05 junio 2025

11. Constanza Manuel, el infante Pedro y la doncella Inés de Castro.



 

Constanza Manuel en la corte de Portugal


Constanza Manuel estaba adaptándose a su nueva vida de casada, el infante tenía un carácter cambiante y no era fácil prever sus enojos. Algunos autores señalan que era tartamudo e irascible, por lo que es posible que también fuera bastante nervioso y se enfadara con frecuencia. En la corte de Lisboa se esperaba ansiosamente que la recién casada se quedara embarazada, pero el primer año no tuvo descendencia. Según la época del año y las necesidades de gobierno del reino, el rey y la corte se trasladaban y paraban en los palacios de Lisboa, Coímbra o Santarem.

Después de haber recibido en palacio el pleito homenaje de los representantes de los concejos de las villas y lugares que tenía en arras por su matrimonio, Constanza, acompañada del rey Alfonso IV y del infante Pedro, visitó Alenquer, que se encuentra cerca de Lisboa, y pudo comprobar que era una populosa villa con un buen castillo y el convento de los franciscanos. Además existía una iglesia del Espíritu Santo, al lado de la cual había un hospital para pobres y peregrinos, que tradicionalmente se tenía por fundación de la infanta Sancha, y que las reinas habían favorecido. Isabel de Aragón habría sido una de ellas, por lo que Constanza se tomó un gran interés por la institución.

Más tarde fueron a Montemor o Novo, que está a tres jornadas de Lisboa, y pararon en el castillo. Por último, cuando la corte estaba en los palacios de Coímbra, Constanza pudo conocer Viseu que se hallaba a dos jornadas al norte, y era una ciudad fortificada con potentes murallas. Ya había empezado a ocuparse de sus tres posesiones, de resolver las cuestiones que le planteaban sus vecinos y de que se recaudasen sus rentas, que le servían para sus gastos personales.

 

Retrato de Clara Bianca von Quandt con laúd, 1820, Julius Schnorr von Carolsfeld, Antigua Galería Nacional de Berlín, -

The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=158804



Cuando podía dedicarse a las labores, la reina Beatriz llamaba a su lado tanto a Blanca de Castilla como a Constanza para que compartieran las horas de más luz natural cosiendo, bordando o tejiendo, a veces Constanza enseñaba alguna habilidad a la pequeña Leonor, otras ocasiones escuchaban a nuevos juglares que llegaban a la corte y las entretenían con sus romances y su música. También estaba con ellas una dama aragonesa, María Ximénez Cornel, que aunque era condesa de Barcelos y su esposo estaba vivo no convivía con él, y ella solía habitar en la corte.

Tal vez eran los momentos más agradables y distendidos de las damas de aquel tiempo, con sus confidencias, su solidaridad y las horas tranquilas en un refugio, un universo sólo de ellas, femenino. También se encontraban las damas y doncellas de cada una, como Inés de Castro, que era muy reservada. Constanza la observaba con preocupación, sus pensamientos volvían a las miradas de Pedro hacia ella y cómo sus ojos la seguían cuando se trasladaba de lugar. Era hermosa y tan joven como el infante, a quien Constanza llevaba cuatro años. El largo periodo de tiempo en que Alfonso de Castilla había impedido su matrimonio fue muy negativo para ella, porque al retrasar la boda, las circunstancias habían cambiado notoriamente, no sólo por su edad, sino porque tal vez la Castro no hubiera sido llevada entonces a Lisboa.

 

El rey Alfonso XI estaba muy satisfecho de la victoria de Tarifa, porque había conseguido frenar la invasión del sultán de Marruecos, pero sabía que aún le quedaba tarea por hacer, tenía que asegurarse la recuperación de dos plazas fuertes fundamentales en el dominio del Estrecho: Algeciras y Gibraltar, que ya habían estado en manos castellanas. También necesitaba mantener controlado al emir de Granada. Pero ahora que regresaba a Castilla, iba a parar en Llerena, donde había convocado Cortes para obtener algunos ingresos, porque las arcas reales estaban vacías; y tenía en mente su agradecimiento a Dios y a las devociones que él pensaba que habían hecho posible ganar aquella batalla crucial.

 

Casa Maestral de la Orden de Santiago en Llerena, Badajoz, donde se aposentaba el maestre, después sede del Santo Oficio, en aquella se celebraron Cortes con Alfonso XI en 1340, 

https://turismo.llerena.org/wp-content/uploads/2023/03/Casa-Maestral-5-1200x900.jpg


El primero lo hizo a la virgen del Pilar, en la iglesia mayor de Sevilla, donde la hermandad de su advocación tenía una capilla, probablemente en la misma ubicación que la de hoy, al lado de la Puerta de Palos y de la Giralda, (aún era la mezquita mayor cristianizada) porque Alfonso en 1327, cuando habla de sus milagros y dice expresamente que él es “confradre”, confirma la importancia de la labor de la cofradía y la donación del solar donde se construyó el real hospital al lado del alcázar hasta la catedral, y añade: “(…) y un santo logar dentro en la eglesia Catedral de Santa Maria de la Cibdad sobre dicha, el cual es dicho, y nombrado Santa Maria del Pilar, (…).” (1) La imagen que vemos hoy es una bellísima escultura gótica de 1500 realizada por Pedro Millán, y no se sabe qué sucedió con la que hubiera entonces.

Alfonso no había conocido a sus padres, Fernando y Constanza, pues murieron cuando él era muy pequeño. Sus referencias familiares más fuertes eran su abuela, María de Molina, y su tío, el infante Pedro. Probablemente fue aquella la que le encaminó en la devoción de la virgen del Pilar, y la que le introdujo como cofrade, al igual que hizo con su hermana Leonor. (2) El rey era consciente de su importante labor de asistencia, hospitalaria y de redención de cautivos en Berbería, y que era muy útil a la corona, por lo que la había privilegiado en varias ocasiones, para favorecer sus tareas. Cuando era muy niño, su tío Pedro, como tutor, les había donado un terreno para construir un hospital de peregrinos que ya estaba en funcionamiento. También, todavía era menor, el 22 de julio de 1322 en Sevilla, con autoridad de sus tutores (probablemente el infante Felipe, que también era hermano de la cofradía, fue quien lo mandó hacer), “(…) acogía bajo su custodia y protección a la cofradía de Nuestra Señora del Pilar en Sevilla, y le concedía privilegios y la autorizaba a predicar y recibir limosnas por todo el reino.” (3) Tras la victoria de Tarifa, asistió junto a los cofrades a una misa de acción de gracias. 

 

Virgen del Pilar, catedral de Sevilla, capilla al lado de la Puerta del Lagarto, Pedro Millán, s. XV,

                                          https://www.archisevilla.org/la-virgen-del-pilar/



A finales de noviembre se encaminaron hacia el norte para regresar a Castilla, siempre tomaban la antigua vía romana de la Plata, porque era más corta y tenía menos obstáculos que ir por Jaén. Pararon en Llerena, donde el rey reunió Cortes. Era un lugar importante de la Orden de Santiago, a menudo sede del maestre en una casa palacio, y que ahora era utilizada por Alfonso Méndez de Guzmán, en la que se alojaron los monarcas, y en una de las grandes salas se reunieron los religiosos, ricoshombres, caballeros y algunos representantes de los concejos.

Fue en Llerena, el 3 de diciembre, cuando el rey concedió a María el señorío de Salamanca, que antes había sido de la reina Constanza, su madre y tía de la reina, por ser hermana de su padre. La reina María se encontraba con él, y esta donación probablemente era el agradecimiento de Alfonso a su ayuda con el rey luso. A partir de entonces, ella se ocupará de los asuntos de la ciudad, “(…) tres días despues confirmaba la reina á la ciudad todos sus privilegios, al recibir pleito homenaje de sus hombres buenos.” (4) El 15 de diciembre continuaban en Llerena, habitando en el palacio del maestre de Santiago, y María mandó a su escribano que escribiera varias cartas, dos de ellas eran para su señorío de Salamanca, en una se ocupaba de las mujeres de la ciudad, para que no respondiesen de las deudas de sus maridos con sus bienes. En la otra “(…) dispuso que los jueces permaneciesen en la ciudad cincuenta días después de cesar en sus cargos, para que pudiesen establecerse contra ellos las reclamaciones por los que tuviesen derecho;” (5)

Alfonso llevaba otro de sus propósitos tras la victoria de Tarifa, quería parar en Guadalupe, donde ya había estado a la venida hacia Sevilla, y había pedido a la virgen ayuda para derrotar a los benimerines. En algún momento había temido perder la contienda, porque se habían enfrentado a un ejército mucho mayor que el castellano-portugués, y haberla ganado le pareció un milagro. A su regreso deseaba volver a Las Villuercas para mostrar su gratitud ante la Señora de Guadalupe. Era una pequeña iglesia que Alfonso había visitado varias veces, siempre en su camino hacia el sur o de vuelta de allí, y por la que había tomado un especial interés, se había prometido a sí mismo que lo convertiría en un gran santuario, por los muchos milagros que le habían contado de los peregrinos que acudían a ella. 

 

Real Monasterio de Santa María de Guadalupe enclavado en Las Villuercas, Cáceres, donde Alfonso XI solía cazar osos antes de fundar una Puebla y mandar construir una iglesia más grande en 1340, tras la batalla de el Salado,

https://geoparquevilluercas.es/sitios-culturales/28-el-real-monasterio-de-santa-maria-de-guadalupe/



En la Sierra de Guadalupe, donde el rey había ido a cazar osos, existía desde antiguo una pequeña y humilde iglesia, “cassa muy pequenna e estaba derribada,” (6) según dice el propio rey en una de sus cartas sobre su nueva y más digna construcción, en la que se veneraba la imagen de una virgen morena, probablemente románica hecha de madera de cedro, que tenía la vieja leyenda de haber sido encontrada por un pastor en tiempos revueltos posteriores a la conquista de la zona por los cristianos.

Desde hacía muchos años se había convertido en un lugar de peregrinación por su consideración milagrosa. Cuando la reina María había ayudado al monasterio de San Clemente de Toledo, propietario de Azután, villa con un puente sobre el Tajo, una de las cuestiones que tuvo que resolver el rey, era la reclamación de las monjas, pues el concejo de Talavera había mandado destruir el puente de Pinos sobre el río Tajo en aquella villa. Esta había sido donada al monasterio desde tiempos del rey Alfonso X, porque precisamente era un lugar muy transitado, al principio por los ganados trashumantes que iban y venían en ciertas fechas, y después por lo romeros que peregrinaban a la ermita de Guadalupe para pedir por alguna necesidad o dar gracias por la concesión de algún don. María y Alfonso se habían interesado en la resolución del problema.

Este era uno de los pocos aspectos en los que María y Alfonso tenían una gran afinidad, pues se comprueba en numerosas acciones plasmadas en cartas y privilegios en los que ambos toman decisiones identificándose y apoyándose mutuamente con ayudas y mercedes a instituciones religiosas de muy diferentes localizaciones. Sin embargo, no era este un terreno en el que Leonor de Guzmán participara, probablemente no tenía interés en mantener devociones con el rey.

 

El papa Benedicto XII a ruegos del rey Alfonso XI, emitió la Bula Dum ad personam, nombrando al cardenal Pedro Gómez Barroso, como rector de la iglesia de Santa María de Guadalupe, para que se acometa la construcción de un gran santuario, 

https://www.vatican.va/content/benedictus-xii/es.html


Alfonso había escrito al papa Benedicto XII para que favoreciera a la iglesia de la virgen, y se había encargado de la construcción de una nueva y mejor que la existente hasta entonces, pero los trabajos iban muy lentamente, y el pontífice se interesa por ello hacia 1335, el 2 de junio con la Bula Dum ad personam en que encarga al cardenal Pedro Gómez Barroso (amigo personal y consejero de los reyes y que había sido obispo de Cartagena) al que nombra como rector de la iglesia de Santa María de Guadalupe, y que se acometa el deseo del monarca de hacer un gran santuario. Gil Álvarez de Albornoz desde la sede toledana facilitará los aspectos religiosos. El rey también se ocupó de que se diera carácter de Puebla a la villa que se encontraba al lado del santuario y que acabaría dependiendo de Talavera, por lo que quedaba bajo la protección de la reina María.

A primeros de enero de 1342 desde Valladolid, la reina atendía de nuevo a las necesidades de Salamanca, y “(…) establecía que cada año viniese á esta ciudad un juez pesquisidor ó corregidor, para que corrigiese las justicias; este cargo no podia conferirse sino á hombres de honrada fama y que no fuesen de Salamanca; garantía de imparcialidad de su inspección; así mismo, como ya hemos dicho, nombró cuatro regidores más. (…) y en el concepto de señora de Salamanca, hizo estos y otros nombramientos doña María; cosa jamás realizada por ninguno de los señores de Salamanca, (…) Durante el largo tiempo que doña María gozó este señorío, dió multitud de disposiciones para su buen régimen, (…) y varias para proporcionar hombres y dinero al rey Alfonso XI, con que atender al cerco de Aljeciras.” También mandaba “(…) que no se despachasen cartas de apremio, para que los cogedores ó los recaudadores de los pechos los cobrasen en esta ciudad y su término, por los agravios que hacian a los vecinos;” (7) Como vemos muchos de los problemas abordados por la reina para sus ciudades y villas, tienen que ver con la justicia y los funcionarios que la aplican o con los abusos de los recaudadores de impuestos; también eran cuestiones recurrentes en las peticiones de los concejos en las sesiones de Cortes.

 

El rey Eduardo III de Inglaterra entregando Aquitania a su hijo, Eduardo de Woodstock, príncipe de Gales. En la letra E inicial del folio 31r, de British Library, a. 1390, Cotton MS Nero D VI,

De Desconocido - http://www.english.upenn.edu/~jhsy/chaucer-ppp-bp.html#ms, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=438394



Hacía años que el rey Edward III de Inglaterra buscaba fortalecer la amistad y alianza con Alfonso, mediante el matrimonio de una de sus hijas con Pedro, el infante heredero. Las negociaciones sufrieron altibajos, y las interferencias de las mismas aspiraciones del monarca francés. Por estas fechas el monarca había vuelto a recordar el posible matrimonio de los infantes. De los caballeros ingleses que se incorporarán al asedio de Algeciras, el conde de Derby continuará las conversaciones sobre el tema. María había intervenido en los tratos y en la correspondencia con el rey, mostraba interés porque también se desposara su hermana con algún príncipe inglés, (tendría que ser Edward de Woodstock, que era el más cercano a su edad), pero esta opción para la infanta Leonor de Portugal no fructificó.


Notas


(1) Tradiciones religiosas de Sevilla, Historia de la Hermandad y Hospital de peregrinos bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar, pp. 44 a 51. Sevilla, 1889.
https://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=150787

(2) Ibidem., pp. 21 y 22.

(3) Montes Romero-Camacho, I., La documentación de Alfonso XI conservada en el Archivo de la catedral de Sevilla, doc. 14. En la España medieval, 2, 1982 https://idus.us.es/handle/11441/53526

(4) Villar y Macías, M., Historia de Salamanca, Tomo I, libro IV, cap. 1, pp. 421 y 422, Salamanca, 1887. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=5850

(5) Ibidem, pp. 442 y 443.

(6) García, Sebastián, O.F.M., La biblioteca mayor y el archivo histórico del Real Monasterio de Guadalupe: fondos y funcionamiento, p. 151, Actas XXXVI (AEPE), https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/congreso_36/congreso_36_23.pdf

(7) Marcos Rodríguez, F,, Los documentos del archivo catedralicio de Salamanca. Siglo XIV, doc. 560, p. 476, Conspectus Bibliographici, Salmanticensis, vol. 8, fasc. 2, 1961 Universidad Pontificia de Salamanca.
https://summa.upsa.es/results.vm?q=id:0000006469&lang=es&view=main


Cerco de Algeciras, 2 de agosto de 1342 a 26 de marzo de 1344


Se avecinaba un asedio a la ciudad de Algeciras, llave del Estrecho por el oriente frente a Ceuta. Iba a ser un cerco muy duro, trabajoso y de más de veinte meses. A los hombres que participaron les costó sangre, sudor y muerte. Allí murieron numerosos peones, gentes humildes del común, ballesteros, lanceros, caballeros y algunos ricoshombres. Unos en las contiendas, y otros de enfermedades, entre los que se encontraba el maestre de la Orden de Santiago, hermano de Leonor de Guzmán. La dama se aposentó en Tarifa, cerca de la villa sitiada, y recibió de él una misiva muy importante.

Un asedio no era solamente un lugar de guerreros, de máquinas de guerra, de armas, armaduras y caballos, era una ciudad con casi todos los servicios que había entonces. Los grandes nobles y ricoshombres llevaban sus propios servidores que hacían múltiples trabajos, pero eran necesarios artesanos de diferentes oficios y vendedores. Desde Córdoba, Écija, Sevilla, y otras ciudades y villas de la zona se desplazaban hasta allí, además de algún cambista, mercaderes y comerciantes que vendían harina, cebada, garbanzos, manteca, habas, higos secos, aceite, tocino, vino, paños y otras mercaderías; artesanos y oficios como carniceros, panaderos, aguadores, pastores de los ganados que tenían que traer, algunos sastres y zapateros remendones, barberos, herreros y herradores.

Todos ellos estaban más retirados de la villa sitiada, para evitar el peligro de las saetas, las piedras o las pellas de hierro lanzadas por los sitiados, y sus cabañas o tiendas se alineaban a lo largo de lo que acababan pareciendo calles. La crónica castellana la llamará, cuando hable del incendio que se producirá, “la rua en que posaban muchos mercaderes”. (1)  

 



Carlomagno saliendo de Aquisgrán con sus soldados, miniatura del Codex Calixtinus, ca. 1138-1172, Archivo-Biblioteca de Santiago de Compostela,

https://www.cultura.gob.es/cultura/archivos/difusion/registro-memoria-unesco/2017/codice-calixtino/liber-calixtinus.html



Un sitio con tantos hombres, probablemente varios miles entre caballeros, peones y servidores en ciertas temporadas, y sus caballos, mulas y acémilas y los ganados necesarios, además de necesitar un gran espacio, requerían agua potable alejada de las letrinas, que también había que prever. La falta de buena organización en ese aspecto provocaba graves problemas de disentería e infecciones en los campamentos de guerra. La convivencia producía altercados, peleas y robos porque se desplazaban ladrones, prostitutas y malhechores, por lo que el rey tenía allí a sus alcaldes y alguaciles para imponer justicia.

Una vez obtenida la aprobación de las alcabalas, Alfonso se fue a Valladolid para pasar la Pascua de Resurrección, fiesta muy importante entonces, con la reina María y su hijo Pedro, que estaban allí, también acudieron Pedro Fernández de Castro y Juan Manuel. (2) María se mostraba muy contenta, porque para ella festejar juntos esa celebración significaba mucho. Pedro tenía siete años y estaba feliz por tener a su padre con ellos. Acompañados de los dos magnates y algunos otros caballeros del rey, asistieron a misa en la iglesia del convento de San Francisco, y tuvieron una comida especial, con potaje, y tras la abstinencia cuaresmal, jabalí y venado de los que había cazado el rey en la montería de los montes de León.

 

 

Escena de caza, miniatura de Tacuinum Sanitatis, Ibn Butlân, fol 69v, Bibliothèque nationale de France. Département des Manuscrits. Latin 9333, 

https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b105072169/f152.item


Probablemente había sido en algún momento de estos primeros meses del año, cuando Leonor se puso de parto y tuvo una niña, la única hija de ambos, a la que puso el nombre de Juana, en honor de su madre, Juana Ponce de León, y de su hermana Juana de Guzmán. Tras su nacimiento, después de junio, Leonor pudo viajar hacia el sur con el rey. De la niña, hay noticias el 2 de febrero de 1343, porque ya tenía despensero mayor, que escribía ese día una carta de recudimiento a los obispados de Osma y Sigüenza, nombrando dos oficiales en su sustitución para el cobro del diezmo del pan y del ganado, (3) (el despensero mayor se dedicaba a requerimiento de impuestos). En seguida le pusieron como aya a Beatriz Fernández, de la que no tenemos información, más que la que nos ha llegado a través de un privilegio posterior, en el que se corrige una donación que se le había hecho.

Mientras tanto la reina se consagraba a una de sus más queridas ocupaciones como era ayudar a algunos establecimientos religiosos con los que tenía trato y visitaba de vez en cuando. Estando en Valladolid se interesó por la situación de las dueñas del convento de Santo Domingo el Real de Madrid, que se encontraba cerca del alcázar, al que acudía cuando estaba en la villa, y en marzo de 1342, le concedió 1000 maravedís de las rentas que recibía de Guadalajara (4)

 

Fachada de la iglesia del convento de Santo Domingo el Real de Madrid, dibujo: Daniel Ubarrieta Vierge, grabado: Enrique Alba y Rodriguez, El Museo Universal, 28 febrero 1869, (9): 68. ISSN 1889-8440, Dominio público,

https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=43373872



Pero no perdía de vista las cuestiones de gobierno que realizaba el rey. No mucho después, cuando Alfonso estaba buscando ayudas para cercar Algeciras, y envió a Alfonso Fernández Coronel como embajador a visitar al papa en Aviñón para solicitar que aprobara la construcción de una nueva sinagoga de los judíos de Sevilla. Aprovechando el viaje, la reina le rogaba: “(…) á favor de Pedro Fernández, prebendado de Santa Leocadia de Toledo, y su comensal, que sospechamos fuese después chantre de Sevilla y su canciller, y también a favor de Martín García, canónigo sevillano y comensal de la misma infeliz consorte de Alfonso XI.” (5) Tenemos dudas de quien fuera este Pedro Fernández, que no identificamos como canciller de la reina.

Los reyes tenían entonces “comensales” (en este caso son clérigos, y este término no implica necesariamente que fueran religiosos, sino también podían ser hombres doctos que habían estudiado en universidades y sabían de leyes, gramática, matemáticas u otros conocimientos), calificación que significaba que vivían a sus expensas, habitando en sus casas como familiar o dependiente. Por ejemplo, Alfonso tenía como tal a Nuño Pérez, canónigo de Santiago y Sevilla, un hijo bastardo de Pedro Núñez de Guzmán, el padre de Leonor de Guzmán, y por lo tanto hermanastro de esta. Ahora Fernández Coronel llevaba el encargo de conseguir para él, dispensa de ilegitimidad y posibilidad de obtener cualquier dignidad eclesiástica, “(…) y para retener ciertas prebendas en Sevilla y Santiago de que ilegalmente se le había provisto, acaso á instancias del mismo rey.” (6)

En el monasterio de Santa María la Imperial de Obarenes existía una imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Obarenes, por la que la reina sentía gran devoción, y que se veneraba en su iglesia, una obra muy hermosa de gran tamaño realizada con trazas góticas. En mayo de 1342 en Segovia, quiso donar 300 maravedís anuales para el sostenimiento de una lámpara que estuviera encendida siempre ante la imagen. (7) La donación sería a cargo de sus rentas de Belorado. En algún momento el rey le había dado esa villa, como era costumbre con las esposas reales desde Fernando III. “La villa fue dada en señorío por los reyes Fernando IV y Alfonso XI a sus respectivas esposas, como antes había hecho Fernando III, pero vuelve de nuevo al poder real en tiempo de Pedro I (…).” (8)

 

Portada del antiguo monasterio de San Ildefonso de Toro, instalada en San Julián de los Caballeros de la ciudad, templo mozárabe reconstruido en el s. XVI, 

https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/calleo/zamora/cildef.htm


Continuaba atendiendo a sus villas y lugares el 4 de septiembre desde Toro, que le era especialmente querida y la unía a su abuela María de Molina. Mandaba hacer el traslado de una carta que ella misma había ordenado en 1333, en la que le había confirmado los fueros, privilegios, y todo tipo de mercedes y franquezas que tenía. (9) En febrero de 1343, en pleno asedio de Algeciras, María se encontraba en Alcalá y ordenaba escribir de nuevo a Salamanca para que los recaudadores no molesten a los vecinos ni les obliguen a ir de un lugar a otro a declarar, a causa de las pesquisas que por ese motivo se realicen. (10)

Viendo cómo se estaban desencadenando los acontecimientos en la frontera, Alfonso pensó que era necesario estar en Sevilla para tomar las decisiones con más rapidez que desde Castilla. En mayo partió a marchas forzadas con pocos hombres para llegar pronto a Sevilla y Jerez. El resto de su gente venía detrás, probablemente en ese segundo grupo que iba sin esa prisa, iría Leonor de Guzmán con sus compañas, aparte de estar cerca del rey, estaba preocupada por la salud de su hermano y deseaba verle y despedirse de él si sucedía, como le decían, que iba a fallecer. Leonor de Guzmán vio a su hermano y lo encontró muy desmejorado. Se desplazó a Tarifa para estar más cerca del rey, Alfonso necesitaba una gran libertad de movimiento y estar tranquilo de la seguridad de su amante. 

 

Villa vieja de Algeciras, con la puerta del Fonsario al norte, que atacó con su gente el maestre de la Orden de Santiago, hermano de la concubina de Alfonso XI, en el asedio de la villa en 1342. Plano realizado por Jorge Próspero de Verboom en 1726,

https://castillosricsol.es/murallas-de-la-villa-vieja-al-yazira-al-jadra/



El maestre, estando como se encontraba, aún tuvo el coraje de liderar a los caballeros de Santiago y ocuparse del lado de la gran puerta del Fonsario en la villa vieja, rodeado de familiares y gente del concejo de Sevilla. A pesar de su enfermedad, que no se especifica, el maestre de Santiago marchará al frente de los caballeros de la Orden al sitio de Algeciras. Demostró ser un buen guerrero firme y leal también en su cargo de maestre, y aunque había sido nombrado por el rey de forma no canónica, los freires reconocieron su valía en las contiendas con los musulmanes.

Mientras Alfonso sitiaba la villa de Algeciras, Leonor permanecía en Tarifa al tanto de noticias del cerco, de la salud de su hermano y la del rey, y tratando por correo de un negocio con el obispo de Córdoba.


Notas


(1) Crónica del rey D. Alfonso el onceno, cap. CCLIX, p. 461. Edición F. Cerdá y Rico, Madrid, 1788.

(2) Ibidem, cap. CCLXV, p. 476.

(3) Porras Arboledas, P. A., Colección diplomática de Ágreda. Regestas reales (1211-1520), p. 322, Cuadernos de historia del Derecho, 2012, 19.
http://dx.doi.org/10.5209/rev_CUHD.2012.v19.43146

(4) Carrasco Lazareno, M. T., La documentación de Santo Domingo el Real de Madrid (1284 – 1416) II, Colección diplomática, p. 81. Tesis, Madrid, 1993.
https://repositorio.uam.es/handle/10486/6259

(5) Serrano Pineda, L., O.S.B. Alfonso XI y el Papa Clemente VI durante el cerco de Algeciras, p. 9, Cuadernos de trabajos de la Escuela Española de Arqueología e Historia de Roma. CSIC, 1915, https://digital.csic.es/handle/10261/126960

(6) Ibidem, p. 8.

(7) Andrés, Alfonso, O.S.B., El monasterio de Santa María de Obarenes, p. 428 y

618, Boletín de la Institución Fernán González, n.º 160, 1er. semestre de 1963. https://riubu.ubu.es/handle/10259.4/1650

(8) Blanco García, Flor, Catalogación de documentos medievales de la Rioja burgalesa, p. 733, Boletín de la Institución Fernán González, n.º 175, 2º sem. 1970.
https://riubu.ubu.es/handle/10259.4/1800

(9) Cuadrado y Chapado, A., Apuntes para la historia de la ciudad de Toro, doc. 27, p. LXXXII, Zamora, 1897. https://bvpb.mcu.es/es/consulta/registro.do?id=488735

(10) Villar y Macías, M., Historia de Salamanca, Libro IV, cap, III, p. 442, Salamanca, 1887. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=5850


La muerte de Alonso Meléndez de Guzmán, maestre de Santiago, Algeciras 1342


Una vez más Alfonso pasó su cumpleaños en un asedio, cumplió treinta y un años el día 13 de agosto. Empezaron los ataques entre los sitiados y los sitiadores, y las escaramuzas con los benimerines que salían de la ciudad. Los combates, el lanzamiento de piedras, desde un lado, y los hierros y saetas desde el otro, continuaban. En la cerca morirán numerosos peones, hombres del “común”, sufridores que soportaban los trabajos más pesados, las luchas cuerpo a cuerpo con un escudo y una lanza, que a veces avanzaban en masa y caían en gran número. Hombres que dejaban atrás familias, mujeres e hijos, que ellos ya no sustentarían, y de los que ninguno recordará su nombre ni su presencia en las batallas, los asedios y las contiendas.

 

 

Asedio a una ciudad, Histoire d'Olivier de Castille et d'Artus d'Algarbe, Philippe Camus, ed. 1401-1500, fol 92r,  BnF, manuscrito, francés, 12574, 

https://archivesetmanuscrits.bnf.fr/ark:/12148/cc43760d


Caballeros de Santiago vinieron a decirle que el maestre estaba agonizando, Alfonso fue a visitarle en su tienda y le encontró ya en sus últimos momentos, poco después murió. Mandó que lo llevaran por mar a Santa María del Puerto, para que desde allí lo trasladaran a Sevilla, donde sería enterrado en el monasterio de San Clemente. Su hermana Leonor continuaba todo este tiempo en Tarifa, pues desde allí estaba moviendo los hilos de un negocio, un intercambio con el obispo de Córdoba, y durante los meses de julio a septiembre de 1342 enviaba cartas y daba instrucciones para conseguir lo que quería. La concubina deseaba obtener la villa de Lucena, que era del obispado, a cambio de unos bienes que ella poseía en Córdoba dados por el rey: un horno, una huerta, varias casas, aceñas y los olivares de la Arruzafa. Alrededor de ese tiempo Alfonso le donó Cabra. Tener una, motivó el deseo de la otra, porque las villas de Cabra y Lucena se encuentran a poco más de dos leguas y se defenderían mejor teniéndolas en un solo señorío.

En agosto desde el Real de Algeciras, el rey aprobaba y confirmaba al obispo y al cabildo de Córdoba la permuta que había hecho Leonor de la villa de Lucena por algunos bienes que tenía esta en la ciudad y alrededores. (1) No cejaba en la obtención de más patrimonio. Ella lo había calculado todo: “(…) El deseo de doña Leonor por conseguir su objetivo fue capaz de mover los intereses de la Iglesia cordobesa, de movilizar funcionarios reales especializados en cuestiones financieras, judiciales y notariales, y de volver el ánimo del rey hacia sus asuntos personales, cuando este estaba iniciando la gran empresa de Algeciras.” (2)

 

Ruinas de la antigua villa árabe de Algeciras, grabado, 1716, publicado en Remarks on several parts of Europe, John Durant Breval,

https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2815970



Fue avisada del fallecimiento de su hermano y se desplazó a Sevilla donde se encargó de sus exequias y enterramiento. Los freires de Santiago que trasladaron su cuerpo, llevaban también un encargo muy especial del maestre para Leonor. Se trataba, nada menos, de entregarle el sello del Capítulo General de la Orden de Santiago. (3) Era este un distintivo oficial muy importante para la Orden y que, contra toda costumbre y normas, portaba el maestre. “Todo se valida con el sello del Capítulo, símbolo del supremo poder de la Orden, guardado en Uclés en arca de tres llaves, una para el Comendador mayor de Castilla, otra el de León y otra el de Segura, que después pasará al Prior de Uclés, cuando la dignidad del Comendador mayor de León se asiente en esa villa.” (4)

El sello tenía que estar en el castillo y convento de Uclés, lugar que era cabeza de la Orden, y donde también estaba custodiado, como un tesoro, el archivo con todos los documentos. Que el maestre lo llevara consigo era una muestra más de cómo el poder de la Orden estaba debilitado, ya que aparte de las elecciones dictadas por el rey, ahora este maestre, que era de su confianza, llevaba consigo el sello del Capítulo General pasando por encima de los tres Comendadores mayores, lo que demostraba que se sentían impotentes ante él, porque era apoyado por el monarca. Aún sería más asombroso y negativo para la Orden que la amante del rey se quedara con el sello durante varios años, mientras su hijo menor de edad era maestre de Santiago, y tenía dos lugartenientes para llevar los asuntos. En este tiempo Leonor de Guzmán se inmiscuye en sus gestiones y decisiones interviniendo, según su criterio, incluso para su beneficio personal, con el consentimiento de Alfonso.

 

Sello del Capítulo de la Orden de Santiago, s. XIII, cera blanca, espada desnuda en el centro, en su hoja una venera y a los lados de la empuñadura una cruz; leyenda, : S : CAPITV I : ORDIN ...... SANCTI : IACOBI :. Juan Menéndez Pidal, AHN, Catálogo I Sellos españoles de la Edad Media, Lámina XXXV, nº 233.

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Poco después de muerto el rey, la Orden promoverá una serie de medidas para cambiar aquella situación, entre ellas recuperar y devolver el sello del Capítulo a su arca de tres llaves en la casa matriz de Uclés, “(…) el qual Seello parecia ser de cobre ò de fuslera, (metal de fundición o latón) en el qual avia como figura de Espada con Cruz à las señales de Santiago, è enmedio de la Cruz una figura como de Venera cabada en el metal è Seello. E otrosi avia mas en el dicho Seello encima de los brazos de la dicha figura de Espada è Venera, dos figuras de Cruzes, vna de cada parte, è enderredor del dicho Seello avia cabadas letras, (…).” (5) En este escrito se detalla la manera en que había salido de Uclés, donde era antigua costumbre que debía permanecer. Pero tendrá que pasar más vicisitudes hasta regresar a su lugar.

En el propio Real del asedio de Algeciras tendrá lugar la elección de su hijo Fadrique como maestre, cuando todavía contaba ocho años. Como estaban sin maestre, los “Trece” (eran trece freires que elegían al maestre y le asesoraban) de la Orden de Santiago se reunieron para elegir uno nuevo, y tras varias juntas, como no se ponían de acuerdo, pidieron al rey que les diera a su hijo Fadrique, que ya en 1338 Alfonso había intentado su nombramiento. Era contrario a las normas, porque era menor, bastardo y no era freire de la Orden, pero más adelante el monarca pedirá dispensapara él al papa, y la obtendrá.


Portugal hacia 1342


Los reyes portugueses estaban contentos porque Constanza había tenido su primera hija en Évora a principios del año 1342, a la que llamaron María, como la reina de Castilla, hermana del infante Pedro. Para Constanza quedarse embarazada por primera vez, había sido una gran alegría, era consciente del deseo y esperanza forjados a su alrededor en espera de un heredero; se dijo que el próximo sería un varón, pero por ahora aquel nacimiento la tranquilizaba a ella y a la casa real, ante el temor de que no pudiera concebir hijos.

 

Amor entre ruinas, acuarela, gouache, goma arábiga sobre papel, 1873, Edward Burne-Jones, Christie's, Lotfinder: entry 5701809 (sale 1128, lot 3) Public Domain, 

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Aquella atracción que Constanza había visto en los ojos de su marido por la doncella Inés de Castro, era cada vez más ostentosa, y tanto Alfonso como Beatriz se habían dado cuenta de lo que estaba pasando. No sabemos cuándo empezaron las relaciones amorosa entre los dos, pero debió de ser hacia estas fechas, porque en el siguiente parto de Constanza, eran ya un hecho notorio en la corte.

En el rey se despertaron los viejos demonios con los recuerdos de los amoríos de su padre el rey Dionís, ahora volvía a tenerlos en su casa. Además se repetía la conducta del rey castellano con su hija María. ¿Iba a tener en su propia corte la misma pesadilla que había combatido y criticado de una esposa abandonada y una concubina con su hijo? Alfonso IV esperó un tiempo, pensando que tal vez sería un capricho pasajero.

Ella, por su parte, no parecía turbarse con la situación. No sabemos cuáles eran sus sentimientos por el infante Pedro. En aquel tiempo, para una dama de la corte, era un honor ser requerida por un infante o un rey. Implicaba regalos y un lugar privilegiado, además de poder favorecer a su familia y clientela, pero al mismo tiempo provocaría problemas y rechazo. En la corte de Lisboa, donde todavía reinaban los padres del infante, el ambiente se estaba enrareciendo.

 

Pórtico de la Gloria, catedral de Santiago de Compostela, óleo sobre lienzo, 1849, Jenaro Pérez de Villaamil, Palacio de la Moncloa, Madrid, Dominio público, 

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No tenemos noticias del contacto que mantendría Inés de Castro con su padre, el noble que permanecía en Castilla al lado del rey y en cargos muy importantes. Por aquellas fechas estaba con él en el sitio de Algeciras, y este fue el último lugar donde Pedro Fernández de Castro sirvió a Alfonso. La doncella recibió tristes noticias desde allí, estaba gravemente enfermo en 1343, y le comunicaron que había fallecido. Sus vasallos transportaban sus restos hacia Galicia e iban a enterrarlo en la catedral de Santiago.

Por su parte, Constanza escribía con frecuencia a su padre, por lo que este estaba informado de lo que sucedía con el infante. Según avance la relación de Inés de Castro con Pedro, Juan Manuel sentirá el peso del tiempo y la lucha que había costado el matrimonio de su hija; era la misma situación que vivía la reina de Castilla, lo que a él sólo le había interesado como motivo de crítica al monarca. El noble no era muy dado a la profundidad de sentimientos, más bien parecía que su principal preocupación era el encumbramiento de su apellido y el afianzamiento del poder de su linaje, así que no sabemos en qué medida le afectó la creciente desgracia de su hija.

Desde la batalla de Tarifa y, sobre todo, del cerco de Algeciras, la crónica castellana se centra en las actividades guerreras de Alfonso. A partir de ese asedio al de Gibraltar, que transcurren unos seis años, da un salto sin información. No vuelve a hablar de la reina. Tampoco da cuenta de los nuevos hijos de Leonor de Guzmán, desde el nacimiento de Tello en 1337, sin embargo nacen: Juan, Juana, Sancho y Pedro después de 1340, en fechas indeterminadas y que hay que calcular aproximadamente por los privilegios donde empiezan a citarlos o por referencia de donaciones. Las damas desaparecen de la crónica. Los últimos diez años del reinado requieren más rastreo de documentos, si cabe, que el resto de su tiempo.

 

Fachada frontal del palacio de los papas en Aviñón, Francia, s. XIV, De Chimigi - Trabajo propio CC BY-SA 2.0 fr. 

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El rey había enviado un embajador para pedir un préstamo al papa y hacer algunas peticiones, entre ellas, algunas para la reina María y para el infante. La de dotar a los clérigos de la capilla de la reina y de su hijo el infante Pedro; y la “(…) facultad para poder aplicar al sostenimiento de los mismos una prebenda en cada una de las veintiséis catedrales con que contaban los dominios sometidos a Alfonso XI. Obtuviéronse también para la Reina gracias especiales en orden a elección de confesor y entrada en clausura de conventos de religiosas, así como la facultad de poder recibir en su Palacio a las monjas que acudiesen a la corte del Rey para tratar los negocios de sus casas; pidióse también capilla particular para el Infante Don Pedro, con poderes de adelantar los oficios religiosos antes del amanecer o celebrarlos dondequiera que aquel se encontrare.” (6)

Pero el asedio seguía y las carencias le inquietaban, porque tenía una continua falta de dinero, aún no habían llegado los préstamos del papa ni del rey francés. En los peores momentos recurrió a vender villas de realengo que se había comprometido a no enajenar, como Briviesca, por lo que su hijo el rey Pedro I dirá sobre esta venta de su padre, en un documento: “(…) estando en la çerca de sobre Algeçiras, con grandes mesteres que ovo non lo pudiendo esta fazer que vendio la dicha villa de Briviesca a Doña Blanca, fija del infante Don Pedro, mi tio.” (7)

 

Fuero de Briviesca, otrogado en 1313 por la infanta Blanca de Portugal, monja y señora del monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, Burgos. En 1321 cedió Briviesca al rey Alfonso XI, a condición de que permaneciera de realengo, pero durante el asedio de Algeciras, necesitado de dinero la vendió a su prima Blanca de Castilla, que ahora vivía en ese convento,

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Luego veremos, cuando recordemos a las damas de Aragón, las compras que Blanca de Castilla, hija de la infanta María de Aragón, había hecho a Alfonso en estas fechas. Las adquirió con la cantidad que le correspondía en concepto de arras por su matrimonio con el infante Pedro de Portugal, y que el rey portugués le dio cuando volvió a Castilla. Era un capital que la joven tenía que invertir y obtener rentas para mantenerse y mantener “su casa”, las damas y oficiales, que necesitaba en el monasterio de las Huelgas.


Notas


(1) García Fernández, M., Regesto documental andaluz de Alfonso XI, doc. 362, p. 81, Historia. Instituciones. Documentos, 15. https://idus.us.es/handle/11441/12502

(2) González Crespo, E., El patrimonio dominical de Leonor de Guzmán, p. 215, En la España medieval, n.º 14, 1991. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=122260

(3) López Fernández, M., El maestrazgo de Alfonso Méndez de Guzmán en la Orden de Santiago (1338 - 1342) p. 158, Historia. Instituciones. Documentos, n.º 44, 2017.
https://idus.us.es/handle/11441/66288

(4) Rodríguez Blanco, D., La organización institucional de la Orden de Santiago en la
Edad Media, p. 22. Historia. Instituciones. Documentos, n.º 12, 1985.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=58176

(5) VV. AA., Bullarium equestris ordinis san Iacobi de Spatha. Script. III, p. 318, Madrid, 1719. http://hdl.handle.net/10481/38293

(6) Serrano Pineda, L., O,S.B., Alfonso XI y el Papa Clemente VI durante el cerco de Algeciras, p. 17, Cuadernos de trabajos de la Escuela Española de Arqueología e Historia en Roma, http://hdl.handle.net/10261/126960.

(7) Ruiz Gómez, F., Alfonso XI y la villa de Briviesca: el problema de la evolución de las rentas, p. 408 y 409, cita que el autor toma de un documento de 26 de octubre de 1351 del Archivo Municipal de esa ciudad. En la España medieval, n.º 3, 1982.


Fundación del monasterio de San Hipólito, sitio de Algeciras 1343


La reina María continuaba en Castilla, y cuando se encontraba en Segovia, se ocupa de cuestiones que atañían al sitio de Algeciras, el 17 de octubre de 1343 manda una provisión “(…) a los alcaldes de Salamanca, ordenando que los vasallos del Abadengo de la Armuña, que es del Cabildo, no deben pagar el medio sueldo para los hombres de a caballo de Salamanca que están al servicio del rey en el cerco de Algeciras.” (1)

En pleno asedio y a 17 de julio, para cumplirse el año de su estancia allí, Alfonso estaba pendiente del monasterio de San Hipólito (santo del día de su nacimiento a quien el rey tenía mucha devoción) de Córdoba que manda construir para sepultura de su padre y de él mismo (probablemente lo había dispuesto en su testamento que, dados los peligros que corría, ya habría redactado), y le concede bienes de Martín Pérez y Ruy Pérez de Castro. Encargó a su camarero mayor, Fernán Rodríguez Pecha, que se ocupara de su administración. (2) Años más tarde en 1347, el papa Clemente VI la hará colegiata, es decir una iglesia con abad y canónigos regulares con oficios divinos como las catedrales.

El rey ordenaba varios asuntos personales que debían de preocuparle, tan cerca de la muerte como estaba. Llama la atención que, a la hora de decidir su enterramiento, elija ser inhumado junto a su padre el rey Fernando IV, del que no tendría ningún recuerdo, pues había muerto cuando él contaba trece meses, pero al que, sin embargo, tenía un especial cariño y recuerdo por todo lo que había sufrido para mantener la corona y el reino, y en la iglesia de un monasterio de Córdoba que él ordena construir. No desea ser enterrado con su amante, a pesar del amor y la felicidad, no hay nexo con ella para el más allá; y tampoco quiere que sus restos estén en ninguno de los panteones reales que habían elegido sus antepasados: Monasterio de las Huelgas de Burgos, Catedral de Toledo o Capilla Real de la Iglesia Catedral de Sevilla, sino en un templo nuevo de su fundación. Alfonso rompe con las tradiciones y afirma en este detalle su fuerte personalidad independiente; no necesita estar en un gran panteón real, sólo mostrará el lazo paterno-filial, y descansará en un mausoleo frente a su padre. Hay muchos mensajes ocultos tras este deseo, que tardará en cumplirse completamente, pero que conseguirá a lo largo de los siglos. (Su padre estaba enterrado en la iglesia-mezquita de Córdoba, por lo que también tendrán que trasladar sus restos, y lo hará un Borbón, Felipe V, el 8 de agosto de 1736) (3)

 

Real colegiata de San Hipólito, Córdoba, fundada como monasterio por Alfonso XI desde el real del asedio de Algeciras en 1343, designada colegiata por el papa Clemente VI, y a donde fueron llevados sus restos y los de su padre Fernando IV en el siglo XVIII, 

https://www.artencordoba.com/real-colegiata-san-hipolito-cordoba/


Las condiciones del Real se habían deteriorado progresivamente, y eran cada vez más insalubres, aparte de muertos y heridos y falta de alimentos, había infecciones, fiebres recurrentes, contagio entre los hombres, y el agua no debía de ser potable. Pedro Fernández de Castro enfermó gravemente y murió en junio, Alfonso se quedaba sin un noble al que apreciaba mucho, y que era su mayordomo mayor, adelantado mayor en la frontera, y pertiguero mayor de Santiago. Algunos de sus hombres emprendieron el regreso a Galicia para llevar sus restos a enterrar en la catedral de Santiago.

