28 mayo 2025

23. Leonor, reina de Portugal, enclaustrada en las clarisas de Tordesillas.

 

Firma de la paz entre Portugal y Castilla, agosto de 1382


La ayuda esperada del duque de Lancaster no llegaba, la campaña se había alargado demasiado con el consiguiente desgaste para Portugal y para el ejército inglés. No se sabe a ciencia cierta quién solicitó la paz, y comenzó las negociaciones entre Castilla y Portugal a espaldas del conde de Cambridge. El hecho es que embajadores de ambos reinos se reunieron en el Real portugués para discutir las condiciones, de tal forma que en agosto de 1382 Fernando I y Juan I firmaban la paz y el matrimonio de la infanta Beatriz con el segundo hijo del rey castellano, el infante Fernando. (1

Era costumbre pregonar a voces el texto de las paces, y así se hizo en el Real delante de los ingleses, que enfurecieron contra el rey portugués, pues habían venido a pelear y no a presenciar la firma de la paz con su enemigo, lo que consideraban una burla y una traición. El conde de Cambridge lo tomó como una ofensa personal, aunque reconocía que no tenía fuerzas suficientes para combatir a las tropas más numerosas del castellano. Para rematar la humillación, el conde, su esposa, su hijo y las tropas tuvieron que regresar en la flota castellana que el rey Juan puso a su disposición según el acuerdo que había firmado.

 

Sepulcro de Leonor de Aragón, esposa de Juan I de Castilla, Capilla de los Reyes Nuevos, catedral de Toledo, 

Por Tiberioclaudio99 - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, 

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El 13 de agosto Leonor de Aragón, reina de Castilla, falleció del parto de una hija en la villa de Cuéllar, esta noticia cambió las decisiones, y alteró un término esencial de tratado, el novio ya no era el infante Fernando, sino su padre el rey Juan I de Castilla. ¿Quién propuso el cambio? Hay varias teorías. ¿Por qué lo aceptó Fernando I, que tanto temía por la independencia de Portugal? También hay diversas opiniones. 

Aunque en el pacto quedaba claro que los reinos “no se juntarían ni se mezclarían”, y que se mantendrían como soberanos cada uno de ellos, la realidad será bien distinta. Para Juan era un acierto, porque se veía también como rey de Portugal, y no pensaba cumplir algunas condiciones del trato, que cortaría las relaciones con Inglaterra, y John de Gante no tendría posibilidades de obtener su corona. Además significaba la legitimación de su vituperada ascendencia. Comenzaron las negociaciones para la boda, que esta vez se llevaría a cabo definitiva y rápidamente, a pesar de que la infanta tenía nueve años, fue declarada apta para consumar el matrimonio por un juez eclesiástico, para un marido de veinticuatro. Una niña utilizada por intereses políticos.

 

La reina Ginebra celebra los Mayos, óleo sobre tela, 1900, John Collier, Cartwright Hall Art Gallery, Bradford, Inglaterra,

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El 2 de abril de 1383 en Salvaterra de Magos, al sur de Santarem en la ribera del Tajo, se firmaba el contrato de matrimonio de la infanta con el rey castellano, estando presentes el rey Fernando y la reina Leonor, y el arzobispo de Santiago en nombre del rey Juan. Allí se realizaría el matrimonio por poderes, previamente a ser llevada en un plazo máximo del 12 de mayo, y cruzada la frontera, la entregaran a su esposo que la recibiría, y los casaría el cardenal de Aragón, Pedro de Luna, en la iglesia catedral de Badajoz. La novia tendría una dote de su padre igual a la que recibió María de Portugal, y de su esposo en arras las villas y ciudades que tenía Juana Manuel, excepto dos que serían sustituidas por otras. Ambos reyes se consideraban herederos del reino vecino en caso de no haber descendiente a la muerte de uno de ellos. (2)

La boda se verificó por procuración el día de la Ascensión, 30 de abril. A continuación la reina Leonor y la infanta se marchaban a cumplir los pactos establecidos para la boda, mientras el rey Fernando enviaba a Inglaterra una carta de disculpa y explicación por el acuerdo con el rey castellano, y aclarando que seguía manteniendo la amistad y la disposición de recibirlos en su reino cuando fuera necesario. La boda de su hija con el monarca castellano disgustaba a Fernando, pero ya era tarde para todo, se encontraba muy enfermo.

