Guerra civil en Castilla
Enrique II estaba asediando la ciudad de Zamora, cuando le llegaron noticias de la presencia del monarca portugués en Galicia y que era aclamado como rey y señor de aquellas tierras. Abandonó Zamora y se encaminó hacia Coruña. Iba acompañado de Bertrand Du Guesclin y numerosos hombres de armas bretones que le seguían. Fernando no tenía un ejército como para combatirle, así que después de dejar a varios fronteros en algunas de sus ciudades, él marchó en una galera a la ciudad de Oporto. Enrique, que ya se había presentado en Galicia, decidió pasar a Portugal, donde asolaban las tierras.
De repente, reunió a sus soldados, cruzaron la frontera y regresaron a Toro. El motivo era que el emir de Granada y su hueste había tomado Algeciras. Al parecer, los acuerdos de Fernando empezaban a surtir efecto, y la presión sobre Castilla se extendía al sur. Ahora tenía repartido su ejército entre combatir en Galicia y cercar Zamora, Carmona y Ciudad Rodrigo, así que Algeciras, a la que había dejado muy desguarnecida, quedó abandonada a su suerte. Esta pérdida causó un gran impacto en los reinos vecinos, porque aún se recordaba el enorme esfuerzo de Alfonso XI para tomarla.
Era finales de año cuando Enrique se encontraba en Toro con su esposa y sus hijos. Había convocado Cortes, que debieron ser breves y de concurrencia reducida, asistieron la reina Juana y el primogénito Juan. Tenía que tratarse la administración de justicia, la gran carestía de la vida, provocada por la emisión de moneda de baja ley y el arrendamiento de las cecas que había hecho Enrique, y el trabajo de labradores y menestrales. En una parte de la justicia y en el del trabajo de los del común, era una copia exacta de lo realizado por el rey Pedro I en las Cortes de Valladolid, lo que Enrique se calla para no reconocerle la importancia de aquel Ordenamiento. “No los cita Enrique II, porque si los citase, no podría excusarse de confirmarlos, lo cual implicaría el reconocimiento expreso de una legitimidad vencida, y la tácita confesión de haber usurpado la corona. Dejar sepultado en el olvido el reinado de D. Pedro era imponer perpetuo silencio a las peligrosas disputas sobre el mejor derecho a la sucesión.” (1)
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Ciudad Rodrigo, Salamanca, recinto histórico amurallado,
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La situación estaba complicándose, porque en Toro supo que un ejército portugués estragaba las tierras de Ciudad Rodrigo, y tuvo que dirigirse a cercarla. Juana y sus hijos continuaron en Toro y la familia posaba en las casas reales que hay al lado del monasterio de Santo Domingo, como hacía la reina María de Portugal. Allí pasaron la fiesta de Navidad.
Según la crónica de Pedro López de Ayala, el rey debía gran cantidad de dinero a Bertrand Du Guesclin y al ejército extranjero, a pesar de haberle pagado hacía unos meses, cuando había labrado moneda de baja ley para ello. El pago que hace ahora al capitán bretón y sus hombres, que López de Ayala recoge, tiene un duro significado: “Primeramente pagó e libró á Mosen Beltran, é á los Estrangeros que le avian servido, á quien debia grandes quantias ciento é veinte mil doblas por la pleytesia (pacto) que fuera fecha quando el Rey Don Pedro morió, que fué entregado al Rey Don Enrique en la posada de Mosen Beltran en el real de Montiel, (…).” (2) Era la recompensa por la venta de la vida del rey de Castilla.
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Danza de la muerte, óleo sobre lienzo, 1630, Adriaen van de Venne, Museo Hermitage, San Petersburgo, Rusia,
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Estando en Valladolid en febrero, Juana confirmaba a la abadesa y a las monjas del monasterio de Santa Clara de esa villa, la donación que había hecho el conde Sancho, hermano de Enrique II, de unas casas palacio cerca de San Esteban para que vivieran en ellas, porque ahora habitaban fuera de la villa con escasa seguridad, y para recomponer el edificio de Sancho, les dice que pueden llevarse todos los materiales que necesiten de la antigua morada. (3) Juana Manuel tenía una gran inclinación al espíritu franciscano, durante toda su vida como reina se interesará por favorecer a varios conventos de clarisas, y en sus últimos años vivirá en aposentos anejos al de Tordesillas. Al final de la guerra civil, ella y Enrique se ocupan del traslado a Palencia de las monjas de Reinoso de Cerrato, que se encontraban en una situación precaria, después de haber sufrido los quebrantos de la contienda y el paso de las compañías de mercenarios extranjeros.
Algo similar sucedía con otro convento de clarisas en aquellas fechas, se trataba del que se encontraba en un despoblado de Alcocer, al este de Guadalajara, y que había sido muy maltratado por los graves enfrentamientos recientes, de tal forma que las monjas tenían que exclaustrarse una y otra vez. Además de Juana, también fue el legado pontificio quien a instancias de las monjas se involucró en su situación, y lo comunicó al obispo Pedro Gómez Barroso, que colaboró en la solución. El rey autorizó su traslado, porque había sido una fundación real, y más adelante Enrique II fundaba siete capellanías para que rogasen por el alma de su padre, de sus antecesores, de la reina y de los infantes, de las que dos capellanías eran para el convento, y añade: “(…) y que la dicha limosna que sea dada en aquellos logares que la dicha reyna doña Jhoana mi muger lo hordenare. E agora saved que la dicha reyna que ordeno que se cante, de la dicha renta de las dichas ollerias, siete capellanias perpetuas, (…).” el documento va firmado por la reina Juana. (4)
El emir de Granada, conocedor de que su amigo el maestre de Calatrava Gonzalo López de Córdoba se había hecho fuerte en Carmona y tenía consigo a los hijos de Pedro I, se dedicó a atacar y estragar las tierras de Osuna y Marchena para ayudarle.
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Castillo, Zamora, último reducto de la ciudad en el asedio de Juana Manuel en nombre de Enrique II, y que guarda un recuerdo estremecedor de la muerte de los hijos del alcaide, por mandato de la reina Juana, ante la negativa del padre de entregar la fortaleza,
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En el cerco de Zamora se quedó la reina Juana como lugarteniente del rey y el camarero mayor como responsable del ejército. En el interior de la ciudad se encontraba Fernando Alfonso de Valencia, un descendiente de la casa real pues era nieto del infante Juan de Castilla. En el alcázar era alcaide Alfonso López de Tejeda. En febrero de 1371 la ciudad se rindió tras negociaciones entre el arcediano de Toro y los asediados, pero el castillo no quiso someterse y López de Tejeda permaneció dentro con su esposa y sus hijos.
Sucedió un hecho sangriento y controvertido, narrado por el cronista portugués, que no sabemos de donde obtuvo la información, y que sin embargo, López de Ayala calla, tal vez por sus características. Fernâo Lopes, señala el coraje guerrero de la reina Juana: “(…) e nâo sómente el-rey com suas gentes, mas ainda a rainha sua molher, que pero isto bastante coraçâo havia, (…).” (5) Continua el cronista diciendo que el alcaide aceptó entregar la fortaleza si a cierta fecha no era socorrido por el rey portugués, y la reina le pidió rehenes de ese compromiso, por lo que López de Tejeda le entregó dos de sus hijos. Llegado el plazo, la reina le requirió la entrega del castillo, pero él no tenía intención de hacerlo. Juana Manuel amenazó al alcaide con matar a los niños, pero este siguió sin dar la fortaleza y dejó que los niños fueran degollados. Como López de Tejeda era salmantino y tenía una capilla de la familia en la iglesia del convento de San Francisco de la ciudad, tanto los niños como él y su esposa fueron inhumados en ella.
Historiadores posteriores refiriéndose al suceso, y basándose en el texto de la lápida de enterramiento de Alfonso López de Tejeda y de sus hijos, muestran un enfoque muy diferente, pues los niños habrían sido arrebatados de la casa del alcaide en la ciudad cuando se tomó esta, y fueron utilizados para presionar al padre y obtener su rendición, sin que hubiera habido un acuerdo de plazo de por medio. Si la historia fue así, sería igual a lo ocurrido en el cerco de Tarifa por los meriníes y el infante Juan de Castilla en 1294, frente a los muros del alcázar de la villa, cuando iban a matar al hijo del alcaide, Alfonso Pérez de Guzmán, que tampoco accedió a rendirse.
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Texto sobre la lápida del enterramiento de los hijos del alcaide de la fortaleza de Zamora, (la fecha es errónea) en la capilla de los Tejeda del desaparecido convento de San Francisco de Salamanca, recogido de textos antiguos por Manuel Villar y Macías, Historia de Salamanca, tomo 1, p. 367, Salamanca, 1887,
https://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=5850
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Enrique escribió al concejo de Murcia comunicándole que Zamora se había rendido y dando una confusa explicación sobre el alcázar de la ciudad. Sus cartas, como otros documentos, formaban parte de la propaganda que había iniciado años antes contra Pedro cuando estaba vivo, ahora era contra su recuerdo, y frente a los peligros que le rodeaban como rey ilegítimo, usurpador y asesino. Porque no sólo era la contestación dentro del reino, sino la ambición de los reyes vecinos que querían adueñarse de parte de su territorio, y la amenaza que, en seguida, representará la hija de Pedro, Constanza y su esposo, el inglés John de Gante, duque de Lancaster, que se titularán reyes de Castilla en el exilio.
El rey no logrará ver solucionado el problema que él mismo ha creado. Había sembrado el odio y la división entre los castellanos, y permitido las matanzas por inquina y envidia en varias juderías, ahora tenía que enfrentarse a esos dos monstruos que le acosarán durante su reinado. Él mismo tendrá físicos y prestamistas judíos e intentará frenar el ímpetu de sus súbditos contra ellos. De la misma forma que tratará de evitar algunas venganzas, persecuciones y ensañamientos entre caballeros, nobles, vecinos y familias por la división de la sociedad de su reino. La aversión a los judíos no sólo no se apagará sino que acabará en su expulsión con los Trastámara, Isabel y Fernando.
De improviso, Tello el hermano de Enrique, falleció. López de Ayala señala que corrió el rumor de que el rey había mandado a su físico, maestre Romano, que le diera hierbas, es decir que lo envenenara, porque Tello siempre estaba metido en maquinaciones y enredos contra el monarca. A través del tiempo este argumento se ha usado con varias muertes durante el reinado de Pedro I, y el cronista lo lanzaba para que quede constancia de esa información sin ponerla en duda, pues podían ser habladurías. En este caso aclarará que lo que había sucedido era: “(…) salvo la fama de que fue así.” (6) Por primera vez, admite que entonces “la fama”, a menudo era una entelequia infundada que corría entre las gentes, pero esta vez se trata de Enrique, y el cronista escribe y sirve a los Trastámara, por lo que se ve obligado a desmentir el posible infundio. Tampoco podemos negar que lo hiciera.
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Sepulcro de Tello de Castilla, hermano de Enrique II, iglesia de San Francisco, Palencia,
Por Valdavia - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=65514953 |
En las Cortes de Toro que reunió en 1371, aún quedaban deseos de venganza por algunos, y el rey tenía que refrenarlos, “(…) el celo insensato de los vencedores en la última contienda que pretenden llevar la persecución al extremo de poner fuera de la ley a los vencidos. Cuando le pidieron que por excusar peleas en los pueblos prohibiese a los fieles servidores del Rey D. Pedro entrar en los lugares en donde moraban sus contrarios y avecindarse en ellos, y si quebrantasen esta prohibición, que los alcaldes y oficiales de los dichos lugares les prendiesen y matasen por justicia, respondió Enrique II, ‘que non demandaban razon ni derecho’ (…).” (7)
La muerte de Martín López de Córdoba, maestre de Calatrava, Sevilla 1371
El castigo de los hijos del rey Pedro I, y de los hijos del maestre
Mientras tanto, el cerco de Carmona tocaba a su fin, porque los víveres empezaban a escasear y Martín López de Córdoba veía que no podrían permanecer más tiempo, ya que no venía auxilio de los reinos de Portugal, de Granada o de Inglaterra. Entonces intentó llegar a un acuerdo con el rey. El maestre de Santiago, Fernando Osórez, llevó a cabo las negociaciones en nombre de Enrique para la rendición de la ciudad, López de Córdoba trató especialmente la salida de las hijas de Pedro I (según su hija Leonor), y consiguió que fueran llevadas por damas y caballeros fieles al rey Pedro, a las posesiones inglesas en Aquitania, donde fueron acogidas y protegidas por el rey Edward III.
Y allí Constanza fue casada con John de Gante en 1372, e Isabel con Edmund de Langley en 1373. De Beatriz, la primogénita, la información más cercana es Anglica Historia de Polidoro Virgilio, cronista e historiador que utilizó numerosas fuentes, tanto inglesas como de otros países. Del reinado de Edward III, padre de Edward de Woodstock y de John de Gante, ambos muy relacionados con Castilla, escribió sobre las hijas de Pedro I de Castilla en las fechas de su marcha a Inglaterra: “(…) Él (John de Gante), que había perdido a su esposa Blanche (de Lancaster) un poco antes, se casó con Constanza, una de las hijas supervivientes del difunto rey Pedro de Castilla, la heredera del reino de Castilla. Y la otra hija, Isabel, fue otorgada al conde Edmund de Cambridge. Estas dos muchachas, junto con su hermana mayor Beatriz, que se había comprometido con Fernando, el hijo del rey Pedro de Lusitania, había muerto un poco antes en Bayona, (…).” (8)
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Burdeos, centro de la corte inglesa en Aquitania, entonces en poder de Inglaterra, George Braun y Frans Hogenberg, Civitates Orbis Terrarum,
Band 1, 1572 (Ausgabe Beschreibung vnd Contrafactur der vornembster Stät der Welt, Köln 1582; [VD16-B7188)Universitätsbibliothek Heidelberghttp://diglit.ub.uni-heidelberg.de/diglit/braun1582bd1, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9832822 |
Polidoro Virgilio fue un interesante sacerdote humanista italiano nacionalizado inglés, enviado a Inglaterra por Alejando VI, acompañando al colector papal del óbolo de San Pedro. En Inglaterra ocupó varios cargos y tuvo amistad con humanistas ingleses. Escribió en latín la Anglica Historia a petición del rey Henry VII, y acabó la primera versión en 1512, aunque fue publicada años después en Basilea.
Este autor, relativamente cercano al suceso y utilizando fuentes inglesas, dice que Beatriz había muerto hacía poco en el momento en que las otras dos se casarán con los hijos de Edward III. Añade que había estado comprometida con el infante Fernando de Portugal, lo que era cierto. El hecho es que sobre esas fechas el rastro de Beatriz desaparece en toda la información disponible. Un destino muy diferente sería el que les aguardaba a los otros hijos de Pedro y a los propios del maestre de Calatrava, pues todos acabaron prisioneros en las más duras condiciones, unos en varias fortalezas de Castilla y los otros en Sevilla.
El compromiso del maestre de Santiago en nombre de Enrique II, de respetar la vida de Martín López de Córdoba y de Mateo Fernández que estaba con él, fue incumplido por el rey, porque una vez rendida Carmona, entregados los hijos y el tesoro del rey Pedro, mandó que los tomaran presos y los llevaran a Sevilla, y en la plaza de San Francisco fueron ajusticiados en presencia de sus hijos, niños de seis a ocho años. Fernando Osórez trató de evitarlo porque su palabra había quedado comprometida, pero fue inútil, pues el monarca no pensaba cumplir lo que había dicho.
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Plano de Sevilla en 1771, Pablo de Olavide, en el sur cerca del río, donde se ubicaban las Reales Atarazanas medievales, el nº 153 en el s. XVIII era la Real Casa de la Moneda, construida sobre lo que fueron las Atarazanas de los Caballeros, donde estuvieron encarcelados los hijos de Martín López de Córdoba, maestre de Calatrava y camarero mayor del rey Pedro I de Castilla,
https://bvpb.mcu.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=155730 |
Los hijos del maestre fueron encerrados en la prisión de las Atarazanas de Sevilla. Era una zona llamada Atarazanas de los Caballeros, que estaban pegadas a la muralla cerca de las orillas del arroyo Tagarete, unida por muralla a la Torre del Oro y al lado de las Atarazanas del Río, y que servía de cárcel real para la nobleza desde Alfonso X. Se encontraba bajo la jurisdicción del alcázar, tenía capilla, una plaza interior y una huerta, pero las condiciones, según las describirá Leonor López de Córdoba, la única hija del maestre que sobrevivió al castigo por ser hijos de su padre, eran las propias de una cárcel de aquellos tiempos, con los presos aherrojados con cadenas y que no podían usar de la huerta ni de la capilla, mal alimentados, con frío, humedad y sin higiene. Además de ese estado por el que algunos murieron, la oleada de peste que entró en la cárcel acabó con muchos más.
Leonor fue una dama inteligente, de gran valor y determinación, que escribió su autobiografía en un tiempo en el que muy pocas mujeres eran capaces de hacerlo. En ella defiende, lógicamente, a su padre como caballero honorable y fiel seguidor del rey Pedro, (lo que sirve de contraste con las afirmaciones del cronista) y cuenta cómo fueron maltratados por el rey Enrique; lo narra sin rencor, pero tampoco ofrece ningún perdón. Leonor tenía unos ocho ó nueve años al entrar en las Atarazanas y salió con aproximadamente diecisiete. Había sido prometida desde los siete años a Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, hijo de Juan Fernández de Hinestrosa, el principal valido del rey Pedro. Él también estuvo preso con los hijos del maestre al igual que los maridos de sus otras hijas que eran tres hermanos de la casa de Aza, según dice Leonor en sus memorias. Ella y Ruy fueron los únicos que sobrevivieron, e incluso se casaron mientras estaban presos, pues eran esposos en espera de la edad para realizar la ceremonia y consumar el matrimonio.
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Niño espulgándose, óleo sobre lienzo, ca. 1645-1650, Bartolomé Esteban Murillo, Museo del Louvre,
- GalleriX, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=70733941 |
El maestre, antes de ser nombrado para el cargo en la Orden de Alcántara, había estado casado con Sancha Carrillo de la que tuvo a Leonor y a Álvaro, que no estaba en Carmona cuando el asedio, sino criándose en Córdoba con una tía, hermana de su madre, lo que le salvó de los sufrimientos que padecieron su hermana, su otro hermano y sus hermanas (se trata de hijos tenidos por su padre en otra mujer) y sus cuñados, y a causa de esos padecimientos varios fallecieron. López de Córdoba también había tenido relación con Teresa Álvarez de Haro, con la que tuvo a Lope López de Haro, que estaba preso en las atarazanas de Sevilla desde los diez años, y su hermana cuenta en qué circunstancias fallecería allí: “Y estuvimos los demas que quedamos presos nueve años, hasta que el Señor Rey Don Enrique falleció, y nuestros maridos setenta libras de hierro cada uno en los piés, y mi hermano D. Lope López tenia una cadena… los hierros en que había setenta eslabones, el era niño de trece años, la mas hermosa criatura que había en el mundo; e a mi marido en especial, ponianlo en el aljibe de la hambre, en tenianlo seis e siete dias que nunca comia ni bebia, porque era primo de las Señoras Infantas, hijas del Señor Rey Don Pedro. En esto vino una pestilencia que murieron, mis dos hermanos y mis cuñados, e trece Caballeros de la casa de mi padre; (…) y en esto salio su ánima en mis manos, que habia él un año mas que yo, e sacáronlo en una tabla a el desherradero como a moro. e enterráronlo con mis hermanos, e con mis hermanas, e con mis cuñados en San Francisco de Sevilla; (…).” (9)
Los hijos de Pedro que estaban en Carmona junto al maestre eran Sancho y Diego, tenidos en Isabel de Sandoval, y Juan, de madre desconocida. Cuando salieron de allí también fueron encarcelados, Sancho fue enviado a la fría y húmeda fortaleza de Toro, donde murió poco después, probablemente de una afección pulmonar; Diego fue encerrado en la fortaleza de Curiel de Duero, y estuvo preso, primero por orden de Enrique y después por desidia y desinterés de los siguientes Trastámara, alrededor de cincuenta años. Y Juan en la fortaleza de Soria, donde falleció mucho después de que se llegara al acuerdo entre Constanza de Castilla y John de Gante con Juan I en 1388, en que debía haber sido liberado tanto él como Diego.
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Castillo de Curiel de Duero, Valladolid, donde estuvo encerrado Diego de Castilla, hijo del rey Pedro I e Isabel de Sandoval, por mandato de Enrique II, y no fue liberado hasta el reinado de Juan II por influencia del condestable Álvaro de Luna,
Por Juan Pablo Zumel Arranz - Fotografía propia, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7883577 |
Notas
(1) Colmeiro, Manuel, Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla, Parte Primera, p. 317, Madrid, 1883.
(2) López de Ayala, P., Crónica de los reyes de Castilla, rey don Enrique II, tomo II, pp. 12 y 13, Madrid, 1780.
(3) Agapito Revilla, J., Documentos reales del monasterio de Santa Clara de Valladolid, pp. 132 y 133, y 151 y 152, Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 83, 1923.
(4) Martín Prieto, P., Sobre la promoción regia de la orden franciscana en la corona de Castilla durante el primer reinado Trastámara, doc. 5, Hispania Sacra, LIX, 119, enero-junio 2007.
(5) Lopes, Fernâo, Chronica del rey don Fernando I, volumen I, cap. XLI, p. 124, Lisboa, 1895. https://purl.pt/419/4/
(6) López de Ayala, P., Op cit., p. 19.
(7) Colmeiro, Manuel, Op. cit., p. 324.
(8) Virgilio, Polidoro, Anglica Historia, (versión 1555) cap. XIX, 38, A hypertex critical edition by Dana F. Sutton, The University of California, