29 mayo 2025

22. Tres damas ante un mismo trono.

 

María de Luna, esposa del infante Martín de Aragón

Matha de Armagnac, esposa del primogénito Joan de Aragón

Sibila de Fortiá, amante del rey Pere IV de la Corona de Aragón


A Pere IV le gustaba mantener las formas, por eso cuando falleció Leonor guardó el luto necesario, pero sus miradas hacia una joven dama, estaban cargadas de deseo. Sibila de Fortiá era muy consciente de lo que pasaba por la cabeza del monarca y estaba dispuesta a fomentarlo. También ella era viuda del noble Artal de Foces, pero ahora se peinaba con adornos y perfumaba más que cuando vivía la reina.

En este momento, en la corte de la Corona de Aragón, había tres damas muy diferentes entre sí. La esposa del primogénito, Matha de Armagnac era la hija pequeña de Jean I, conde de Armagnac. Había recibido una esmerada educación en el castillo-fortaleza de Lectoure, sede de los condes, y se había integrado perfectamente en la corte. Tanto el rey Pere como la reina Leonor fueron conscientes de su valía y la apreciaban mucho.

María de Luna, que se había casado con el infante Martín en 1372, era hija de Lope de Luna el noble más rico e importante del reino de Aragón, y de él había heredado el condado y su patrimonio. Como dote había aportado numerosos lugares en el reino de Aragón, y en el de Valencia.

La tercera era Sibila de Fortiá, una joven y bella dama de baja nobleza de pocos medios, nacida en un lugar del Alto Ampurdán, que no tenía formación y no debía de saber apenas leer ni escribir, porque más adelante el rey pedirá a la priora del monasterio de Sigena que la instruyan unas monjas. Estaba en la corte porque, como esposa de Artal de Foces caballero notable ya fallecido, ella había servido a la reina Leonor. 

La Armonía, (¿Las tres Gracias?), óleo sobre tabla, 1541-1544, Hans Baldung Grien, Museo Nacional del Prado, Madrid.

Aunque las edades de las tres eran muy similares, el origen familiar, la educación y el patrimonio eran muy distintos. Pero también sus objetivos diferían, porque Matha de Armagnac estaba destinada a ser reina en un futuro. Pero la vida la llevará por otro camino. María de Luna tenía otras perspectivas, como pareja de un infante que no esperaba ser rey; era muy culto y en su corte se interesarán por la música y los libros, y el horizonte de su esposa era ese. Mientras que Sibila perseguía un fin muy alto y bastante inmediato, casarse con Pere y ser reina de Aragón, y para empezar sería su concubina.

Primero fue un diálogo sin palabras de miradas y provocaciones, después se convirtió en la asiduidad con que la dama se trasladaba a las habitaciones del rey, dormía con él desde que se cumplieron 7 meses del fallecimiento de la reina Leonor, y el amancebamiento era notorio en enero de 1376. 

 

Castaños de Indias floridos, fotografía: Jorge de Santaella.

 

En la corte, los hijos de Pere y los nobles aceptaron con normalidad que, por primera vez en su vida, el rey tuviera una amante, e incluso lo veían bien para que no buscara una nueva esposa. Pero Sibila tenía otros planes, aunque por ahora se conformaba con acostarse con él y recibir sus numerosos regalos. Como el monarca era ya mayor para aquella época, sus hijos veían a Sibila como cuidadora. Pero las relaciones que hasta ahora habían sido amistosas y de utilidad por acompañar al padre, se revolverán totalmente una vez que Sibila se case con el rey, sea reina e introduzca y favorezca a sus familiares y amigos, y se rodee de lujo y atesore joyas desmedidamente.

En julio de ese año estaba embarazada, y desde Monzón el rey pedía al obispo de Lérida el envío de las andas de viaje de la reina Leonor, que por su muerte en aquel palacio habían quedado allí. Y a Huesca hace lo mismo con las andas de su nieta, que servirían para el hijo o hija que estaba esperando Sibila. (1) Ella iba avanzando en su camino, ya tenía tesorero para las rentas y derechos que Pere le había asignado desde 1376, que seguirá en ese cargo cuando ella se case con el rey en octubre de 1377. “(…) atribuyó a su amante una renta de 2.000 florines, que le son pagados por primera vez siete meses después de la muerte de la reina Leonor, con un presente de 10.000 florines de oro que el mismo día le hace también el rey a Sibila. Esta por lo tanto ya tiene su ‘casa’, su propia corte, en la que abundan los parientes y servidores;” (2)

 

 Sibila de Fortiá, recibiendo la comunión de Cristo Sacerdote, detalle del fragmento de La Comunión de los reyes de Aragón, del retablo de la capilla de la Santísima Trinidad y Santo Tomás en la iglesia de San Miguel Arcángel, Daroca, Zaragoza, pintura mural al temple, ca. 1365-1380, Maestro de San Miguel de Daroca,

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Matha tuvo su tercer parto, un hijo varón, en el verano de 1376. Nuevamente se abrieron las expectativas de un heredero, que volvieron a frustrarse con la temprana muerte del pequeño al que llamaron Joan. La duquesa de Gerona escribía el 7 de agosto a su hermano el conde Jean II de Armagnac contándole lo sucedido: “E sapiats, car frare, que ara poch dies són passats, nostre senyor Déus me havie donat I filll, e aprés pochs dies ha’l-se pres. Beneÿt sia ell, a qui ha plagut, car açò no és stada colpa mia, mas a quantes dones infanten en Barchinona sdevé que elles moren o los infants que han.” (3) Matha recalca que no es culpa suya, (en aquella época debía de culparse a las mujeres por ello) y recuerda cuántas mueren por los partos ellas o los hijos. Por entonces también nacía otro niño, María de Luna tenía su primer hijo, al que bautizaron con el nombre de su padre, Martín. En los próximos años tendrá tres hijos más: Jaime, Joan y Margarita, que morirán siendo niños, pues sólo sobrevivió Martín.

Cuando se casaron, María de Luna había recibido de su esposo varias villas y lugares, entre los que se encontraban Berbegal. De este lugar, la infanta debía recibir una cantidad anual pagadera en tres plazos, que había que dividir una parte para la condesa y la otra para el monasterio de Sigena, “(…) acatándose de esta manera la voluntad de la reina difunta, doña Leonor, madre del infante don Martín, y antigua beneficiaria de los tributos. María de Luna respetó la tradición instaurada por su suegra, ganándose la fama de mujer religiosa y caritativa.” (4)

 

Christine de Pizan, miniatura, manuscrito, s. , The Book of the Queen, BL Harley 4435 f 259v, 

Por photography The British Library Board, Harley 4431, f.259v - from a compendium of Christine de Pizan’s works commissioned in 1413, produced by her scriptorium in Paris., Dominio público, 

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Aparece de nuevo el vínculo en las ideas y conductas a través del tiempo, y el monasterio de Sigena que había estado muy unido a la reina Blanca de Anjou y su esposo Jaime II, a sus hijas María y Blanca, y a la reina Leonor de Sicilia, ahora lo estaba a María de Luna, que acabará siendo reina de Aragón. En esa época, la casa de la condesa todavía era escasa, contaba con Beneyta de Arborea, con tres camareras, un escudero y un capellán. (5)

Ya se veían las trayectorias personales de las cuñadas, ambas inteligentes, religiosas y con personalidades muy definidas. Tenían entre ellas una relación de cariño y amistad, y se comunicaban con frecuencia. Por su parte, Sibila de Fortiá había sido aceptada como amante del rey, lo que le daba un estatus muy claro, aceptada, pero no igual.

 

Isabella y la maceta de albahaca, óleo sobre lienzo, 1867, William Holman Hunt, colección Laing, Galería de Arte Laing, Newcastle upon Tyne, Inglaterra,

- Desconocido, Dominio público,

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Los dos infantes de Aragón, Joan y Martín, habían sido educados en unas costumbres austeras, pero de gran amor por la cultura. En la corte habían escuchado música, canciones y poesía interpretada por los juglares, trovadores y ministriles de sus padres. También en la capilla se interpretaba ars nova en misas polifónicas, probablemente traídas del Rosellón y de Aviñón, donde habrían llegado las nuevas misas del norte de Francia. Habían visto como Pere y Leonor contrataban a los grandes pintores como Lorenzo de Zaragoza, Ferrer Bassa y su hijo, aunque estos habían muerto de la peste antes de que los infantes nacieran, y Jaume Serra para pintar retablos o iluminar hermosos códices que se encontraban en la casa real.

