competencia en proteger y ayudar a la noble Teresa, cuyo problema debía de haberle llegado probablemente por alguna misiva de la interesada o de sus familiares. Por otro lado está la solidaridad y la ayuda de Blanca como mujer, como infanta y como monja, con ese profundo sentido presente habitualmente en las mujeres, y que Jaime II impide desde su poder como monarca.
Sin resolverse su situación económica, María había recibido las órdenes en el convento de San Juan de Jerusalén de Tortosa, y en su momento se marchará con su hija Blanca al monasterio de Santa María de Sigena, también sanjuanista. La compañía de la infanta Blanca haría más llevadera su estancia, aunque posiblemente sería ella la que apoyaría a su hermana, una personalidad de mucho carácter, impetuosa, con etapas de gran desánimo, probablemente provocado por el recrudecimiento de la tuberculosis, y por ello de apariencia inestable. Pudo comprobar cómo había acometido las obras de construcción de un palacio prioral al lado de la panda sur del claustro, donde vivirían una vez acabada su fábrica. Será un espacio muy hermoso que la infanta Blanca cuidará de su embellecimiento con esmero; pinturas en las paredes del salón del trono, tapices, muebles pintados al temple, como el sillón prioral, entre otros objetos. Garci Lasso de la Vega, el mayordomo, impunemente retenía los pagos, detraía parte de ellos y la situación económica de María iba a peor.
Durante un tiempo permanecerá en el monasterio de Sigena, y lejos de allí, en Castilla, la infanta Leonor vivirá como señora en el de las Huelgas de Burgos, después de la muerte de su abuela. Por causas diferentes, las dos infantas se enfrentan en ese momento al mismo tipo de vida en un entorno religioso.
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San Juan evangelista con dos damas y dos niñas / San Adrián, óleo sobre tabla, 1532, Pieter Coecke van Aelst, Museo Nacional del Prado, Madrid. |
Garcimuñoz se encontraba en el antiguo “común de Alarcón”, partido del obispado de Cuenca. Su villa se había expansionado, favorecida por Juan Manuel, frente a la de Alarcón, y fortificó sus murallas y el propio castillo. Consiguió que el rey otorgara a sus vecinos, seguro y protección para poder comerciar, y la había hecho prosperar. En su castillo, que era la residencia más habitual de la familia, Constanza Manuel crecía con el cuidado y una esmerada educación a cargo de Teresa, una refinada mujer con preparación y conocimientos para enseñarle las normas en la mesa, conducta, a leer y escribir, a coser y bordar, y a tejer sencillos tapices, enseñanzas en las que también intervenía su madre. Cuando cumplió los seis años comenzó a aprender con el capellán Garci Martínez, el latín de las oraciones y de la misa, que se oficiaba, diariamente muy temprano, en una de las salas dedicada como capilla en el castillo en que estuvieran.
El gran noble mantenía una pequeña corte de oficiales muy fieles que ejercían labores de hacienda, justicia, cancillería y servicios del buen funcionamiento de su casa, así como médicos judíos y clérigos capellanes, y en la que también había temporalmente, artistas, juglares, entre los que destacaba Arias Páez, y músicos. (11) Como hijo de un infante de Castilla tenía grandes tierras, villas, señoríos y castillos, que él había sabido aumentar considerablemente, y numerosos criados y servidores, además de vasallos y hombres de armas, de los que a menudo podía reunir de quinientos a mil guerreros, entre caballeros, peones y ballesteros. Sus copiosas propiedades, señoríos y tenencias le reportaban importantes ingresos, especialmente el adelantamiento de Murcia.
Podía transitar desde tierras murcianas hasta Cuéllar y Peñafiel, pasando por lugares de Cuenca y Toledo, y parando en sus castillos a salvo de cualquier enemigo. La presencia de los juglares y trovadores era muy festejada por Constanza. Escuchaba embelesada las recitaciones de historias de amor de princesas y caballeros, las cantigas armoniosas, los cantos provenzales, aquellas músicas pausadas y dulces. Constanza aprendió a tocar el laúd y a entonar canciones. Se estaba preparando para ser una perfecta reina.
Notas
(1) del Estal, J. M., Itinerario de don Jaime II de Aragón, (1291 a 1327) p. 592, Fuentes históricas aragonesas, 47, Zaragoza, 2009.
(2) Ibidem, p. 597.
(3) Ibidem, pp. 598, 600 y 602 y 603.
(4) Ibidem. p. 606.
(5) Reglero de la Fuente, C. M., Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: señoras, monjas y encomenderas, párrafo 43, e-Spania, OpenEdition Journals, 2016.
(6) Agapito y Revilla, J., El Real monasterio de Las Huelgas de Burgos, p. 84, Valladolid, 1903.
(7) López de Guereño Sanz, M. T., Las dependencias extraclaustrales, p. 266 y 267, en Monjes y monasterios, El Cister en el medievo de Castilla y León, direcc. Científica: Isidro G. Bango Torviso, Monasterio de Santa María de Huerta Soria, julio -octubre, Valladolid, 1998, Junta de Castilla y León.