El 22 de marzo vino un mensajero del emir de Granada para decirle que quería entregarle la ciudad de Algeciras, le pedía que pudieran salir con sus pertenencias los que quedaban. El viernes 26 de marzo de 1344, tras veinte meses de asedio, el rey de Castilla y de León vio cómo los de la villa nueva pasaban a la villa vieja, y por su mandato entregaron aquella a Juan Manuel, para que la tuviera mientras todos los benimerines se marchaban a Gibraltar. El sábado víspera del Domingo de Ramos le entregaron a él la villa vieja. Mandó que pusieran en las torres los pendones más señalados. El Domingo de Ramos entraron en procesión llevando ramos. En la mezquita mayor purificada y convertida en iglesia de Santa María de la Palma ofrecieron una misa.

 

Villas vieja al norte, y nueva al sur, Algeciras, plano realizado por Jorge Próspero de Verboom en 1726,

https://castillosricsol.es/murallas-de-la-villa-vieja-al-yazira-al-jadra/



Permaneció en el alcázar de Algeciras hasta que pasó la Pascua, en que se dirigió a Tarifa. Alfonso se apresuró a escribir al papa Clemente VI, para comunicarle la toma de la villa, y de paso le pidió la dispensa por menor edad e ilegitimidad de su hijo Fadrique, que ahora era maestre de la Orden de Santiago y la necesitaba. Tal vez lo hizo en esta fecha aprovechando la buena noticia, pues la elección de un niño de ocho años e ilegítimo desagradaba al papa. El pontífice lo dispensó de ambos defectos y accedió a su elección el 6 de mayo de 1344, poniendo varias condiciones. (4)


Aragón hacia 1341


Mientras Alfonso había estado luchando contra los benimerines, el rey Pere IV de Aragón se proponía conseguir Mallorca. Las islas tenían una historia desgraciada y tormentosa, Jaime II de Mallorca las había heredado de su padre Jaime I de Aragón, pero su hermano, Pere III de Aragón, no aceptaba el testamento. Aunque el resultado estaba bajo la protección del papado, el pontífice no hizo nada por resolver el conflicto. Ahora Pere IV quería hacerse con las islas y no paró hasta que lo consiguió. En 1341 había iniciado un proceso contra Jaime III por varias acusaciones, en un plan totalmente calculado. Le manda venir a Barcelona para hacer frente a las culpas que le imputa, pero él exige una salvaguarda para hacerlo. Jaime viene a Barcelona con su esposa Constanza que, al ser hermana de Pere, podía suavizar la situación. Pero no fue así, es más, la utilizó contra su esposo.

Esta Constanza, de la que sólo hablaremos de pasada, es otro ejemplo de la situación de las mujeres. Infanta, hija mayor de Alfons IV de Aragón, fue casada con el mallorquín para facilitar las relaciones de ambos reinos. Tuvo dos hijos con Jaime III. A partir de este viaje a Barcelona, permanecerá encerrada varios años por orden de su hermano. 

Pere escribe en su crónica que el mallorquín traía el plan de matarlo, lo que era una invención suya. Los esposos fueron a alojarse en el convento de los franciscanos de Barcelona, que estaba a orillas del mar, en lo que hoy es una dársena del puerto y ocupaba el espacio entre las Ramblas y la Plaza del duque de Medinaceli. La reina Constanza se puso enferma al llegar, y el rey Pere sostenía que cuando fuera a visitar a su hermana, le matarían. Por supuesto que no irá a verla, y manda al procurador general, su hermano Jaime, que la traiga a su presencia, si es necesario por la fuerza. El rey Jaime III se niega a que se lleven a su esposa, pero la arrancan de su cuarto y la llevan ante el rey Pere. Este nos cuenta que su hermana confesó el plan, (probablemente no fue así) y la manda encerrar. 

 

Antiguo convento de San Francisco a orillas del mar, Barcelona, dibujo, 1827, Adolphe Delamare, Museo Nacional de Arte de Cataluña, 

https://www.monestirs.cat/monst/bcn/bn02barc/fran/Sant-Francesc-30.jpg


Jaime III, al ver la situación que estaba provocando su cuñado, va a visitarle y le dice que, dado que no está cumpliendo el compromiso de salvaguardia de la pareja, él va a marcharse y deja la enfeudación que tenía con él. Pere aparentemente acepta la decisión, aunque luego tomará represalias. El rey mallorquín temía que el aragonés hubiera dado orden de que le matasen. En su caso, dada la falta de escrúpulos de Pere, es muy posible que hubiera urdido su asesinato. Sus naves estaban fondeadas en el embarcadero cercano y regresa sin su esposa a Mallorca.

La causa abierta contra el rey mallorquín culmina con el cargo de traición, y se le confiscarán todas las tierras que tenía en feudo, sólo se le deja el señorío de Montpelier. Pere invade Mallorca en 1343, previo acuerdo de fidelidad de algunos nobles de la isla, y acaba derrotando a Jaime III, y después pasa a conquistar el Rosellón. El mallorquín prepara un ejército para recuperar la isla en 1349 con muy pocos medios, será derrotado y muerto en la batalla de Lluchmayor. Su hijo Jaime fue herido, capturado y preso durante años. Nunca recuperará el trono, se llamará rey nominalmente sin ningún poder. 

 

Estatua del rey Jaime III de Mallorca muerto sostenido por su hijo Jaime IV, que levanta el estandarte del reino de Mallorca en Llucmayor, lugar de la batalla de ese nombre, donde Pere IV venció al rey mallorquín, De Antoni Salvà - Trabajo propio, CC BY-SA 3,

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El monarca de Mallorca atravesó un tiempo de gran zozobra y depresión, incluso intentó suicidarse, su prima segunda Violante de Vilaragut le cuidó y le ayudó, y acabaron viviendo maritalmente. “Durante el largo aislamiento en que Pedro IV le había tenido, reteniéndole a Constanza, su mujer, se había unido secretamente con la hija de su fiel Berenguer de Vilaragut. (…) Violante, su hija, sin ser de un rango real pertenecía a la alta nobleza, y había cuidado a Don Jaime con la más grande abnegación durante una enfermedad, debida sin duda, a sus fatigas y a sus pesadumbres.” (5)

El papa solicitaba a Pere que liberara a Constanza, reina de Mallorca, y ella pidió insistentemente a su hermano poder reunirse con su esposo, pero no lo permitió y continuó presa en el castillo de Montblanc hasta 1344, en que las gestiones del pontífice conseguirán por fin su liberación. Morirá en 1347, entonces Jaime III se casa con Violante de Vilaragut. “(…) Pedro el Ceremonioso había decidido ya la incorporación de la Corona de Mallorca. Con la finalidad de revestir su actuación de legalidad abrió un proceso contra Jaime III. Como el rey de Aragón era juez y parte en la cuestión, las conclusiones del proceso estaban claramente predeterminadas.” (6)

A continuación prepara su marcha al Rosellón para tomarla, Pere y María se encontraban en Barcelona, y ella estaba embarazada de nuevo. Dio a luz otra niña asistida por sus damas en las estancias del palacio. Le pusieron el nombre de Juana, y fue su madrina Elisenda de Montcada, la viuda del Jaime II. La reina permaneció hasta que se recuperó del parto, y la recién nacida pasó sus primeros meses. Después,en los fríos y heladas invernales viajó con sus dos hijas para reunirse con el rey.

Estando en Perpiñán con la intención de quedarse todo el invierno para poner orden y su propio gobierno en aquellas tierras, ya en diciembre de 1344, llegó la reina María acompañada de sus dos hijas, las infantas Constanza y Juana, para pasar juntos la Navidad. En aquella época eran unas fechas muy importantes, que duraban desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero con la Epifanía de Reyes. Se anticipaba previamente con un mes de ayuno, porque era la preparación a la llegada de Cristo. 

 

Palacio de los reyes de Mallorca, Perpiñán, Francia, s. XIII, De Josep Renalias - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, 

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Es posible que la casa real aragonesa, que tanta vinculación tenía con los franciscanos desde el tiempo de Constanza de Sicilia, colocara una pequeña cuna o pesebre, como proponía su fundador Francisco. La percepción que se tenía de aquellos hechos del Evangelio era la que podemos ver en los retablos y cuadros de los siglos XIII y XIV, alguno del taller de los hermanos Serra, con el nacimiento de Jesús en un establo, o en la adoración de los pastores y los tres Reyes.

María y Pere, vestidos con bellos ropajes para la ocasión, tendrían una cena especial el día 24 con los grandes consejeros y algunos ricoshombres, y después acudirían todos a la Misa del Gallo, probablemente en la propia capilla gótica de la fortaleza-palacio (construida por los reyes de Mallorca), que estaba muy cerca de la gran sala. Eran días de distensión de los asuntos de gobierno, familiares y profundamente religiosos. También se celebraba la Epifanía de Reyes con asistencia a misa y una suculenta comida.