Los reyes habían promovido la compra de tapices, joyas, esmaltes y otras piezas artísticas, y habían fomentado la construcción como el Palacio Menor de la reina, el monasterio de las clarisas de Teruel, la rehabilitación y embellecimiento del palacio de la Aljafería en Zaragoza o la capilla de San Martín en este palacio. Pere se interesaba continuamente por diferentes libros de los que mandaba hacer copia o los solicitaba a frailes, clérigos o familiares que los tenían; y él mismo había promovido y controlado, tanto su Crónica como las Ordenaciones de la Coronación del rey y de la reina. No es extraño que ahora en la corte de Joan hubiera profusión de músicos, compra de libros y tablas de devoción iluminadas o repujadas en plata o en cuero, y expertos para consultar astrología. Y Martín tuviera músicos y juglares, y numerosos libros.

En esos ambientes cultos y refinados, por ejemplo, la duquesa Matha, esposa de Joan, estaba interesada en diferentes obras literarias o religiosas, y escribía desde Zaragoza en septiembre de 1375 a Joan Gener haciendo referencia a las lecturas “de les obres que-ns fets saber, com siam a Barcelona, vós nos farets mostrar aquelles e legirem ço que-ns parrà.” (6)

 

Castillo, Monzón, Huesca, antigua fortaleza templaria, s. XII, en la torre del Homenaje acondicionada en sus salas como vivienda, Sibila de Fortiá dio a luz a su hija Isabel,

https://www.turismodearagon.com/ficha/castillo-templario-monzon/



Sibila de Fortiá dio a luz una hija del rey Pere en el castillo de Monzón, después viajarían a Barcelona y se utilizarían las andas de la reina Leonor que había requerido para transportar a la amante. Aquel nacimiento debió de unir más a la pareja, Sibila y su hija se instalaron en el Palacio Real de Barcelona con el rey. Era la primera vez que el monarca estaba con una mujer por su deseo personal y no por criterios de conveniencia política, una mujer joven y guapa que conseguiría de él lo que se propusiera. La llenaba de regalos de telas, joyas, piedras preciosas, perlas, vestidos, tapices y dinero.

Para aquel tiempo era casi un anciano con cincuenta y ocho años, así que a esas alturas hacía lo que quería y, en su caso, sus decisiones estaban mediatizadas por el sexo y la pasión que sentía, sin embargo sus acciones traerán consecuencias. No era consciente o le daba igual que su conducta repitiera en sus hijos y en Sibila, los problemas que el planteó a su padre, a su segunda esposa, la infanta Leonor de Castilla y a los hijos de esta.

Matha volvía a estar embarazada, y dio a luz a otro hijo varón en septiembre de 1377. Le bautizaron con el nombre de Alfons, recordando a su bisabuelo el rey Alfons. Pero a los pocos días falleció. Una desgraciada repetición, los tres hijos varones que había tenido hasta entonces habían muerto. Podemos imaginar la pena que sentiría la pareja cada vez que sus esperanzas de un heredero quedaban borradas por la muerte, a pesar de la entereza y resignación con que asumían la pérdida.

 

       Niños jugando al balancín, óleo sobre lienzo, 1777-1785, Francisco de Goya y Lucientes, Museo de Bellas Artes de Valencia.

El poder de Sibila de Fortiá

 

Sibila se había convertido en el filtro por el que tenían que pasar todos para solicitar la atención del rey: vasallos, hijos y familia. Cuando el primogénito Joan y su esposa Matha querían recompensar a su mayordomo, habían pedido varias veces al rey que le favoreciese con alguna merced, pero el rey no lo hacía. Entonces Matha escribe a Sibila recordándole que se lo habían solicitado a Pere, y le rogaba que le suplicase la concesión de alguna dádiva. (7) Y esto sucedía unos meses antes de que el rey se casase con ella, tal era su poder entonces. La actitud de Sibila y sus prerrogativas se asemejan a las de Leonor de Guzmán en la corte de Alfonso XI de Castilla, que manejaba asuntos, relaciones y beneficios a su conveniencia. Alfonso asumió el escándalo en la familia y en la corte por encima de todo, tal vez Pere estaba dispuesto a lo mismo. Las relaciones entre Joan y Martín con su padre y con su madrastra se torcieron totalmente.

Aquel año Pere hizo lo que llevaba meses madurando, casarse con Sibila de Fortiá y lo hizo probablemente en octubre de 1377. No existe información de la celebración, ni siquiera dónde fue la ceremonia, porque debió de realizarse casi en secreto y sin avisar a la familia real. Para Sibila era el precio de venir de una relación de concubinato. Comenzó a ejercer de reina, los funcionarios y servidores de su casa aumentaron considerablemente; sus familiares que eran muchos, entraron a formar parte de favores y privilegios.

El tiempo había cambiado, e influía en las costumbres de la corte, y la austeridad que había caracterizado a la Corona de Aragón desaparecía, a pesar de los habituales problemas de tesorería, que les llevaba a empeñar joyas, vajilla, adornos de plata u oro y coronas, cuando les faltaba el dinero del día a día. Entre los muchos gastos que tenía una “casa” (del rey, de la reina, del infante, de su esposa, etc.) estaba el gran número de funcionarios, médicos, religiosos, oficiales, “comensales y familiares” y servidores. La mesa estaba lujosamente ataviada y se servían platos condimentados con caras especias del lejano Oriente, así como alimentos de Provenza o Languedoc, Francia y Granada. La monarquía hacía gala de su primacía e importancia, también en su aspecto externo y en su forma de vivir

 

El olfato, óleo sobre tabla, 1617-1618, Jan Brueghel el Viejo y Pedro Pablo Rubens, Museo Nacional del Prado, Madrid.

Las damas empleaban más de sus ingresos en objetos suntuarios, primero fue el influjo de la reina Leonor de Sicilia que había traído el buen gusto de la corte siciliana, y se había apreciado en las telas, pieles, perfumes y joyas que compraba o mandaba traer de Oriente a la hija del infante Pedro de Ribagorza, Leonor de Aragón casada con el rey Pedro de Chipre o a comerciantes catalanes que viajaban por el Mediterráneo. Después era Matha de Armagnac, que se había criado en el ambiente refinado del castillo de su padre, la que acostumbraba a vestir hermosos vestidos con las más ricas telas de Génova, Venecia, o de Flandes. Sus aposentos estaban adornados con lujosos tapices, hermosas alfombras y su cama vestida con gran exquisitez.

Por su parte, Sibila no reparaba en gastos para su guardarropa y en joyas, pues amaba las telas costosas y las piedras preciosas, y las encargaba no sólo a comerciantes del reino, sino de Francia e Italia. En alguna ocasión aparece avariciosa: “Sabedora que la nau d’En Casasaja (Francesc Casasaja mercader catalán muy relacionado con la casa real) es venguda novellament d’ultramar fornida de moltes perles, pedres fines, draps y altres joyes notables, s’ho fa tot reservar y apartar per ella, de manera que no puga fer altra via.” (8

 

Baile a orillas del Manzanares, óleo sobre lienzo, 1776-1777, Francisco de Goya y Lucientes, Museo Nacional del Prado, Madrid.

 

En cuanto conocía la llegada o la existencia en Barcelona de diamantes o de grandes perlas trataba por todos los medios de hacerse con ellos. Utilizaba a menudo para estas pesquisas y compras los servicios de un mercader genovés, que a su vez, fomentaba su apetencia de nuevas joyas, haciéndole llegar informaciones más o menos distorsionadas para convencerla. Había una judía comerciante, “familiar” de la reina Leonor, que le suministraba objetos suntuarios y seguía trabajando para Sibila.

Esta se ocupaba de su hija, la ahora legitimada e infanta, Isabel, de su salud, de que las damas que la cuidaban fueran diligentes y solícitas en todo lo que la rodeaba desde lo que comía hasta la ropa que llevaba, y de que la confeccionaran con hermosas y caras telas. Era una madre con el mismo instinto maternal que otras muchas, pero que además podía permitirse lo que quisiera para ella. En el verano de 1378 Sibila tuvo un hijo al que pusieron de nombre Pedro, que debió de morir al año siguiente.