(8) Sáinz de la Maza Lasoli, R., El Monasterio de Sijena Catálogo de los documentos del Archivo de la Corona de Aragón (1208-1348) I, docs. 537 y 539, CSIC, Institución Milá i Fontanals, 1994.
(9) del Estal, J. M., Op. cit., p. 620.
(10) Salleras Clarió, J., Algunas noticias de doña Teresa de Ayerbe (1 y 2) La voz del Bajo Cinca, (historia), 20 y 28 de agosto de 2009.
(11) Pascual Martínez, L., Los oficios y la cancillería en el señorío de don Juan Manuel, pp. 259 a 285, en Don Juan Manuel, VII centenario, Universidad de Murcia, Academia Alfonso X el sabio, Murcia 1982.
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Escudo del arzobispo de Toledo Juan de Aragón, arzobispado de 1319-1328, https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_de_Arag%C3%B3n_(arzobispo_de_Toledo) |
Juan, infante de Aragón, arzobispo de Toledo, 1319
Con la marcha de María a Aragón ya no podrían verla como hasta ahora, y quien más sufrió por ello fue la infanta Constanza, que seguía cuidando de sus hijos con los altibajos que le permitía su salud. Las hermanas sólo podrían mantener correspondencia para contarse cómo iban sus vidas. Aún le quedaba en Castilla su querido hermano Juan, un año menor que ella, y al que Jaime II había destinado a la vida eclesiástica. Él lo había aceptado con responsabilidad y dedicación, y era un clérigo de grandes cualidades.
Desde 1319 era arzobispo de Toledo, porque su padre había conseguido que el papa lo nombrase para esa dignidad. (1) En la corte castellana provocó más suspicacias y resentimiento, pues ese arzobispado casi siempre había estado regido por castellanos, y además incluía el cargo de canciller de Castilla. Precisamente por eso, Juan, que era un hombre ecuánime, inteligente y de buena voluntad, mantuvo una postura imparcial, no se involucró en los enfrentamientos por la tutoría, tampoco se inclinó a apoyar a su cuñado, lo que le trajo grandes discusiones con él. Trató de mantener su arzobispado en paz, a salvo de la violencia e inseguridad de toda Castilla, y lo defendió de los abusos de los señores, como el propio Juan Manuel. Claro que se había preocupado por las necesidades de sus hermanas, Constanza y María, y, sobre todo, en el caso de esta, para defender sus derechos y los de su hija Blanca, se había enfrentado a Garci Lasso de la Vega y a otros nobles.
En 1321 la infanta Constanza tuvo un gran disgusto por la actuación de su marido en Toledo. En la primavera de aquel año provocó un suceso muy violento, el asesinato de Diego García de Toledo, hombre principal de la ciudad y de la confianza del arzobispo. Fue uno de los actos más viles de Juan Manuel que, en ese momento, estaba recabando el apoyo de ciudades para ser nombrado tutor en las próximas Cortes de Valladolid. Aprovechando que el arzobispo no estaba, se entrevistó con García de Toledo, un noble que había sido muy fiel a la corona, primero con Fernando IV, y después había apoyado al infante Pedro en la tutoría frente a las veleidades de los otros tutores, entre ellos, Juan Manuel. Ahora trataba de presionarle con amenazas para que le apoyara, pero el caballero no se dejó intimidar, y Juan Manuel mandó matarlo.
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Vista de Toledo con el antiguo alcázar al fondo, estampa, xilografía, s. XIX, S. Strassberger, Colección municipal de Grabados, Toledo. https://descargasarchivo.toledo.es/viewer.vm?id=65381&view=imagenes&lang=es |
No contento con ello, hizo venir a la esposa e hijo con la idea de que el noble estaba esperándoles, y se encontraron con que era su cuerpo muerto lo que les aguardaba, seguidamente los metió en prisión. La desaparición de García de Toledo levantó los ánimos en la ciudad, y Juan Manuel tuvo que recibir a varios representantes, y les amenazó con mantener en prisión a la viuda y a su hijo y confiscar sus bienes. A continuación, hizo arrojar el cadáver desde una de las torres del alcázar que estaba sobre terrenos del convento de San Francisco, y prohibió que se le hicieran honras fúnebres. Raimundo, abad del Monasterio de Montearagón, narra en una carta todo lo sucedido al rey Jaime. (2)
Después, Juan Manuel escribió a su suegro requiriéndole la dote que todavía no le había enviado. La infanta sufría la situación de ver a su marido furioso con su familia, y todo aquello repercutía en su frágil salud. En diciembre el rey Jaime escribía a su hija, por la alegría de que había tenido un hijo, que llamaron Manuel, y le aconsejaba: “Mas filla no fagades como avedes acustumbrado de criarlo a consello de los judíos” (3) Cuando el niño muera el rey recriminará a su yerno por haber seguido utilizando médicos judíos, de los que no se fiaba.
