05 junio 2025

12. El matrimonio de Leonor de Portugal rodeado de fatalidad.

 

Castilla hacia 1344


A primeros de mayo de 1344 llegaron a Sevilla nuevos embajadores del rey de Inglaterra para el matrimonio de su hija Juana y el infante Pedro, y el acuerdo quedó cerrado. Al año siguiente vinieron nuevos emisarios para ultimar todos los detalles de la dote de la princesa y el acuerdo de apoyo mutuo entre los dos reinos. Edward envió cartas a la reina María, que había estado interviniendo en el desarrollo de las negociaciones.

El rey francés, enterado del trato, buscó la manera de que prevaleciera el suyo, además el papa apoyaba esta iniciativa, que parecía salir adelante al mismo tiempo que la inglesa, pero el tratado que proponía Felipe de Valois y que se firmará en León el 10 de junio de 1346, encerraba una cláusula sorprendente y que demuestra el poder que tenía Leonor de Guzmán en todo lo que la atañera a ella y a sus hijos: obligaba a respetar a los reyes futuros las donaciones recibidas por Leonor y sus vástagos, y si no, los pactos se considerarían rotos. (1) Es asombroso que se incluyera una disposición como esta de protección de una concubina y sus descendientes, en un tratado de boda, de apoyo mutuo y amistad. Claro que los hechos después irán por otros derroteros, porque saldrá adelante el acuerdo con Inglaterra, pero la fortuna desbaratará el proyecto.

La reina María y el infante Pedro habían recibido la noticia de la toma de Algeciras con enorme alegría. Ella se encontraba en la ciudad de Toro, viviendo en las habitaciones del palacio aledaño al convento de Santo Domingo también llamado de San Ildefonso, fundado por María de Molina. Era señora de la villa, y como tal se expresaba en cartas y documentos desde 1333, su amor por aquel lugar coincidía con su abuela, la reina María de Molina, que la había beneficiado, y había fundado hacia 1300 el monasterio de Santa Sofía en un antiguo palacio del siglo XIII cedido por su canciller Alfonso, obispo de Coria. Continuaba su labor al favorecerlo, pues el 5 de junio hace la concesión a esas monjas, de 5 excusados quitos de todos pecho, excepto de moneda forera, para que puedan labrar sus terrenos. (2) El “excusado de la Iglesia” era alguien que por nacimiento tenía que pagar impuestos, pero gracias al privilegio real a una institución religiosa, esta beneficiaba a algunas personas para gozar de exención fiscal. En este caso por el privilegio que concedía María, el monasterio tenía la opción de elegir a algunos de sus servidores como excusados de todo impuesto, excepto el de la moneda forera. Esta medida fomentaba que quisieran trabajar para ellas.

 

Monasterio de Santa Sofía, s. XIV, Toro, Zamora, fundado por la reina María de Molina, y favorecido por su nieta la reina María, esposa de Alfonso XI de Castilla, 

https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/calleo/zamora/sofia/S-Sofia-Toro-01.jpg


Un poco después en septiembre, María estaba en Segovia, desde donde ordena un privilegio en el que hace merced a su villa de Talavera, para que se eximan de pechar una serie de oficios que se consideran necesarios para su desarrollo: un físico, un cirujano, un frenero (el que hacía frenos para las caballerías), un sillero, un torrero y un albañil. (3)

Hay controversia sobre el palacio que Alfonso fundó en Tordesillas al regreso de la batalla de Tarifa, con parte del botín obtenido en su victoria, porque años después su hijo Pedro I añadió otra “casa suntuosa” para su disfrute con María de Padilla, y es difícil delimitar qué pudo construir aquel. El tema ha sido muy estudiado por arquitectos, arqueólogos e historiadores de arte. Sin embargo, existe un elemento muy clarificador para afirmar que Alfonso XI sí estableció un palacio con estructura y adornos árabes, aunque no podamos conocer exactamente cómo era el edificio. Se trata de los baños de Leonor de Guzmán, un hamam propio de Al Ándalus, en cuyas paredes existe pintado el escudo de la familia de los Guzmán, un león rampante y los calderos rodeando el borde. Es evidente que Pedro I no hubiera mandado pintar ese escudo. Tal vez se piense que podría atribuirse a Enrique II, hijo de ambos, pero probablemente antes que dedicarse a pintar escudos en unos baños, le habría hecho un hermoso sepulcro en algún templo relacionado con su familia, y sin embargo no hizo sarcófago o monumento en su tumba.

Eran unas casas donde vivir con Leonor cuando él estaba en Valladolid ocupándose de los asuntos de gobierno. La ciudad y la villa están muy cerca. Aquel recinto hermoso, con baños, edificado con el arte de alarifes musulmanes traídos de Toledo, Sevilla, e incluso de Marruecos, les permitiría una vida con más intimidad cerca de Valladolid, pero sin estar en la corte. Se había fabricado a orillas del Duero. Se desconoce si existía un palacio anterior, pero es entonces cuando adquiere su carácter. 

 

Real Monasterio de Santa Clara, s. XIV, Tordesillas, Valladolid, en un principio fortaleza árabe, reconvertida en palacio por Alfonso XI, modificado y ampliado por Pedro I, que despues de la muerte de María de Padilla, lo donó a sus hijas para transformarlo en convento, De José Luis Cernadas Iglesias - Flickr: 2642- CC BY-SA 2.0,

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Es en Tordesillas donde empieza a verse por primera vez cómo se entrelazan a efectos artísticos el mudejarismo toledano y el sevillano, cosa nunca vista antes en Toledo, en el empeño de forjar una arquitectura mudéjar propia al servicio de la prestigiosa monarquía castellana.” (4) El recuerdo de su concubina está muy presente, “(…) escudos con león rampante y calderos pintados en bóveda de los baños de la regia estancia, símbolos de la familia Guzmán de la que era miembro la amante del rey doña Leonor de Guzmán. Efectivamente, Alfonso XI inició el proyecto de un nuevo palacio a las orillas del río Duero del que deja en pie la “Capilla Dorada”, la portada de piedra, vestíbulo tras ella y los baños diseñados a la andaluza.” (5)

Desde allí, en septiembre de 1344, se fueron a Cadalso, donde Alfonso dio instrucciones al concejo de Madrid, para que se “labrara” (trabajara) urgentemente el palacio de Manzanares. “Sepades que nos ymos de camino para Mançanares et tenemos por bien que todos los maestros carpenteros que y ovien que se vayan para Mançanares para que adoben (arreglen) los palaçios que y estan en que posemos.” (6) Porque él lo utilizaba cuando iba en invierno por la zona de jornadas de caza de oso, y además Leonor debía de tener algún plan para esta villa, ya que poco después la obtendrá junto con Guadalix, ambas en la sierra de Madrid, y que eran de Juan de la Cerda heredada de su padre, Alfonso de la Cerda. Ella le dará a cambio Huelva. A Juan de la Cerda le interesaba el puerto sureño porque ya tenía propiedades cerca, como Gibraleón. La dama tenía una gran capacidad para calcular, maniobrar y conseguir los lugares que completaban o mejoraban su patrimonio y el de sus hijos. Era su objetivo fundamental.

 

Cabras monteses en el entorno de Manzanares el Real, Madrid, en su fortaleza primitiva se aposentaba el rey Alfonso XI cuando iba a cazar osos por allí, s. XIV, 

https://manzanareselreal.org/es/que-visitar/patrimonio-natural/1000046000101/fauna-y-flora.1.html


El 6 de octubre de 1344 Alfonso XI otorgó privilegio a Leonor de Guzmán para que fuesen de Gumiel de Izán, cinco aldea de Manzanares del término de esta villa. (7) Alfonso XI la había hecho villa de realengo en 1326, en aquel tiempo esposo de Constanza Manuel, entonces ya era un lugar notable, amurallado y con una fortaleza. Tenía varias aldeas y los monasterios de San Pedro y el de San Lorenzo en su término, así que era una buena donación a Leonor, además la dama poseía ya varias villas y lugares en los alrededores.

Nos preguntamos si esta donación del rey a su amante pudo estar relacionada con el parto de su noveno hijo, al que pusieron Sancho, como aquel otro que nació “sin entendimiento” y que murió de pequeño. Alfonso acostumbraba a hacerle regalos cuando nacía un nuevo niño, pero no sabemos la fecha. La pareja decidió que fuera su ayo Alvar García de Albornoz, hombre de gran confianza, hermano del arzobispo de Toledo Gil Álvarez de Albornoz, y que lo criara en sus tierras de la ciudad de Cuenca.

 

Casa de la familia Albornoz en Cuenca, donde se crió Sancho, el hijo del rey Alfonso XI y la concubina Leonor de Guzmán, De Manuel de Corselas - Trabajo Propio, CC BY-SA 3.0, 

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Estando en Madrid a 5 de noviembre de aquel año recibió a los procuradores de Ledesma en nombre de su concejo, que vinieron a hacer pleito homenaje a su hijo Juan, señor de la villa, pues se la había concedido, y que antes pertenecía a su hijo Fernando, posiblemente lo hacía por algún cambio que estaría planificando Leonor. (8)

En 1345 Fadrique, maestre de la Orden de Santiago, daba a su padre el rey Alfonso varias propiedades, villas, aldeas, casas, términos y lugares con montes y prados, vasallos, tierras, aceñas y todo lo que tiene la Orden, en trueque y cambio por las villas de Baltanás y Pozuelo, se harían dos cartas, una para el rey y otra para la Orden, selladas con el sello del maestre, y con el del Cabildo. El sello de la Orden lo tenía en su poder Leonor de Guzmán, cuya mano, de acuerdo con el rey, se observa detrás de este movimiento de propiedades, porque tanto Pozuelo, como Baltanás habían sido de su propiedad, donadas por Alfonso en 1332 y que previamente habían sido del Monasterio de Las Huelgas de Burgos, pero recientemente se las había cambiado al rey por Monzón de Campos, que tenía mayores ingresos. Era un negocio lucrativo para ella, un enredo más de los que hacía habitualmente. Fue dada en el Capítulo de Alcalá de Henares a 19 de marzo de 1345. (9)

A los tres días, estando precisamente en Alcalá de Henares para la reunión de Cortes, (se aprecia la intervención de la pareja tanto en este, como en el anterior movimiento de la Orden de Santiago) hacía merced de la villa de Cubillas del Cerrato (Coviellas en el privilegio del Bullarium) a su notario mayor de Castilla, Fernán Sánchez de Valladolid. (10) Como notario mayor de Castilla y canciller del sello de la Poridad (reservado o secreto) era muy útil a Leonor, y formaba parte del grupo que la apoyaba y procuraba complacerla con sus servicios.

