La muerte de Leonor de Portugal, reina de Aragón, 30 de octubre 1348
y de Constanza Manuel, infanta de Portugal, enero de 1349
También en Zaragoza la peste les cercaba: “Estant en los tractaments de les dites corts comença la gran mortaldat y tots los dies crexia, en tant, que en lo començament del mes de octubre se moriren en la ciutat tots dies mes de CCC persones. E Nos veent lo perill de nostra persona, parlam ab los de la dita cort que perlongassen les corts fins a la festa de sanct Marti ladonchs prop vinent y ques continuassen en la ciutat de Terol, (…) E de continent que les dites corts foren prorogades, Nos pareim de la ciutat de Çazargoça y tinguem nostre cami vers Terol ab la reyna nostra muller que era malalta: car ja dies eren passats, li era començat lo mal, mas era millorada.” (1)
El 8 de octubre todavía desde la Aljajafería, Leonor escribía a su hijastra Constanza, diciéndole que se alegraba del buen estado de salud de la niña y contándole que ella también se encuentra bien. Y el día 10 se interesaba por las pérdidas de 15.000 sueldos que se habían producido en Tarazona con motivo de la guerra reciente. La última carta de su registro cancilleresco está escrita el 14 de octubre desde el lugar de Villar del Salz, que está camino de Teruel, en la que mandaba a un vecino de Jaca que investigue la verdad de la queja de los colectores de los derechos de paso por los puertos de Canfranc y Candanchú que formaban parte de su dote, y que según decían, la licencia había sido concedida por el rey a un mercader de Zaragoza, tras los disturbios y disensiones de la guerra. (2)
Después de aquel escrito del 14 de octubre, se hace el silencio a su alrededor. Leonor, que poco antes había estado enferma, no sabemos de qué dolencia, ahora era la peste negra que azotaba toda la península. Falleció el 30 de octubre de 1348, cuando tenía veinte años.
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Muerte de Santa Inés, óleo sobre lienzo, 1920, Julio Romero de Torres,
https://museojulioromero.cordoba.es/project/muerte-de-santa-ines/ |
Parecía que en Teruel la epidemia ya había pasado, pero el rey en su crónica cuenta que dos caballeros murieron de la enfermedad en pocos días, “Y per aquella raho y restaurar la reyna partim de Terol e anam a Exerica; e la reyna fou agreujada del seu mal, en tant, quen pocs dies pasa desta vida, en lot loch de Exerica. E com fon feta la sua sepultura, tantost apres quens som dinats, cavalcam e anam a Sogorb, (…). (3) Leonor había mandado ser enterrada en el monasterio de Poblet al lado de su esposo. Con la situación, se la inhumó provisionalmente en Jérica, y al cabo de dos años fue llevada al panteón de Poblet.
Había vivido los más duros momentos del reinado de Pere, en un continuo periplo desde que salió de Barcelona a mediados de enero de 1348. Su tiempo como reina desde que llegó en noviembre del año anterior, había sido sólo de once meses y medio. Todas sus esperanzas de joven infanta recién casada con el rey de Aragón se habían frustrado, y su corta vida de veinte años era segada por aquella negra enfermedad. Es una de las damas más desventuradas de las que estamos viendo en el siglo XIV.
Pere escribió el 1 de noviembre de 1348 a la familia, al rey Alfonso IV de Portugal para comunicarle la muerte de la reina Leonor, “(…) de la muert a nos dolorosa de la alta dona Leonor, reyna d’Aragón, filla vuestra e muller nuestra muy cara, la qual coralment e cara amávamos por la su bondat e honestat de vida; la qual, después grand dolor de febre contínua, passó d’aquesta vida el jueves más cerca passado enta hora del primero suenyo.” Y la misma carta es enviada a la reina Beatriz, al infante Pedro y “a la infanta dona Constancia de Portogal.” (4) También se lo comunicaba a María, reina de Castilla, que era su hermana mayor.
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Évora con su castillo en la colina, miniatura, Foral Novo, a. 1501, De desconocido - Cámara Municipal de Évora, Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=12348725 |
Los correos de Pere IV, como los de todos los reyes de la época, viajaban con gran rapidez gracias a los mensajeros y caballos de refresco que tenían en su camino. Cuando las cartas llegaron a la corte lusa, Constanza pensó que o traía muy buenas noticias, ya que venían dirigidas a todos los integrantes de la familia, o eran muy malas nuevas. Alfonso y Beatriz sufrieron silenciosos la muerte de su hija pequeña, de la que se habían separado hacía poco más de un año, vistieron luto, y mandaron que todas las misas y oraciones que se dijeran en palacio a partir de entonces, fueran por el descanso de su alma. Constanza sintió profundamente la muerte de su cuñada.
Aquel otoño fue gris y lluvioso en Lisboa y en las ciudades donde paraba la corte, porque llegaban temporales del Atlántico, parecían acompañar el luto y la tristeza de la familia. Constanza veía como su esposo se marchaba aparentemente de caza, y era para verse con Inés de Castro en el castillo de Alburquerque. Ya había entrado el invierno, cuando le llegó otra misiva con parecidas nuevas. La noticia de la muerte de su padre impactó a Constanza, que a la pena que tenía, se añadió la de su desaparición, ya no recibiría sus esperadas cartas, y se había roto su lazo con Castilla, porque la relación con sus medio hermanos, Sancho, Fernando y Juana era escasa. Quedaba a su lado Enrique, y, por supuesto, sus hijos María y Fernando. Además, en el reino se cernía un ambiente de dolor y muerte, porque había una gran mortandad por la enfermedad temible.
No hay información de la fecha en que falleció Constanza ni su causa, pero debió de ser a primeros del año 1349, poco después de su padre y de su cuñada. Hay algunos autores que afirman que murió de peste, sin dar referencia. La crónica de Rui de Pina no dice nada al respecto. La reina Beatriz perdió su compañía tranquila y discreta, en muy poco tiempo se habían ido su hija y ahora su nuera, le quedaba el consuelo de los dos nietos que le dejaba y que se dedicaría a cuidar y educar. Constanza Manuel soportó duras pruebas a lo largo de una vida muy difícil, y fueron pocos los periodos de felicidad, tal vez el tiempo de niñez junto a su madre la infanta Constanza de Aragón, y los primeros tiempos de desposada de Alfonso XI como reina de Castilla.
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Detalle del sepulcro de Constanza Manuel, s. XIV, hoy en el Museo Arqueológico do Carmo, Lisboa,
https://www.miniontour.es/wp-content/uploads/2022/11/ConventodoCarmo_10-1536x1152.jpg
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En cuanto la enterraron, el infante Pedro fue a buscar a Inés de Castro al castillo de Alburquerque y la llevó al palacio de Santa Clara de Coímbra, donde comenzó a vivir con ella. Constanza había dictado testamento, que debió de perderse, pero tenemos noticia indirecta de él en el testamento de su esposo, como rey de Portugal, realizado por Pedro I en el convento de San Francisco de Estremoz, el domingo 17 de enero de 1367 poco antes de morir, y que en su redacción reconoce no haber cumplido las mandas que ella hizo, porque se quedó con su patrimonio: “Item mandamos que entreguem aos Testamenteiros da Infante D. Constança, que foi nossa mulher todo aquello, que nos della ouvemos, como nó deviamos pera o darem por sa alma, como ella mandou em seu testamento.” (5)
Probablemente daría sus últimas voluntades, como otras muchas damas, ante los peligros que representaban los partos para las mujeres, por lo que tendría oportunidad de mandar dónde quería ser sepultada. El lugar escogido sería el convento de Santo Domingo de Santarem. Pero no está claro que fuera ella la que eligió los relieves que adornaran su sepulcro. Como analiza C. Varela Fernandes, los motivos esculpidos en sus lados son muy parecidos a los del rey Dionís I; y el que se utilizó para ella, podría haber estado destinado a su esposa la reina Isabel, que luego no se usó, porque esta quedó en el monasterio donde había pasado retirada los últimos años de su vida. Así que tal vez, el bello túmulo de Constanza Manuel no habría sido decidido por ella sino por Dionís I, y habría sido “utilizado” cuando se produjo su muerte. “Los temas iconográficos del sepulcro que actualmente se identifica como perteneciente a Dª Constanza Manuel, (…) se inspiran directamente en el sepulcro de D. Dinis, realizado 20 años antes, (…).” (6)
Efectivamente, si contemplamos el túmulo de Dionís I en el monasterio de San Dionís de Oldivelas y el que se atribuye a Constanza, puede afirmarse que son prácticamente iguales y probablemente hayan salido del mismo taller. Mientras que la reina Isabel está enterrada en el monasterio de Santa Clara de Coímbra en un hermoso sepulcro, y su figura aparece con el hábito de las clarisas y tiene los atributos de peregrinación a Santiago, lo que hizo en 1325. Como falleció en 1336 es posible que, cuando murió Constanza, el de Isabel ya estuviera acabado.