En Elvas los caballeros portugueses habían mandado instalar palenques para hacer justas y torneos y se había montado un tablado para bohordar y jugar cañas. También se había preparado en el valle, un Real con tiendas para los grandes nobles y ricoshombres, y en medio estaba la tienda del rey que era grande y muy adornada de tapices. Allí se encaminó la comitiva de la infanta, y el rey Juan salió a recibirla y la saludó cortésmente y a continuación a la reina. 

 

Beatriz encuentra a Dante en una fiesta nupcial, acuarela y gouache sobre papel, 1852, Dante Gabriel Rossetti, Galería de Arte de Nueva Gales del Sur, Sidney, Australia,

- http://www.limelightmagazine.com.au/Gallery/259256,art-gallery-new-south-wales-the-poetry-of-pre-raphaelite-drawing.aspx/4 [dead link] (Wayback Machine), Public Domain,

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Tuvo que prorrogarse el plazo hasta el 14 de mayo, en que fue definitivamente entregada a Castilla, el acto se celebró en la tienda del monarca. Estaban presentes la reina Leonor, la infanta Beatriz y el rey Juan de Castilla, Fernando no asistió porque se sentía mal. El cardenal de Aragón, Pedro de Luna, ofició tomando la mano de cada uno de los novios y les preguntó las cuestiones de rigor. (3) Tras esta primera ceremonia, se hizo un banquete que presidían Juan y Beatriz, ya esposos y reyes de Castilla.

E despues desto Domingo desasiete del dicho mes de Mayo en la dicha Ciudad de Badajoz estando a la puerta principal de la dicha Eglesia Cathedral revestido em pontifical el dicho D. Joao Arçobispo de Santiago, (…) les fizo hi las bendiciones de las arras, segum se deviam de fazer; e dentro en la dicha Eglesia les dixo missa siendo a ella ambos en los inojos en hû estrado el dicho Arçobispo les bendixo las bodas pública, e solemnemente segû ordenacion de la Sancta Eglesia, (…).” (4)

La iglesia se había preparado para la ceremonia con tapices, guirnaldas y ramos de flores, se había alzado una tarima con dosel cubierto de colgaduras carmesí, y en el altar, revestido de manteles de seda bordados en oro, se mostraban las reliquias y los ornamentos más valiosos de la catedral. La boda y sus festejos fueron acompañados por heraldos y trompetas para anunciar llegadas o entradas y darles solemnidad, y ministriles para la música de la ceremonia, eran castellanos y navarros, estos traídos por Carlos de Navarra, que había venido con su esposa, Leonor de Trastámara, la hermana del rey castellano. Aquel tenía una relación muy buena con Juan, y además de estar presente entonces, le ayudó en la guerra que se desencadenará con Portugal. Aparte de los banquetes que ofreció el rey de Castilla a sus invitados, Carlos dio una comida espléndida a Juan y Beatriz, y a los grandes nobles y prelados.

Anunciados por los heraldos llegaron el rey de Castilla y la infanta de Portugal en sendos caballos blancos muy engalanados, bajo doseles cubiertos de tejido de oro. Los novios iban vestidos con ropas hermosas y coronados con coronas de oro y piedras preciosas. Por la información que aparece en los documentos realizados, los reyes de Portugal no asistieron a esta celebración, por el estado de salud de Fernando. Beatriz, con diez años recién cumplidos, iniciaba una nueva vida casada con un rey de veinticuatro años en una tierra diferente a la suya. 

 

Catedral de San Juan Bautista, Badajoz, s. XIII-XVII, en ella se celebró la boda de la infanta Beatriz de Portugal de diez años con el rey Juan I de Castilla de venticinco años,

Por Diego Delso, CC BY-SA 4.0,

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Cuando la reina Leonor partió hacia donde estaba el rey, que por sus padecimientos había sido llevado a Almada, lo halló peor que cuando había estado en Salvaterra. Se encontraba tan mal que no salía fuera ni cabalgaba. Desde allí los reyes marcharon a los palacios de Lisboa, la pareja veía muy cercano el final de la vida de Fernando cada vez más débil. En los últimos días de septiembre la reina, que estaba preñada, tuvo una hija que murió en seguida. Después de más de un mes muy doliente de la tuberculosis, el 22 de octubre de aquel año, Fernando murió en Lisboa y fue llevado a enterrar al monasterio de San Francisco de Santarem, que él había mandado reconstruir, años después de su incendio en 1338. 