 

Puerto de Barcelona en el s. XVIII, grabado francés,

https://marinacatalana.wordpress.com/2016/01/17/breve-historia-y-cartografia-del-puerto-de-barcelona-el-siglo-xviii/



Notas


(1) Roca, Josep M.ª, La Reyna empordanesa, p. 18, Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, vol. 10, 1928. https://raco.cat/index.php/MemoriasRABL/

(2) Claramunt Rodríguez, S., Un pliego de cuentas de María de Luna conservado en la Basílica del Pino de Barcelona, p. 77, En la España Medieval, vol. 1, 1980.
https://revistas.ucm.es/index.php/ELEM/issue/view/1514

3) La muerte en la Corona de Aragón. Cartas de condolencia, y anunciadoras de fallecimientos (siglos XIII al XVI), doc. 129. Fuentes Históricas Aragonesas, 82, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2018. https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/36/82/_ebook.pdf

(4) Claramunt Rodríguez, S., Op. cit., pp. 78 y 79.

(5) Ibidem, pp. 79 y 80.

(6) Trenchs Òdena, Josep, Documents de cancelleria i del mestre racional sobre la cultura catalana medieval, doc. 1686. Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 2011.

(7) Sanpere y Miquel, S., Las damas d’Aragó, pp. 72, 73 y 74. Barcelona, 1879.
https://books.google.es/

(8) Roca, Josep M.ª, Op. cit., p. 44.


La muerte de Matha de Armagnac, esposa del infante Joan de Aragón

Palacio de La Aljafería, Zaragoza, octubre de 1378


Hay una carta de Matha de Armagnac de septiembre de 1378 a la señora de Fiumarco a la que llama querida prima, una dama con la que tenía gran confianza, y que cuando se encontraba muy enferma acudía a ella para que la acompañara. En la misiva muestra claramente lo mal que se hallaba, y la tristeza del postparto de una niña que poco después había muerto: 

“(…) a IIII dies del present mes de juliol, nos vench accident de febre terçana molt forts, e al XI jorn de la dita febre, per los grans accidens que-n havíem, infantam filla. La qual, aprés alscuns dies, per les grans passions que sofertes havie dins nostre persona per rahó de la dita febre, morí. E lo sendemà aprés que fon morta, madona Besatriu, que era malalta de gran febre, morí axí mateix. E com, cara cosina, a nós encara no haje ben lexada la dita terçana, e desigem molt que vós fóssets ací, ab qui nós consolar nos poguéssem, per ço-us pregam, com pus affectuosament podem, que encontinent, vista la present, lexats tots afers, si a nós desigats jamés servir ne complaure, vos en vingats a nós; (…).” (1)

No eran fiebres puerperales, como dicen algunos autores, pues estas se presentan por una infección en el parto o en las heridas que quedan. En el caso de Matha, tenía paludismo, llamado entonces fiebres tercianas, ya en el embarazo que debió de afectar a la niña, y por lo que ella dice, también había fallecido de esas fiebres madona Besatriu que servía a la duquesa. Era septiembre, se encontraban en Zaragoza en el palacio de la Aljafería, que está cerca del curso del río Ebro. Probablemente hacía calor y en esas fechas parte del río estaría remansado, por lo que es fácil que proliferaran los mosquitos. Así que, tanto Matha como la dama Besatriu pudieron sufrir la picadura del anopheles y contraer paludismo.

 

El paso de la laguna Estigia, óleo sobre trabla, 1520-1524, Joachim Patinir, Museo Nacional del Prado, Madrid.

El maestre Juan de Ordás, que la había atendido varias veces en sus enfermedades, estaba con ella a partir de septiembre, y también la asistía un físico judío de la villa de Daroca. Pero la fiebre continuaba abatiéndola, no tenía apetito y apenas comía, cada vez estaba más débil, Joan la acompañaba largos ratos sentado al lado de la cabecera de la cama, estaba muy unido a su esposa. La frágil salud de Matha se había resentido aún más con el esfuerzo del parto y la pérdida de sangre, deliraba y hablaba de la niña fallecida. Las damas que la servían traían jofainas con agua fría para refrescarla con paños humedecidos. En las pequeñas ventanas las cortinas de cendal azul estaban corridas y entraba algo de sol. El calor de la estancia era sofocante, acabado el verano habían vuelto a colocar los tapices de lana azul con divisas de leones, palomas y tórtolas bordadas en color amarillo. 

 

Sepulcro de Matha de Armagnac, alabastro, s. XIV, Real Monasterio de Santa María de Poblet, Vimbodí y Poblet, Tarragona, s. XII-XIV,

By PMRMaeyaert - Own work, CC BY-SA 3.0,

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Matha no superó esta enfermedad, falleció el 23 de octubre con poco más de veinte años, llevaba casada cinco, y había dado a luz a cinco hijos, de los que solo sobrevivía una niña. No llegó a ser reina, pero dejó tras de si una estela de mujer de grandes cualidades, entre las que destacaban su bondad, rectitud, equilibrio y diplomacia. Fue enterrada en la iglesia del convento de San Francisco de Zaragoza, y años después trasladada al monasterio de Poblet, donde el rey Pere le había mandado esculpir un hermoso sepulcro en alabastro.

Como acostumbraba, al conocer el fallecimiento de su nuera, empezó a pensar en el nuevo matrimonio para su sucesor, de la misma forma que había hecho él, cuando sus esposas habían muerto. Para el rey, lo primero era asegurar un hijo varón heredero de la corona. Y comenzó a organizar contactos con su nieta María, reina de Sicilia, y con los nobles catalanes que estaban con ella en la isla, para la posible boda con Joan. Quería seguir teniendo bajo su mano las tierras sicilianas. A su hijo, también le lanzaba la idea de la necesidad de otro matrimonio. Pero el monarca sabía que la boda con María de Sicilia no agradaría a su hijo, por eso presionaba a los consejeros del infante para que le preparasen el terreno de la boda con ella. Efectivamente Joan, no contradijo a su padre en ese momento, pero le respondió que no tenía prisa en casarse.


1. Divorcios en el siglo XIV: Constanza Fadrique de Aragón


Raros eran los divorcios en aquel tiempo, y los pocos que se daban correspondían sobre todo a la nobleza. Las mujeres que lo pedían tenían que estar cargadas de razones y dispuestas a soportar la presión de la familia del marido y la del ambiente social. Todo iba en contra de aquella decisión. En la corona de Aragón y en este tiempo, van a coincidir dos peticiones de divorcio por damas relacionadas con la casa real, y ambos trámites se dilatarán en el tiempo de forma exagerada, cohibiendo la vida de estas mujeres. Las dos estarán viviendo durante un tiempo en casa de María de Luna y del infante Martín.

 

Paisaje con arco iris, óleo sobre lienzo, 1805, Joseph Anton Koch, Galería Estatal de Arte, Karlsruhe, Alemania,

The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Dominio público,

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Una era Brianda de Luna, la hermana menor de María de Luna, casada con Lope Ximénez de Urrea, y la otra Constanza de Aragón, así la llama Pere en sus cartas y por lo tanto perteneciente a la familia, aunque por línea ilegítima. El bisabuelo de Constanza, Federico II de Sicilia, era hermano de Jaime II abuelo de Pere, por lo que este era tío de Constanza en tercer grado. Con la reina Leonor sucedía lo mismo, ese bisabuelo de Constanza era también abuelo de la reina. Por ello, el rey aragonés dirá de la joven que con ella hay deuda de sangre.

Federico II de Sicilia, hijo del rey catalanoaragonés, había tenido una amante en Sicilia llamada Sibila Sormella, que le dio cinco hijos: el mayor, Alfonso Fadrique, se crió con su tío Jaime II, y llegó a ser un importante personaje muy relacionado con la casa real, como vicario general del ducado de Atenas y Neopatria, y con tierras en Negroponte y en Grecia central. “Don Alfonso Fadrique was probably the most distinguished Catalan ever to take up residence in the Athenian duchy, and during the years that he was vicar-general the Catalans added the only conspicuous gains made to their Greek territories after the triunph of the original conquest itself.” (2)

Este Alfonso Fadrique se casó con Marulla de Verona, hija de Bonifacio de Verona, un caballero que desempeñó altos cargos en el ducado, fue triarca de Negroponte, y dejará parte de sus propiedades a su yerno. (3) De los hijos que tuvieron, al cuarto le pusieron de nombre Bonifacio, en honor del caballero de Verona. Bonifacio Fadrique o de Aragón, como le nombra Pere, mantendrá también mucha relación con la corona aragonesa, por su protagonismo en Sicilia, después en el ducado de Atenas y Neopatria, y en Grecia. (4) Era un tiempo de gran presencia catalanoaragonesa en el Mediterráneo, que Pere favorecerá. 