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Santarem, Portugal, los restos de Constanza Manuel fueron depositados en el Convento de Santo Domingo, después, su hijo el rey Fernando I los trasladó al Convento de San Francisco de la misma ciudad, donde él sería enterrado en 1383. En el s. XIX el cenobio fue ocupado por un regimiento de caballería, y en el s. XX era tal su deterioro que sus sepulcros fueron llevados al Museo Arqueológico do Carmo, Lisboa, Por Serafín Avendaño / Ildefonso Cibera - "Vista de la ciudad de Santarem (Portugal)". El Museo Universal I (10): 76. ISSN 1889-8440.Biblioteca Virtual de Prensa Histórica (CC BY 4.0), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=98079996 |
Su hijo, el rey Fernando I de Portugal, que debía de tener un recuerdo difuso de su madre, pues esta había muerto cuando él contaba poco más de cuatro años, sin embargo vivió los amores de su padre con Inés de Castro, supo el asesinato de esta, y en la corte escucharía sobre la tristeza que había vivido Constanza por las relaciones entre los dos amantes. Después vio cómo su padre mandaba esculpir unos sepulcros impresionantes, bellos, pero grandilocuentes, donde se inhumaron los restos de su concubina y los propios en el monasterio de Alcobaça. Él tuvo la voluntad de distanciarse de todo aquello, y decidió enterrarse en un convento gótico, hermoso, pero más austero, y quiso homenajear a su madre poniendo su sarcófago al lado del suyo.
Al principio los restos de Constanza estuvieron en el convento de Santo Domingo de Santarem. Años después, su hijo Fernando ya rey de Portugal, “(…) decidió exhumar, sin autorización eclesiástica, el cuerpo de su madre, Constanza Manuel, de la iglesia conventual de Santo Domingo de Santarem, donde había sido sepultada, para enterrarlo en la iglesia del convento de San Francisco de la misma localidad, (…).” (7) Resulta extraño que se hable de “exhumar y enterrar”, cuando se cree que su cuerpo estaba en ese sepulcro, por lo que su hijo lo que habría hecho sería trasladar el sarcófago a otro templo. En la iglesia del convento de San Francisco de Santarem permanecía en 1735, como afirma A. Caetano de Sousa. (8)
En el siglo XIX no quedaban frailes y fue ocupado por un regimiento de caballería; en el siglo XX era tal el deterioro del monasterio que los sepulcros del rey y de la infanta se trasladaron al Museo Arqueológico do Carmo de Lisboa, creado en 1864, y su traslado debió de hacerse a continuación de esta fecha. Evidentemente los restos de Constanza Manuel desaparecieron. Pero su hijo Fernando reinó en Portugal desde 1367 a 1383.
Notas
(1) Crónica del rey d’Aragó En Pere IV lo Ceremoniós ó del punyalet, Parte cuarta, cap. 8, p. 203, edición Josep Coroleu. Barcelona, 1885.
(2) Rodríguez Lajusticia, F. S., Los documentos de Leonor de Portugal, reina de Aragón, contenidos en su único registro cancilleresco, (1347-1348), docs. 55, 56 y 57. Santander. Estudios de Patrimonio, 2, 2019. https://doi.org/10.22429/EUC2019.sep.02.06
(3) Crónica del rey d’Aragó En Pere IV lo Ceremoniós ó del punyalet, Parte cuarta, cap. 8, p. 203.
(4) La muerte en la casa real de Aragón, Cartas de condolencia y anunciadoras de fallecimientos (siglos XIII al XVI), doc. 107, Fuentes históricas aragonesas 82, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2018.
(5) Caetano de Sousa, A., Provas do Livro II da Historia Genealogica da Casa Real portugueza, Tomo I, p. 280, Lisboa Occidental, 1739.
(6) Varela Fernandes, C., Fama y memoria. Los enterramientos portugueses de reinas y mujeres de la nobleza en el siglo XIV, pp. 218 y 219, en Arte funerario y cultura sepulcral en España y Portugal, B. Borngässer et alter, eds. Vervuert Iberoamericana, 2006.
(7) Olivera Serrano, C., Juicio divino y reparación regia: Juan I de Castilla y Beatriz de Portugal en La espiritualidad y la configuración de los reinos ibéricos (siglos XII-XV) direcc.: de Isabel Beceiro, p. 312.
(8) Caetano de Sousa, A., Op. cit., tomo I, p. 378.
Aragón y Castilla hacia 1347
La tempestad, óleo sobre lienzo, 1672-1675, Gaspard Duguet, Museo Nacional del Prado, Madrid.
Castilla atravesaba un periodo de grave crisis, la climatología había sido muy adversa con grandes temporales de lluvias, hielos y pedrisco, lo que influyó en que disminuyeran las cosechas. Aunque ahora los grandes señores no andaban asolando las tierras como en la minoría de Alfonso, y aún en los primeros años de su reinado efectivo, había hambre y pobreza. Los antiguos impuestos y la nueva alcabala para las campañas en la frontera con Granada, contribuían a la situación. Cuando llegaran las nuevas oleadas de peste encontrarían una población desnutrida y débil.
En Illescas, el 11 de abril, Alfonso resolvió una querella de los caballeros de Toledo, que le reclamaban que la recaudación de los impuestos de bienes mostrencos de la Puebla de Alcocer y Ferrera eran de su propiedad por compra al rey Fernando III, y que él había dado a Beatriz Fernández, aya de su hija Juana, por lo que aquellos se encontraban agraviados. Ahora les reconocía su derecho y mandaba que se respetase. (1)
La Navidad debieron de tenerla en Madrid. Posiblemente estuviera también la reina María porque a primeros de año se encontraba con la corte en Alcalá de Henares, ya que tanto ella como el rey mandarán escribir documentos fechados en la villa. Se alojarían en el palacio arzobispal, que era una antigua fortaleza mudéjar propiedad de los arzobispos de Toledo, porque pertenecía a su archidiócesis, y allí estarían con Gil Álvarez de Albornoz.
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Fachada este del palacio del arzobispo de Toledo en Alcalá de Henares, fotografía, 1892, en él se aposentaba la corte cuando visitaban la ciudad y los recibía Gil Álvarez de Albornoz,
Por Hauser y Menet - Alcalá de Henares, Archivo General Central. Biblioteca Digital Hispánica. BNE. 1892., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=50147694 |
María dictaba un privilegio el 28 de enero para hacer dehesa la aldea de Cabañuelas en el término de Talavera a favor de Hernando Sánchez Calderón y de su esposa Constanza Alfonso, (que eran de familias radicadas en Talavera) y manda que no entren ganados sin su consentimiento; y que puedan vender pescado que obtengan de la parte del río en el lugar que más les convenga. Además marcaba los límites de la heredad, porque lindaba con otras grandes haciendas, como la Casa del Pozo o las de Alcoba. (2)
Precisamente en el palacio arzobispal de Alcalá se tuvieron las sesiones de Cortes. Alfonso hizo una escapada a Cañete, él solo con los oficiales necesarios y algunos consejeros, iba a verse con el rey de Aragón, para concretar la posibilidad de matrimonios de dos de sus hijos tenidos con Leonor de Guzmán. Cañete era un lugar al este de Cuenca y no muy lejos de Teruel, casi en la frontera de los dos reinos, con una fortaleza enorme rodeada de tres recintos defensivos, y en cuyo interior había estancias dedicadas a casa de los reyes. Esperó ocho días, cada vez más impaciente, Pere no compareció, lo que irritó al castellano que se volvió enfadado a Alcalá. El rey aragonés tenía serios problemas en sus tierras, y tuvo que marchar a Valencia huyendo de las revueltas que se encontró en Murviedro. Después enviará a dos de sus gobernadores a hablar con Alfonso para disculparse y explicarle la causa de no haberse presentado.