Durante este tiempo, al estar tan ocupado con el asunto de Mallorca, y por el acuerdo con Alfonso XI de Castilla, Pere mantenía una postura relativamente distante con su madrastra y sus hermanastros. El mayor, el infante Fernando, disponía de señoríos, rentas y vasallos, y había enviado a algunos de ellos con hombres de armas a combatir a los benimerines junto a su tío Alfonso; también su gente andaban con Pere, y en los combates que se dieron contra el rey de Mallorca, “(…) e la companya del infant don Ferrando nostre frare;” (7)

De la tercera hija de la reina María y Pere, se sabe muy poco, porque su vida fue muy breve. Probablemente nació en 1345, no conocemos en qué lugar, y fue bautizada con el nombre de su madre. Como sus hermanas, cuando María de Navarra fallezca, será tutelada por el infante Pedro de Ribagorza, tío del rey, que por sus cualidades, pacífico carácter y cultura, podía ser un magnífico segundo padre. La reina ya había tenido ocasión de conocerle y sabía que, de entre todos los grandes nobles e infantes, él era el mejor y más apropiado, por eso en su testamento la reina establece que si ella muere y su esposo Pere IV se casa de nuevo, las niñas sean criadas por su tío abuelo el conde. 

 

Valle de Estós en la comarca de La Ribagorza, Huesca, que coincide aproximadamente con el condado del infante Pedro de Aragón en el s. XIV, De I, Miguel303xm, CC BY-SA 2.5,

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María sabía perfectamente que el rey tomaría nueva esposa en cuanto ella falleciera, y no deseaba que sus hijas estuvieran en manos de una madrastra. Leonor de Portugal, la segunda esposa de Pedro, hubiera sido una segunda madre por su forma de ser, pero su vida como reina fue muy corta. Leonor de Sicilia, la tercera mujer del rey aragonés, mucho más enérgica e imperativa, gestionará la boda de Constanza con uno de sus hermanos, para mantener el dominio aragonés sobre Sicilia.

Pedro de Ribagorza velará por ellas con gran esmero y dedicación, y las cuidará en los peores momentos del reinado, cuando Pere IV ya se haya casado con Leonor de Portugal, y esté prácticamente huyendo de los graves altercados con la Unión, y del azote de la oleada de peste. Aunque el infante no podrá evitar la muerte de su esposa ni de la pequeña infanta María por la gran epidemia que recorrió Cataluña y Aragón en 1348. La muerte de Isabel de Foix fue un duro golpe para él, pues era una pareja muy unida. A partir de ese momento Pedro empezará a considerar entrar en religión, lo que hará unos años después en el convento de San Francisco de Barcelona.


Notas


(1) Marcos Rodríguez, F., Los documentos del Archivo catedralicio de Salamanca. Siglo XIV, doc. 567. Conspectus Bibliographici. Salmanticensis, vol. 8, fasc. 2, 1961, Universidad Pontificia de Salamanca.
https://summa.upsa.es/results.vm?q=id:0000006469&lang=es&view=main

(2) García Fernández, M., Regesto documental andaluz de Alfonso XI, doc. 376, Historia. Instituciones. Documentos, 15. https://idus.us.es/handle/11441/12502

(3) Benavides y Fernández Navarrete, A., Memorias de don Fernando IV de Castilla, tomo II, pp. 869 y 870, Madrid, 1860.

(4) Serrano Pineda, L., O.S.B., Alfonso XI y el Papa Clemente VI durante el asedio de Algeciras, doc. IX, Cuadernos de trabajos de la Escuela Española de Arqueología e Historia en Roma, http://hdl.handle.net/10261/126960.

(5) Zaforteza y Musoles, D., Violante de Vilaragut, reina de Mallorca, p. 278, Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, Año LVII, tomo XXVIII julio-diciembre 1941, n.º 689-691.

(6) Cateura Bennàsser, P., Jaime III de Mallorca, (1324-1349) La Monarquía Hispánica, www.cervantesvirtual.com

(7) Crónica del rey d’Aragó En Pere IV lo ceremoniós ó del punyalet, libro tercero, cap. 12, p. 101. Prólogo y edición Josep Coroleu, Barcelona, 1885.


La muerte de María de Navarra, palacio del Real, Valencia, abril 1347


En abril de 1347 estando en el palacio del Real de Valencia, la reina María de Navarra parió un niño al que pusieron Pedro, pero murió a las pocas horas. Había tenido un difícil embarazo. En marzo se recogía el mandato de pago a un platero de Valencia por una imagen de plata de la figura de la reina, para que el rey la enviara a la catedral de Santiago de Compostela. Aunque no se dice la causa, sería un exvoto, una ofrenda por la salud de María, en ese momento en su octavo mes de embarazo, al apóstol Santiago. Tuvo un mal parto, sólo sobrevivió cinco días al niño. El reino se estremeció con aquellas muertes, porque había gran esperanza puesta en un hijo varón, para solucionar las tensiones existentes. 

 

Exvotos de la exposición: Exvotos íberos, Museo Íbero de Jaén,

https://www.facebook.com/MuseoIberodeJaen/posts/exvotos-de-la-exposici%C3%B3n-exvotos-%C3%ADberos-paisajes-sagrados-peregrinaciones-y-rito/846008939365761/



La delicada María tenía alrededor de veintiún años y había vivido como reina de Aragón cerca de ocho años, en los que no había parado de trasladarse de un lugar a otro por imperativos de su cargo y por seguir al rey, y había tenido cuatro embarazos y sus consiguientes partos. A parte del peligro que representaba entonces dar a luz un hijo, su cuerpo debía de estar exhausto tras llevar esos años de intenso movimiento y esfuerzo físico. La reina de Aragón había ejercido con discreción y sencillez, y se había dedicado a su marido, a sus hijas y a sus obligaciones religiosas. Poco después, sus albaceas confeccionaban el inventario de sus bienes ante dos notarios reales y oficiales de la casa de la reina. La descripción pormenorizada de sus posesiones es muy larga, así que sólo haremos mención de algunos de los objetos que formaban parte de su vida diaria.

Guardado en cofres o en saquitos tenía dinero en efectivo. Entre sus joyas destacaba la corona con catorce florones y adornada con zafiros, esmeraldas, rubíes y perlas gruesas, que Pere le había regalado. Una flor de lis de oro con zafiros, rubíes, esmeraldas y perlas, símbolo principal de su escudo familiar. Un sombrero con adornos de perlas y piedras preciosas. Una cinta de oro con piedras preciosas. Además de otras coronas y adornos de oro. Tapices, colgaduras, cortinas, cobertores, cojines, alfombras, toallas para diferentes usos, maletas de cuero y cofres.

Para sus oraciones, tablas pintadas de su oratorio: una con Jesucristo y María, otra de María Magdalena y otra de San Juan. Mesitas de nogal para jugar “a marro”, un juego similar a “las damas”. Ropas para los capellanes de su capilla y los objetos para el culto, un misal con cierres de plata, una cruz de plata, un libro de canto y un misal.

 

San Luis alimentando a un monje, miniatura del ayudante de Ferrer Bassa, denominado maestro de Baltimore, Libro de Horas de María de Navarra, fol. 186, ca. 1337, Biblioteca Marciana, Venecia, - Dominio público,  

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Variadas piezas de vajilla en oro o en plata sobredorada, cubiertos, copas de cristal con soporte y tapa de plata, vasos, jarras, candelabros, vasijas de diferentes tamaños para el lavado de manos, escudillas y varillas de plata para tostar pan. Buena parte de estos objetos estaban esmaltados con los escudos de Aragón y Navarra. Se enumeran también objetos de cocina, por sus traslados y estancias sin el rey. Y de sus caballerizas, dos palafrenes y cuatros mulos. (1) Resulta enternecedor comprobar los objetos que habían rodeado la efímera existencia de una joven reina, elementos de su ajuar, de embellecimiento, de cotidianidad, y ahora tendrán que ir a manos de quienes ella dejara dicho en su testamento.

Pere escribía a su suegra Juana II, reina de Navarra y madre de María, el 30 de abril comunicándole su fallecimiento tras haber tenido un hijo al que habían bautizado con el nombre de Pedro, nacido el día 24 y que había muerto a las pocas horas. Al día siguiente comunicaba la muerte y el traslado del cuerpo de su esposa al abad de Poblet, donde iba a ser enterrada, como ella había elegido en su testamento. Ambos esposos debían de estar de acuerdo ya en esta decisión, pues Pere llevaba años preparando allí su enterramiento, porque deseaba convertirlo en panteón real. Su previsora mente tenía en cuenta detalles de los que avisaba al monje cisterciense, pues el rey era muy cuidadoso y amante de las obras de arte, y aquellos vitrales serían muy hermosos. Por orden del rey, debía proteger las vidrieras del humo de los numerosos cirios que iluminarían la ceremonia de la sepultura, para que no sufrieran daño.

Poco después participaba al papa la muerte de María, y no perdía la oportunidad de solicitarle dispensa para el próximo matrimonio que tiene proyectado. (2) El rey aragonés no tardó en buscar nueva esposa, y como sabía que el monarca portugués tenía a su hija pequeña por casar, le pidió la mano de la infanta Leonor, la hermana menor de María, la reina de Castilla. De esta Leonor sólo habíamos conocido su nacimiento y su presencia en la corte de Lisboa junto a la reina Beatriz y el rey Alfonso IV, y su relación amistosa con Constanza Manuel.