La situación de Castilla desde la muerte de los infantes en la Vega de Granada era caótica, de luchas continuas entre los aspirantes a tutor. Los campesinos, comerciantes, artesanos y concejos sufrían las peores consecuencias de la guerra continua. La reina madre, María de Molina, pasaba de los sesenta años, estaba enferma y agotada tras duros años de esfuerzos y trabajos a los largo de tres reinados conflictivos, el de su esposo Sancho IV, el de su hijo Fernando IV y el inicio del de su nieto Alfonso XI. En el verano de 1321 se encontraba hospedada en el convento de San Francisco de Valladolid, cuando vio la hora de su marcha al descanso eterno, hizo su testamento y falleció en julio. Fue enterrada en el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de aquella ciudad, que ella había fundado. (4)
A lo largo de esos años la infanta Constanza tratará de ver a su padre una y otra vez, sufría las consecuencias de la conducta de su esposo, y echaba mucho de menos la cálida y luminosa Valencia, pero las circunstancias van posponiendo esa reunión. A menudo el rey estaba muy ocupado con asuntos de gobierno, y a veces, era su salud que, ya mayor, se resentía de los fríos invernales. Por otro lado, la infanta seguirá con angustia la intervención de su esposo en los territorios del arzobispo de Toledo, al que a veces ella avisaba con sus cartas, aunque quedaba por llegar otro acto infame del noble contra el arzobispo.
Juan de Aragón había acudido a Valencia llamado por Jaime II y pasará por tierras de Juan Manuel para intentar llevarse con él a su hermana Constanza, que no debió de ir porque su esposo no lo permitiría. El arzobispo asistió al Concilio de Tarragona en 1324, que era muy importante para Jaime, pues iba a solicitar un subsidio para su campaña de Cerdeña, costeado por los eclesiásticos de la provincia de Tarragona, y después pasó un tiempo en Barcelona, lo que no gustó en Castilla. (5)
El estado de aquel reino había llegado a tal extremo, que parecía difícil que un rey adolescente pudiera imponer su autoridad y acabar con los desórdenes y tropelías. El 13 de agosto de 1325, Alfonso XI cumplió catorce años y asumió el poder, organizó los cargos de su casa, y nombró a hombres de su tío el infante Felipe, personajes que no eran de alta nobleza. Juan de Haro, el hijo del infante Juan de Castilla, y Juan Manuel se sintieron postergados. (6) Este último valoró mal la nueva situación, creía que Alfonso sería tan manejable como Fernando IV, y se equivocó totalmente. El joven rey tenía mucho carácter y no se dejaría dominar, por lo que a lo largo del reinado, el noble se encontrará con un muro infranqueable para sus maquinaciones y revueltas, pero, sobre todo, le haría la peor jugada de su vida.
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Firma del rey Alfonso XI de Castilla. De Alfonso XI de Castilla. - Ministerio de cultura de España., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=13272799 |
Al verse privado de estar cerca del rey, como consejero o en algún alto cargo de la corte, Juan Manuel llegó a un acuerdo de matrimonio de su hija con Juan de Haro, con la intención de fortalecer la relación entre ambos y seguir conspirando contra el monarca. Cuando conocieron este proyecto, los consejeros de Alfonso le recomendaron que lo deshiciera, pues unidos serían muy peligrosos, y seguirían alborotando y dañando Castilla. La fórmula que le propusieron fue que pidiera él la mano de Constanza Manuel. Todo se desarrolló muy rápido, efectivamente la idea surtió efecto, Juan Manuel se separó de Juan de Haro, y empezó a preparar todo para que su hija se convirtiera en reina. Sería el mayor logro en sus deseos de grandeza, por fin obtendría lo que quería para su apellido. Por el lejano parentesco de los novios, Juan Manuel mandó al deán de Cuenca, a solicitar dispensa al pontífice, y serán la infanta Leonor y la infanta Constanza, (ambas de acuerdo) las que recomendarán al infante Alfons para que le preste ayuda en su viaje a Francia (el papa estaba en Aviñón) y le dé cartas para la corte papal. (7)
Notas
(1) Avezou, Robert, Un prince aragonais archevêque de Tolède au XIVe siècle. D. Juan de Aragón y de Anjou, Bulletin Hispanique, Tome 32, n.º 4, p. 334, 1930, https://www.persee.fr
(2) Giménez Soler, A., Don Juan Manuel, biografía y estudio crítico, doc. CCCLVIII, Zaragoza, 1932.
(3) Ibidem, doc. CCCXXIV.
(4) Crónica del rey D. Alfonso el onceno, cap. XXX, pp. 63 y 64, de. Ed. F. Cerdá y Rico, Madrid, 1787.
(5) Avezou, Robert, Op. cit. p. 346.
(6) Crónica del rey D. Alfonso el onceno, cap. XL, p. 78, cap. XLI, p. 81, cap. XLII, p. 82 y 83 y 84. Ed. F. Cerdá y Rico, Madrid, 1787.
(7) Giménez Soler, A., Op. cit., docs. CCCCII, CCCCVII.
La boda de Constanza Manuel con Alfonso XI, rey de Castilla
Convento de San Francisco, Valladolid, 1325
Constanza Manuel era todavía una niña de nueve años en 1325, cuando su padre, Juan Manuel, acepta el ofrecimiento de matrimonio del rey Alfonso XI para ella. A pesar de su habitual astucia y desconfianza, se mostró encantado, sin darse cuenta de lo que había tras aquella oferta: separarle de Juan de Haro y detener su confabulación.
Ella estaba en esos días en las casas del alcázar de Peñafiel con toda la familia: su querida madre, acompañada por la fiel ama Saurina de Beziers, y con sus doncellas que la acompañaban en juegos y aprendizaje, criándose juntas bajo la atenta mirada del aya. Aquel palacio estaba en un lugar delicioso, muy querido por todos, al lado del Duratón en el valle del Duero, rodeado de árboles y verdor.
La villa tenía un amplio territorio y era lugar estratégico, cercano a Valladolid en el camino que unía con Aragón. Allí había fundado el convento dominico de San Juan y de San Pablo, y facilitó su construcción con parte del alcázar y de su residencia, pero se reservó un lado para alojamiento de su familia. Dio numerosas propiedades y rentas para su mantenimiento. A ellos les dejaría más adelante los manuscritos de sus obras, y gracias a eso se han salvado. También decidió que la iglesia de estos dominicos sería su panteón familiar. (1)
Fue a buscarla el infante Felipe con su esposa Margarita para llevarla a Valladolid, donde se desarrollaría la ceremonia, y se aprobaría por las primeras Cortes de Alfonso XI, que tuvieron lugar en el convento de San Francisco, y donde Juan Manuel actuará de forma despreciable contra su cuñado el arzobispo.
El acuerdo de esponsales se hizo en Peñafiel y fue ratificado en las Cortes que se llevaron a cabo en una gran sala de los franciscanos. El espacio conventual era enorme pues además de los edificios de los frailes y su iglesia, tenía una hospedería, varios claustros, jardines, un huerto e incluso casas de particulares. Entre estas casas había algunas reservadas a la casa real, pues María de Molina se encontraba viviendo en ellas cuando enfermó y murió. También sería residencia de la infanta Leonor en el tiempo que estaba en la ciudad. Probablemente sería aquí donde Constanza Manuel pasó los dos años que fue reina en espera de la edad para consumar el matrimonio, proyecto que se truncó con el repudio del rey.
El día de su boda, Constanza iba vestida con un brial de seda azul celeste con bordados mas oscuros en el borde la falda, de las mangas y del escote por el que sobresalía una camisa rematada de encajes, en la cabeza se cubría con una cofia blanca que se recogía en trenzas muy complejas y con adornos de hilos de oro. Alfonso llevaba unas calzas verde muy oscuro, un sayo de seda roja y un manto sujeto con un rico broche de oro y piedras preciosas. Fue una ceremonia puramente legal, al ser menor Constanza el matrimonio no se consumó, y se trasladó a vivir con el aya de Alfonso XI, Teresa López, viuda de Gonzalo Yáñez de Portocarrero, un caballero muy querido por el rey Fernando IV.
En esta época la edad maduraba mucho antes, los niños veían a su alrededor todo lo que sucedía con una crudeza, que siglos después se ha ido eliminando de su vista. Constanza, en su corta edad, había vivido la alegría de tener tres hermanos y la tristeza de perder a dos de ellos. Podía apreciar la enfermedad de su madre, la galopante tuberculosis que la mantenía muy pálida, delgada y frágil, maltrecha por la febrícula, con accesos de tos y a veces que manchaba un paño con sangre de la boca. Había observado a su padre, enfurecido y dominante con algún hecho que le había indignado, y sabía que había provocado problemas con su tío, el arzobispo, y por esas acciones veía el disgusto y el malestar de su madre.
Pero la pequeña había aprendido a aprovechar y vivir con pasión los momentos felices, las buenas noticias y los logros del día a día. Por eso sus esponsales con el rey Alfonso, aquel joven apuesto y eminente, le produjeron una gran alegría, enturbiada por perder la presencia de su madre, aunque todavía estaban todos en Valladolid. Muy contenta, escribirá a su abuelo el 28 de noviembre de 1325: “Facemos vos saber que loado sea Dios somos ya casada con el… Rey de Castiella… e casamos en las Cortes de Valladolit jueves veynte et ocho dias de noviembre era 1363 (año 1325).” (2)
Como reina, también se ocupaba de los asuntos de lugares que su padre le había dado de dote por el desposorio con Alfonso XI, como Cifuentes, que Juan Manuel había comprado. Escribe una carta al concejo, sus vasallos, confirmando el privilegio que tenían y que les “(…) eximía de pechos y concedía otras libertades y beneficios a cuantos vecinos ovieren e mantuvieren caballos et armas et ffisieren e salieren al alarde en la my villa de Çiffuentes por la fiesta de sant Miguel del mes de setiembre (…).” (3)
Fue precisamente en aquellas sesiones de Cortes de Valladolid de 1325, las primeras que se celebraban con el rey mayor de edad, cuando Juan Manuel presionó a Alfonso para que quitase la cancillería al arzobispo. Ante el rey, los grande señores, dignatarios eclesiásticos y representantes de Castilla y León le humilló acusándole de que no había estado presente en su inicio, y que cobraba indebidamente servicios a los de Toledo.
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El rey Alfonso X de Castilla y de León con su corte, iluminación del Libro de los Juegos, segunda mitad del s. XIII.