Mientras el rey y su amante estarían después en Tordesillas, la reina María se encontraba en Olmedo. Es el primer documento firmado en Olmedo que hemos visto de ella, a pesar de que este lugar era suyo por la dote que le había dado Alfonso XI desde que se casaron. En una carta fechada en la villa en de junio de 1348, escribía al obispo de Salamanca y a los concejos de esta ciudad, y a los de Toro sobre la contienda que había entre las dos por la delimitación de sus términos, y como los de Toro no se fiaban del enviado para marcarlos, la reina les dice “E agora yo, por tener sospecha de cada una de las partes, acomendé este pleito a Maestre Lopez de Toledo, mio portero mayor é Tomé Domínguez de Valladolid, alcalde de Avila, para que lo tomen (la partición y deslinde de los términos) en el lugar é estado en que está é lo tenía el dicho Pero Gomez, (…).” (3)
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Vista de Alcalá de Henares, dibujo, s. XVI, Anton van der Wyngaerde,
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Juan Manuel asistió a aquellas Cortes de Alcalá, las últimas de su vida. En marzo de ese año el rey Pere IV le enviaba credencial con dos de sus caballeros, para que le den información de su parte, por lo que todavía estaba vivo en sus tierras. También en octubre de 1348 hacía una donación en los términos de Cuéllar y Villoria a doña Elvira y sus hijos. (4) Sin embargo, el 17 de diciembre de 1348, vemos que era su hijo, Fernando Manuel, quien confirmaba desde San Clemente los privilegios que el padre había dado a La Gineta, por lo que su fallecimiento puede confirmarse entre el 12 de octubre y el 17 de diciembre de 1348. (5) Después, encontraremos a Fernando Manuel, citado en la crónica en los primeros meses de 1350, como señor de Villena, entre los que ruegan al rey Alfonso que abandone el sitio de Gibraltar.
Cuando falleció el noble, su hijo llevaba tiempo casado con Juana Despina de Romania y había tenido una hija, Blanca Manuel. El joven pasó a ser señor de las numerosas posesiones que su padre le había dejado, en seguida se incorporará como señor de Villena a la hueste de Alfonso, y estará en el sitio de Gibraltar. Juana Manuel, que había sido criada por el aya Urraca de Fermosiella, contaba algo más de diez años y según algunos autores estaba viviendo en la corte junto a la reina María, aunque no conocemos pruebas de que fuera así, y menos aún con Leonor de Guzmán.
Un poco antes, las negociaciones de Alfonso y la concubina con Pere IV para casar a su hijo Enrique con la primogénita aragonesa, y a Juana Alfonso, hija del castellano, con el propio rey, habían fracasado. Pere pensaba que su casamiento con la hija bastarda del rey de Castilla “(…) no se devia fer por tal que seria gran desonor de la casa suya e de aquellos qui han a venir. (…) It el casamiento de la filla mayor nol semella que se deva fer porque seria gran desonor de la sua casa que el diesse al fillo bort (bastardo) del Rey de Castilla sa filla mayor especialment que el no aya fillo mascle e que aquell no haviesse titol de Rey ni mas que agora ha.” Le dirá a los jurados de Zaragoza, sobre los proyectos matrimoniales, aunque con el castellano utilice otra táctica, la de pedir que heredase a Enrique con unas grandes e importante posesiones, que Alfonso considere desmesuradas. (6)
file:///home/pilar/Descargas/Dialnet-UnSelloDePedroIVDeAragon-2031343.pdfReverso del sello mayor de Pere IV de Aragón, antes de 1343, Un sello de Pedro IV de Aragón, Faustino Menéndez Pidal, Revista Hidalguía, núms. 316-317, 2006,
Había llegado el momento de buscar otras posibles esposas para Enrique, que era el mayor de sus hijos, porque Juana Alfonso era todavía de unos seis años y no había prisa en casarla. Cuando murió Juan Manuel se presentó la opción de matrimonio de su hija con aquel, porque estando vivo el gran noble, Alfonso no se lo hubiera propuesto, porque aparte de avivarse los recuerdos de su boda con Constanza, el orgullo de linaje del magnate no habría aceptado un bastardo para Juana.
El rey Alfonso era su tutor, nombrado por su padre en su último testamento, y esta situación facilitaba la posibilidad de casarla con su hijo Enrique. El hijo mayor de Juan Manuel, Fernando Manuel, era un ricohombre al servicio del rey, por lo que probablemente aceptaría sus decisiones, pues quería congraciarse con él y su amante, sabía el poder que tenía la dama; Juana Manuel, que más adelante demostrará un gran carácter y seguridad a pesar de su poca edad, aceptaría el compromiso en vista de que se lo ofrecía el rey y tutor, y de que su hermano estaba de acuerdo. ¿Se celebró un matrimonio muy discreto por palabras de presente y por procuración entre los dos jóvenes sin que lo conociera la reina María, mientras Alfonso permanecía en la cerca de Gibraltar y Leonor en Algeciras? Hemos visto que ambos estaban en continua comunicación, que efectuaban todo tipo de asuntos, que el notario mayor y todos los cargos necesarios para su realización estaban con el rey, y que Juana Manuel en Sevilla, también tenía acceso a notarios y escribanos.
La consumación del matrimonio se tendría que hacer (como luego se hizo) más adelante, cuando Juana contara ya con doce años y Enrique dieciséis. ¿Se encontraba Juana Manuel en las casas de la reina María en Sevilla? A. Echevarría Arsuaga piensa que sí, “Ello significaba una amenaza para Pedro I, pues este matrimonio reforzaba sustancialmente los derechos de Enrique y de su descendencia al trono castellano, y todo ello había ocurrido bajo la mirada de la reina, en cuya casa se encontraría educándose Juana Manuel, dada su alcurnia.” (7)
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Cortejo nupcial fúnebre de Psique, (según el mito de Apuleyo), óleo sobre lienzo, 1895, Edward Burne-Jones, Museos Reales de Bellas Artes de Bégica, Bruselas,
https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Edward_Burne-Jones001.jpg
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Si Juana se encontraba efectivamente al lado de la reina desde hacía tiempo, ¿cuándo se realizaron los esponsales o el matrimonio, en su caso, dado que la consumación se llevó a cabo en los alcázares a instancias de Leonor, al mismo tiempo que estaba viviendo con la reina María? Esta posibilidad complica mucho la situación, porque la consumación exigía una ceremonia, ya hubiera sido por procuración o una boda formal ante un sacerdote, ¿Se llevó a efecto el rito religioso en el alcázar? Luego veremos lo poco que se sabe con relativa certeza.
Leonor, infanta de Castilla y reina madre de Aragón, había estado apoyando a sus hijos durante todo este tiempo. Tras la anexión de Mallorca por el rey Pere, que le había tenido muy ocupado, temía que volviera su interés sobre ellos para desposeerlos de su patrimonio. El infante Fernando había enviado a sus vasallos con sus mesnadas para luchar al lado del rey en sus entradas al Rosellón y la Cerdaña, y al alcanzar la mayoría de edad, estaba con él, como su vasallo. El rey Alfonso les había ayudado con su fuerza y su presión sobre el aragonés, lo que hasta ahora había servido de contención. Pero en Aragón y Valencia se estaban avivando viejas querellas y reclamaciones de los nobles con Pere IV, y renacía un antiguo movimiento llamado la Unión. La decisión del monarca de que su hija primogénita fuera su sucesora molestó profundamente a su hermano Jaime, que acabó poniéndose al frente de las protestas de aquellos. Y Jaime que también era hermanastro de los infantes Fernando y Juan, no les tenía el odio que Pere y conocía sus problemas con él, los llamó para participar en la sublevación contra el rey.
Mientras tanto, Leonor solía habitar entre Valencia, Requena, Cuenca o Albarracín, según las circunstancias. Cuenca, que era castellana, era un buen refugio cuando le convenía estar fuera del reino de Aragón, y sin embargo cerca, para poder entrar si le era necesario. Durante los enfrentamientos de la Unión, tendrá que moverse en ese radio de acción, para evitar los disturbios. A la muerte del infante Jaime, Fernando será quien encabece el movimiento, llamado por los propios unionistas y, cuando fueron vencidos en la batalla de Épila, el infante herido fue llevado a Castilla un tiempo hasta curarse, y regresó para luchar con la Unión de Valencia que todavía permanecía activa.