 

 

Pendón primitivo de la Orden de Santiago, a. 1170-1175, Tumbo Menor de Castilla, - Dominio público,

https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15696591



Más adelante se verá claramente la intervención directa de la dama en los asuntos de la Orden de Santiago, pues en 1347 escribirá al comendador de la Orden en Baltanás y Pozuelo, para que entregara la iglesia de Santo Tomé de esta última villa, al abad y convento de San Isidoro de León, amenazándole de que si no cumple lo mandado, “(…) so pena de la merced del maestre.” (11) Efectivamente la iglesia pertenecía al “Infantazgo” entonces en manos de San Isidoro de León, “En pozuelo de santo tome toda la iglesia nuestra con los diezmos de vino et menudos et pie de altar.” (12) Lo que significaba que el comendador de Pozuelo trataba de detentar aquellos frutos, dado que la villa daba muy pocos rendimientos a la encomienda, y por eso ella se había deshecho del lugar.

A estas alturas, Leonor de Guzmán tenía un buen patrimonio entre comarcas de los alrededores de Valladolid y de Palencia: villas tan importantes como Tordesillas, Paredes de Nava, Palenzuela, o Monzón, entre otras; en la meseta central Beteta, Oropesa, el Real de Manzanares y Guadalix; y en el sur, Alcalá de Guadaíra, Cabra, Lucena y Medina Sidonia, que eran más problemáticas porque estaban en la frontera con el reino de Granada o las posesiones del sultán de Marruecos, que seguía controlando Gibraltar y Ronda, y exigían medidas de apoyo para mantener y ampliar su población. Llama la atención, aparte de la capacidad de gestión y organización de sus villas, aldeas y lugares, cómo estaba pendiente de comprar a otros propietarios, o cambiar y permutar bien fuera con el rey o bien a través de él con sus hijos. Por ejemplo, a la muerte de su primogénito Pedro en 1338, Alfonso le pasó a ella la muy destacada villa de Paredes de Nava.


Notas


(1) Jara, Alfonso, Albornoz en Castilla, pp. 122 y 123, Madrid, 1923.
https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=10065004

(2) León-Sotelo, M. del C. y González Crepo, E., Notas para el itinerario de Alfonso XI en el periodo de 1344 a 1350, p. 577, nota 11, En la España medieval, 8 (1986).

(3) Jiménez de La Llave, L., Privilegios y reales facultades, Legajo 50, Privilegio n.º 11, Archivo municipal de Talavera de la Reina. https://www.cervantesvirtual.com

(4) Pavón Maldonado, Basilio, Arquitectura y decoración en la corona de Castilla del siglo XIV. El triángulo Toledo, Tordesillas (Valladolid) y Sevilla pasando por Rabat. Sin numeración de páginas. http://www.basiliopavonmaldonado.es

(5) Ibidem.

(6) López Gómez, Erika, El justiciero y Madrid, en Paseo documental por el Madrid de antaño, coord. Ávila Seoane, N., dir.: Galende Díaz, J. y Cabezas Fontanilla, S.,https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5419737

(7) Privilegios rodados, Legajo 5, n.º 34. Archivo Ducal de Medinaceli.
http://en.fundacionmedinaceli.org/archivo/ficha.aspx?id=11260

(8) Martín Expósito, A., Catálogo de la documentación medieval del Archivo municipal de Ledesma, doc. 36, Studia Histórica. Historia Medieval, 2. (1984).
https://revistas.usal.es/uno/index.php/Studia_H_Historia_Medieval/article/view/4301

(9) VV. AA., Bullarium Equestris Ordinis S. Iacobi de Spatha, Anno 1345. Script. I, pp. 309 y 310. Madrid, 1719.

(10) Colección Salazar y Castro, Documento M-45 fº 251v. a 253 v., n.º 52033 del inventario. RAH.

(11) Mitre Fernández, E. y González Crespo, E., El maestre don Fadrique y su descendencia en la formación de la nobleza trastamarista, nota 38 p. 791, Hidalguía, año LXIII, 2016, n.º 373. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5843276

(12) Pérez Llamazares, Julio, Historia de la Real Colegiata de San Isidoro de León, Fuero de Renueva, p. 98, León, 1927. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=955


Segunda peregrinación de Alfonso XI a Santiago


Desde que consiguió Algeciras, Alfonso tenía pensado volver a peregrinar a Santiago para agradecerle su intercesión, tanto en la batalla de Tarifa, como en el asedio de aquella villa. María había marchado a León con la corte. Ella, el 10 de junio, escribió a sus gentes de Salamanca prohibiendo a los vecinos de abadengo que comprasen heredades a los realengos, a no ser que a estos se les permitiese comprar las de aquellos. Se trataba que hubiera equilibrio en las transacciones entre las dos tenencias. Ese mismo día también mandaba escribir a su escribano una carta para Salamanca, “(…) que á los criminales no se les cite y emplace mas que en su casa, si la tuviesen, y sinó en la de Concejo, por públicos pregones; y con la misma fecha establece que en Salamanca se observe una ley del Libro del juzgado de Leon, que impone cierta pena de azotes á las barraganas de los clérigos; (…).” Esta medida que hoy nos sorprende, era la prevista en la ley. Pocos días después ordenaba que el obispo, el cabildo y todos los demás que tengan derecho a nombrar jueces en los lugares de sus señoríos, comparezcan ante ella para su aprobación. (1)

Muchas de las cuestiones que abordaba María con su canciller, para mandar escribir cartas, provisiones o en su caso, privilegios, eran motivadas por quejas y querellas de los concejos e incluso alborotos de los vecinos de las villas y ciudades, que le pedían justicia frente a los agravios y perjuicios que recibían de distintos funcionarios y caballeros.

El rey estaba preparando su romería. Tal vez fueron los orfebres de la ciudad los que habían sido encargados por él para realizar las alhajas que regalará a las catedrales de Oviedo y Santiago. León tenía una larga tradición en la manufactura de joyas, de hecho, todavía existe una calle de la Platerías, probablemente medieval donde se agruparían después por gremios. Desde allí estaría más cerca para seguir el itinerario que deseaba hacer, pues había decidido ir por el camino primitivo de peregrinación, así que primero se encaminaría a Oviedo, seguiría a Lugo, para continuar hasta Santiago.

 

Calle Platerías en la actualidad, León, durante la Edad Media en la zona se agrupaban orfebres y plateros, 

https://www.barriohumedo.net/gest_web/proto_Seccion.pl?rfID=10&arefid=82


El 4 de julio estaba en Oviedo, quería visitar la Cámara Santa, construida en el siglo IX y donde, desde muy antiguo, se guardaban reliquias en la Caja de las Ágatas y el Arca Santa, junto con dos hermosas cruces, la de la Victoria y la de los Ángeles, entre otros objetos valiosos. En la ciudad le recibieron con gran alegría, era la primera vez que venía, y el obispo Juan Sánchez y todo el cabildo le agasajaron y se alojó en las casas del prelado.

Ofreció el religioso Príncipe en este dia muchas y ricas alhajas, y entre ellas dos pares de ornamentos preciosos de brocado para Preste, Diácono, y Subdiácono, siete capas de seda de igual labor, un caliz de oro con su patena, una cruz dorada y esmaltada ricamente, dos lámparas de plata, y un paño de seda para otros ornamentos. Además de estos dones dió al cabildo para la obra del claustro veinte y quatro mil maravedís. En el mismo dia acordó el Obispo con su cabildo hacer un aniversario por el Rey, para cuya memoria se puso después en el claustro un retrato que representase vivamente á tan insigne bienhechor.” (2) Con la suma que dejó Alfonso se continuaron las obras de las galerías oeste y sur del claustro que estaban paralizadas por falta de dinero. En cuanto a las alhajas que donó, ya hemos sugerido que tal vez fueron las manos de plateros leoneses, con larga tradición en su arte, los que habrían fabricado el cáliz, la cruz y las lámparas; y los tejidos de brocado podían provenir de Burgos, donde había una magnífica industria de paños de seda, lana y brocados. Y antes de León, el rey venía de allí, donde estuvo en las sesiones de Cortes.

En la panda oeste del claustro, que se continuó con la cantidad dada por Alfonso, existe una ménsula con una escena en la que un monarca a caballo está hiriendo con su espada a un ¿oso? que es atacado por un perro. Probablemente sea el retrato del rey magnánimo y amante de la caza. 