 

Reales Atarazanas de Barcelona, s. XIII-XVII, 

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Pere IV sólo había tenido hijas hasta el momento, así que decidió que la primogénita Constanza heredase la corona, lo que tradicionalmente no era costumbre en sus reinos. Esta decisión será un motivo de fuerte fricción con su hermano el infante Jaime, y se mezclará con el enfado y críticas contra el rey de algunos ricoshombres y notables de Aragón y Valencia. Pere acabará quitando a su hermano la procuración general y prohibiéndole entrar en las grandes ciudades. Sospechaba que iba a confabularse con el rey de Mallorca, o con el rey de Castilla y con el infante Fernando. La controversia sobre la sucesión se extendió por el territorio y dividió a nobles y pueblo.

J. Zurita refiriéndose, entre otras cuestiones, al enfrentamiento que se genera entre el rey y su hermano Jaime, afirma: “Fue la condición del rey don Pedro y su naturaleza tan perversa y inclinada al mal que en ninguna cosa se señalo tanto ni puso mayor fuerza como en perseguir su propia sangre. El comienzo de su reinado tuvo principio en desheredar a los infantes don Fernando y don Juan sus hermanos, y a la reina doña Leonor su madre por una causa ni muy legitima ni tampoco honesta, y procuró cuanto pudo destruirlos. Y cuando aquello no se pudo acabar por irle a la mano el rey de Castilla que tomó a su cargo la defensa de la reina su hermana y de sus sobrinos y de sus estados, revolvió de tal manera contra el rey de Mallorca que no paró (…) Apenas había acabado de echar de Rosellón al rey de Mallorca y ya trataba cómo pudiese volver a su antigua contienda de deshacer las donaciones que el rey su padre hizo a sus hermanos; y porque era peligroso negocio intentar lo comenzado contra los infantes don Fernando y don Juan, y era de nuevo romper guerra con el rey de Castilla, determinó de haberlas con el infante don Jaime su hermano: (…).” (3)

El historiador aragonés del siglo XVI observa con gran agudeza la conducta de Pere IV para con su familia. Desde la persecución a su madrastra, hermanastros Juan y Fernando (al que hará asesinar en una encerrona en palacio), su hermana Constanza (recluida por él en un castillo lejos de su esposo durante más de tres años), su hermano Jaime (que probablemente murió por orden del rey) y el maltrato a sus hijos Joan y Martín y a su hija Juana.


Sepulcros reales del rey Pere IV y María de Navarra, monasterio de Poblet, s. XIV, 

https://www.poblet.cat/es/el-monumento/iglesia-mayor/tombes-reials/

 


 Leonor, infanta de Portugal


Constanza Manuel estaba totalmente integrada en la corte portuguesa, tenía una relación familiar con los reyes, y era una buena esposa del infante heredero, porque era una mujer inteligente y equilibrada. Ahora, que por fin se había casado y estaba en su lugar, había surgido un obstáculo cada vez más insalvable para sentirse feliz. Su esposo había perdido la cabeza por Inés de Castro, la doncella presente entre sus damas. Ella no la hubiera incluido en el grupo, pero vino como una más por el acuerdo del primo de Inés, Juan Alfonso de Alburquerque con el padre de la joven, aceptado por los reyes de Portugal, que no imaginaban lo que iba a suceder. Habían colocado una amante a su hijo en las propias salas de palacio. Aunque algunos historiadores dicen que eran primas, realmente eran familia muy lejana, pues el rey Fernando III, bisabuelo de Constanza, era trastatarabuelo de Inés, así que la sangre que las unía era muy poca.

En 1344 nació por fin un niño, futuro heredero de la corona, lo que produjo una gran alegría en toda la familia. Según la crónica de Rui de Pina, “(…) & este em moço faleceo ao baptismo, do qual Dona Ines Pires de Castro, foy comadre, de elRey Dom Pedro sendo Infante, & da Infanta Dona Contança, & isto se fez por quanto esta dona Ines andava em casa da dita por sua donzella, & parenta, & sentiasse ja que o Infante Dom Pedro lhe queria bem, & por se evitar antre elles outra affeyçam, mas o Infante Dô Pedro, sem embargo disto a teve depois, & ouve della os filhos de que a diante faz mensam, & por escuza deste peccado, se dezia que a dita Dona Ines fora forçada ao dito baptismo, & em sua vontade quanto Deos, nam consentia nelle, (…).” (4)

No se sabe si realmente ocurrió así, y en caso de serlo de quién partió la idea de que la doncella fuera madrina del pequeño Luis en el bautismo, para evitar la relación del infante Pedro con ella. Ser madrina era un impedimento que imposibilitaba el matrimonio entre los amantes, lo cual no podían hacer en ese momento, por lo que parece un argumento poco válido. Además el niño murió muy pronto.

 

Ruinas del monasterio de Santa Clara la Antigua, s. XIV, fundado por la reina Isabel, Coímbra, Portugal,

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Unos meses después, Constanza volvió a quedarse embarazada, tenía la esperanza de que fuera otro niño. En noviembre de 1345, tuvo un hijo al que pusieron Fernando. La infanta comunicaba inmediatamente a su padre el nacimiento de sus hijos, pues sabía que a él le complacía y le interesaba especialmente que tuviera hijos varones, porque en los acuerdos de su casamiento había incluido una cláusula por la cual, como abuelo le darían el segundo hijo varón de la pareja para criarlo en su casa.

Indignado por el trato entre Pedro e Inés de Castro, el rey Alfonso IV decidió desterrarla para impedir que siguiera relacionándose con el infante, pero ella se fue a un lugar al lado de la frontera, al castillo de Alburquerque a vivir con la madre de Juan Alfonso, con la que se había criado. El destierro fue inútil porque Pedro continuó viéndola, ya que no había demasiada distancia con algunas ciudades donde paraba la corte, y probablemente tuvieron los primeros hijos.

Numerosos autores dicen que Constanza murió de parto o de puerperio al nacer Fernando en noviembre de 1345, pero no falleció entonces, hay documentos que nos muestran su vida y sus actividades en los años siguientes, e incluso correspondencia con Juan Manuel, con quien mantenía contacto continuo. En julio de 1346 Constanza “(…) alzaba el homenaje hecho por el concejo de Cifuentes en garantía de su dote, reconociendo haber recibido de su padre 100.000 maravedíes.” Según esta información, su padre había hecho efectiva parte de la cantidad que quería que recibiera su hija, por lo que ella envió el documento legalmente necesario para levantar el homenaje de la villa que había tenido como fianza. (5)

 

Castillo de Cifuentes, Guadalajara, mandado construir por Juan Manuel en el s. XIV,

De Xauxa Håkan Svensson - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, 

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El noble continuaba buscando mantener relaciones que emparentaran a su nieto con hijos de reyes. Escribió una carta a Pere IV de Aragón fechada a 1 abril de 1347, en la que hace referencia a Constanza y a su nieto Fernando, y le dice que ha escrito al rey de Portugal, al infante y a su hija en apoyo del trato que se estaba haciendo sobre el casamiento del infante Fernando, el pequeño de dos años, futuro rey de Portugal, y la infanta Constanza, hija mayor de Pere IV de Aragón y María de Navarra. Y como esta había fallecido de un parto, se habían iniciado conversaciones para la boda del rey con la infanta Leonor, lo que agradó mucho, tanto a los reyes como a Constanza.

Así que no es extraño que en ese año y como señora de Alenquer, un señorío cercano a Lisboa, que tenía en arras desde su matrimonio con el infante Pedro, apareciera en una escritura del archivo del real monasterio de Lorvao. (6)

En seguida llegaron embajadores de Pere IV a Lisboa: “(…) ElRei de Aragâo manda uma Embaixada ao Senhor Rei D. Affonso IV, (...) cujo objecto era pedir a Senhora infanta D. Leonor, filha do mesmo Senhor, para casar com o dito Rei de Aragâo.” (7)


Notas


(1) Idoate Iragui, F., Inventario de los bienes de la reina doña María de Navarra esposa del rey Pedro IV rey de Aragón, pp. 417 a 435, Revista Príncipe de Viana, 28, (1947). https://binadi.navarra.es

(2) La muerte en la Casa Real de Aragón. Cartas de condolencia y anunciadoras de fallecimientos (siglos XIII al XVI) docs. 91, 92 y 93. Fuentes Históricas Aragonesas, 82, Zaragoza, 2018.

(3) Zurita, Jerónimo, Anales de la Corona de Aragón, libro VIII, cap. V, Ed. Canellas López, A., Ed. electrónica Iso, J. J., Coord. Yagüe, M. I. y Rivero, P., 2003, Libros en red. https://ifc.dpz.es/publicaciones/ver/id/2448

(4) de Pina, Rui, Chronica de ElRey dom Afonso o quarto, cap. LXI, p. 186. Lisboa, 1936.

(5) Pretel Marín, A. y Rodríguez Llopis, M., El señorío de Villena en el siglo XIV, p. 85, Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”, Diputación Provincial de Albacete, Serie 1, Estudios, n.º 104, Albacete, 1998. Biblioteca Digital de Albacete “Tomás Navarro Tomás”.

(6) Caetano de Sousa, A., Historia genealogica da casa real portugueza, Tomo I, p. 376, Lisboa Occidental, 1735. https://books.google.es

(7) Vizconde de Santarem, Quadro elementar das relaçôes politicas e diplomaticas de Portugal, tomo I, p. 189, París, 1842. https://books.google.es

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