De Scanned from Four Gothic Kings, Elizabeth Hallam ed., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=129915 |
El arzobispo explicó que todavía estaba doliente de la enfermedad de fiebres que había pasado, (cada verano sufría de “tercianas dobladas”, por el calor sofocante de Castilla) y añadió que sabía quien había movido todo aquello ante el rey; Juan Manuel intervino iracundo respondiendo que había sido él y lo volvería a hacer, porque el arzobispo le había ofendido gravemente a él y al rey. Y le retiraron el cargo de canciller de Castilla. (4) Fue un penoso suceso en el que los dos cuñados se enzarzaron en una discusión pública. No sólo era una ofensa para el prelado, sino para la casa real aragonesa.
Alrededor de esas fechas, la infanta Constanza escribe a su padre el rey Jaime, una carta el 14 de noviembre desde Peñafiel “para que sepa la verdad de lo que ha sucedido”. (5) Se encuentra en un difícil equilibrio entre el amor a su familia de origen y la dependencia de su esposo, probablemente la redacta presionada por este. La correspondencia con Aragón fue muy abundante en ese tiempo, porque el 22 de noviembre Jaime ya lo sabía y escribe a uno de sus hombres que está en Castilla, muy indignado por el comportamiento de Juan Manuel.
La situación del prelado en la corte castellana se había vuelto insostenible. Su padre, al ver como había ido deteriorándose, pidió a Juan XXII que le diera otro cargo fuera de Castilla. Permanecerá hasta principios de 1327 que se marcha al reino de Aragón y ya no regresará más. Después, el pontífice le nombra administrador de la iglesia de la provincia de Tarragona y Patriarca de Alejandría en 1328. Destino en el que seguirá hasta su muerte.
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Geoffrey Luttrell a caballo con atuendo completo se despide de su esposa y nuera, iluminación del Salterio de Luttrell, f. 202v, 1320-1340, The British Library, Add MS 42130,
https://blogs.bl.uk/digitisedmanuscripts/2013/09/the-luscious-luttrell-psalter.html |
El rey Alfonso comenzó a salir por el reino para ver de cerca los problemas que le habían contado durante la tutoría, en que había permanecido en Valladolid. Mientras tanto, Constanza Manuel seguía su vida de aprendizaje todavía infantil, aunque a veces ejerciera de reina escribiendo algunas cartas.
Cuando Juan Manuel y su esposa se encontraba en sus casas de Peñafiel iban a la cercana Valladolid y visitaban a su hija, reina de Castilla y León, pasaban algún tiempo con ella y, sobre todo, madre e hija se sentían muy felices. Pero la mayor parte del tiempo, sus padres estaban en Garcimuñoz, porque Juan Manuel lo consideraba su hogar, y se dedicaba a cazar en los montes cercanos. Enviado por el rey, acudió a la frontera y obtuvo la victoria sobre el caudillo musulmán Ozmin, que era quien se había enfrentado al ejército castellano cuando murieron los infantes Juan y Pedro en la Vega de Granada.
En Castilla, Juan de Haro, el hijo del infante Juan de Castilla, seguía realizando sus incursiones de destrucción y saqueo, creía que la situación era la misma que en la tutoría. Entonces el rey, cansado de aquella continua actitud belicosa y rebelde, y aconsejado por Garci Lasso de la Vega y Alvar Núñez Osorio, que fue quien con sus hombres se encargó de la “justicia”, tomó una drástica decisión. Cuenta la crónica que, informado Alfonso, le hizo ir a Toro, donde él se encontraba, mandó matarlo y arrojar su cuerpo desde una torre, a continuación hizo una escena de juicio, se sentó en un estrado cubierto de un paño de color negro y detalló una por una las tropelías que estaba realizando, por lo que le juzgó y condenó como traidor. Después tomó para la Corona todas las tierras, villas, castillos y casas fuertes que tenía Juan. Hijo de infante y nieto de Alfonso X, les unían lazo de sangre, pues era tío segundo del rey. Fue una prueba de su dureza, y un mensaje muy claro a sus nobles levantiscos, ejercería justicia frente a ellos al igual que contra los malhechores plebeyos.
Como adelantado de la frontera, Juan Manuel supo su ajusticiamiento y, dada la conducta que él mismo había tenido hasta hacía muy poco, y los acuerdo que tenía con él, se marchó inmediatamente a sus tierras. Un gran pánico se había apoderado del noble, y temía ser el siguiente. En Escalona la infanta Constanza estaba muy enferma, la tuberculosis seguía avanzando, mientras la tristeza de la lejanía de su hija, ahora reina de Castilla, contribuía a un malestar continuo, probablemente depresión. En abril de 1326, Juan Manuel informaba a su suegro: “vos fago saber que la infanta fue agora muy maltrecha de muy grand dolencia sobre que ovo de venir aquí el Arçobispo vuestro fijo. Pero loado sea Dios es ya muy bien guarida.” (6) La infanta había estado tan enferma que su hermano, el arzobispo había venido a acompañarla un tiempo y había traído a su médico. Juan quería mucho a sus hermanas y siempre que podía trataba de verlas y estaba pendiente de su salud, para Constanza fue alegría y alivio en su dolencia. Gracias a la buena voluntad del arzobispo, las relaciones entre los cuñados se habían suavizado.
Consiguió salir de aquella crisis aguda, aunque la enfermedad continuaba su curso. Al encontrarse mejor, ambos esposos llevaron a cabo un proyecto que habían iniciado hacía tiempo y para el que habían pedido aprobación eclesiástica, se trataba de la fundación de un monasterio en Garcimuñoz. Estando en el castillo a 11 de mayo de 1326, otorgaban una escritura de fundación del convento de San Agustín, y le donarán terrenos para construirse, y una serie de bienes con los que pudieran subsistir los frailes: “(…) y damos para hacer el dicho Monasterio un solar que compramos de quienes era, y el otro que es nuestro, y damoslo a vos, Don Fr. Pascual de Deuza; Prior de Toledo… y el dicho solar está a la puerta que dicen de Cuenca, por aquellos mojones, que yo Don Juan puse por mi mano.” También le darán una heredad cerca del Júcar para hacer huerta y molino, y más adelante, cuando Juan Manuel ya esté viudo, un horno de pan. (7)
Notas
(1) Redondo Cantera, M.ª José, El Convento de San Pablo en Peñafiel (Valladolid) Panteón de los Manuel, p. 170, Universidad de Valladolid, 2012.
(2) Giménez Soler, A., Don Juan Manuel, biografía y estudio crítico, doc. CCCCVI. Zaragoza, 1932.
(3) Layna Serrano, Francisco, Historia de la villa condal de Cifuentes, p. 78, Aache edit. Guadalajara, 1997.
(4) Avezou, Robert, Un prince aragonais archevêque de Tolède au XIVe siècle. D. Juan de Aragón y de Anjou, Bulletin Hispanique, Tome 32, n.º 4, pp. 347 y 348, 1930, https://www.persee.fr
(5) Giménez Soler, A., Op. cit., doc. CCCCIII.
(6) Giménez Soler, A., Op. cit., doc CCCCX.
(7) Escritura de fundación del convento de San Agustín en Garcimuñoz, (en el subrayado) y dos más, Colección Salazar y Castro, RAH, M- 8, folios 1 a 8, 9 y 9v, y 10. N.º 46976, 46977 y 46978 del inventario.
El reino de Aragón hacia 1325
En Barcelona se presentó un embajador del rey Alfonso IV de Portugal, Lope Fernández Pacheco señor de Ferreira, que venía a hablar del casamiento de Pedro, el primogénito portugués, con Blanca de Castilla, que se encontraba en el monasterio de Sigena con su madre, la infanta María. El rey Jaime llamó a María a la corte para que participara en las conversaciones. Es posible que entonces, la infanta aprovechara para pedir al embajador un préstamo de doscientas doblas de oro por las que le dejó en prenda sus joyas, (1) porque estaba en una difícil situación económica. Esas joyas, que ahora viajarán a Portugal, vendrán con el tiempo, por extraños cauces del destino, a Aragón, y no precisamente a manos de María.
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Broche anular, oro, calado, en forma de rombo, engastado con perlas, zafiros y espinelas de color rosa púrpura en cabujón. Europa noroeste, s. XIV-XV, AF.2703, The Trustees of the British Museum. Shared under a
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La vida en el monasterio de Sigena, con la presencia de las infantas había alcanzado un gran nivel, se apreciaba el apoyo del rey. Había un taller de monjas copistas que realizaban códices de la regla de San Agustín, y de las prácticas litúrgicas, que se enviaban a otros monasterios de la Orden de San Juan de Jerusalén. En 2019 la policía localizó uno de estos códices, el llamado “códice de doña Blanca” que iba a ser vendido por un particular al Gobierno de Aragón, y en 2020 un juez dictó que debía estar en el Archivo Histórico Provincial de Huesca. Un ejemplar que los expertos dicen perteneció a Blanca, como priora del convento. Es un códice sencillo en sus adornos, con portada de madera, hecho en magnífica vitela, y hoy de incalculable valor. (2)
Blanca seguía con los altibajos de salud habituales en un ambiente tan frío como aquel, y en 1326 escribió a su padre una carta muy sentida que da idea de cómo se encontraba su ánimo. Le dice que ha estado muy grave con fiebres tercianas y con legaña (enfermedad de los ojos) pero que ahora ya está mejor, y añade: “(…) señor esto con muy grant deseo dela vostra vista tanta es senyor que ya no la puedo mas sofrir. Yo senyor so muy flacha e no puedo bien melorar, e los fisigos dizen que son tochada de tisiga, dizen me senyor que me de alegria yo señyor no me puedo alegrar pensando me que la cosa en este mundo que yo mas amo depues de vos veyo estar en aquela tierra en periglo. Como quiere senyor que ara este bien el senyor arçevispe con el rey de castiella e miedo que si podria mover ayna algun eschandalo, e asi senyor seia bueno si fuese vostra merçe quelo fiziesedes venir. (…) si no senyor yo vos fago çierto quant pendre la muert, et senyor clamo vos merçe que vos prenga piedat de mi que no querades que yo muera.” (3)
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Los Días de la Creación, quinto Día, acuarela y gouache sobre papel, 1870-1876, Edward Burne-Jones. Fogg Art Museum, Harvard University, Cambridge, Massachusetts, USA, |
La priora se refiere a su hermano Juan, a quien idolatraba, en ese momento arzobispo de Toledo, y conoce los problemas que tiene, por lo que cree que su vida corre peligro en Castilla, piensa que el rey castellano no es fiable. Y por encima de todo, está pidiendo poder ver a su padre y a su hermano; ella, como su hermana María, echa de menos la presencia del cariño familiar, y un entorno diferente al del monasterio de Sigena. Probablemente sufre depresión provocada por una crisis en la tuberculosis. Su vida, desde los cinco años, se ha desenvuelto en aquel ambiente religioso tan distinto al de una familia en las tierras de Valencia con su brillante luz y su temperatura.
A veces, la infanta María tenía iniciativas sorprendentes, como en el caso de la liberación y amparo de unos clérigos a los que su padre denomina rebeldes, porque el 16 de junio de 1327 Jaime II la escribe desde Barcelona diciéndole que permita la aprehensión de ciertos clérigos rebeldes a las disposiciones reales. (4)
Pero había una explicación, María tenía poderosas razones, la primera de parentesco, y además consideraba que no se estaba haciendo justicia con ellos. Se trataba de Juan Ruiz de Cisneros y sus hermanos Simón y Rodrigo, que eran arcediano mayor, deán y arcediano respectivamente, en el obispado de Sigüenza. Probablemente le habían escrito al monasterio de Sigena pidiéndole ayuda y ella se había desplazado hasta Calatayud para conocer la causa, y al comprobar su motivo había conseguido su liberación. Eran sobrinos del obispo Simón Girón de Cisneros que acababa de fallecer, y habían sido presos a su regreso de Aviñón, donde habían estado con el papa para darle el legado que aquél había dejado a la Santa Sede, y que Juan XXII había recibido como restitución de una parte, por lo que ellos habían nombrado mensajeros para llegar a un acuerdo. Los mensajeros no debieron de cumplir su obligación.
La detención había sido mandada por Hugo, colector del papado para el “espolio del obispo de Sigüenza”, pues se había generado un conflicto entre Hugo y los sobrinos del obispo. “Se llamaba espolio el derecho conjunto de bienes que, por haber sido adquiridos con rentas eclesiásticas por los prelados, quedaban a disposición de las iglesias respectivas a la muerte de éstos, pero, a partir del traslado de los papas a Aviñón, el derecho pasó a la Santa Sede y los pontífices nombraban colectores para investigar y recoger estos bienes.” (5)
María responde a su padre desde Calatayud el 9 de julio sobre el asunto, y le expone que el deán y los arcedianos de Sigüenza, han sido presos en la cárcel de Calatayud por acuerdo de Hugo, colector del papa, y realizado por el deán de Calatayud. Ella había visto por las cartas del papa que no tenía mandato para hacerlos prisioneros. Según añade se ha actuado con demasiado rigor contra ellos, que, dice, proceden de su mismo linaje real y son parentela de su esposo y de su hija, (había lazos familiares entre el obispo de Sigüenza y la reina María de Molina, madre del infante Pedro). Le manifiesta que los ha tomado bajo su protección y los ha llevado a una posesión suya junto con algunos bienes, que el papa querrá recibir. Le aclara que el honor del rey está a salvo, pues ella no se atrevería a realizar una ofensa contra el pontífice o la Iglesia. La infanta confiesa que aquella situación no le ha dado ningún provecho, sino gran enojo. (6)
Estaba demostrando fidelidad a sus parientes, y gran valor y seguridad en esta actuación, que podía enfrentarla al papa y a su padre como rey. La relación entre la infanta y Juan Ruiz de Cisneros y sus hermanos venía de tiempo atrás, cuando ella había estado en Castilla en la corte con su suegra María de Molina, que como familia del obispo de Sigüenza mantenía mucho contacto con él y sus familiares. Juan Ruiz de Cisneros es considerado por algunos historiadores autor del Libro del Buen Amor, en el que, de forma encubierta y humorística, aparecerían personajes y hechos históricos de la época, incluso la propia infanta María de Aragón, como la viuda joven de alto linaje. (7)
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Portada de El Libro del buen amor, manuscrito, s. XIV, Juan Ruiz arcipreste de Hita, Biblioteca Digital Hispánica, https://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000051820 |
En 1322 el rey Jaime II inició conversaciones con Francia para casar a Violante, su hija más pequeña, con el rey Charles IV, pero ese compromiso no llegó a realizarse. Hubo otros intentos de acuerdos de casamiento que tampoco fructificaron. Después, cuando la joven tenía diecisiete años se estaba negociando matrimonio con su primo hermano Felipe de Tarento, hijo de Felipe de Anjou, un hermano de la reina Blanca. El novio era señor de Romania. Se realizarían dos bodas: la de Violante con Felipe y la de Blanca hermana de este con Ramón Berenguer, hermano de Violante, así se estrechaban los lazos con los complejos territorios de la península balcánica. Pero Jaime II no pudo ver realizado el compromiso de su hija, y será el rey Alfons IV el que continúe con las negociaciones, y las diligencias para obtener la dispensa papal. En febrero de 1329, Violante, de diecinueve años, se casaba con Felipe, de más de cincuenta, que poco después tendría que ir a conquistar Epiro (un estado en el oeste de la península balcánica, hoy Grecia) junto al duque de Atenas. Allí moría en junio de 1331, dejando viuda a la infanta, que quería volver a su tierra, pero las exigencias de la familia de su esposo impidieron su regreso hasta tiempo después.