Códice de los Fueros de Valencia, primera recopilación de las leyes de Valencia, 1329,
Por Joanbanjo - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31115841 |
Cuando al final, también la Unión de Valencia sea ahogada, el rey hará justicia en varios participantes con los castigos ejemplares de la época, y retirará a su hermanastro los cargos de gobernador y procurador general, Fernando tendrá que refugiarse en Castilla, entonces Leonor tomará el mismo camino. En esta etapa Alfonso XI había tenido una postura un tanto tibia ante el problema, y no les ayudará decisivamente, porque estaba negociando el casamiento de dos de sus hijos con los del aragonés, y este incluso le pedía ayuda contra sus súbditos. De nuevo en Castilla, Fernando marqués de Tortosa y señor de Albarracín, se hará vasallo de su tío, formará parte de su consejo, confirmará privilegios, y le acompañará con la corte. Será a partir de ahora cuando se le vea más activo, porque Alfonso le había nombrado frontero en el obispado de Jaén.
Entonces también se negociaba el matrimonio entre la hija mayor del aragonés y Enrique, ya conde de Trastámara. Alfonso le insistía en que no procesara al infante Fernando ni a ricoshombres y caballeros que habían participado en la Unión, y que al hermanastro del rey se le devolviera el cargo de procurador general. Pere IV envió a su muy cercano consejero Bernard de Cabrera, con la proposición de aceptar el matrimonio de Enrique y Constanza con la condición de que el rey castellano le diese al futuro marido, unos castillos y territorios tan extensos que sabía que el castellano no aceptaría. Era una forma de desembarazarse de un acuerdo de matrimonio que no deseaba para su hija, pues le parecía deshonroso casarla con un bastardo.
Pere ya preparaba su próximo matrimonio, él es un buen ejemplo de los hombres que enterraban a una esposa y a continuación buscaban una nueva. Se casó en agosto de 1349 con otra Leonor, hija del rey de Sicilia, y que era su prima segunda.
Notas
(1) Privilegios reales, donaciones y Cortes, años 1333 – 1347, fol. 153r., 153v, 154r y 154v. Tomo 8, mss. 13098. Biblioteca Digital Hispánica, BNE.
(2) Vizuete Mendoza, J. C., El monasterio de San Clemente en la Edad Media, (Los documentos reales. Estudio y regesta) doc. 68, Anales toledanos, n.º 30, 1993.
(3)
Villar y Macías, M., Historia de Salamanca, doc. VII,
Salamanca, 1887.
https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=5850
(4) Rubio García, L., La fecha de la muerte de don Juan Manuel, en Don Juan Manuel, VII centenario, pp. 334 y 335, Universidad de Murcia, Academia Alfonso X el sabio, Murcia, 1982.
(5) Pretel Marín, A. y Rodríguez Llopis, M., El señorío de Villena en el siglo XIV, p. 87, Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”, Diputación Provincial de Albacete, Serie 1, Estudios, n.º 104, Albacete, 1998. Biblioteca Digital de Albacete “Tomás Navarro Tomás”.
(6) Giménez Soler, A., Juan Manuel, biografía y estudio crítico, doc. DLXXXIX, Madrid, 1932.
(7)
Echevarría Arsuaga,
A., Redes femeninas en la corte castellana: María de Portugal
(1313-1357) p. 181. La
Corónica: A Journal of Medieval Hispanic Languaje, Literatures and
Cultures, vol. 45,
n.º 2, 2017. https://muse.jhu.edu/pub/114/article/669503
La muerte del rey Alfonso XI, rey de Castilla y de León
Asedio de Gibraltar, julio de 1349 a 26 de marzo de 1350
Gibraltar era la pieza que le faltaba para cerrar el Estrecho a la invasiones benimerines, pues estaba seguro de que seguirían con la intención de regresar a la península y hacerse con más tierras. Pero además le quedaba un mal recuerdo del frustrado asedio de 1333, cuando, muy joven todavía, no había podido conseguir la plaza, y tuvo que abandonar el sitio porque Castilla estaba soliviantada por sus grandes nobles. Ahora se desquitaría de aquel abandono y acabaría la operación. La epidemia de peste andaba adueñándose de la península. La reina María y el infante heredero Pedro debieron de marchar con la corte, pues estarán en Sevilla cuando suceda el final del cerco en la Semana Santa de 1350. En el verano de 1349 Alfonso estaba ante la villa y castillo de Gibraltar, Leonor se quedó en las casas que el rey le había regalado junto a otros bienes en la villa de Algeciras, muy cerca del Real y por lo tanto podían comunicarse y verse cuando quisieran.
La dama hace una donación a su hijo el maestre y a la Orden de Santiago el 20 de julio 1349, de molinos, casas, tiendas, baños, huertas, heredades y otros bienes raíces que ella tenía en Algeciras y en su término, porque le era difícil mantenerlas. Lo ofrece para que el maestre y los de la Orden, rueguen a Dios especialmente por la vida y la salud del rey Alfonso, que le dio esos bienes, y por las almas de los reyes anteriores, por la suya y por la de sus padres. (1)
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Estatua de Alfonso XI, Algeciras, 1971, Carlos Gómez de Avellaneda, ciudad que el rey había conquistado en 1344,
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Algeciras_Alfonso_XI.jpg |
En la hueste de Gibraltar también se encontraba Fernán Pérez de Ayala, caballero toledano de familia de origen alavesa, (del que la carta de Constanza Manuel al rey decía que había sido amante de Leonor de Guzmán), que desde joven había vivido en la corte castellana como paje de la infanta Leonor a su venida de Aragón, aunque luego había tenido que regresar a las tierras de sus antepasados por defender la herencia familiar. En la cerca de Gibraltar, Leonor le vende los valles de Llodio y Orozco, entre otras posesiones, y la escritura de venta, la confirma al día siguiente 28 de diciembre de 1349 un privilegio de Alfonso. (2)
Durante el asedio en esas fechas, Alfonso vende diversos lugares de realengo, como Bailén a Pedro Ponce de León, señor de Marchena, que se encontraba junto a él en el Real. Y a Alvar Pérez de Guzmán las villas de Palma y Villalba en el término de Niebla, ya en enero de 1350. Ambos eran del entorno de Leonor de Guzmán, lo que contribuiría a que se llevara a efecto. (3) Pero otra de sus ventas no es de lugares que le pertenecieran, y era una transacción irregular. Las conocemos por la reclamación que hará la Orden de Santiago ante Pedro I, pidiendo que se deshaga aquella, y le sean devueltos unos lugares que habían sido enajenados por el rey al arzobispo de Toledo, Gil Álvarez de Albornoz que se encontraba con él, y a su hermano Alvar García de Albornoz, que también estaba en la hueste. Fue una operación en la que intervino Leonor de Guzmán, pues aparte de ser hombres de su camarilla, ella tenía en su poder el sello del Capítulo General de la Orden y podía refrendar con él la venta; también estaban presentes los caballeros de Santiago, con el maestre Fadrique, hijo del rey, los grandes comendadores y Treces, que no atrevieron a oponerse.
Poco después de la muerte del rey Alfonso XI, la Orden se querella ante el rey Pedro I y este (sería su valido Juan Alfonso de Alburquerque, el hombre que gobernaba el reino entonces) escribe al arzobispo mandándole que se revierta la venta que hizo el rey en la cerca de Gibraltar, de varios lugares con sus heredades que la Orden tenía por cambio de otros en Sevilla, Zafra y Alcaraz, que también se quejaron de que se les desheredaba de posesiones que tenían de mucho tiempo y que ellos habían poblado.
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Gil Álvarez de Albornoz, arzobispo de Toledo en 1350 y a partir de entonces cardenal, óleo sobre lienzo, (copia), ca. 1878, Matías Moreno González, Museo Nacional del Prado, Madrid. |
Se apreciaba que aquella venta había sido forzando la voluntad de las jerarquías de la Orden, ya que no les convenía perder lugares, castillos y otros bienes en una zona de su influencia, pues algunos estaban muy cerca de Uclés, su casa madre. Y los lugares por los que se intercambiaban no eran de su interés, y cuyo precio iba a manos del monarca para su campaña. Mientras que al arzobispo y a su hermano, los Albornoz, les venía muy bien unas posesiones en el entorno de Cuenca, de donde eran y en la que mantenían numerosas posesiones. Los tres hermanos Albornoz, sobre todo el prelado Gil, tenían muy buena relación con la pareja y obtenían prebendas de Alfonso. Alvar García de Albornoz seguía teniendo en su casa a Sancho, el penúltimo hijo del rey y su amante. Este entramado de favores entre varios nobles y el rey, se había convertido en una institución fomentada por Leonor de Guzmán.