 

Ménsula de La cacería regia, panda oeste del claustro de la catedral de Oviedo, el rey Alfonso XI de Castilla cazando, que donó una importante cantidad para continuar las obras del claustro, paralizadas por falta de recursos,

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A continuación siguió el antiguo camino de Santiago desde Oviedo que recorría el oeste de Asturias, y entraba en Galicia por el Alto do Acevo y Pobra de Burón, y pasaba por Lugo, donde el rey hizo parada un poco más larga, porque tuvo que resolver viejos litigios entre la ciudad y el obispo. Tras la compleja estancia, el rey siguió su camino y el 23 de julio llegaba a Santiago y, no sólo estuvo orando y asistió a misa, quería dejar recuerdo de sus agradecimiento y presencia ante el santo, “(…) mandó suspender delante del altar del Apóstol dos lámparas de plata que ardiesen noche y día, y además dispuso que ante el mismo altar se pusieran tres velas de dos libras cada una, y que se renovaran todos los días, para que con ellas estuviese el altar perpetuamente iluminado. (…) Por onrra del ben auenturado apostol sseñor Santiago et de la su eglesia do iaz el su cuerpo santo. Ponemos auos el cabillo della dicha eglesia de Santiago, que tengades de nos en cada ano para siempre jamas tres mill et seiscientos mrs. Para tres candelas que ardan ante el altar del dicho sco. Apostolo continuamente.” (3)

Si aceptamos la afirmación del cronista López de Ayala sobre la edad de Pedro, el hijo menor de Alfonso XI y Leonor de Guzmán, catorce años en 1359, quiere decir que el último vástago de la pareja nació en 1345, aunque se desconocen la fecha exacta y el lugar donde vino al mundo. Es posible que fuera en esos meses finales del año cuando naciera. Ella ya tenía treinta y cinco años y había vivido diez embarazos y sus consiguientes partos. Le pusieron de nombre Pedro, como el primero que habían tenido y que había muerto con poco más de siete años, era el décimo de los nacidos y el octavo de los que estaban vivos.

A finales del año, Leonor enviaba una carta al concejo, los alcaldes y merinos de Astudillo a los que nombra como sus “vasallos”, porque también era de su propiedad desde 1341 y les mandaba que eligieran a ocho hombres buenos de entre ellos, para que libraran las cuestiones con los oficiales, fórmula que seguía el modelo de Alfonso de cambiar el concejo de todos los vecinos, porque la solución de cualquier cuestión llevaba mucho tiempo, al futuro “regimiento”, y ordenaba que no se volvieran a hacer concejos ni ayuntamientos. (4)

Mientras tanto, aunque tenemos pocas noticias, sabemos que en noviembre la reina María estaba morando de nuevo en Toro, desde donde el día 8 escribía una carta “(…) para que los vasallos del cabildo de Salamanca no contribuyan en los 40.000 maravedís que se deben pagar al rey en este año.” (5)

 

Ruinas del monasterio de San Salvador de El Moral, Palencia, 

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Leonor de Guzmán seguía realizando sus planes, en esta ocasión para favorecer, a Palenzuela, una villa de su patrimonio, porque el 4 de agosto que se encontraban en Ávila, Alfonso manda escribir una carta, “(…) e por que nos lo pedio por merced doña Leonor, por que la dicha su villa se pueble e sea mejor para nuestro servicio; et otrosy por que los viandantes ayan mejores posadas, e mas seguras e mejores viandas e de mejor mercado, tenemos por bien que el nuestro camino real que andava fasta agora desde Burgos á Valladolid, e pasaba por el aldea que dizen Moral, que de aquí adelante que ande por la dicha villa de Palençuela, tan bien las airrecas commo azemilas, cargadas e vazias, commo todas las otras gentes viandantes e bestias de camino, que solian yr por la dicha aldea de Moral que vayan de aquí adelante por la villa de Palençuela e non por Moral.” (6)

Este tipo de decisiones afectaban a la otra parte, en este caso la desviación del camino real para beneficiar a Palenzuela, perjudicará tanto a la aldea como al monasterio de San Salvador de El Moral que iniciarán su despoblamiento, porque el mandato del cambio del camino real, implicaba multas para quienes no lo cumplieran. Sin embargo, El Moral y el monasterio estaban más próximos del camino de Burgos a Valladolid. Hoy la zona es la Dehesa de San Salvador del Moral.

El 2 de octubre de 1346 en Madrid, Alfonso velaba por los intereses de su amante, haciendo una provisión para que Juan Fernández de Palencia, alcalde y doctor en decretos, amojone los términos entre Madrid y el Real de Manzanares, que además mantenían pleitos por el control del sitio por sus magníficos pastos, leña, madera, etc. “(…) E agora la dicha donna Leonor mostronos un traslado de una carta del rrey don Ferrando, nuestro padre, que Dios perdone, signado de escribano publico en que se contenia la partiçion que fue fecha de los terminos del dicho Real e de Madrit e por do fueron amoionados. E agora la dicha donna Leonor querellosenos e dise que ay algunos que la entran los dichos terminos e gelo non qquieren guardar por aquellos moiones por do fueron amoionados e en esto rresçibe agravio e pierde monoscabo mucho de los suyo e pidionos por merçed que le mandasemos dar un omme bueno para que fuese ver los moiones que son puestos entre los terminos del dicho Real de Mançanares e Madrit e pusiese los moiones en aquellos lugares do solian estar.” (7) Leonor de Guzmán estaba perfectamente informada de cualquier detalle que atañera a sus posesiones, y si tenía problemas, en seguida acudía al rey para que los solucionase.

 

Pinares de Manzanares el Real, Madrid, 

https://manzanareselreal.org/es/que-visitar/patrimonio-natural/1000046000101/fauna-y-flora.1.html


Notas


(1) Villar y Macías, M., Historia de Salamanca, libro IV, cap. 1º, pp. 441 y 443, Salamanca, 1887. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=5850

(2) Risco, Manuel, O.S.A., España Sagrada, tomo XXXVIII, Memorias de la Santa Iglesia exenta de Oviedo, pp. 235 y 236. Madrid, 1793.
https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=10069187

(3) López Ferreiro, A., Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela, Tomo V, Libro cuarto, parte I, pp.128 y 129, Santiago, 1903.
https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=24128

(4) Orejón Calvo, A., Historia documentada de la villa de Astudillo, pp. 81 a 83, Palencia, 1927. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=771

(5) Marcos Rodríguez, F., Los documentos del Archivo catedralicio de Salamanca.
Siglo XIV, doc. 572, p. 18. Conspectus Bibliographici. Salmanticensis, vol. 8, fasc.

2, 1961, Universidad Pontificia de Salamanca.
https://summa.upsa.es/results.vm?q=id:0000006469&lang=es&view=main

(6) Serrano Pineda, L., O.S.B., Colección diplomática de San Salvador de El Moral, doc. LXX. Fuentes para la historia de Castilla por los benedictinos de Silos, Tomo I, Valladolid, 1906. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=19292

(7) Salamanca López, M. J., Un pleito entre Madrid y el Real de Manzanares. Aspectos diplomáticos. Doc. 19. https://www.ucm.es/data/cont/docs



Un sello de María de Portugal, reina de Castilla, 1346


Queda el recuerdo del sello de la reina María en algunos documentos, por ejemplo, de una vez en que estando en Toro confirmaba un privilegio el 16 de junio de 1346, con un sello elíptico de cera amarillenta, pendiente de una cinta de lino labrada de colores blanco y azul, aunque le falta la mitad inferior, estaba protegido por una bolsa de cuero. “En el anverso la Reina aparece de pie, coronada por una diadema que remata en tres florones flordelisados. Lleva el pelo recogido en bucles, que caen sobre sus hombros. En el izquierdo lleva prendido el manto que recoge con la mano del mismo lado. Su brazo derecho con manga ajustada y ceñido por una ajorca en la parte superior, y en la mano sostiene el cetro, que termina en corona con tres puntas. Viste túnica con mangas, adornada con franjas de orfrés, y sujeta por un cinturón, que tiene por broche una media luna.” Alrededor aparecía un texto:

S:Marie:Dei:Gratia:Regine:Castelle:Et: Legionis. El reverso cuartelado y los blasones de Castilla y de León, y con la leyenda:

Uxoris:Domine:Alfonsii:Serenisimi:Regis:Castelle:Et

:Legionis.” (1)

Aunque un sello no refleja su retrato, sí nos acerca al atuendo y adornos de aquel tiempo. En este, descrito por Juan Menéndez Pidal, experto en sigilografía, hermano del gran filólogo y medievalista, hay otros símbolos, no sólo de los atributos reales de María, el cetro y el manto, sino de la mujer y madre por el broche con una media luna en el cinturón, o los tres florones flordelisados en la diadema, como imagen de la luz y la gracia divina; las franjas de orfrés (era una cinta de tejido bordado que guarnecía los bordes de un vestido) y la ajorca (argolla de oro o plata que adorna muñecas o brazos) como elementos de embellecimiento femenino.

Sello de María de Portugal, reina de Castilla, 1346, AHN, Catálogo I de los sellos españoles de la Edad Media, 1921, Juan Menéndez Pidal, Lámina VII, nº 37,

                                   https://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000204822




El concejo abierto que regía Guadalajara había quedado en manos de doce “hombres buenos” a los que en 1346 les mandó redactar junto con un alcalde llamado Benito Pérez unas ordenanzas para el buen gobierno de la ciudad. María había recibido la petición de tenerlas por parte de los pecheros. “La reina delegó su poder en Tel Fernández de Toledo y Garci Alonso Triguero de Toro, alcalde mayor y alcalde de las alzadas de la casa real respectivamente. (…) Y acudieron también los ‘quatro’ representantes de los pecheros, para explicar a los delegados de la reina los agravios que sufría el común” (2) La redacción de las ordenanzas tenía que ser finalmente aprobada por ella.

Si observamos los documentos que nos han llegado de la reina María y de Leonor de Guzmán, que aunque sólo sean una pequeña parte de la realidad de cada una, son una muestra de sus ocupaciones, intereses y objetivos. Y eran muy diferentes, según hemos ido viendo a lo largo del tiempo. Mientras la reina se ocupa de sus ciudades, villas y lugares, y se dedica a ayudar y apoyar a clérigos, monjas, monasterios y conventos; la dama también se centra en sus posesiones, pero además persigue, sobre todo, favorecer, comprar, cambiar y aumentar su patrimonio y el de sus hijos.