1327 fue un año muy duro para Constanza Manuel, todavía reina de Castilla, y probará su entereza y madurez con sólo once años. Sin embargo, para el rey Alfonso comenzará una etapa de éxitos y alegrías. En su voluntad de ir conociendo su reino, y de empezar la guerra a los musulmanes, viajará a Sevilla y allí se abrirá para él un mundo luminoso y nuevo, muy diferente al que dejaba atrás en Castilla.
Mientras, en el castillo de Garcimuñoz, donde los vientos son persistentes y fuertes, los fríos invernales penetran hacia el interior de las estancias y ni el fuego continuo de las chimeneas caldean el ambiente, contribuían a deteriorar más a la infanta Constanza. La tuberculosis con sus accesos agudos le producían una profunda tristeza y, aunque todavía tenía con ella a su hija Beatriz, añoraba a su querida Constanza Manuel que vivía en Valladolid.
Juan Manuel, como adelantado mayor de la frontera por el rey Alfonso, ha tenido que viajar a aquella zona, habiendo dejado a su esposa “(…) muy mala….. e mientre more en la frontera enviaronme desir de casa de la infanta que si yo viniesse que ela que tenia que se esforçeria et que saldrie deste cuydado et que avrie gran ….. esto vineme para aquí al castiello et de que aquí llegue falle la infanta ….. muy sana et en todo su entendimiento. (…) (la enfermedad y la depresión debían de estar produciéndole la idea de hacerse religiosa). Et esto disen los fisicos que es por alguna tristeza que a tomado en si et que es mester faser en ella algunas fisicas como por fuerça et faciendose esto que guarescera ende muy ayna.” En esta carta de 2 de enero de 1327, también le pide a su suegro que le envíe al médico maestre Johan y otros físicos, los mejores que haya en su tierra. Poco después añade que ya se le han ido “las ymaginaçiones que solia aver”. (8)
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Princesa Sabra, óleo sobre tela, 1865, Edward Burne-Jones, Musée d'Orsay, París, Dominio público. |
El rey Jaime le ha escrito anunciándole que irá a Valencia, mucho más cerca de Garcimuñoz que Barcelona, y que podrá ver a la pareja. La infanta Constanza dirá meses después a su padre recordándole cuándo van a poder verse en Valencia y diciéndole que no se encuentra bien, pero que si pueden estar juntos unos días, que mejorará. Constanza era muy consciente de la carencia e importancia del cariño y el apoyo familiar, y de la influencia del amor sobre su salud frente a la tristeza, los disgustos y los problemas. Tanto en la necesidad que expresa de que su esposo regrese de la frontera para sentirse aliviada, como en las continuas peticiones a su padre de encontrarse juntos, hay una llamada de angustia. No es tan extraña su idea de entrar en religión, era una respuesta ante la soledad y la falta de amor que llevaba viviendo durante años. En el monasterio de Sigena, por ejemplo, habría estado acompañada por sus hermanas.
El 4 de mayo, la carta que envía a su padre tiene un tono desesperado, no ya sólo físicamente, que se encontraba mucho peor, sino psicológicamente, porque se sentía abandonada por Jaime II: “Et vos sennor si es porque me avedes olvidado o porque no es vuestra voluntad que yo guaresca deste mal no lo ponedes por obra de embiar esos fisigos.” (9) Pero padre e hija no se verán nunca más, a ambos les quedaba poco tiempo de vida.
Notas
(1) Vizconde de Santarem, Corpo diplomatico portuguez, volumen I, Instrumento de que consta que a Sra D. Leonor Rainha d’Aragâo, filha d’ElRei D. Affonso IV de Portugal, recebeo do dito Rei certas joias, que haviâo pertencido a D. Maria, mulher que foi do Infante D. Pedro de Castella. Anno de 1347, Julho 25. pp. 289 a 294. París, 1846.
(2) Diario del Alto Aragón, 19 junio 2019, y El Periódico de Aragón, 26 abril 2020.
(3) Gil Roig, Nuria, Correspondencia de Jaime II con sus hijos. Afecto, formalismo o interés, p. 705, Aragón en la Edad Media, n.º 14-15, 1, 1999.
(4) del Estal, J. M., Itinerario de don Jaime II de Aragón, (1291 a 1327) p. 735, Fuentes históricas aragonesas, 47, Zaragoza, 2009.
(5) Juan Lovera, Carmen, Datos biográficos de Juan Ruiz de Cisneros y acontecimientos históricos reflejados en el Libro del Buen Amor, p. 310, Congreso Internacional del Centro para la edición de los clásicos españoles, Alcalá de Henares, 2003.
(6) Ibidem, pp. 311, 312, 315.
(7) Ibidem, p. 310.
(8) Giménez Soler, A., Don Juan Manuel, biografía y estudios crítico, doc. CCCCXXII. Zaragoza, 1932.
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