 

Nave de la catedral del Salvador y la Transfiguración de Jesús, Cefalú, Sicilia, estilo normando, s. XII-XIII,

Por Berthold Werner - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0,

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Constanza de Aragón o Fadrique, que era una de las hijas de Bonifacio y de su esposa Dulcia, acabará viniendo para ser dama de su tía la reina Leonor de Sicilia. (5) Pere la había casado con Hugue Calveley, un caballero inglés, vasallo del príncipe de Gales, y capitán de su propia compañía de mercenarios en la guerra de los cien años. (6) Vino a Castilla, primero con Bertrand du Guesclin para participar en la guerra contra el rey Pedro I, y después a combatir con Edward de Woodstock en favor del castellano en la batalla de Nájera. 

Cuando el príncipe Edward marchó para Aquitania en 1367, Hugue se había quedado en el reino de Aragón. Pere le recompensó por sus servicios donándole Elda, el castillo de La Mola, y los derechos y jurisdicción de Cervellón, y en junio de 1368 se celebró su boda con Constanza, que como dote confirmaba aquella donación y era de un valor de 40.000 libras de Barcelona. Por su parte el caballero había comprado el castillo y lugar de Aspe a Pere IV, y el valle de Novelda a su compañero Matthew Gournay.

Probablemente tras la boda, los esposos continuaron viviendo en la casa real, ella como dama de la reina Leonor, y él al servicio del rey, por lo menos hasta que el príncipe Edward llamó a Calveley a Aquitania, por la reanudación de la guerra anglofrancesa en 1369, y Constanza debió de continuar al lado de la reina.

Hugue Calveley era un mercenario, un guerrero duro, con dotes para el mando, y toda su vida la dedicó a la guerra. Cuando estuvo al lado de Enrique de Trastámara contra Pedro I en el invierno de 1366, “(…) Calveley en Magalon (Magallón, cerca de Zaragoza) asaltó el barrio judío y masacró a sus habitantes. En Briviesca los judíos se encontraron con el mismo destino en sus manos, a excepción de 150 que se convirtieron.” (7) Su imagen oscila entre el asesino analizado por los historiadores ingleses, y el retrato caballeresco que le hace el trovador Johannes Cuvelier, en el poema que escribió de Bertrand du Guesclin, pero si añadimos que el príncipe Edward de Woodstock en 1354 le había perdonado por cometer todo tipo de felonías y transgresiones en el condado de Cestre, (8) tendremos una aproximación a Hugue Calveley, el esposo de Constanza de Aragón.

 

Sepulcro de Hugue Calveley en la iglesia de San Bonifacio, Bunbury, Cheshire, Inglaterra,

By Peter I. Vardy - Own work, Public Domain,

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Mientras estaba casado con ella, fue nombrado senescal de Aquitania, gobernador de Calais, gobernador de las Islas del Canal, almirante del oeste, participando en la campaña de Bretaña al lado de John de Gante, y una larga lista de intervenciones en campañas guerreras. Es evidente que durante toda esta trayectoria, Constanza no le había acompañado. La relación de la pareja no debía de ser buena, y ella no deseaba seguir a su marido. Cuando la reina Leonor falleció en 1375, la dama se marchó de la corte, posiblemente a Valencia y continuó viviendo allí, donde podía tener la protección de María de Luna y de su esposo el infante.

En noviembre de 1377, cuando el rey se casó con Sibila, Pere le escribe una carta conminatoria para que se presente en la corte al servicio de la reina, como al parecer ya le había requerido antes. No debió de ir, porque en 1380 estaba tramitando el divorcio, y Pere aparece muy indignado con el tema, que él opina involucraba a su hijo Martín. Según una carta del rey al infante, este estaría teniendo una relación amorosa con ella en su propia casa, y estando presente María de Luna.

Durante el tiempo en que Constanza permanecía en el reino de Aragón y su marido se dedicaba a la guerra, habría comunicación entre ellos para separarse. Hacia 1377 Calveley quería deshacerse de sus propiedades allí, sin tener en cuenta que estaban ligadas a la dote de la esposa, y ella debía recibir la compensación por ello. La dama presentó la petición de divorcio y tendría que sentenciar el obispo de Valencia, además de requerir el pago de la dote por los tribunales.

 

Jaime de Aragón, primo del rey Pere IV de Aragón, obispo de Valencia cuando Constanza Fadrique solicita su divorcio de Hugue Calveley, y el prelado tiene que pronunciarse sobre el asunto presionado por el rey; óleo sobre tabla, s. XIV-XV, ¿Vicente Masip o su hijo Vicente Juan Masip, (conocido como Juan de Juanes)?

-https://2.bp.blogspot.com/-XDV4V8CWP5o/WXZSSErxzqI/AAAAAAAADRg/IpmlZQLrN6gqV2xnRZxmWJ9Tq73lNUGjACLcBGAs/s640/09.jpg, Dominio público,

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El rey escribió en abril de 1381 al obispo Jaime de Aragón, que era su primo, para que lo agilizara, pero le mandaba que cuando tuviera la sentencia “(…) se la enviase al gobernador (de Valencia que obedecía al rey) o a él primero para poder ver y entender la verdad y justicia del hecho.” (9) Con esa carta estaba presionando al prelado sobre su decisión. También escribía al procurador de Hugue Calveley para aclarar que él no apoyaba a Constanza, porque no era “(…) una mujer ni tan perfecta ni tan sabia que mereciese ser amparada contra un tan perfecto caballero como Hugue de Calveley: (…).” (10) Pere presumía que la dama no sólo era “culpable”, sino que debía volver con su marido, además de achacarle todas las injurias que corrían en los comentarios malintencionados.

Constanza se había refugiado en casa de María de Luna y del infante Martín, que vivían habitualmente en Valencia. Tanto María como él, eran una pareja muy bien avenida, se querían y ambos eran buenos y acogedores. No se puede aceptar que estuvieran viviendo la experiencia de la que el rey acusa a su hijo, al que ordena que eche de su casa a Constanza.

Era un tema de murmuración y crítica en el reino y había llegado hasta Pere, que daba por buena la maledicencia de la gente. Escribirá en mayo una carta muy dura y con amenazas a Martín. Le decía que era público que tenía en su casa a Constanza y yacía con ella, bajo el mismo techo que su esposa, que era buena y honesta. Le ordenaba bajo pena de perder su gracia y amor, que inmediatamente echara a la dama no sólo de su casa sino de su tierra. “Porque persona tan difamada como ella no debe ser mantenida por ningún hombre de bien.” (11)

 

Puente del Real, Valencia, óleo sobre lienzo, 1908, Joaquín Sorolla y Bastida, Museo Sorolla, Madrid,

https://ceres.mcu.es/pages/Viewer?accion=4&AMuseo=MSM&Ninv=00816



El autor dice no haber encontrado más información sobre como acabó el problema. Una vez más se trataba de la perversa fama creada, que tantas veces fue utilizada para atacar a las mujeres y convertirlas en las culpables. No conocemos la reacción de la pareja ni si Martín tuvo que hacer salir de su palacio a la dama. El divorcio se dilató en el tiempo y ella mantuvo pleitos para obtener el dinero de su dote. En 1383 Calveley conseguía cobrar una parte con la venta de Elda y Aspe que había sido impugnada previamente por Matthew Gournay y por Constanza como perjudicados, por lo que puede pensarse que ella ya habría recibido una compensación por su dote.


Notas


(1) La muerte en la Corona de Aragón. Cartas de condolencia, y anunciadoras de fallecimientos (siglos XIII al XVI), doc. 134, Fuentes Históricas Aragonesas, 82, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2018. https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/36/82/_ebook.pdf

(2) Setton, Kenneth M., The catalans in Greece, 1311-1380, cap. VI, p. 184, en A History of Crussades, vol. III, editor general: Kenneth M. Setton, editor volumen: Hazard, H. W., Madison, 1969. https://archive.org/details/setton-wisconsin-history-of-the-crusades-vol-3/mode/1up?view=theater

(3) Ibidem, pp. 185, 188 y 189.

(4) Ibidem, pp. 211 y 212.

(5) Fowler, Kenneth A., The wage of war: The Mercenaries of the Great Companies, p. 237, en Viajeros, peregrinos, mercaderes en el Occidente medieval, XVIII Semana de Estudios Medievales, Estella, 22 al 26 de julio 1991. Gobierno de Navarra, reimpresión, 1999. https://www.navarra.es/NR/rdonlyres/DA399C57-3C97-4D44-B9D7-1E81B9EF4A4D/369611/1991.pdf

(6) McColly, W., Sir Hugh Calveley: a reassessment, p. 157.
https://www.hslc.org.uk/wp-content/

(7) Ibidem, p. 160. (Traducción propia).

(8) Ibidem, p. 159.

(9) Sanpere y Miquel, S., Las damas d’Aragó, pp. 84 y 85, Barcelona, 1879. (Traducción propia). https://books.google.es/

(10) Ibidem, p. 85.

(11) Ibidem, pp. 86 y 87.


2. Divorcios en el siglo XIV: Brianda de Luna


Brianda de Luna era una joven de unos catorce o quince años, cuando empezó a plantear el divorcio de su esposo Lope Ximénez de Urrea. Si ella pertenecía a la familia noble más rica y distinguida de Aragón, él estaba respaldado por una gran casa, y era sobrino del arzobispo de Zaragoza Lope Fernández de Luna, por lo que también estaba emparentado con los Luna.

No sabemos que llevó a la joven a querer separarse de Lope, si un matrimonio desgraciado o un enamoramiento de otro hombre. Es posible que fueran estas dos razones y la primera había desencadenado la segunda. Porque tras esta situación se encontraba que Brianda y Luis Cornel, señor de Alfajarín, otro noble de una antigua casa de ricoshombres aragoneses, debía de hacer tiempo que se conocían, se habían enamorado y querían casarse.

 

Castillo de Aljafarín, Zaragoza, de origen árable, los Cornel fortificaron la villa y reconstruyeron el castillo, s. XIV, donde Luis Cornel se hizo fuerte frente a los López Urrea,

Por Juanje 2712 - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0,

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(…) una novedad que causó grande división y discordia entre los ricos hombres destos reinos y puso toda la tierra en armas estando ellos entre sí en guerra; y no se podía hallar ningún remedio para concordarlos.” A finales de 1377, Brianda pedía la separación y alegaba que: “(…) en el tiempo que hicieron vida juntos siempre fue doncella como antes que se velase con él.” (1) Le correspondía a los tribunales eclesiásticos, y dar la sentencia al tío del marido, el arzobispo de Zaragoza Lope Fernández de Luna, que además era familia de los Luna, así tuvo que delegar la decisión en los abades de Montearagón y Veruela.

Antes de que se diera la resolución eclesiástica, Brianda y Luis Cornel contrajeron matrimonio por palabras de presente, convivieron juntos y tuvieron una hija. Será Brianda Cornel que junto con su madre, años después cuando María de Luna llegue a ser reina de Aragón, sean damas en su corte.

El casamiento encendió la mecha de la venganza de Ximénez de Urrea y se desencadenó una gran violencia entre familias. El marido corrió a asolar y talar la tierras de Luis Cornel, que estaba encerrado en su castillo. El daño y la saña era la misma que empleaban los guerreros cuando iban a la frontera de Granada a destruir las haciendas de sus enemigos.

Mientras tanto, la condesa de Luna, Brianda d’Agout, madre de Brianda y de María, había solicitado al rey protección y seguridad para su hija, porque estaba muy preocupada por ella. El monarca había encomendado el asunto a su hijo Joan como tarea que le correspondía por ser gobernador general de los reinos. Brianda debía de estar viviendo en el palacio de Martín y María de Luna, así que el infante fue a ver al rey para pedirle que interviniera, ocasión que aprovechó Pere para requerir a su hijo que hiciese homenaje a Sibila como reina, (los infantes y sus esposas no habían asistido a la boda ni iban a la corte).

 

Psalterium Cantuarense (Psalterium anglo-catalan), manuscrito Latín 8846, fol 76r, s. XII, San Jerónimo, BnF,

http://archivesetmanuscrits.bnf.fr/ark:/12148/cc623806



A principios de 1379 el abad de Montearagón, posiblemente influido por el arzobispo, sentenció que Brianda tenía que volver con su esposo Lope Ximénez de Urrea, sentencia que la joven recurrió. Las partes implicadas no se ponían de acuerdo en qué lugar permanecería Brianda. Joan tuvo que involucrarse en el asunto, y procuró su guarda a un caballero muy fiel de su confianza. (2) Pero esta situación no agradaba a la condesa de Luna, madre de Brianda, que pedía al rey se llevara a la joven al monasterio de Pedralbes, más cerca de la casa real.

Las discusiones seguían hasta que acordaron que fuera el cardenal de Aragón, Pedro de Luna, quien interviniese en el caso, y este decidió que Brianda debía estar custodiada en un sitio que él controlase. Eligió Illueca, una villa al este de Zaragoza, donde el cardenal tenía el palacio con servidores de su confianza. Pero Brianda se escapó de aquel encierro y se fue al castillo de Huesa que era de su cuñado el infante Martín, y Luis Cornel lo tenía en su nombre. Ante este hecho el rey enfureció y mandó a Jordan Pérez de Arenós que trajera a Brianda y la pusiera a buen recaudo. 

 

Ruinas del castillo de Peñaflor o de Huesa del Común, Teruel,

Por Fjavier.lozano - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0 es,

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Pere veía que la guerra iba a extenderse a todo el reino, porque había partidarios de los dos bandos en todas partes y cada vez era más difícil controlarlo. Era mayo de 1381 y tenía Cortes en Zaragoza, cansado del asunto y muy molesto de la actitud cada vez más agresiva entre las dos familias, acabó logrando que se les impusiera tregua. Por otra parte, Pere junto con Sibila ampararon a Brianda, se comprometieron a apoyarla, y si la sentencia era a su favor, que pudiera hacer su boda con quien quisiese, y el rey le permitió ir a la corte o a cualquier villa cuando lo deseara.

La resolución se retrasó ocho años, la pareja sufría las consecuencias de la separación y, en alguna ocasión, ella se escapaba para estar un tiempo con él. Debió de ser un tiempo penoso y tenso para ellos. Por fin en 1391 la sentencia de divorcio liberaba a Brianda, y pudieron casarse. El 23 de octubre Joan Subirats, notario apostólico, a petición de Luis Cornel y Brianda de Luna, daba fe y testimonio de la dispensa otorgada a favor de ella para poder separarse de Lope Ximénez de Urrea y contraer matrimonio con Luis Cornel y lo hacía ante un notario público de Zaragoza. (3) El camino andado por ambos había sido muy largo, pero fueron una pareja unida y feliz. Su hija Brianda Cornel será la heredera de todos sus bienes, según el testamento de su padre Luis Cornel dado hacia 1403 en Fuentes de Ebro. (4)

 

La Mañana, óleo sobre lienzo, 1808, Philipp Otto Runge, Galería de Arte de Hamburgo,

- Scan of the book: Holle, Gerard du Ry van Beest (Hg.), Kunstgeschichte, Mueller Karl, Erlangen 1994, ISBN 3860703528, p. 675., Dominio público,

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La vida seguía en los reinos con los aconteceres humanos a los que los reyes no podían escapar. María de Luna estaba embarazada de nuevo, mientras el heredero Joan preparaba su boda en Perpiñán, e invitaba a su hermano, y consideraba que María preñada no debía hacer aquel viaje tan largo. Nacería Jaime, un hijo que no vivió mucho tiempo, porque por ahora sólo Martín, al que llamarían “el joven” para distinguirlo de su padre, ya había cumplido cinco años y crecía sano. Pere veía cómo el resto de sus nietos varones no sobrevivían más que algún año, unos meses o días, y él mismo, a su edad, también tenía el dolor de la muerte de sus nuevos hijos con Sibila. Recientemente esta había tenido un niño que había muerto poco después, por eso mandaba el 23 de abril de 1379 que se envíen los maestros necesarios al abad del monasterio de Poblet para hacer dos sepulturas, una para su hijo y la otra para un hijo de Joan y Matha de Armagnac: “(…) ço es una per l infant en P. (Pere, pues en otra carta aparece el nombre completo) fill nostre que pochs dias ha mori, e l altre per lo fill (probablemente Joan) de nostre primogenit lo duch, lo qual fill entany mori en Barchinona.” (5)

Las relaciones entre padre e hijos se habían roto debido a su boda con Sibila, aunque se escriban y se traten, ya no volverán a ser lo mismo que antes, además se añadirán otros desencuentros y problemas que las dificultarán para lo que le quede de vida. El rey quería que su primogénito se casara con María de Sicilia, que muerto su padre Federico, era su heredera, aunque con numerosos problemas para la sucesión, porque la isla tan disputada siempre, requería la presencia de quien combatiera por su estabilidad y siguiera manteniendo a la dinastía de Pere. Pero Joan no quería tomarla como esposa, en parte por la consaguinidad que les unía y, en parte, porque su hermano Martín pensaba en su hijo para esa boda.