Allí había hecho trasladar los restos de su madre Constanza Manuel en su sepulcro, y a su lado y de forma sencilla quería ser enterrado, lo que se cumplió, porque el rey guardaba un recuerdo de amor y “saudade” de la madre que perdió con poco más de tres años y, sobre todo por el abandono en que la había tenido su padre por sus amoríos con Inés de Castro, que aunque él no percibiera claramente porque era muy pequeño, no había faltado quien se lo contara en la corte. Con aquel gesto de enterrarse junto a ella quería hacerle un sentido homenaje por todas las penas que había sufrido en Portugal. Quedaba bien claro el distanciamiento de Fernando de su padre Pedro I, y que no quería parecerse a él, ni a sus decisiones respecto a su enterramiento ostentoso en el monasterio de Santa María de Alcobaça.

 

Sepulcro del rey Fernando I de Portugal, Museo Arqueológico do Carmo, Lisboa, inicialmente estuvo en el monasterio de San Francisco de Santarem al igual que el de su madre Constanza Manuel, después de la ruina del convento, ambos sarcófagos vacíos fueron llevados a su actual ubicación,

Por Stephan Classen from Köln, Deutschland - Herrschergrab im archöologischen Museum do Carmo, CC BY 2.0,

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La actitud del rey Juan de Castilla hacia Portugal no era clara, y eran muchos los que sospechaban que estaban en peligro de perder la independencia como reino y quedar bajo el dominio de la poderosa vecina. Tras todo el teatro de acuerdos, actos y celebraciones, la realidad que bullía en Portugal, un reino que no había salido de la penuria y el empobrecimiento, era de sospechas del temido reino de Castilla, que en las últimas guerras siempre había vencido y humillado con sus tratados; de las envidias y las ambiciones de los grandes nobles y, sobre todo, de los hijos de Pedro I habidos con Inés de Castro, y la postura ambigua del maestre de Avís; el odio a Juan Fernández Andeiro por su preeminencia en la corte. Todo eso estallará al poco de ser enterrado Fernando I. Pronto empezó a haber contestación frente a actos simbólicos relacionados con los acuerdos con Castilla. La colocación del pendón de Beatriz en las ciudades y su aclamación en las calles al grito de: “Real, real, por la reina doña Beatriz de Portugal!”, provocó gran tensión y actitudes de desaprobación, primero en Lisboa y Santarem, y tumultos en Elvas.

 

El asesinato de Juan Fernández Andeiro

 

Como el rey Fernando había sido enterrado sin celebrarse actos de relevancia, la reina convocó a los grandes nobles y prelados para que se le rindieran los homenajes que se debían al cumplirse un mes de su fallecimiento. A partir de aquí los hechos se encadenarán vertiginosos. 

El ambiente social en Lisboa estaba siendo recalentado para una revuelta, y lo sorprendente es la explicación de la crónica, dando como “vengador de la honra del rey Fernando” e instigador de estos movimientos y del protagonismo que irá adquiriendo Joâo maestre de Avís, a un hombre de oscura trayectoria, sin ningún relieve hasta entonces. Siguiendo con “su historia”, el cronista portugués ha tejido una trama de difamación alrededor de la reina, que completa en este momento con la acción del que fuera canciller de Fernando I, Álvaro Pais que según él, será el inductor de las protestas y altercados y la iniciativa del asesinato de Juan Fernández Andeiro, y luego irá más allá fomentando un ambiente propicio para la proclamación de Joâo como rey. 