Blanca, la hija del infante Pedro y de la infanta María de Aragón, regresó por fin a Castilla en algún momento de 1341, para incorporarse al Real Monasterio de las Huelgas de Burgos. No está claro en calidad de qué título, porque algunos autores hablan de que fue monja, es decir que profesó en religión; documentos muy posteriores a estas fechas la nombran como “señora” de las Huelgas, y privilegios dados por Pedro I, la denomina abadesa, pero no aparece como tal en los documentos firmados por las abadesas de su tiempo. Era una hija de infante de Castilla, por lo tanto con calidad de ser “señora” del monasterio como otras anteriores, pero ya sin contenido. Permanecer allí era una forma de tener un lugar tranquilo donde vivir, retirado de los problemas del mundo. Pero igualmente, incluso mejor, podría haberlo hecho en Aragón, donde estaban su madre y sus tíos maternos. No sabemos por qué se quedó en el cenobio burgalés.

 

Claustro de San Fernando, s. XIII, Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, Burgos, postal antigua, colección particular,

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El rey Alfonso IV le había dado 2 cuentos (millones) y 200.000 maravedís en sustitución de las tierras que le habían correspondido por arras de su matrimonio en Portugal. Poco después, cuando Alfonso XI de Castilla estaba asfixiado por la necesidad de dinero en la costosísima cerca de Algeciras, propondrá a su prima venderle una serie de bienes de realengo para que le diesen unas rentas de las que vivir, y a él le procurasen unos ingresos. Le venderá Briviesca, Pancorbo y la salinas de Añana, que curiosamente habían pertenecido a otra Blanca, infanta de Portugal, señora y monja de las Huelgas, que se las había traspasado al rey para que fueran de realengo. Y ahora estarían en manos de Blanca de Castilla durante un tiempo. Pasará toda su vida en las Huelgas, que abarcará el final del reinado de Alfonso XI, el de Pedro I y el principio del de Enrique II.

A veces tendrá que reclamar la ayuda del monarca ante ciertas intromisiones, como la de Leonor de Guzmán, que sin considerar que la perjudicaba, pidió a Alfonso la exención del portazgo en Pancorbo para varios de sus lugares de Palencia y Valladolid, porque aquella villa era un paso obligado y nudo de comunicaciones para el comercio y otras muchas actividades entre Castilla y los puertos de Vizcaya y de todo el norte. Por lo que el pago del portazgo era una importante fuente de ingresos. Su exención dañaba directamente a Blanca en sus rentas de aquella villa, pero eso a Leonor de Guzmán no le importaba. Tal vez en vida de Alfonso aquella no reclamó ante él, porque la beneficiada era su manceba, y ya en el reinado de Pedro I, Blanca recurrirá al nuevo rey para que solucione el problema.

Sepades que el abadesa del monasterio de las Huelgas de Burgos mostraron su petiçion ante los oydores de la mi audiençia en que se contiene que el rey don Alfonso, myo padre que Dios perdone, que vendio a donna Blanca, ffija del inffante don Pedro, al dicho lugar de Pancorbo e Berviesca e a Salinas de Annana por una cuantia çierta de maravedis, con todos los ffueros e derechos (…)

Et otrosi, que donna Leonor (la amante de Alfonso XI) que pidio por merced al dicho rey, mio padre, que no pagasen el dicho lugar de Pancorbo portadgo algunos lugares de los mios regnos e por esta rrason la dicha donna Blanca que a perdido los derechos del dicho lugar de Pancorbo e rrescibe ende grand agravio e pidiome merced que mandase y lo que toviese por bien. (…).” Lo que Pedro I mandará solucionar con esta orden, dada en Burgos el 2 de junio de 1351. (3) 

 

Paso de Pancorbo, Burgos, Alfonso XI desde el asedio de Algeciras vendió la villa a su prima Blanca de Castilla, por entonces retirada en el monasterio de las Huelgas, acuarela, Edgar T. A. Wigram en Northern Spain, 1906, Londres: Adam & Charles Black, p. 282, Dominio público,

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También Enrique II hará uso de Briviesca, que el 3 de febrero de 1366 dona a Pedro Fernández de Velasco, (al que llena de mercedes), sin tener en cuenta que pertenecía a Blanca, como hará con numerosos bienes que no poseía. Y en 1370 añade el portazgo de esa villa que también era de Blanca. Esta se querellaría al rey por los perjuicios que le hacían esas donaciones, porque en 1371 Enrique II le pagó una cantidad para compensarla por los ingresos que le correspondían por Briviesca y por las salinas de Añana, y que ya no recibía. (4)


Fundación del monasterio de San Pedro Mártir en Barcelona.

La muerte de María y Blanca, infantas de Aragón, 1347 y 1348


La vida en el monasterio de Sigena se había ido haciendo cada vez más difícil, no recibían las rentas que tenían asignadas y las deudas propias iban acumulándose. La priora Blanca estaba acostumbrada desde la infancia, a que Jaime II proveyera todo lo preciso, dado que su hija era una infanta de Aragón, y aunque él era austero y le aconsejaba que contuviera los gastos y no tuviera demasiadas personas en su servicio, siempre había solucionado los problemas que se presentaban y había apoyado económicamente al convento. En cierta ocasión, entre otras muchas veces, le había hecho una donación vitalicia, y dejaba bien claro que era a fin de que la infanta tuviera todo lo que necesitase “por su condición”, es decir Jaime II quería que su hija tuviera el nivel de vida que se merecía por ser quien era, aunque estuviera en un monasterio. El monarca pensaba que este, como fundación real que acogía a las damas de la más alta nobleza de sus reinos, tenía que mantener el ambiente y trato adecuados para ellas.

Pero el tiempo había cambiado y aunque sus sucesores protegían y privilegiaban a Sigena, ya no era lo mismo, en parte porque atravesó una etapa en que la situación económica empeoró y las arcas reales estuvieron mermadas. Blanca, enferma de tisis y con grandes altibajos de salud, y por lo tanto de ánimo, había ido dejando un poco de lado la gestión de la casa y no había moderado los gastos. Estaba más preocupada de la idea de su hermana María de fundar un monasterio de monjas dominicas en Barcelona, en lo que estaban poniendo todo el empeño y fuerza que su salud les permitía.

 

Claustro del monasterio de San Pedro Mártir/Santa María de Montesión, Barcelona, s. XIV, grabado, 1840, colección particular. Fundación de la infanta María de Aragón, ayudada por su hermana Blanca y apoyadas por el rey Pere IV, 

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La bula de aprobación del papa Clemente VI llegó probablemente en 1346, y ahora había que empezar a realizar numerosas tareas para llevar adelante el plan. El 8 de junio de 1347 se fechaba en Barcelona el acta fundacional del monasterio de San Pedro Mártir. María preparó su testamento dejando a Nicolás Rosell como albacea, y estableciendo lo necesario en caso de que le viniera la muerte antes de llevar la fundación a buen término. Eso fue lo que sucedió, y será Blanca la que pondrá su voluntad y esfuerzo del último año de su vida para sacarlo adelante, en el que implicará con gran ahínco a su sobrino Pere, que lo tomará como un designio personal.

A su vez el rey, al traerse de Mallorca a ese valioso fraile de los predicadores llamado Nicolás Rosell, acabará encargándole llevar a cabo el establecimiento con el patrocinio de la casa real. Pere IV le nombró como doméstico, familiar y capellán del rey, estando en Poblet el 18 de agosto de 1346, donde se hospedaba aquel verano con la reina María de Navarra. (5) Los cargos que le daba eran importantes y demostraban mucha confianza y cercanía con el fraile. Las infantas ya se encontraban en Barcelona, pues estaban preparando la erección del convento bajo la advocación de Santa María (titulado de San Pedro Mártir y después de Santa María de Montesión), así que entraron en contacto con el fraile, que fue su confesor en esa etapa, y al que participaron su proyecto. “La infanta Dª Blanca de Aragón (1321-1347). Renunció el priorato en manos del Papa (las prioras eran vitalicias y la Regla no preveía el caso de renuncia), y Clemente VI nombró a Urraca Artal Cornel (1347-1357). Única elegida por el Papa. (…).” (6)

En aquellos meses en que se habían ido del monasterio de Sigena a Barcelona, y trataban de poner en marcha el nuevo cenobio, María enfermó gravemente y falleció, y Blanca siguió adelante con la iniciativa. Fue un tiempo cada vez más revuelto en Aragón y Valencia, y especialmente malo para su sobrino el rey, que tuvo que hacer frente a la muerte de su primer hijo varón, de su esposa a los pocos días, a las negociaciones de un nuevo matrimonio y a los embates de sus nobles, reunidos de nuevo bajo la bandera de la vieja Unión, y a los que ahora apoyaban mayor número vasallos y de ciudadanos, encabezados por su hermano Jaime. 

 

Escudo de Nicolás Rosell, que fue encargado de la erección del monasterio de San Pedro Mártir por la infanta María de Aragón, será nombrado cardenal en 1356 por el papa Inocencio VI a petición del rey Pere IV,

https://it.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Rosell



A pesar de eso el rey Pere seguía ocupándose de asuntos de Sigena, y comunicaba al monasterio el 12 de diciembre que Blanca había resignado el priorato a causa de la enfermedad que padecía, por lo que el papa había nombrado a Urraca Artal Cornel en su sustitución. Les enviaba a su capellán Nicolás Rosell y a su portero que les llevarían las bulas pontificias. Y les pide que acepten sin disensiones a la nueva priora. (7)

Cuando María falleció en 1347 fue enterrada en la iglesia del convento de Santa Catalina de los dominicos de Barcelona. Sin embardo, en la iglesia del Real Monasterio de las Huelgas de Burgos, muy cerca de los sepulcros de su esposo el infante Pedro y de su hija Blanca de Castilla, hay otro con su identificación, pero nos parece poco probable que sus restos estén enterrados allí. La infanta había dejado como albacea al fraile, que era más joven que ellas, para que llevara a efecto sus últimas voluntades, y más tarde, a la muerte de su hermana la priora Blanca, que sucedió un año después, y fue enterrada en el mismo cenobio que María, será su testamentario y tendrá que efectuar numerosas actuaciones con el rey por ello.