El primogénito había recibido un ofrecimiento secreto del rey francés de matrimonio con su sobrina, hija del duque de Bar o de la hija del señor de Cossi. También le había llegado la posibilidad de una sobrina de Clemente VII, papa de Aviñón, a quien el infante reconocía frente a Urbano VI de Roma. Joan prefería la boda con Violante de Bar, sobrina del rey francés, y se fue a Perpiñán para poder hacer gestiones, más cerca de las posibles novias. Cuando Pere lo supo, buscó todos los medios para impedirlo y tratar de vencer la voluntad de su hijo que demostró tener mucha firmeza.

 

Rostro de la escultura en alabastro del sepulcro de la reina Violante de Bar, esposa del rey Joan I de Aragón, s. XV, Real Monasterio de Santa María de Poblet, Vimbodí y Poblet, Tarragona,

https://ca.wikipedia.org/wiki/Fitxer:Violante_of_Bar_(crop)_-_Monastery_of_Poblet_-_Catalonia_2014.JPG



Ya tenía tomada su decisión y había elegido a esa hija del duque de Bar, sobrina del rey Charles V de Francia. Cuando preparaba su boda escribía a su hermano el infante Martín y por esa carta sabemos que María de Luna estaba preñada de nuevo, y le decía que por el peligro que implicaba en ese estado, que no se moviera, que ya se verían las cuñadas en Aragón. (6)

Como necesitaba la aprobación de su padre, se buscó la ayuda de la reina Sibila mediante algún favor a su hermano Bernart de Fortiá, y fue ella la que debió de facilitar la boda hablando con el rey y convenciéndolo. Pero el tratamiento entre la reina y el primogénito siempre será frío. Pere estaba furioso por la desobediencia de su hijo rechazando casarse con María de Sicilia.

La boda por fin se fijó para el 2 de febrero de 1380, era un nuevo retraso de los varios que había sufrido. Invitó a los reyes, a su hermano, a su cuñado, a numerosos grandes nobles y altos cargos de la corte y empezó a preparar la celebración y los festejos en Perpiñán. El rey Pere, en una demostración de tozudez y obcecación por la posesión de Sicilia, realizó gestiones cada vez más indignas de un padre, aunque fuera un hombre de estado, tratando de que el papa disolviera el matrimonio. El primogénito venció en esta larga y dura pugna del rey con su heredero, a pesar de las viejas costumbres de obediencia y acatamiento.

Tras seis meses de retrasos por diferentes causas, la novia salía de París el 11 de marzo de 1380 y viajando por los ríos y canales de Francia tardaría menos y sería más descansado que por tierra, pero al llegar al territorio del duque de Borgoña y después al del duque Borbón, dado que Violante era sobrina del rey francés quisieron agasajarla, y tuvo que permanecer varios días con sus familias, de tal manera que hasta el 7 de abril no llegaba a Aviñón. Y allí el papa Clemente la recibió especialmente por ser sobrina del rey Charles V, y esposa de Joan futuro rey de Aragón.

 

Detalle del Zodiaco de Dendera, eclipse solar de 7 de marzo del año 51 a. C., bajorrelieve esculpido en el pórtico de la cámara dedicada a Osiris en el templo de Hathor, ca. 50 a. C., Dendera, Egipto, Museo del Louvre, París,

                                                            - Mbzt 2011-12-12, CC BY 3.0,

                             https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=18542543

                                                      



El infante desesperaba de cómo iban produciéndose demora tras demora a las fechas que él había ido poniendo. Porque había un último aspecto para decidir el día concreto. Joan gustaba de la astrología y de la consulta a expertos astrólogos: para la boda había pedido las predicciones de los días propicios a un judío de su casa. (7) En la última etapa del viaje de Violante tendrían que darse prisa para llegar a Perpiñán el domingo y celebrar la boda el 30 de abril lunes que también era un día afortunado para realizarla.

 

La muerte de Juana Manuel, reina madre de Castilla y de León

Salamanca, final del invierno 1381

 

Desde la muerte de Enrique II, Juana Manuel se había retirado a las casas anexas al monasterio de las clarisas de Tordesillas, y asistía a pocas actividades en la corte. Aquel cenobio había recibido y recibía las atenciones y cuidados de la reina madre. Había conseguido: “Una bula de Urbano VI autorizaba a la reina a edificar, en unas casas cercanas al monasterio, una habitación con dos ventanas. En una de ellas un torno y en la otra una reja.” (8) Por su parte, Juana de Castro, viuda de Felipe de Castro y cuñada de la reina, también favoreció al convento, vivió sus últimos años allí, (se desconoce la fecha de su muerte) y había dejado en testamento varias posesiones a su hija Leonor de Castro que entrará a formar parte de la comunidad clarisa.

Era el final de aquel gélido invierno, sin embargo el fuego ardía chispeante en la chimenea, porque la sala era húmeda y fría, y Juana temblaba bajo los edredones de lana forrados de seda y bordados con los blasones de los Manuel y de Castilla. Ya había anochecido y la estancia estaba en penumbra a pesar de las velas repartidas en los candeleros de las esquinas, la atmósfera era espesa por el humo. Se oía el susurro de las oraciones de las damas que estaban cerca de la cama de su señora, la reina madre de Castilla agonizaba en ella. Unas tenues cortinas de cendal que colgaban del paramento le daban un poco de intimidad, pues estaban corridas hasta la altura de la almohada para poder acceder a Juana Manuel. 

Muy cerca de la reina estaban su confesor y su nuera la joven reina Leonor, infanta de Aragón. La noche sería larga. Al fondo, arcones de madera y algún escabel plegado. En una de las paredes un gran tapiz con los escudos de Enrique II y de la casa Manuel, estaba sujeto con ganchos de hierro, en el suelo había pieles a modo de alfombras, para protegerse del frío enlosado. Al amanecer, las campanas de la iglesia mayor de Santa María de la Sede comenzaron a tocar a difunto, y después todas las campanas de las iglesias y conventos de Salamanca. Juana Manuel había fallecido.

 

Sepulcro de Juana Manuel, esposa del rey Enrique II de Castilla, Capilla de los Reyes Nuevos, Catedral Primada de Toledo, 

Por Borjaanimal - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, 

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En aquellas fechas la corte se encontraba en Salamanca, ciudad de señorío de la reina Juana. Su esposo, Enrique II, había fallecido hacía dos años, y desde entonces su hijo Juan reinaba en Castilla. Juana había cumplido cuarenta y dos años, pero estaba agotada y ya sin fuerzas, porque había llevado una existencia muy agitada desde los doce años, en que se había unido a Enrique de Trastámara. Desde su casamiento, las acciones, los deseos, los proyectos, las desventuras, fracasos y éxitos de Enrique habían marcado el ritmo de la vida de su esposa, que le había seguido y apoyado incondicionalmente. Además le había dado tres hijos, pero la más pequeña murió de niña. Juana Manuel, hija del gran magnate y escritor Juan Manuel, y de la muy noble Blanca Núñez de Lara de la ilustre casa de Lara, era un ejemplo del acontecer vital de una mujer de alta alcurnia en la penúltima década del siglo XIV.