La carta dice claramente “(…) Et como quier que por la manera que los vos oviestes, Yo non era tenido à vos dar ninguna cosa; pero por vos facer honra è merced, è otrosi por quitar el alma del Rey mio Padre, que non finque en cargo por los dineros que le vos diestes, (…).” (4) Si fuera por Pedro I, no se hubiera pagado nada al arzobispo por la devolución de los lugares de la Orden, pero estaba por medio la creencia de que aquello dañara el descanso eterno de su padre.
Los meses del cerco iban pasando y empezó a extenderse una oleada de peste, que ya había recorrido los reinos del entorno. En el verano de 1348 Juana de Plantagenet, princesa de Inglaterra, esposa del infante Pedro I viajaba desde Gran Bretaña a Burdeos, entonces territorio inglés, para continuar su camino a tierras castellanas y realizar la ceremonia religiosa con él. Pero Burdeos vivía una enorme epidemia de peste negra, que contagió a la joven y murió en la ciudad poco después, antes de proseguir su viaje. La princesa Juana está enterrada en la catedral de Bayona, pero su estatua en Westminster aparece como “reina de Castilla”, un título que no pudo disfrutar. En Portugal la enfermedad estaba haciendo estragos y en Aragón había afectado a la casa real.
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Juana de Inglaterra, hija del rey Edward III, desposada del infante heredero Pedro, la princesa falleció de peste en Burdeos en 1348 cuando venía a Castilla. Su estatua se encuentra en la Abadía de Westminster, Londres, De desconocido - Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=92907625 |
El infante Fernando de Aragón, Fernando Manuel, Juan Alfonso de Alburquerque, Juan Núñez de Lara, los prelados, los maestres, los ricoshombres y nobles que se encontraban con él, trataron de disuadirle de permanecer en aquella cerca, pues se hallaba en peligro mayor que en una guerra, pero Alfonso era tozudo, y creía que no debía abandonarla, primero había que apropiarse de aquella plaza fuerte fundamental para la defensa del Estrecho, y segundo, era una espina clavada en su amor propio porque en otra ocasión tuvo que retirarse sin conseguirlo. Les respondió que sería gran vergüenza dejarla por miedo a la muerte.
En marzo, en Semana Santa, enfermó y le salió una inflamación de ganglios linfáticos, la peste negra le había alcanzado, y en la noche del Viernes Santo 26 de marzo, Alfonso XI falleció, ante el dolor y la consternación de todos sus hombres, de Leonor de Guzmán, y de sus hijos Enrique y Fadrique. La noticia corría por el reino provocando la preocupación por la incertidumbre que significaba un nuevo rey, en este caso muy joven.
Pedro I, rey de Castilla y de León
En el tiempo de Alfonso XI hemos visto varias damas directamente relacionadas con él, y otras con menos conexión. Entonces era notoria la importancia de las redes de parentesco para medrar, beneficiarse y apoyarse mutuamente, o todo lo contrario, para enfrentarse a muerte por ambición, ofensas o incluso simples sospechas. En ese entramado, las mujeres de la alta nobleza eran piezas de intercambio, de ajustes y afianzamiento. Prácticamente todas las que hemos seguido en su recorrido vital eran familia, sus vidas se cruzaban, tenían intereses comunes, servían de alianzas, y si no eran familia, estaban conectadas entre sí por otra razón. Algunas ya han desaparecido a estas alturas, y a otras les queda muy poco, pero llegarán otras nuevas en la rueda de la fortuna que es el tiempo.
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Sepulcro de Alfonso XI, Real Colegiata de San Hipólito, Córdoba,
https://www.artencordoba.com/real-colegiata-san-hipolito-cordoba/ |
Ha muerto Alfonso, el monarca vencedor de la batalla de Tarifa y ganador del asedio de Algeciras; el adolescente que se casó, repudió y mantuvo encerrada en el alcázar de Toro a Constanza Manuel, y después no la dejó cruzar Castilla para casarse con el infante portugués, hasta que él lo permitió; el hombre que tuvo abandonada maritalmente a la reina María, su esposa legítima, y estuvo unido durante veinte años a Leonor de Guzmán.
Ahora tendremos que seguir el sinuoso sendero que nos marcan Pedro I, hijo de Alfonso XI y de María de Portugal, rey legítimo heredero, y su hermanastro bastardo, Enrique II, rey fratricida y usurpador. El tiempo se vuelve vertiginoso y los hechos se suceden sin respiro. A cada vuelta del camino de diecinueve años, encontraremos dudas, celadas, traiciones, acuerdos, guerra, engaños, mentiras, confusión y sangre, y muerte en el amañado trágico final de Pedro. En un reino desolado y dividido en guerra civil que desgarraba familias y pueblos, y por el que se paseaba la peste segando vidas e igualando a pobres y ricos, del mismo modo que se había llevado a Alfonso.
Notas
(1) VV. AA., Bullarium equestris Ordinis S. Iacobi de Spatha, Anno 1349, Script. I, p. 313, Madrid, 1719.
(2) Catálogo documentos Salazar y Castro, D-10 fº 249 y 250. RAH
(3) García Fernández, M., Regesto documental andaluz de Alfonso XI, docs. 473 y 474, Historia. Instituciones. Documentos, 15. https://idus.us.es/handle/11441/12502
(4) VV. AA., Op. cit., Anno 1350. Script. I, p. 315, Madrid, 1719.
María Ximénez Cornel
Una perfecta dama del siglo XIV
La vida de María Ximénez Cornel transcurre casi exactamente en el periodo que estamos acabando, nacida hacia 1297 y fallecida a principios de 1355, es un ejemplo de dama del siglo XIV: de fortaleza de ánimo frente a la adversidad, de capacidad de adaptación y de notable personalidad. Casada por procuración con un caballero que no conocía, viaja a un reino extraño al que tendrá que adaptarse, se enfrenta al impago de la dote comprometida por Jaime II, a una fracasada relación con su esposo, y a la difamación, tal vez propiciada por un trovador noble de la corte en una cantiga de escarnio, recitada y cantada en las salas del palacio, ante la pasividad de su marido. Sin embargo, ella será capaz de superar todo con elegancia y dignidad.
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Reproducción de los retratos imaginarios de María Ximénez Cornel, s. XIV, izda., y Beatriz Cornel, priora del Real monasterio de Santa María de Sigena en el s. XV, dcha., realizados en sus ataudes por Blasco de Grañén, pintor gótico aragonés. Dibujos de Valentín Carderera y Solano, en Iconografía Española, 1855-1864,
https://bibliotecadigital.museodelprado.es/pradobib/es/media/group/1034622.do |
Era de una familia noble de Aragón, venía de los Cornel y los Artal de Luna, y se había criado en la casa real de Jaime II, al lado de la reina Blanca de Anjou. Se desconoce la fecha de su nacimiento, pero dado que se desposará a principios de 1309, tenía que haber nacido, como mínimo, en 1297. En 1308 se iniciará un intercambio de correspondencia entre Isabel, reina de Portugal, y su hermano el rey Jaime II de Aragón, para unirla con Pedro Alfonso de Portugal, un hijo bastardo del rey Dionís I, esposo de Isabel, ya que el joven se había quedado viudo muy joven y había perdido también al niño que había tenido la pareja.
Isabel escribía a su hermano “(…) ja sabedes como don Remon de Cardona falou convosco sobre feito de casamento de Pero Affonso, filho del Rey, e da filha de Don Pero Coronel. (…) e ora envyou nos dizer que el falara convosco e con a Reynha e con a doncela, e que vos ende e que lho outorgastes. E el Rey e nos tevemos por bem de se fazer ante alo que en outros logares hu lhe tragiam a el casamentos.” (1) A pesar del interés regio, la familia de María se oponía a esa boda, preferían un esposo del reino de Aragón, tierra de sus ancestros.