Entonces Blanca se quedó muy sola y sabía que a ella también le quedaba poco tiempo, debió de morir en el otoño de 1348, pues en las cartas de septiembre de Pere IV está todavía viva, y a mediados de noviembre el rey sabe que ha fallecido. Probablemente moriría en octubre de 1348.

 

Mosaico en el atrio de la parroquia de San Raimundo de Peñafort, o Santa María de Montesión, la iglesia que correspondía al monasterio fundado por las hermanas María y Blanca de Aragón estaba en otro emplazamiento y era gótica, s. XIV. La actual es neogótica del s. XIX, De Canaan - Trabajo propio CC BY-SA 4.0,

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Trabajar para conseguir que se materializara el deseo de María fue para ella el objetivo y la fuerza que la mantuvo el año que la sobrevivió. Sigena quedaba ya muy lejos en sus pensamientos, sólo quería que su sobrino tomara la idea como suya, la llevara a efecto y que fray Nicolás lo materializara. Pere IV cumplió el compromiso con sus tías y puso todos los medios necesarios. Cuando en 1353, supo que la mayor parte de las deudas que tenía la priora Blanca, ya se habían saldado, pidió al fraile que entregase a las monjas de aquel cenobio, que eran muy pobres, las rentas del castillo de Font-rubí perteneciente a la infanta. Las dos habían ordenado que todos sus bienes les fueran adjudicados.

Los enterramientos de las hermanas en el convento de Santa Catalina de Barcelona, debieron de destruirse, porque después de numerosas vicisitudes, incluso hundimiento de parte de bóvedas, fue demolido totalmente en 1837 tras su desamortización. No queda de ellas ningún bello sepulcro, ni lápida, sin embargo su obra fundamental ha sobrevivido a través del tiempo como un recuerdo de tenacidad. Ambas podrían descansar en paz porque, efectivamente el monasterio de San Pedro Mártir, luego de Montesión, de las dominicas en Barcelona se hizo realidad, y aunque tuvo muchas circunstancias adversas y cambios de ubicación a través de los siglos, perduró, y hoy su iglesia es la parroquia de San Raimundo de Peñafort en la Rambla de Cataluña, y ya en 1947 las monjas se trasladaron a Esplugas de Llobregat, donde se encuentra su convento.

 

Claustro original del monasterio de Santa María de Montesión, s. XIV-XV, que tras muchas vicisitudes fue trasladado en 1947 piedra a piedra a Esplugas de Llobregat, Barcelona, 

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Al mismo tiempo que todo esto iba sucediendo, Pere IV había llevado adelante la apropiación de Mallorca, el Rosellón y la Cerdaña. Tenía intención de que su hija Constanza fuera su sucesora, decisión que iba en contra de los posibles derechos de Jaime, el hermano del rey, lo que les había enfrentado gravemente. Además en abril de 1347 la reina María de Navarra había fallecido cinco días después de haber parido un niño que murió a las horas de nacer. Pere estaba ansioso de tener un hijo varón que le continuara, lo que acallaría las demandas de su hermano Jaime, y el malestar generado en el reino por la sucesión de su hija primogénita en la corona. Ya había iniciado las negociaciones con Alfonso IV de Portugal para casarse con la infanta Leonor. Pere IV actuó de forma muy rápida y al enviar a sus embajadores ya tenía previstos todos los aspectos legales del matrimonio. (8)


Notas


(1) Menéndez Pidal, Juan, Catálogo, I, Sellos españoles de la Edad Media, p. 42, Lamina 7, fotografía 37, AHN, Madrid, 1921. https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000204822&page=1

(2) López Villalba, J. M., Concejo abierto, regimiento y corregimiento en Guadalajara (1346-1546). p. 67, Espacio, tiempo y forma. Serie III, Historia medieval, n.º 5, 1992.

https://revistas.uned.es/index.php/ETFIII/article/view/3540/3397

(3) González Mínguez, C., Documentos de Pedro I y Enrique II en el Archivo municipal de Vitoria, doc. 1, Donostia, 1994.
https://www.eusko-ikaskuntza.eus/es/publicaciones/documentos-de-pedro-i-y-enrique-ii-en-el-archivo-municipal-de-vitoria/art-10042/#

(4) Gutiérrez González, C, J., Señoras y abadesas en torno al códice de Las Huelgas, p. 280, nota 61, 19. Allegro cum laude, ICCMU, Madrid, 2014.

(5) de Alós, Ramón, El Cardenal de Aragón, fray Nicolás Rosell, doc. II, p. 43,

Cuadernos de trabajos de la Escuela Española de Arqueología é Historia en Roma, 1912. https://digital.csic.es/handle/10261/126274

(6) del Arco y Garay, Ricardo, El monasterio de Sigena, p. 34 y 35, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, tomo XXIX, primer trimestre, 1921, Madrid. https://ddd.uab.cat/pub/bolsocespexc/bolsocespexc_a1921m3v29t1.pdf

(7) Sáinz de la Maza Lasoli, R., El monasterio de Sijena, Catálogo de los documentos del Archivo de la Corona de Aragón, 1208 – 1348, I, doc. 1013, CSIC, Institución Milá y Fontanals, Barcelona 1994.

(8) Zurita, Jerónimo, Anales de Aragón, libro VIII, cap. VI, Ed. Canellas López, A., Ed. electrónica Iso, J. J., Coord. Yagüe, M. I. y Rivero, P., 2003, Libros en red. https://ifc.dpz.es/publicaciones/ver/id/2448


La boda de Leonor, infanta de Portugal, con Pere IV, rey de Aragón

Catedral de Barcelona, 18 de noviembre de 1347


Juan Manuel parecía más sosegado, tenía sesenta y cinco años, una edad muy anciana en aquella época. Ya no provocaba levantamientos y alborotos en las tierras del rey, porque tampoco tenía motivos para hacerlo. Pero su carácter no había cambiado, y seguía buscando buenos matrimonios para sus hijos, en este caso, para Fernando Manuel que deseaba casar con Juana de Ampurias o Despina de Romania, la hija mayor del infante Ramón Berenguer, el último hijo varón del rey Jaime II.

De paso continuaba su tendencia a poner cizaña entre los reyes, maquinando y malmetiendo. En septiembre de 1345 estaba negociando el matrimonio de Fernando con la prima del rey. Aprovechó para comunicarle muy secretamente, que sabía lo que sucedía en la corte castellana por algunos consejeros de Alfonso XI, que eran amigos del noble y se lo contaban, le decían: “(…) el rey de Castilla y los de su consejo y señaladamente aquella mala mujer -y decialo por doña Leonor de Guzmán, se guardaban tanto de él (Juan Manuel) que en ninguna cosa que fuese dañosa o perjudicial a las cosas de Aragón y Portugal le llamaban, (…) Que despues de no haber quedado al rey de Castilla cosa alguna de lo que pudo dar fuera de la corona del reino -que se había dado a los hijos que tenía en doña Leonor, buscaba formas como los heredase en lo que era de los reyes sus vecinos; y afirmaba que sabia de cierto que el rey de Castilla queria hacer guerra contra él y contra el rey de Portogal y andaba buscando ocasión como ejecutarlo lo mas sin vergüenza que pudiese; (…).” (1)

 

Retrato de mujer joven, óleo sobre tabla, 1440, Rogier van der Weyden, Galería de Arte de Berlín, - PD-Art-YorcProyect, Dominio público,

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En Portugal, Constanza se encontraba tranquila, la marcha de la doncella Inés de Castro había distendido el ambiente, pero sabía que algunas salidas del infante Pedro eran para desplazarse hasta Alburquerque y estar con ella. En esa pena se había dado por vencida, se acordaba de la reina María en Castilla, abandonada como esposa de Alfonso XI, que tenía la presencia continua de la amante con el rey en la corte, y consideraba que era una situación peor que la suya. Se concentraba en cumplir con sus obligaciones como infanta de Portugal, y como madre. Su primogénita, María en honor de su tía precisamente la reina de Castilla, ya tenía cinco años, Fernando iba a cumplir dos; y, dada la diferencia de edad, también se ocupaba de su medio hermano Enrique Manuel, que ya andaba por los diez años, y se estaba convirtiendo en un adolescente bien educado. Con el tiempo llegaría a ser un caballero muy apreciado por el rey portugués.

Llegaron los embajadores de Aragón para negociar el acuerdo de matrimonio con la infanta, aunque el proyecto agradaba mucho a los reyes y a la infanta Leonor, hubo discusiones por la dote que tendría que dar el rey portugués, él argumentaba que en su reino no había esa costumbre. Pero los diplomáticos le dijeron que ahora todas las reinas que se casaban, aportaban dote. La corte portuguesa se dedicaba intensamente a los preparativos de la boda de Leonor. Todos estaban contentos porque ese casamiento era una buena opción para la menor de los hijos de Alfonso y Beatriz. La relación con aquel reino era muy buena, y ahora sería más profunda, porque el futuro hijo varón de Leonor sería rey.

En los tratos para el éxito del acuerdo colaboraron Juan Manuel con sus cartas, la infanta Constanza, y María Ximénez Cornel (de la que más adelante veremos su vida), condesa de Barcelos, esposa de Pedro de Portugal, y que llevaba años viviendo en la corte y en breve regresaría a su tierra, y dos ricoshombres portugueses. Las reinas e infantas tenían un papel muy restringido en la gestión de los asuntos del reino, pero participaban en ciertas negociaciones, como en el caso de los acuerdos de matrimonio de los hijos y hermanos. Por eso en los asuntos previos de este matrimonio, la reina Beatriz y la infanta Constanza no sólo estarán presentes, sino que contribuirán activamente a su feliz resultado.

 

Jazmines en los jardines de los Reales Alcázares de Córdoba, octubre 2023, fotografía: Jorge de Santaella.

Ambas tomaron parte en las conversaciones de las condiciones del acuerdo, y Constanza recordó a Alfonso la dote dada a María, ahora reina de Castilla, para que tratara igual a su hija menor. Deseaba que saliera adelante este casamiento, por la relación de su familia con los monarcas aragoneses, además ella era prima de Pere IV, y porque pensaba que era una buena boda para Leonor, a la que quería mucho. Así que intervino eficazmente en la negociación y convenció a Alfonso IV: “Y queriendose partir los embajadores, (al no llegar a un acuerdo en la dote y tener ambas partes posturas muy alejadas) la infanta doña Constanza, que deseaba mucho que este matrimonio se efectuase por el deudo que tenia con el rey de Aragón, se interpuso entre el rey de Portugal y los embajadores; e indujo al rey que ofreciese de dar en dote con su hija otra tanta suma como se habia dado al rey de Castilla, que llegaba a treinta y siete mil y quinientas libras barcelonesas; y la reina de Portugal ofreció de dar cumplimiento a cincuenta mil.” (2) Las negociaciones marcharon a buen ritmo, a pesar de la distancia y de lo laborioso de algunos aspectos. Los embajadores del aragonés llevaban poder para representarle y pudo celebrarse la ceremonia.

A Alfonso XI de Castilla no le gustaba este matrimonio, porque fortalecía la unión entre los dos reinos fronteros con el suyo, y porque anteriormente había habido negociaciones para casarla con Fernando sobrino del castellano, por lo que presentó protestas ante las dos cortes vecinas.

Pere le envió embajadores y Alfonso les recibió en Torrelaguna, donde se había reunido con su hermana. Probablemente esta reunión entre Alfonso estaba relacionada con la situación en Aragón y Valencia, y había venido a pedirle ayuda militar. A partir del propósito de Pere IV de que su hija mayor heredase la corona, su hermano Jaime estaba enfrentado con él, y había ricoshombres, nobles y ciudadanos que tampoco aceptaban aquella decisión, lo que añadido a otras quejas y problemas de aragoneses y valencianos que habían restaurado la Unión, había generado una gran oposición al rey. Leonor y sus hijos estaban de acuerdo con ellos, porque Pere había retomado su intención de desheredarlos.

 

Torrelaguna, Madrid, dibujo, s. XVII, a donde Alfonso XI había acudido a reunirse con su hermana Leonor, reina de Aragón,

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La protesta de Alfonso XI no prosperó: “(…) al qual matrimoni lo rey Nanfos de Castella dona aquell contrast que poch, per tal com ell tractava que dit infant don Ferrando nebot seu e frare nostre hagues per muller la dita infanta. Mas finalment los dits missatger nostres esposaren en nom nostrela dita infanta, e ordenaren que lans menassen per mar ab galeres; o axi fon.” (3)

Leonor de Portugal “(...) era muy hermosa y de gentil disposición y grande de persona y de muy excelentes virtudes.” (4) Había cumplido diecinueve años, estaba muy bien preparada para ser reina y había desarrollado una fuerte personalidad, como veremos en su estancia en Aragón; tendrá que enfrentarse a una situación turbulenta de alteraciones y sublevación contra su esposo el rey, y sabrá afrontarlo con firmeza y seguridad. El 11 de junio se firmaba con los embajadores aragoneses el matrimonio por palabras de presente.

En estas fechas tan importantes para la infanta menor de Portugal, su padre le hace un regalo muy especial y con un gran significado, porque las joyas que la infanta María de Aragón había empeñado hacía muchos años en Barcelona, precisamente al embajador Lope Fernández Pacheco, para obtener un préstamo con el que sobrevivir, regresarán ahora en la arqueta de una infanta portuguesa que va a ser reina de Aragón, cuando María habría fallecido. 

El 25 de julio de 1347 el rey Alfonso IV de Portugal entregó a su hija Leonor, entre otras piezas: una corona de oro con cuatro esmeraldas, tres rubíes y seis zafiros grandes, y otras piedras pequeñas y aljófar grabado; una cinta ancha de hilo de plata con esmaltes dorados y hebilla con una cabeza de león; otra esmaltada y dorada; una cinta más estrecha de seda con oro de orfrés; siete copas: una de oro, tres de plata, dos de nácar y dos de cristal, con pies y cubrecopas de plata dorada y con esmaltes; una jarra alta de cristal con pie y cobertura de plata dorada y esmaltada; un cucharero con doce cucharas de plata; dos escudillas de plata. Era el pequeño gran tesoro de una infanta en el siglo XIV. Todas estas alhajas las había comprado el rey Alfonso IV por 2100 libras de moneda de Portugal a dos mercaderes de Lisboa. (5)

 

Cofre de bodas, taracea hueso y madera, ca. 1400, taller familiar de los Embriachi, Florencia, Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

Como ya vimos, la infanta María había recibido del embajador Lope Fernández Pacheco, 200 doblas de oro en préstamo y le había dejado empeñadas sus joyas. Después, nunca trató de recuperarlas, porque siempre tuvo problemas económicos, y ya como monja no las necesitaba. En cuanto a haberlas regalado a su hija, no tenía sentido, por el destino y las circunstancias de Blanca de Castilla. Dada la procedencia de las bellas piezas, el rey de Portugal tuvo buen cuidado de firmar con su hija un instrumento legal ante su notario mayor en los palacios de Lisboa, para que no se le pudiera reclamar por tenerlas.

Con Leonor irían varios notables del reino portugués y un grupo de oficiales, damas y servidores habituales. La acompañaba como dama muy querida, y que vivía en la corte lusa desde antes de que ella naciera, María Ximénez Cornel, la noble aragonesa condesa de Barcelos, que hacía mucho tiempo no cohabitaba con su esposo. María había participado en las negociaciones para el acuerdo de matrimonio con el rey, y ahora sería para la infanta un apoyo fundamental en su nuevo reino. Y, entre otros, también iban su confesor, su clérigo Esteban Alfonso, y su servidora sarracena Axia, a la que unos meses después hará libre.

En vista de la oposición de Alfonso XI al matrimonio, tanto el rey aragonés como el portugués se temían que el castellano entorpeciese el paso de la comitiva por Castilla, como había hecho con Constanza para su boda con el infante Pedro. Así que se decidió que fuera por mar hasta Barcelona. Salieron de Lisboa en octubre, y la armada se dirigió hacia el sur, pasó el Estrecho y bordeando la costa navegó hacia el norte. Era una travesía larga y dependía de los vientos y de los temporales del Atlántico. En octubre, Pere tuvo noticias de sus embajadores que su esposa Leonor vendría a Barcelona, por lo que mandó a sus ricoshombres, prelados y ciudadanos que se preparasen para recibirla y celebrar las fiestas por las bodas. 

 

Carabela latina portuguesa Buena Esperanza, De Navy of Brazil, Attribution, 

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Se siguió un tiempo de alteraciones, grandes alborotos, y enfrentamientos en la reunión de Cortes, cada vez era más difícil que los hermanos Pere y Jaime se entendieran. El rey le llamó concitador y amotinador del pueblo y traidor ante la asamblea, y tenía a dos hombres preparados al lado del infante, para matarlo en caso de que se “desmandase” contra él. Jaime respondió dirigiéndose a los presentes que si a él, que era su hermano, le llamaba traidor, qué sería capaz de llamarles a ellos.

El infante comenzó a enfermar y cada día estaba peor, se presentó en Barcelona, cuando llegó la reina Leonor con la armada portuguesa. La boda se celebró en la misma ciudad, el rey escribe a Pedro de Jérica, gobernador del reino de Valencia: “Femos-vos a saber que-l domingo mas cerca pasado, con la bendición de Dios, celebramos nuestro matrimonio con l’alta dona Elionor, reyna de Aragón, muller nuestra muy cara, en la eiglesia de santa Eulalia de Barchinona; (…) Mas Dios, que no quiere que la condicion humanal en alguna cosa sino en el se pueda gloriar, despues del goyo dito matrimonio, (…) e l’ha plazido dar materia de tristor e de ploro, es a saber, por la muert del alto infant don Jayme, muy caro ermano nuestro, el qual esta nueyt passada, enta ora de media nueyt, (…) passo de aquesta vida.” (6) Le advierte que tenga cuidado en su oficio de gobernación, si por la muerte del infante, los de la Unión en Zaragoza y Valencia hacen alguna “innovacion contra el”, y le dice que si le tiene que comunicar algo al respecto, que lo haga secretamente en sus cartas. Cuando escribe con las mismas noticias a Lope de Luna, señor de Segorbe, sobre la muerte de su hermano, le pide que no lo divulgue a nadie, porque quiere que sea secreto. Esta insistencia en el ocultamiento tenía el trasfondo de la posible verdadera causa de la muerte de Jaime, que no se escaparía al juicio y a la indignación de las gentes de la Unión. “Y según lo que tenía el rey ordenado con el infante don Pedro que se hiciese contra su persona, y su muerte tan acelerada, se tuvo por cierto que le fue dado veneno;” (7)

Se casaron el domingo 18 de noviembre, en la iglesia mayor (catedral) de Barcelona, dedicada a santa Eulalia, patrona de la ciudad. La celebración posterior de la boda no fue brillante por la situación tan revuelta en el reino y por la muerte del infante Jaime, y en seguida se inició la guerra entre la Unión del reino de Valencia y Pedro de Jérica, gobernador de aquel territorio por el rey, que ganaron los unionistas en la batalla de Játiva.

 

 

Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia, Barcelona, en ella se celebró la boda de la infanta Leonor de Portugal y el rey Pere IV de Aragón, De José María Ligero Loarte - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0,

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La muerte del infante Jaime era una gran desgracia para aquellos, porque aglutinaba el movimiento de protesta, y con él sus propias quejas y reivindicaciones, se añadía el argumento de la sucesión masculina de Pere IV. Ahora el guía del levantamiento contra la gobernación del rey Pere y el que podía encauzar el descontento general, era el infante Fernando, el hijo mayor de la reina madre Leonor. Probablemente, en esos momentos debía de estar junto con su hermano en Cuenca, donde residía con su madre, sabiendo que el rey Alfonso les apoyaría con un ejército de hombres castellanos que se encontraban en Soria, junto a la frontera aragonesa.


Notas


(1) Giménez Soler, A., Juan Manuel biografía y estudio crítico, doc. DLXXVI, Madrid, 1932.

(2) Zurita, Jerónimo, Anales de la corona de Aragón, libro VIII, cap. VI, Ed. Canellas López, A., Ed. electrónica Iso, J. J., Coord. Yagüe, M. I. y Rivero, P., 2003, Libros en red. https://ifc.dpz.es/publicaciones/ver/id/2448

(3) Crónica del rey d’Aragó En Pere IV lo Ceremoniós ó del punyalet, libro cuarto, cap. primer, p. 178, edic. Josep Coroleu, Barcelona, 1885.

(4) Zurita, Jerónimo, Op. cit., cap. VI.

(5) Vizconde de Santarem, Corpo diplomatico portuguez, Tomo I, pp. 289 a 294, París, 1846.

(6) La muerte en la casa real de Aragón, Cartas de condolencia y anunciadoras de fallecimientos, doc. 96, Fuentes históricas Aragonesas, 82, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2018.

(7) Zurita, Jerónimo, Op. cit., cap. XVIII.


Guerra de la Unión en Aragón y Valencia, 1347-1348


En este ambiente, Leonor de Portugal se enfrentaba a una situación caótica en el reino, no era lo que había esperado de los primeros meses de su matrimonio, pero aquellas damas habían sido educadas en la capacidad de aceptación y en la fortaleza, y cumpliría con sus obligaciones de esposa y reina al lado de Pere con gran dignidad y ánimo. Le tocó vivir los peores acontecimientos de su reinado.

Ya conocía el estado en que se encontraban Aragón y Valencia. Antes de la ceremonia en Lisboa, les había visitado Juan Alfonso de Alburquerque, que era sobrino del rey Alfonso IV, y primo de Leonor, y venía de parte del rey castellano en un último intento de impedir el matrimonio. Lo que les transmitió entonces era cierto, las circunstancias en la corona de Aragón eran muy turbulentas, no era el momento más oportuno para llegar a aquellas tierras. El rey Alfonso XI lo sabía muy bien por su hermana y sus sobrinos que venían a Castilla, porque participaban en la Unión llamados por el infante Jaime, y él les había dado hombres de armas para ayudarles. Pero la decisión de la boda ya había sido tomada.

 

Combate entre caballeros, miniatura, Histoire d'Olivier de Castille et d'Artus d'Algarbe, s. XV, Philippe Camus, fol. 92r, BnF, 

https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8449031h


Leonor de Portugal se había casado con un rey viudo que tenía tres hijas pequeñas de su matrimonio con María de Navarra: Constanza de seis años, Juana de cuatro y María de tres. Todas estaban tuteladas por el infante Pedro de Ribagorza, y al cuidado de sus ayas, pero ella debía desempeñar un papel acogedor y familiar con las niñas cuando estaban en el mismo palacio. Excepto la mayor, las dos pequeñas casi no tendrían recuerdos de su madre, a pesar de que hacía siete meses que había fallecido, pero dado que en aquella época pasaban más tiempo con sus ayas, y que eran muy niñas, probablemente sería fácil una buena relación con ellas.

Pere envió de embajador al rey de Castilla al castellán de Amposta, de la Orden de San Juan del Hospital, con cartas pidiéndole que por la amistad que tenían, no ayudara a los de la Unión. Con la misma idea escribió a la reina María solicitando su apoyo en esta petición, y teniendo en cuenta el poder de la amante del rey, le repitió la petición a Leonor de Guzmán. Secretamente, el castellán llevaba instrucciones de dialogar con la madrastra del rey, la reina madre Leonor y con su hijo Fernando, para que volviera a su servicio, y le ofrecía tenerle a su lado como hermano y darle la procuración general del reino de Valencia. Incluso el noble Juan Manuel participó para que se viese con el infante Pedro de Ribagorza, que era un hombre de paz, buen negociador y con el que el infante Fernando se llevaba bien, pero este no accedió.

La situación empeoró, Valencia estaba en guerra y Aragón levantado en armas, se dieron enfrentamientos que provocaron muertos y mucha sangre. Los de la Unión mandaron dos mensajeros a la reina Leonor y al infante Fernando que continuaban en Castilla, y le dijeron que, una vez muerto el infante Jaime, le correspondía a él la procuración y gobernación general de los reinos como primogénito, y que como tal viniese a defender sus derechos. Los dos fueron a Madrid a ver a Alfonso y les dio ochocientos hombres de a caballo y compañías de a pie, que tenía en la frontera de Soria, para que fueran a socorrer a los de Valencia. Fernando se hacía cargo como cabeza del movimiento, llamó a su gente de Albarracín, y dijo a los mensajeros de la Unión que ponía su persona y su estado, y de sus parientes y amigos para la conservación de las dos Uniones. (1) Leonor se quedó con su hijo Juan en Cuenca, que era una ciudad de realengo muy inexpugnable y que, aunque los aragoneses habían intentado tomar alguna vez, no lo habían logrado. Un poco después de marchar Fernando, recibió de aquellos la petición de que enviara al infante Juan para que fuese general del ejército que se juntaba en Aragón. Confiaba en que el movimiento de la Unión, que era fuerte y estaba muy extendido por Aragón y Valencia y con el apoyo de su hermano, pudiera triunfar sobre el rey y se respetaran los derechos de sus hijos.

 

Vidal Mayor, versión en aragonés del Fuero de Aragón, s. XIII, Vidal Canellas, obispo de Huesca, y Cancillería Real del rey de Aragón,

https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1630976


 

La infanta Leonor de Portugal comenzó a ocuparse de los asuntos de sus territorios. En diciembre se encontraba en el palacio real de Barcelona y al final de mes iba a desplazarse a Valencia, por lo que ordena a los bailes (autoridad local en Aragón) de varias villas que preparen caballerías y acémilas para su traslado. Se sentía muy incómoda, ya que los de la ciudad se habían ofendido porque, cuando llegó al reino con la armada portuguesa por la costa camino de Barcelona, no habían recalado en Valencia ni se habían abastecido allí, lo que se había interpretado como un acto de desprecio.

Los jurados y hombres buenos habían escrito al rey demandando justicia, porque se sentían agraviados, que la reina no se hubiera detenido en Valencia lo consideraban una muestra de desagrado y un menosprecio hacia ellos. Y eso les inclinaba a fortalecerse en la Unión contra el rey. Aunque había algunos, que le pedían que fueran los reyes a visitarlos para calmar los ánimos. Pere decidió adelantarse él con sus hombres, para comprobar cómo estaba la situación, y que su esposa fuera detrás más lentamente. En Murviedro tuvo que fortalecer el castillo y tomar muchas medidas como el saneamiento de los aljibes para llenarlos de agua limpia, reconstrucción de muros, abastecimiento y otras reparaciones. Se respiraba un ambiente de revuelta en las calles. Estaba retenido, acompañado solamente por algunos consejeros y juristas.

A aquellas demandas que los de Valencia habían hecho por carta al rey, la reina les había respondido, entre otros argumentos, que: “E sabe Deus que nus pesou e pesa muy de coraçon de todas essas tribulaciones que dizedes e nos preçebuda a dita carta vossa falamos con nosso senhor el rey como entendimus que compria e ell logo outro dia per la mainhana tomou seu caminho para ala e nos seguiramuslo o mais que poderimus e se per vos non estovier vosa acharedes benigno a misericordioso e nos outrosi faremos todo aquel que podermus para todo seer assessegado e tornado ao stado que debe.” (2)

Tarragona medieval, s. XIV, tiempos de Pere IV de Aragón, diseño de Itínere y Hugo Prades, 

https://www.itineredidactica.cat/es/tarragona-medieval/




El 19 de enero ya estaba en Tarragona y pide a los bailes de Villafranca y otras villas que preparen monturas y acémilas para su desplazamiento a Valencia. Después llegaba a Murviedro (nombre medieval, que desde 1868 se cambió por el antiguo romano de Sagunto) donde la situación era de gran hostilidad y tensión. Pere se encontraba sin poder salir de la fortaleza, con muy pocos hombres, aunque había enviado mensajeros solicitando la venida de hombres de a caballo y peones de villas y aldeas cercanas. En ese ambiente de guerra entraba Leonor en Murviedro y se reuniría con su esposo, allí recibiría a Alfonso Navaes, consejero de su padre, que quería mediar entre las partes. Comunica a los jurados de Valencia que lo envía el rey de Portugal y ella misma por algunos temas que él les comunicará. El contacto con su familia era continuo, su padre está informado de la situación que vive su hija, y preocupado envía mensajeros y negociadores, y su madre le escribía a menudo, y también lo hacían, su hermano Pedro y su cuñada Constanza Manuel. En la corte lusa estaban intranquilos por lo que sucedía en Aragón y porque también tenían noticias de que la peste se estaba extendiendo causando gran mortandad, al igual que ocurría en Portugal y Castilla.

Su hijastra Constanza le mandó una carta, probablemente escrita por su aya que se habrían quedado en el Palacio Real de Barcelona, contándole que tanto ella, como Juana y María, están bien y le pregunta por su salud, a lo que Leonor responde que se encuentra bien y que se alegra por el bienestar de las tres niñas.

Diferentes cargos de Portugal irán presentándose en Aragón, y Leonor velará porque tengan su camino sin problemas. Poco después, previendo seguir su marcha a Valencia, pedirá a los bailes del camino que va a hacer, que tengan preparados animales de montura y de carga para refresco. Todavía en Murviedro manumite y libera a su sierva sarracena Axia y a un hijo suyo, por los muchos servicios que le hacen. Ambos serían libres y podrían vender, donar y actuar libremente. Más adelante llegará a Valencia Juan Juanes de Montalbán, canónigo de la diócesis portuguesa de Idanha-a Velha, y lo acoge como clérigo de su corte. (3)

 

Clemente VI, papa en Aviñón, fresco, a. 1344-1345, Matteo Giovannetti, capilla de San Marcial, Aviñón, Francia,

https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9096873



El papa Clemente VI conocía la guerra que se vivía en Aragón y Valencia, el enfrentamiento entre Pere IV y sus hermanos Fernando y Juan, y el descontento y levantamiento de buena parte de los súbditos en esos dos reinos. Envió un nuncio para servir de mediador y llegar a un acuerdo de paz. Al mismo tiempo el principado de Cataluña mandó al obispo de Tortosa y al abad del monasterio de Ripoll, y representantes de la ciudad de Barcelona y de Mallorca, con la misma intención. También Alfonso XI buscaba solución al conflicto planteado, enviando a Fernán Pérez de Portocarrero para concordar a Pere y al infante Fernando. Y este y su madre Leonor, al deán de Valencia, para buscar una salida pacífica. El rey accedió a dar a su hermanastro la procuración general y solicitó al rey de Castilla que mandase al infante despedir a la gente que traía de Castilla. Pere cedió porque estaba encerrado, preso en la fortaleza con la reina y unos pocos de sus oficiales y consejeros.

Y con esto iba el rey entreteniendo y disimulando, esperando que sus gentes se juntasen para poder ejecutar su ira contra los infantes sus hermanos, contra quien principalmente estaba mas indignado.” (4) Poco después pudo partir acompañado de algunos hombres de la villa para protegerlo, y antes de llegar a Valencia, salieron a recibirlo su hermanastro Fernando con los de la Unión y gentes armadas. Su esposa iba detrás, y cuando llegó a la ciudad la recibieron con fiestas de bienvenida como nueva señora y reina. Pero aquello era un espejismo, los hechos posteriores borrarían la aparente buena recepción.

El Domingo de Pasión (quinto domingo de Cuaresma en aquel tiempo) entró gente al palacio real, hubo un gran alboroto en el que se vio envuelto el rey y tuvo que salir a caballo con unos pocos de sus hombres. Por la noche ya muy tarde, se presentaron de nuevo en el palacio siguiendo con las fiestas por la llegada de la reina a la ciudad, iban bailando y llevaban trompetas y atabales, los reyes fueron forzados a bailar al son de la música, y se encontraban prácticamente secuestrados.

 

El Carnaval en Madrid (Impresión), óleo sobre tabla, ca. 1887, Antonio Pérez Rubio, Museo Nacional del Prado, Madrid.

Leonor vivía todo aquello con paciencia, aunque a veces veía el enfado y sonrojo que dominaba a Pere, ella trataba de sosegar el ambiente que le rodeaba, e iba resolviendo las cuestiones que se le planteaban como los nombramientos de los recaudadores de los impuestos que los judíos debían pagar al rey en Cervera, Valencia y Villafranca; y procurando hacer una vida lo más normal posible. La presencia de María Ximénez Cornel, con la que podía hablar portugués y confiarse, era un gran alivio en aquellas adversidades. En mayo ordenaba a los oficiales y súbditos del rey que pueda transitar libremente en el camino que debe hacer Vicente Pérez, escudero, con su familia y sus cosas, al que envía a visitar a los reyes de Portugal.

Antes de que acabase mayo, murió Juana de Foix, esposa del infante Pedro de Ribagorza, lo que le produjo un gran dolor. Leonor le escribe una carta de condolencia, transmitiéndole la actitud estoica y de aceptación ante la muerte, que era la reacción habitual, porque lo consideraban designio de Dios y que los fallecidos pasaban a una vida mejor desde este “mundo miserable”.

El rey ya había accedido a diversas peticiones en Murviedro, después lo haría con los de la Unión de Valencia, y había reconocido al infante Fernando el derecho de primogenitura, declarado sucesor en caso de que no tuviese hijo varón y le había dado la procuración y gobernación general de los reinos. Pero el tiempo pasaba y no se solucionaba la grave situación, si Pere cedía a todas las demandas era porque el infante Fernando tenía gran cantidad de ejército, y la fuerza de las armas le tenía supeditado, en cuanto dispusiera de gente armada suficiente, todo cambiaría. Mientras tanto, la peste se cernía sobre el reino. “Estant lo fet en aquest estament comença en la ciutat de Valencia la gran mortaldat en lo mes de maig del any de nostre senyor M.CCC.XLVIII; e cresque entant, que ans que fos mijant juny hi moriren tots jorns mes de CCC persones.” (5) La mortal enfermedad perseguía a Pere y Leonor en la ciudades y villas. 

 

La peste, temple sobre tabla de abeto, 1898, Arnold Böcklin, Museo de Arte de Basilea, Suiza, 

https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Arnold_B%C3%B6cklin_-_Die_Pest.jp


Poco antes de salir de Valencia recibieron una triste noticia. El infante Pedro de Ribagorza estaba con las niñas del rey y su propia familia en Montblanc, mientras el monarca seguía su periplo forzado, y les había comunicado la muerte de María, la más pequeña de ellas, también por la peste. Su padre el rey Pere, acoge la noticia con la entereza habitual. Le advierte que como la epidemia continúa, cuando empieza en una casa sigue, le pide que las infantas Constanza y Juana sean trasladadas de Montblanc al monasterio de Poblet. Le recuerda que vistan ropas negras. (6)

Ya casi finales de junio, el rey reunió a gentes de la Unión de Valencia para decirles que le tenían allí en gran riesgo para su vida, y ellos aceptaron su marcha para evitar el peligro. (Lo que demuestra que la Unión quería que se respetaran sus derechos y no deponerlo) Salieron los reyes con muy pocos acompañantes, se dirigieron a Torres camino de Teruel. Además de los problemas que les planteaban los de la Unión, ahora huían también de la extensión de la peste, Leonor estaba viviendo un tiempo de pesadilla, desde su salida de Barcelona, a la que no regresaría más, las estancias de Murviedro y Valencia habían sido una prueba para su fortaleza de ánimo y su equilibrio. Sin embargo, seguía tranquila y encantadora al lado de Pere, y realizando las tareas de reina, dueña de sus posesiones. Desde allí a 27 de junio, escribía a los lugares de Cubla y Aldehuela y otras aldeas de Teruel, para que no pusieran impedimentos ni veda o embargamiento a Francisco Santa y otros hombres que le acompañan, porque ella ha mandado que vayan a sus dehesas a cazar conejos y otra caza en la zona, antes bien les den ayuda si la necesitan. (7)

La peste se extendía por el territorio, y mientras Leonor permanecía en Teruel, Pere hacía ciertos movimientos con sus nobles más fieles para movilizar más fuerzas contra los sublevados. En Épila, los de la Unión mandados por el infante Fernando, combaten la villa. Lope de Luna con sus hombres, acompañado de Alvar García de Albornoz con sus vasallos, dejaron el cerco de Tarazona y se dirigieron hacia allí, atacaron muy duro al pendón de Zaragoza, donde estaba el infante Fernando al que hirieron en la cara de una lanzada, lo tomaron preso los castellanos y ganaron la batalla. Alvar García de Albornoz, temiendo que el rey Pere matara a su hermanastro se lo llevó a Castilla para evitarlo, pero una vez restablecido, volvería a seguir apoyando a la Unión de Valencia. Con esta contienda se acabó el levantamiento de la Unión de Aragón, Pere impuso sus condiciones y mandó ajusticiar a algunos de los participantes. 

 

Portada del Palacio de la Aljafería, Zaragoza, que Pedro IV utilizó muy a menudo como residencia regia, De I, Escalati, CC BY-SA 2.0,

                                       https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2248848



En agosto Leonor ya se encontraba en el palacio de la Aljafería al lado del rey, que asistía a reuniones de Cortes en el convento de los Predicadores, donde había condenado los actos realizados por la Unión, mandó quemar sus escrituras y destrozar su sello.


Notas


(1) Zurita, Jerónimo, Anales de la corona de Aragón, libro VIII, cap. XX. Ed. Canellas López, A., Ed. electrónica Iso, J. J., Coord. Yagüe, M. I. y Rivero, P., 2003, Libros en red. https://ifc.dpz.es/publicaciones/ver/id/2448

(2) Rodríguez Lajusticia, F. S., Los documentos de Leonor de Portugal, reina de Aragón (1347-1348), contenidos en su único registro cancilleresco. Doc. 5, Santander. Estudios de Patrimonio, 2, 2019. https://doi.org/10.22429/EUC2019.sep.02.06

(3) Ibidem, docs. 4 y 25.

(4) Zurita, Jerónimo, Op. cit., cap. XXIII.

(5) Crónica del rey d’Aragó En Pere IV lo Ceremoniós ó del punyalet, Parte cuarta, cap. 6, p. 199, edición Josep Coroleu. Barcelona, 1885.

(6) La muerte en la casa real de Aragón, Cartas de condolencia y anunciadoras de fallecimientos, doc. 105, Fuentes históricas Aragonesas, 82, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2018.

(7) Rodríguez Lajusticia, F. S., Op. cit., doc. 44.

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