Notas


(1) Zurita, Jerónimo, Anales de la Corona de Aragón, libro X, cap. XXIX, p. 333, Ed. Canellas López, A., Ed. electrónica Iso, J. J., Coord. Yagüe, M. I. y Rivero, P., 2003, Libros en red. https://ifc.dpz.es/publicaciones/ver/id/2448

(2) Sanpere y Miquel, S., Las damas d’Aragó, p. 94, Barcelona, 1879. https://books.google.es/

(3) PARES, OSUNA,CP.128,D.11.

(4) PARES, OSUNA,CP.218,D.20.

(5) Rubió y Lluch, A., Documents per l’Historia de la cultura catalana mig-eval, vol. II, doc. CCXII, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 1921. https://archive.org/details/RubioYLLuchDocuments2/

(6) Roca, Josep M.ª, Johan I d’Aragó, p. 115, Institució Patxot, Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, vol. 11, 1929.
https://raco.cat/index.php/MemoriasRABL/issue/view/15472

(7) Sanpere y Miquel, S., Op. cit., 130.

(8) Rodríguez Guillén, S., El monasterio de Santa Clara de Tordesillas en tiempos de la llegada de la reina Juana, aportaciones documentales, cap. 25, p. 429, nota 10, en Juana I en Tordesillas. Su mundo, su entorno, director: M. A. Zalama Rodríguez.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3722450


Portugal hacia 1380


El 15 de julio de 1380 la reina Leonor Teles de Meneses y Fernando I de Portugal firmaban en el palacio de Estremoz una carta confirmando las alianzas que tenían con John de Gante como rey de Castilla, prometiéndole recibir a Edmund de Langley, conde de Cambridge, y apoyarle en la guerra contra Castilla, y si este traía a su hijo Edward casarlo con su heredera Beatriz. (1) Estaba presente Juan Fernández Andeiro, el noble gallego al servicio de la corona portuguesa, como embajador y diplomático en la corte inglesa. Al mismo tiempo continuaban las negociaciones con Castilla para el casamiento de la infanta con el infante Enrique, Fernando simulaba querer paz con el reino vecino, realmente preparaba la venganza por todo el daño que les había hecho Enrique II, el odiado usurpador que había asesinado a su primo el legítimo rey Pedro I. (2)

 

Torre del Homenaje del castillo de Estremoz, Portugal, acabada por el rey Fernando I, s. XIV, donde paraban los reyes cuando se aposentaban en la ciudad, fotografía: Celestino Manuel,

                                         https://www.turismoenportugal.org/castillo-de-estremoz




Este tiempo en Portugal, como en la década anterior, va a ser muy revuelto, y vivirá dosis de diplomacia y estallidos de guerra. El siglo era convulso, con todas las estructuras en movimiento disonante, el clima oscilante y duro con una gran sequía en 1382; malas cosechas entre 1384 y 1387, que provocaron gran hambruna; un brote de peste en 1380 y otro en 1384 considerado uno de los peores; la pobreza y el hambre, que mueven a las gentes a reaccionar ante la opresión y la enorme exacción de impuestos para pagar las guerras y el lujo de los grandes, con levantamientos populares en algunas ciudades entre 1383 y 1385, al mismo tiempo que la guerra contra Castilla. (3)

Joâo, el hijo mayor de Inés de Castro y Pedro I, vivía en Castilla tras haber asesinado a su esposa, María Teles de Meneses, hermana de la reina Leonor, y se había refugiado primero en San Felices de los Gallegos, cerca de Salamanca, donde vivía su hermana Beatriz con su hija también Leonor, pues aquella había quedado viuda de Sancho de Castilla al año de casarse con él, y ahora ella era señora de la villa. En su testamento el rey Fernando había dejado establecido claramente la sucesión en el reino, y los hermanos Castro estaban expresamente apartados de la línea sucesoria.

Pronto hubo noticias de la llegada del conde de Cambridge, Edmund de Langley, que había salido del puerto de Plymouth y traía a su esposa Isabel de Castilla, la infanta hija menor de Pedro I, y a Edward el hijo mayor de ambos. También venían con ellos Juan Fernández Andeiro y varios caballeros castellanos que se habían exiliado en Inglaterra cuando el rey Pedro fue asesinado. Fernando fue a visitarlos a la galera capitana en el puerto de Lisboa aquel verano de 1381. Saludó afectuosamente a Isabel, pues era su sobrina en segundo grado, y al pequeño Edward, que tenía la misma edad que Beatriz y era su sobrino nieto. 

 

La infanta Isabel de Castilla, condesa de Canterbury por su matrimonio con Edmund de Langley, había recibido la Orden de la Jarretera en 1378, como su hermana Constanza y otras damas,

https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_knights_and_ladies_of_the_Garter



Después les invitó a que se trasladaran a tierra para subir a los bateles que estaban preparados, y remontaron el río Tajo, en cuyas orillas se habían asomado los ciudadanos de Lisboa para recibirlos animadamente. Cuando llegaron al centro de la ciudad y desembarcaron, “(…) Fernando tomó del brazo a Isabel de Castilla y fueron todos a pie hasta la catedral, donde se encontraban las reliquias de San Vicente, y allí oraron.” (4)

La reina Leonor junto con la infanta se encontraba entonces en los palacios de Santarem, desde donde se encaminó a Lisboa y los de la ciudad salieron a recibirla. Lo primero que hizo fue ir a rezar a Santa María de Escada, que era la iglesia del convento de Santo Domingo donde se estaban aposentando Edmund de Langley, la infanta Isabel de Castilla y Edward. Las dos mujeres se abrazaron, además de las formalidades, tenían mucho en común, de familia castellana, idioma similar, caracteres alegres y animosos y fuerte personalidad. Después los reyes portugueses recibieron en su palacio a los condes y a los grandes nobles que habían venido con ellos y les dieron un banquete.


El papa Urbano VI que permanecía en Roma, mientras Clemente VII también se llamaba papa en Aviñon, la cristiandad estaba dividida entre los dos,

Por Onofrio Panvinio - grabado, Dominio público,

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La situación de enfrentamiento entre los cardenales en la Iglesia Católica, había llegado al nombramiento de dos papas al mismo tiempo: Urbano VI en Roma y Clemente VII en Aviñón. Los ingleses obedecían al pontífice romano, y pidieron a Fernando que lo reconociera también, dado que consideraban que el rey castellano, contra el que venían a luchar, era cismático porque obedecía al de Aviñón. Creían que Dios estaba de parte del papa de Roma y les ayudaría en su guerra contra aquel.

En agosto, Fernando se declaró por Urbano VI en la sede de Braga, junto con su obispo y otros hombres de leyes que estuvieron de acuerdo. Después, en aquella catedral contrajeron matrimonio por palabras de presente Beatriz y Edward. Junto a los condes de Cambridge había venido Juan Gutiérrez, que ahora era obispo de Dax, y participó en las ceremonias que se hicieron. Venía a ocupar la sede episcopal de Lisboa, porque en la de Dax estaba teniendo muchos problemas con Jean Beauffès nombrado también obispo de la diócesis por Clemente VII, con los consiguientes conflictos. En Lisboa elegido por Urbano VI desde 1381 permanecerá hasta 1382, fecha en que regrese de nuevo a Dax.

 

Retrato imaginario de Edmund de Langley, conde de Canterbury, hijo del rey Edward III de Inglaterra, y esposo de Isabel de Castilla; su estancia en Portugal para apoyar la entrada de Fernando I de Portugal en Castilla acabó infructuosamente con la firma de un tratado de paz entre el rey portugués y el castellano,

Por Desconocido - http://en.wikipedia.org/wiki/Image:Edmund_of_Langley%2C_Duke_of_York.jpg, Dominio público,

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Después de permanecer en Lisboa y sus alrededores hasta pasado aquel invierno, Edmund de Langley y los 1000 guerreros y los 1000 arqueros ingleses marcharon a la frontera con Castilla para atacarla. El rey Fernando había estado proporcionándoles caballos y preparando su ejército, y partió con la reina y su gente hacia Santarem. El monarca se encontraba mal, con recaídas que le hacían guardar cama y le impedían reaccionar con energía a las demandas de una guerra, la tuberculosis avanzaba inexorable. En este tiempo murió Juan Alfonso Tello, tío de la reina, y Fernando dio el título de conde de Ourem a Juan Fernández Andeiro.

El rey portugués avisó al conde de Cambridge que posaba en Villaviciosa para que fuera a la frontera, y él con la reina y sus hombres de armas salieron de Estremoz. Ambos ejército se reunirían en Elvas, Fernando y Leonor posaban en la villa vieja, y el conde e Isabel y Edward en el monasterio de Santo Domingo. Empezaron algunas escaramuzas de uno y otro lado. Era ya verano y estando allí la reina parió un hijo varón, una noticia muy buena para la sucesión de Fernando, pero murió a los cuatro días. (5)

Fernâo Lopes, que ya escribía frases críticas y provocadoras sobre la reina, comienza desde hace varios capítulos a verter “lo que decían”, las habladurías, la “fama”, tan utilizada por Pedro López de Ayala en sus crónicas de Pedro I y Enrique II de Castilla. La situación de ambos cronistas es muy parecida, cuando escriben ha habido una usurpación del trono por un bastardo, y es ese bastardo o sus herederos quienes les mandan que escriban la crónica. Tienen que justificar ese asalto a la corona. Desaparecen documentos, se utiliza parte de la información, se suavizan algunos hechos, mientras que otros se dramatizan o exageran, se vitupera y se difama a los reyes anteriores y a su familia. En algunos casos, si es necesario, se pone en boca de algunos de los protagonistas de esa etapa, frases que sirven para resaltar, adjetivar o comunicar noticias falsas o medias verdades. 

 

Batalla entre portugueses con el apoyo del ejército inglés contra la vanguardia francesa del rey Juan I de Castilla, minatura, manuscrito, s. XV, Chronique d'Anglaterre, Jean de Wavrin, British Library, Royal 14 E IV f 201v,

http://www.bl.uk/catalogues/illuminatedmanuscripts/ILLUMIN.ASP?Size=mid&IllID=35452, Public Domain,

https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14610455




Sobre la reina Leonor, aparte de su “maldad”, su dominio del rey con “hechicería”, para favorecer a su familia, amigos y clientela, se dice que era amante de Juan Fernández Andeiro. Del presunto dominio del rey hay una tesis pormenorizada de privilegios y donaciones de la reina y de las leyes y normativas del rey, realizada por Isabel G. de Pina Baleiras, y sus resultados son muy claros: la reina no abusó del poder como consorte para favorecer desmedidamente a su entorno, estuvo al lado del rey en muchas de sus decisiones, pero Fernando sabía perfectamente cómo gestionar su propio poder y lo fortaleció en una clara tendencia existente también en otros reinos de la península, sin dejarse manipular o manejar por Leonor, que conocía sus propios límites. “Ao contrário do cronista que achava que se perdera um bom rei por causa de ‘hûua maa molher que o tiinha enfeitiçado’, nós pensamos que a partilha de poder com Leonor nâo fez do rei um fraco, mas sim um rei diferente e moderno.” (6)

Con Juan Fernández Andeiro tenía muchos aspectos en común, su origen y contactos con el reino vecino, su espíritu libre y algo aventurero, y probablemente se admiraban mutuamente, pero de ahí a convertirlos en amantes hay mucha distancia. De esa posible relación amorosa con el caballero, no podemos hablar, porque es una afirmación que ni el cronista podía demostrar, más que utilizando el concepto de “fama” de aquellos tiempos. Este tipo de acusación siempre ha sido muy utilizada para hundir la imagen de una mujer, y más en el caso de ser una mujer sobresaliente con carácter y criterio propio, como era Leonor. 

 

Las nueve Musas con sus atributos, lateral de sarcófago romano, mármol, s. II d. C., encontrado en la vía Ostiense, Roma, Museo del Louvre, 

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Muses_sarcophagus_Louvre_MR880.jpg


 

Probablemente el único argumento comprobable y que distorsionó su vida fue enamorarse del rey cuando estaba casada y tenía un hijo, y aunque el papa anulara ese primer matrimonio, esa conducta fue la base de su leyenda negativa. Aunque hay autores que explican de otra forma la relación de Leonor con el rey, por ejemplo, J. Antolínez de Burgos afirma que fue Fernando el que se obstinó en tenerla, y forzó la situación de tal manera, que ella no tuvo otra opción porque era el rey.


Alfonso Enríquez, el hijo bastardo de Enrique II, que tantos problemas le había dado, casado con Isabel, hija ilegítima de Fernando de Portugal, y cuya boda había sido anulada en diciembre de 1379, continuaba con su conducta retorcida y traidora, tan similar a la de su padre con el rey Pedro I, era una ironía de la rueda de la fortuna. Muerto Enrique, será Juan I el que tenga que controlar y enfrentarse una y otra vez a su hermanastro, que entorpecerá la buena marcha de su reinado. Enrique, con sus numerosos bastardos, al igual que Alfonso XI, había dejado sembrada la discordia, y posiblemente, si Alfonso Enríquez hubiera tenido otras circunstancias y ayudas habría matado a su hermano Juan I para hacerse con el trono, igual que su padre. Ahora estaba en Braganza con sus vasallos, en conversaciones con su suegro, el rey portugués, para ayudarle en la guerra contra Castilla, aspiraba a algo más que ser conde de Noreña. Probablemente Isabel se había marchado a Portugal a raíz de la anulación de su matrimonio, pero la llegada de Alfonso a la corte lusa había cambiado radicalmente la situación. Debió de tener una conversación esclarecedora, pero interesada, de sus propósitos: pedir disculpas al rey y a Isabel; consumar el matrimonio con ella y comenzar vida conyugal; unirse a las fuerzas del rey portugués en contra de su hermanastro, que entre otras presiones, le había obligado a devolver tierras de los monasterios de Sahagún, y de San Salvador de Cornellana y del obispado de Oviedo que él consideraba suyas. 

 

Torre del Homenaje del castillo de Braganza, Portugal,

Por José Antonio Gil Martínez from Vigo, Spain. Modified by Fulviusbsas - CC BY 2.0,

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El cenobio de Cornellana estaba ubicado en el concejo de Salas, cuyo señorío detentaba, aunque tenía privilegios del pago de impuestos, y el conde se los había reconocido en julio de 1373. (7) A continuación habrá demanda por parte del convento porque los recaudadores el de Noreña les había exigido 500 doblas. Forzado por su padre tendrá que reconocer y devolver aquellas cantidades. Ya en diciembre de 1380, tiempo de Juan I, los hechos se repetían: “El rei Xuan I manda al conde don Alfonso, el so hermanu, que ponga fin a los desafueros que lleva cometiendo contra los vasallos y bienes del monesteriu de Corniana y-yos dea reparación, cumpliendo asina la sentencia de los xueces nomaos pol propiu monarca nes cortes de Soria pa frenar atropellos talos.” (8)

Así que vivía con Isabel, que tenía como dote villas en el centro norte de Portugal, todas cercanas entre sí y en línea recta con Ciudad Rodrigo de la que distarían unos tres días de viaje. La hija de Fernando será una buena y fiel esposa y le seguirá en sus tortuosos caminos, incluso hasta su destierro final en tierras inglesas de Gascuña. Tendrán seis hijos, lo que no impedirá que Alfonso, que se parecía también en esto a su padre, tenga otros seis con otras mujeres. En Braganza, presionado por el rey Juan, tuvo que llegar a un acuerdo y regresar a la hueste del castellano.


Notas


(1) Vizconde de Santarem, Quadro elementar das relaçôes politicas e diplomaticas de Portugal, tomo primeiro, p. 245, París, 1842. https://books.google.es/

(2) Ibidem.

(3) Chronology calamities, PWR Portugal 14th-20th, pp. 4 y 5.
http://pwr-portugal.ics.ul.pt/wp-content/uploads/Chronology_of_Calamities.pdf

(4) Lopes, Fernâo, Chronica de El-Rey D. Fernando, volumen III, cap. CXXIX, p. 42, https://purl.pt/419/4/

(5) Ibidem, cap. CL, pp. 109 y 110

(6) Garcia de Pina N. Baleiras, Isabel Mª, Leonor Teles, uma mulher de poder?, vol. I p. 239, tesis, Lisboa, 2008. https://repositorio.ul.pt/bitstream/10451/1751/1/21996_ulfl062047_tm.pdf

(7) Prieto Entrialgo, C. E., Coleición diplomática del monesteriu de san Salvador de Corniana (1024-1499) doc. 51, Academia de la Llingua Asturiana, Oviedo, 2004.
https://books.google.es/books/

(8) Ibidem, doc. 58.

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