Fue un noble y trovador, Martím Pires Alvim, (2) quien, como procurador de Pedro Alfonso de Portugal, viajó a Aragón acompañando al embajador Ramón de Cardona, hombre de confianza de la reina para llevar a efecto el matrimonio con María Ximénez Cornel, enviados por Isabel alrededor de 1308. María, al haberse criado en la corte, era una dama de educación exquisita, y se convertiría en la segunda esposa de Pedro Alfonso.
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Libro de los linajes del conde don Pedro, conde de Barcelos, que fue esposo de María Ximenez Cornel, s. XIV, copia, ca. s. XVII, Biblioteca Nacional de Portugal, Lisboa, https://purl.pt/24165/1/index.html#/5/html |
La llegada a Portugal y la celebración religiosa debió de realizarse a primeros de 1309, porque existe un documento de Jaime II del 27 de noviembre de 1308 sobre los esponsales de María con Pedro Alfonso, entregando a la dama al embajador Ramón de Cardona, prometiendo una dote de 5.000 monedas de oro. Es llamativo que este documento fuera publicado por Gonzalo Rodríguez, abad de Braga en 1321, ¿trataba el abad de aclarar públicamente algún aspecto de aquel matrimonio, o del compromiso del pago de la dote? (3)
Se desconoce cómo fueron los primeros años de matrimonio de la pareja, pero se vieron enturbiados por el incumplimiento de Jaime II. El rey se había comprometido a darle una cantidad por los bienes que la dama dejaba en el reino de Aragón. A primeros de 1310 la reina Isabel escribía a su hermano diciéndole que envíe a María lo que fue acordado. Pero en 1312 el problema aún no se había resuelto, e interviene el arzobispo de Braga que escribe al rey de Aragón recordándole la obligación. (4) Al parecer, nunca llegó a pagar toda la dote.
También
se plantea algún problema entre los dos, que históricamente ha
llegado hasta nosotros en forma de una difamación nebulosa sobre la
dama, que alcanzaba hasta Aragón, ante el disgusto e inquietud de
Jaime II, y al poco tiempo se producía la separación física del
matrimonio.
El trovador Estevam da Guarda, noble y burócrata de la corte de Lisboa, escribirá hacia 1311 una cantiga de escarnio sobre una “donzela” a la que adjetiva de “negligente” en un sentido relacionado con la vida conyugal, que el historiador portugués Ribeiro Miranda considera que se refiere a ella, y que esa difamación, sobre algo que ya era de dominio público, contribuirá a la separación de la pareja. Hasta tal punto que, Jaime II de Aragón tratará de que la dama regrese a su tierra porque “(…) no le serie bueno bevir en exa tierra, por que vos rogamos, Rey, (se refiere a Dionís I) que la querades enviar en nuestra tierra, que biva entre sus parientes, (…).” (5)
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Miniatura de Bernart de Ventadorn, trovador y poeta provenzal, Chansonnier provençal, pergamino, manuscrito, s. XIII, BnF Département des Manuscrits. Français 12473 fol 15v,
https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b60007960 |
El esposo, Pedro Alfonso de Portugal, era un hombre muy culto amante de las letras, y que como su padre también se dedicará a la lírica, además de a la genealogía y la historia. Y por eso, en su corte disponía de trovadores, con los que él compartía creación, y entre los que estará, después de fallecido Dionís, Estevam da Guarda, “(…) algunos trovadores entrarían en una especie de transición -entre la corte regia y la auspiciada por el conde de Barcelos, como por ejemplo (…). Estevan da Guarda (treinta y cinco textos: seis de amor, una de amigo, veintiocho de escarnio) (…). En este grupo, Estevam da Guarda, Joan de Gaia y Afonso Sánchez, trovadores estrechamente relacionados con el ámbito señorial del conde don Pedro, conocen bien la obra de Don Denis.” (6)
Es difícil tener certeza sobre si la “donzela” del cantar puede identificarse con María, porque resulta muy extraño que un funcionario muy cercano al rey Dionís compusiera una cantiga de ese tipo y la recitara en la corte, cuando después el monarca escribió al rey aragonés, que estaba especialmente interesado en el bienestar de la dama, diciéndole que había hecho todo lo que debía para defenderla o guardarla. ¿Permitiría el rey portugués que un noble trovador y cortesano bajo su mando, atacara a María Ximénez Cornel con el dardo de la palabra en su propio palacio?
No nos es posible ni conveniente entrar en el trasfondo de los problemas en las relaciones matrimoniales entre María y Pedro Alfonso, es un terreno resbaladizo e infranqueable, no sólo por la lejanía en el tiempo y porque nos faltan datos, sino porque serían elucubraciones de aspectos íntimos sobre dos personas con sus sentimientos, aspiraciones y sensibilidades, todo ello muy subjetivo, y con una escala de valores propia del siglo XIV. Quedémonos con el acontecer y con las conductas de ambos, que es lo único que nos es relativamente accesible.
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Firma del rey Dionís I de Portugal, s. XIII-XIV, Arquivo Nacional Torre do Tombo, Exposiçôes virtuais: "Manuel Pessanha, almirante de Portugal", Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=55926541 |
Cuando falleció Martín Gil de Riba Vizela (al que vimos como tío y tutor de Pedro Fernández de Castro) que era conde de Barcelos, el rey Dionís dio este título a su hijo Pedro Alfonso, al que también nombró alférez mayor; con lo que María Ximénez Cornel pasó a ser condesa de Barcelos.
La situación de la pareja, que no había tenido hijos en esos primeros años, debió de llegar a un punto que no tenía solución. No sabemos exactamente cuándo María dejó de vivir con el conde, y se integró en la corte al lado de la infanta Beatriz, pero sí que entre los monarcas portugués y aragonés hubo correspondencia sobre la posición de la condesa. Las cartas de Jaime II al rey de Portugal y a la propia María Ximénez Cornel, muestran en 1316 la grave e insostenible circunstancia en que esta se encontraba. “A lo que nos enviastes dezir en feyto de la condessa Dona Maria Ximenez, que en el su feyto vós aviades avido e como y guardastes aquello que entendiades que y deviades guardar, gradescemos vos lo muyto, e fiziestes lo que deviades. Et sobre este fecho fauló con nos Don Miguel Perez d’Arbe segunt que vós le dixiestes. Et el dixo nos que la dita Dona Maria Ximenez era sin culpa daquel encargo que le era levantado. Et assí semella nos que, pues tal cosa le fue levantada, que no le serie bueno de bevir en exa tierra, por que vos rogamos, Rey, que la querades enviar en nuestra tierra, que biva entre sus parientes, (…) por que sus parientes encargan en ca nos que sin voluntad dellos consintiemos que fuese casar en Portugal. Et, rey hermano, tuerto e pecado serie que, no teniendo la Dona Maria Ximenez culpa alguma, recebiesse dayno en su persona, que assaz á mal del diffamamiento que le val tanto como la muerte.” (7)
Y al mismo tiempo y de forma casi igual escribía a María, ofreciéndole la opción del regreso que había solicitado al rey portugués. Pero María demostró una gran fortaleza y soportó “el diffamamiento que le val tanto como la muerte”, porque no regresó entonces a Aragón. Tenía la mala experiencia del retraso en el pago de su dote, que todavía no había sido completada por parte de Jaime II, prefirió pasar a vivir entre las damas que rodeaban a la infanta Beatriz, y fue capaz de superarlo.
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Sello de Jaime II de Aragón, AHN, Catálogo I Sellos españoles de la Edad Media, 1921, Juan Menéndez Pidal, lámina XV, nº 78, BNE, |
La relación de Pedro Alfonso con su padre se deterioró progresivamente, porque el conde apoyaba a su medio hermano, el infante heredero Alfonso, en su disputa con Dionís. El rey mantenía una postura ambigua sobre su sucesión en la corona y parecía inclinarse por uno de sus batardos, Alfonso Sánchez, al que tenía especial cariño, por lo que el futuro rey Alfonso IV estaba enfrentado con aquel y tenía el apoyo de un número creciente de nobles. Dionís retiró el cargo de alférez mayor a Pedro Alfonso, le quitó buena parte de sus bienes, y lo desterró del país. El conde se exilió en Castilla, y la condesa permaneció en la corte de Portugal.