 

La isla de los muertos (Primera versión), óleo sobre lienzo, 1880, Arnold Böcklin, Museo de Arte, Basilea, Suiza, 

Desconocido2. Bridgeman Art Library: Objeto 838233. Kunstmuseum Basel, online collection, Dominio público, 

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Resulta llamativo que un caballero tan irrelevante como aquel, de repente es capaz de mover al pueblo de Lisboa y de empujar al maestre a un asesinato, para luego sentarlo en el trono. Realmente quien estaba detrás de la muerte del conde de Ourem y las revueltas, eran ciertos grandes nobles contrarios a la reina Leonor, algunos ciudadanos burgueses notables y parte del clero, que supieron utilizar las condiciones adversas de aquel tiempo y el odio a los castellanos para levantar a la población, además vieron un útil instrumento para sus intereses en el maestre de Avís. 

Por otra parte, los partidarios del otro Joâo, el primogénito de Inés de Castro, aprovecharon la circunstancia para favorecer murmuraciones, recordando que en Portugal siempre había reinado un hombre y no una mujer, en este caso la esposa de un rey castellano. Pero Juan I había tenido la precaución de poner en prisión al hijo mayor de los Castro, así como a Alfonso Enríquez, hermanastro bastardo del propio rey, porque sabía que ambos correrían a Portugal a apoyar cualquier movimiento de revuelta.

 

La muerte de Juan Fernández Andeiro, conde de Ourem, óleo sobre lienzo, ca. 1860, José de Souza Azevedo, Museo Nacional de Soares dos Reis, Oporto, Portugal,

- http://www.arqnet.pt/portal/imagemsemanal/dezembro1001.html, Dominio público,

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Juan Fernández Andeiro, conde de Ourem, que detentaba mucho poder por su cercanía a los monarcas y había obtenido donaciones de ellos, representaba el ejemplo de lo que no querían en Portugal, un extranjero en lo más alto de la gobernación del reino, y apoyo fundamental de la reina Leonor. Su ascenso e importancia en la corte había provocado aversión y envidia a su alrededor. El maestre de Avís le preparó una encerrona en las casas adyacentes a las cámaras de la reina en los palacios reales. El maestre le hirió en la cabeza y Rui Pereira le clavó su estoque, y lo dejaron muerto en medio de un gran charco de sangre en aquella estancia. Cuando Leonor conoció la noticia reaccionó con horror, era un caballero que había trabajado fielmente para Fernando y Leonor desde hacía años, y una leal ayuda.

La ciudad sufría la violencia del pueblo hasta tal punto que el obispo, Martinho Anes también fue muerto con ensañamiento, y la revuelta se extendió a otras zonas del reino. El asesinato de Fernández Andeiro provocó en la reina el miedo que había presagiado en las negociaciones del contrato de matrimonio de su hija, pues ante la muerte de Fernando temía que los sucesos se precipitaran de tal manera, que ella no pudiera controlarlo, y que sólo un conde de Ourem y los nobles portugueses que la apoyaban, o un rey como Juan I, que ya se encontraba en Guarda, podrían defenderla.


Notas


(1) Vizconde de Santarem, Quadro elementar das relaçôes politicas y diplomaticas de Portugal, tomo primeiro, pp. 248 y 249, París, 1842. https://books.google.es/

(2) Vizconde de Santarem, Corpo diplomatico portuguez, tomo primeiro, pp. 517 a 540. París, 1846. https://books.google.es/

(3) Ibidem, pp. 571 a 575.

(4) Ibidem, pp. 575 y 576.


Miedo y huida de Leonor Teles, reina de Portugal


Si antes no confiaba en el maestre de Avís, ahora sospechaba que querría matarla a ella. En Lisboa se había desatado una furia incontrolable, Juan Fernández Andeiro fue enterrado secretamente en la iglesia de San Martín, sus asesinos se habían negado a hacerlo, y la reina se desplazó al alcázar de Lisboa como lugar más seguro, para después marcharse con gente de su confianza a Alenquer. 

 

Castillo de Alenquer, Portugal,

By Vitor Oliveira from Torres Vedras, PORTUGAL - Castelo de Alenquer ( Portugal ), CC BY 2.0, 

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Los tumultos y revueltas de la ciudad iban acompañados de rumores sobre el maestre,haciendo de él un salvador, un mesías providencial destinado a las más altas tareas. El fruto de todo aquello fue su aclamación como “regidor y defensor del reino” en el monasterio de Santo Domingo. Un usurpador enviado por designio divino, muy similar a los argumentos de Enrique II de Castilla. Se había creado el ambiente propicio para que se titulara: “Don Joâo por la gracia de Dios, hijo del muy noble rey d. Pedro, maestre de la Caballería de la Orden de Avís, regidor y defensor de los reinos de Portugal y del Algarve.” (1) Tanto él como los que le rodeaban propagaron informaciones falsas, difamación y medias verdades. La táctica era la misma que había usado Enrique II de Castilla y la que emplearán los reyes Isabel I y Fernando V en su momento, característica de los que quieren arrebatar el poder a los legítimos herederos.

El mando estaba dividido en dos focos: la reina madre Leonor, como regente de la reina Beatriz en su menor edad, y Joâo maestre de Avís. La nobleza y el clero se escindirán en dos, y correspondía con la división de la Iglesia católica por la existencia de dos pontífices, unos apoyaban al papa Clemente VII de Aviñón, y otros a Urbano VI de Roma. El rey de Castilla y su esposa se encontraban en Guarda junto al obispo y a los nobles fieles que habían apoyado a Leonor.

La reina pasó la Navidad en Alenquer rodeada de sus damas y de los oficiales y nobles que más la apreciaban, fue una fiesta triste, ya no tenía a su lado ni a su esposo ni a su hija, ella era una mujer fuerte y se refugió en las celebraciones religiosas. Esperaba respuesta del alcaide de Santarem para saber cómo sería la acogida de sus ciudadanos, porque en Alenquer, tan cerca de Lisboa y con escasa protección había poca seguridad.  

 

Revellín y garita de las defensas de la muralla del castillo de Santarem, que era un lugar rodeado por el río Tajo, de muy difícil acceso, la reina Leonor Teles de Meneses se refugiaría un tiempo tras sus murallas,

https://miscastillos.blog/2018/01/21/muralhas-de-santarem/



Aunque tampoco estaba muy lejos de Lisboa, se distanciaba más de la capital, y a orillas del río Tajo estaba bien defendida por buenas murallas. Contaba con una alcazaba y un castillo imponente, ubicado sobre una montaña, y era considerado una de las fortalezas de defensa de la Línea del Tajo. El alcaide apareció para comunicarle que sería bien recibida y con toda la honra que su presencia requería, por lo que inmediatamente dispondría la partida hacia aquella ciudad. Leonor montada sobre una mula y cubierta con un gran manto negro, acompañada por sus hermanos Gonzalo y Juan Alfonso, algunos caballeros, sus damas y doncellas, fue recibida en Santarem por las mujeres de la ciudad y por los judíos que portaban las Torás. Desde allí escribe a su yerno pidiéndole ayuda para repeler las revueltas, y la toma del poder por parte del maestre. 

 

Beatrice, el amor idealizado de Dante Alighieri, óleo sobre tabla, 1859, William Dyce, Galería y Museos de Aberdeen, Escocia, Reino Unido,

- Art UK: entry beatrice-106875, Dominio público

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Su hija Beatriz paró en el camino con sus damas antes de llegar, y se vistió con un brial, un cos y una hopalanda lujosos, propios de la entrada en la ciudad donde estaba Leonor, porque hasta allí había venido con ropas de viaje, cómodas y sencillas. El rey castellano se presentará en los alrededores con los nobles que le acompañaban y sus hombres de armas, Leonor salió a recibirlos, madre e hija se abrazaron, y la reina les dio aposento en el monasterio de Santo Domingo que estaban fuera de la villa. Después entre Juan y Leonor comenzará un tira y afloja para que la reina renuncie a la regencia, pero ella no deseaba hacerlo, además varios de sus consejeros le recordaron que abdicar era no seguir la voluntad del rey Fernando, romper las condiciones del acuerdo firmado para la boda de la infanta, y traería graves consecuencias jurídicas y prácticas, como sucederá.

Entre los caballeros que acompañaban a Juan I se encontraba su primo Pedro, conde de Trastámara, que era hijo de Fadrique, el hermano gemelo del rey Enrique II y maestre de Santiago. Se había criado en la corte con la reina Juana Manuel y el rey Enrique, que además le había hecho conde. Estaba casado con Isabel de Castro, hija de Alvar Pérez de Castro, hermano de Inés de Castro. Por esta relación, el rey no confiaba en él y le había tenido preso un tiempo temiendo sus maquinaciones. Ahora, sitiando Coímbra, este Pedro Enríquez y varios de su gente, entre ellos Alfonso Enríquez, entraron en la ciudad a escondidas, pues tenían hombres que les apoyaban en el interior. Conocida la traición de su primo y una carta de la reina Leonor a sus familiares, que tenían la ciudad, para que no la entregaran a Juan, este mandó que Leonor fuera presa y enviada a Castilla. (2)

La reina había comprobado que la conducta de su yerno, para con el reino de Beatriz, no era la que ella esperaba, y no estaba de acuerdo con casi ninguna de sus medidas. Según López de Ayala, después de aquella carta, el rey habría decidido enviarla con sus damas a un monasterio de Castilla, a Santa Clara de Tordesillas. Fundado por Beatriz, hija mayor del rey Pedro I, allí habían vivido Juana de Castro (hermana de Enrique II), su hija Leonor, y la reina Juana Manuel que comenzó su reforma, (3) y también se retiró a unas casas aledañas de las monjas.


Batalla de Aljubarrota, entre Juan  I de Castilla con su ejército y apoyo francés, frente a Joâo I, maestre de Avís, sus tropas y ayuda de arqueros ingleses, agosto 1385, en el Campo de San Jorge, cerca de la villa de Aljubarrota, Portugal, que fue una gran derrota para Castilla,

Por Master of the Vienna and Copenhagen Toison d’Or - http://www.bl.uk/catalogues/illuminatedmanuscripts/ILLUMIN.ASP?Size=mid&IllID=57347, CC0,

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Partieron todos para Santarem, desde donde Leonor con algunas de sus damas sería trasladada a Tordesillas vigilada por el justicia mayor de Castilla. El camino hacia allí de unas 83 leguas requería algo más de 16 días. Aquel viaje implacable fue para ellas un trago muy amargo de soportar, la dureza de la estepa castellana frente a la dulzura del Atlántico en Lisboa, era un contraste tan fuerte y que predecía lo que les esperaba en el convento de las clarisas de una villa como Tordesillas, muy calurosa en verano y heladora en invierno. Lejos de sus tierras, de su ambiente, de su idioma, de sus familias, constreñidas en un espacio religioso, era un futuro desalentador. Leonor, que debía de tener alrededor de treinta años, acostumbrada al lujo, al cuidado, a brillar en la corte lusa, ser encerrada en un cenobio representaba un cambio drástico en su vida. Del tiempo pasado en el monasterio de Santa Clara no hay información, hasta que vuelva a aparecer en Valladolid seis años después.

Juan I tuvo que dejar el cerco de Lisboa por la peste que se extendió entre los sitiadores, y porque los recursos escaseaban. Desde Sevilla se dispuso a preparar la hueste para atacar firmemente al maestre de Avís. Los resultados tras la batalla de Trancoso y la posterior de Aljubarrota fueron lamentables para Castilla, derrotada de forma humillante por primera vez en muchos años. El planteamiento de esta última fue equivocado y la pesada caballería francesa, que había venido a apoyarle, se vio diezmada y arrollada por los arqueros ingleses reclutados por Portugal, y su ejército más ágil. Murieron muchos ricoshombres y grandes nobles castellanos, innumerables ballesteros, lanceros y peones. Los numerosos prisioneros castellanos fueron ejecutados, el campo de batalla era un mar de cuerpos y de sangre. Para Castilla fue un gran mazazo psicológico, y en las casas nobles y en los concejos que habían perdido a gran parte de sus hombres no se repondrían en años.

 

 Notas

 

(1) Lopes, Fernâo, Chronica de El-Rey D. Joâo I, vol. I, cap. XXVIII, p. 88, Lisboa,

1897. https://purl.pt/416/4/ (Traducción propia).

(2) López de Ayala, P., Crónica de los reyes de Castilla, rey don Juan I, tomo II, cap. VI, pp. 192 y 193. Madrid, 1780.

(3) Rodríguez Guillén, S., El monasterio de Santa Clara de Tordesillas en tiempos de la llegada de la reina Juana, aportaciones documentales (1363-1509) pp. 63, 64 y 65. en Juana I en Tordesillas. Su mundo, su entorno, director: M. A. Zalama Rodríguez. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3722450

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