Allí verá crecer a la infanta María, futura reina de Castilla; nacer al infante Pedro, que será rey de Portugal; y más tarde a la infanta Leonor, futura reina de Aragón con la que tendrá una profunda relación; llegar a Blanca de Castilla como esposa del infante Pedro; la guerra de Alfonso con su padre el rey; la muerte del rey Dionís, y años después de la reina Isabel; la guerra con Alfonso XI, rey de Castilla, y buena parte del devenir de la corte en aquellos años. Mientras tanto su esposo regresó a Portugal hacia 1322, y procuró, junto con la reina Isabel, conseguir la concordia entre el infante Alfonso y su padre el rey Dionís. Tras la muerte de este en 1325, el conde de Barcelos participará en algunas tareas de la corte, pero se retirará a vivir en los palacios que tenía en Lalín. La relación con María será escasa y siempre a través de procuradores para temas económicos hasta la definitiva separación de bienes en 1347.
También existe un documento de 1329, que muestra muy claramente su personalidad y cómo es forzada a realizar algo con lo que no está de acuerdo, y califica de ilegítimo: su esposo, el conde, vivía con una concubina llamada Juliana de Leiría y pretendía que la condesa pusiese su sello en una carta en la que se afirmaba que ambos hacían donación de todos los bienes y heredades que tenían en Leiría y en sus términos a Juliana, manceba del conde, por los servicios que les había hecho y les haría. Y María aclaraba que Juliana nunca le hizo ningún servicio; y que no otorgaba ni consentía en la donación, sino que expresamente la contradecía. El sello lo ponía muy en contra de su voluntad: “(…) mais porque o dito Conde era su marido e seu senhor e por se nom desavir del. E outrossi porque achava per leterados que nenhûa doaçom que cavaleiro fezese a algûa barregana que tevesse que nom valia;” lo hacía para cumplir su voluntad y obedecer su mandato, por lo que ordenaba poner su sello en aquella carta. (8)
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Retrato imaginario de María Ximénez Cornel en su urna sepulcral, pintada un siglo después de su fallecimiento, temple sobre tabla, Blasco de Grañén, s. XV, Museo de Zaragoza,
https://ceres.mcu.es/pages/Viewer?accion=4&AMuseo=MZ&Ninv=09195 |
La pareja seguía estando casada legalmente y, al parecer, tenían una relación respetuosa a través de escribanos y notarios. Cuando el conde realiza su testamento en 1330 hace hincapié en la confianza que tiene en María. Ella continuó viviendo cerca de la corte entre las damas que acompañaban a la reina Beatriz, pues a la muerte del rey Dionís, su hijo legítimo y heredero accedió a la corona. Con el paso del tiempo vivió todas las vicisitudes que se fueron dando. Conoció a Constanza Manuel, tras el largo periodo de impedimentos por parte del rey castellano, y el nacimiento de sus hijos. También pudo contemplar la inclinación del infante Pedro por aquella dama llamada Inés de Castro, venida desde Alburquerque, y su destierro por parte del rey.
La condesa había mantenido correspondencia con su familia, sobre todo con su hermana, Urraca Artal Cornel, que había entrado en religión como monja sanjuanista en el Real Monasterio de Santa María de Sigena, y que tras la resignación de la infanta Blanca de Aragón como priora, fue nombrada para el cargo por el papa Clemente VI.
En los primeros meses de 1347 María debía de estar planeando volver a su lugar de origen, porque en marzo, mediante procuradores, se formalizó la compra de 2.500 sueldos jaqueses censales (una pensión vitalicia), como prenda de la villa de Fuentes al rey Pere IV de Aragón (que el monarca había recuperado hacía poco) por 27.500 sueldos jaqueses. Fuentes era un lugar al sureste de Zaragoza y muy cercana a la ciudad. (9) María disponía de un buen patrimonio y sabía gestionarlo.
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Florín de Pere IV de la Corona de Aragón, oro, acuñado en Perpiñán, a. 1365-1370, fotografía Ángel Martínez Levas, MAN, Madrid,
https://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=184220&inventary=104807&table=FMUS&museum=MAN |
Siempre que venían mensajeros de aquel reino le daban noticias del acontecer allí, y cuando llegaron los embajadores de Pere IV de Aragón con la propuesta de matrimonio para la infanta Leonor, María en su condición de aragonesa y de dama de Beatriz participó en las negociaciones. Debía de tener unos cincuenta años y decidió definitivamente el regreso a Aragón, a su casa y a la tierra de su familia. Ya había pedido permiso a los reyes para marcharse de Portugal, y al avanzar el acuerdo de boda, acompañaría a la infanta Leonor en su séquito, lo que a Beatriz y a Alfonso les daba tranquilidad, porque sería una gran ayuda y apoyo para la joven en tierras extrañas. Había tratado a Leonor desde que nació, así que podía ser como una madre. Además la infanta le tenía un gran cariño.
María continuará toda su vida titulándose condesa en los documentos que haga, porque no se separó legalmente, y el conde vivió con una concubina, Teresa Anes de Toledo, que había venido de Castilla con la entonces infanta Beatriz, una niña de cuatro años, en 1297 y continuó siendo una dama de la reina. (10)
Al viajar con la infanta Leonor en la armada portuguesa desde Lisboa a Barcelona, María Ximénez Cornel sentiría muchas emociones, algunas contradictorias, dejaba atrás casi toda una vida en Portugal, fuertes lazos de cariño y agradecimiento con la casa real portuguesa. Una cierta frustración por cómo se había desarrollado su matrimonio con Pedro Alfonso; muy mal recuerdo de la etapa en la que había sido señalada y difamada, y él había mantenido una postura pasiva; una gran desazón por sus circunstancias, cuando el rey Jaime II había incumplido el pago de su dote. Las expectativas que trajo cuando viajó a Portugal y era una adolescente se habían deshecho totalmente, y había tenido que reinventarse otra vida diferente a la de esposa de un hijo del rey.
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El rey Pere IV asigna a María Ximénez Cornel 2000 sueldos barceloneses de pensión anual, 22 de abril 1350, Zaragoza,
https://opacaraimagenes.aragon.es/e3/05/minAHPHU_S_00021_0007.jpg |
En Aragón acompañó a la que ya era reina, durante una etapa muy difícil, en continuo periplo desde Barcelona por tierras del reino de Valencia y del reino de Aragón, en unos tiempos de gran efervescencia de la revuelta de la Unión. Familiares de la dama se encontraban liderando el movimiento contra el rey, mientras que otros permanecían en el bando realista. Fueron once meses de desasosiego y de huida agobiante de la peste y de la rebelión, hasta que la reina falleció en Jérica, ante el gran dolor de la dama. Se despidió de la corte en cuanto se enterró a la reina Leonor, se marchó a sus tierras, y a menudo al monasterio de Sigena junto a su hermana Urraca, y en parte, allí transcurrirán los últimos años de su vida. El rey Pere mantendrá contacto con ella, porque había visto el cariño que le profesaba su esposa, y la ayuda y apoyo que la dama le había prestado en todo momento, incluso en sus últimos días. La reina Leonor había dictado testamento en septiembre, porque era consciente de la gravedad de la situación que les rodeaba, en él la tenía presente entre sus damas más cercanas y le dejaba 1.000 libras barcelonesas.
Al año siguiente de su muerte, los albaceas estaban trabajando para cumplir sus mandas, (en este aspecto, su viudo Pere IV será un fiel cumplidor, que hará todo lo que ella dejaba dicho), y cobraban 1.300 sueldos barceloneses de María, por la venta en “encant públic” (venta pública de bienes por la autoridad judicial) de dos tapices que aparecían en el inventario de los bienes de la reina, “(…) Ítem, recibieron de la dicha donna Maria Cornell, comtesa de Portugal, de un panyo de lana que es la Istoria de Lançallot i ay diverssas figuras forrado de lienço amarillo que del dicho corredor compró, mille solidos barchinonenses. (…) Otro panno de paret de lana con v leones, el i coronado e los otros sin corona. (…) xxx solidos barchinonenses (…).” (11)
Los albaceas se encargaban de vender los bienes de la reina en almoneda, y con lo que obtenían se pagaban sus deudas y sus legados. En este caso, María había comprado dos tapices, uno con una escena de la historia de Lancelot, que hacía tiempo circulaba por los reinos occidentales, y otro con cinco leones. En este acto puede comprobarse la relación que había entre ambas, María quiere tener un recuerdo de la infanta a la que vio nacer y crecer en la corte portuguesa, por la que sentía gran cariño, y con la que había compartido desde muy cerca el último año de su vida, como reina de Aragón. Ahora esos dos tapices estarán en su cámara como grata compañía. Estos pequeños detalles, en los que los hombres no repararían ni se entretendrían, en las mujeres, sin embargo, tienen un profundo significado de amor.
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El paraiso terrenal, (Lancelot en la capilla del santo grial), óleo sobre lienzo, 1890, Edward Burne-Jones, colección privada,
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En 1350 el rey Pere le asigna 2.000 sueldos barceloneses de pensión anual sobre las demandas de los hombres de las aldeas de la villa de Calatayud. Ella en el monasterio ayudará a su hermana a saldar parte de las deudas que había, y solicitó poder construir una capilla para su enterramiento. “En el fondo del brazo derecho del crucero hay una capilla, la de la Trinidad, costeada por Dª María Ximénez Cornel, Condesa de Barcelhos, hacia 1354, (…). Dos gruesos baquetones, a modo de nervios, que arrancan del pavimento y se cruzan en lo alto, refuerzan la bóveda de esta capilla. Lo único que llama la atención de ella son tres urnas sepulcrales de madera en forma de túmulo con la efigie del difunto, sus armas y la inscripción funeraria, todo pintado. Van sostenidas por labradas ménsulas. Son del siglo XV. Una contiene los restos de la fundadora, llevados, por tanto, allí bastante después de su muerte. El epitafio está equivocado, pues no falleció en 1360, sino en 1355. (…) El escudete de armas de la Condesa de Barcelhos lleva cinco cornejas (Cornel) y la media luna y el escaqueado en campo de oro.” (12)
La obra la había realizado un alarife probablemente mudéjar, pues en 1354, Mahomat de Bellito, “un moro vecino de Zaragoza” había cobrado de ella 1.500 sueldos por la fábrica de esa capilla. (13) Poco después nombraba un procurador, que era su escudero y pariente, para todas las cuestiones que pudieran afectarla, como la de recibir las vestiduras y piezas de plata que había empeñado en su nombre Lop Ferrench Guiralt, tenente del castillo y la villa de Botorrita (que probablemente era de su familia) cuando estaba a su servicio. (14) María mantenía oficiales, criados y servidores, así como algunas damas, para desarrollar su vida en Aragón. Se relacionaba con sus parientes y algunas de sus posesiones, y probablemente vivía entre algunas casas de su propiedad en Zaragoza, en la villa de Villanueva de Sigena y en el monasterio, ya que no había tomado los hábitos.
En 1354 dictó testamento en Villanueva, en el que nombraba como albacea a su hermana la priora del monasterio de Sigena, y fundaba una capellanía en la capilla que había mandado construir en el cenobio, al que le dejaba su lugar de Fuentes. (15)
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Testamento de María Ximénez Cornel, 14 abril 1354, Villanueva de Sigena, Huesca, https://opacaraimagenes.aragon.es/b8/ce/minAHPHU_S_00022_0020.jpg |
Al final de su vida debía de habitar en la casa llamada Torre de la Reina Santa o Torre de Revés en Villanueva de Sigena. Probablemente esta torre vivienda era propiedad del convento en el siglo XIV, porque como “Reina Santa” se conocía en la villa a la reina Sancha de Castilla, esposa de Alfonso II de Aragón, fundadora del monasterio. Con el paso del tiempo pasó a ser posesión de una familia apellidada Revés, de ahí el cambio de nombre. En ella ubica la muerte de la condesa el historiador M. de Pano y Ruata. (16)
María Ximénez Cornel debió de fallecer a principios de 1355, porque el 13 de marzo el infante Pedro de Ribagorza ordenaba a los hombres principales de Fuentes, que enviaran al monasterio de Sigena las rentas que pertenecían a la dama, porque había fallecido, y las había legado para dos capellanías del cenobio, y las paguen hasta que se alcance el total. A continuación también ordenaba al Justicia de Aragón que diera posesión del lugar de Fuentes a la priora y monasterio según las mandas de la noble en su testamento. (17) En este tiempo el infante Pedro de Ribagorza estaba encargándose de asuntos del reino porque el rey Pere, su sobrino, preparaba una expedición a Cerdeña.
Fue enterrada en la capilla de la Trinidad, que ella había mandado construir en la iglesia del monasterio. Después su hermana, como albacea, cumplió su últimas voluntades. En el siglo XV sus restos fueron colocados en un hermoso ataúd de madera policromada por el pintor del gótico aragonés, Blasco Grañén. En uno de los laterales de la tapa, que es a dos aguas, aparece su hermoso retrato ideal de cuerpo entero con el atuendo, un bello brial, y atributos de una dama de alta alcurnia como ella era, joyas de oro, pendientes en las orejas, y gruesa gargantilla de la que pende un colgante. “En tiempos de la priora de Sijena, Beatriz Cornel (1427–1451), se encargaron a Blasco de Grañén los retablos de las iglesias de Lanaja y Ontiñena (que eran propiedad del monasterio) y la pintura de algunos ataúdes para la iglesia del monasterio.” (18)
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Urna sepulcral tumuliforme de María Ximénez Cornel, temple sobre tabla, s. XV, Blasco de Grañén, Museo de Zaragoza,
https://ceres.mcu.es/pages/Viewer?accion=4&AMuseo=MZ&Ninv=09195 |
Tras las dramáticas vicisitudes vividas por el monasterio de Sigena en la guerra civil, sus restos desaparecieron, y hoy su ataúd como obra maestra del gótico internacional de Aragón, se encuentra en el Museo provincial de Zaragoza.
Notas
(1) Ribeiro Miranda, J. C., Maria Ximenez, Pedro Barcelos e um cantar de escárnio de Estevam da Guarda, pp. 64 y 65, Guarecer, Revista electrónica de Estudios Medievales. n.º 3, 2018.
(2) Resende de Oliveira, A., O genealogista e as suas linhagens: D. Pedro, Conde de Barcelos, p. 3, eEspania, 2011, https://journals.openedition.org
(3) DARA, ES/AHPHU – 000018/000010.
(4) Rodrigues, Miguel, Pedro de Barcelos e Maria Jimenez Cornell: o desenlace de um casamento conturbado, pp. 81 y 82, Guarecer. Revista electrónica de Estudios Medievales. n.º 3, 2018.
(5) Ribeiro Miranda, J. C., Op. cit. p. 67.
(6) Del Río Riande, M.ª G., Trovadores en la corte dionisina: poética nobiliaria y cancionero regio, p. 48. https://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/12976/CC-104_art_3.pdf?sequence=1&isAllowed=y
(7) Ribeiro Miranda, J. C., Op. cit., p. 67.
(8) Rodrigues, Miguel, Op. cit., p. 84
(9) DARA, ES/AHPHU – S/000020/000017.
(10) Lourenço Menino, V. L., A rainha D. Beatriz e a sua casa, (1293-1359), p. 105, tesis doctoral, Lisboa, 2012. https://run.unl.pt/handle/10362/8087
(11) Trenchs Òdena, Josep, Documents de cancellería i de mestre racional sobre la cultura catalana medieval, doc. 867, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 2011.
(12) del Arco y Garay, Ricardo, El real monasterio de Sigena, p. 52, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, tomo XXIX, primer trimestre, 1921, Madrid. https://ddd.uab.cat/pub/bolsocespexc/bolsocespexc_a1921m3v29t1.pdf
(13) DARA, ES/AHPHU – S/000022/000019.
(14) DARA, ES/AHPHU – S/000022/000022.
(15) DARA, ES/AHPHU – S/000022/000020.
(16) de Pano y Ruata, M., El Real Monasterio de Sijena, su historia y descripción, pp. 78 y 79, Lérida, 1883.
(17) Sáinz de la Maza Lasoli, R., El monasterio de Sijena, Catálogo de los documentos del Archivo de la corona de Aragón, 1348-1451, II, docs. 57 y 58, CSIC, Institución Milá y Fontanals. Barcelona, 1998.
(18) Lacarra Ducay, M. del C., Blasco de Grañén y la pintura del gótico internacional en Aragón, p. 12, La pintura gótica durante el siglo XV en tierras de Aragón y en otros territorios peninsulares, 2007.
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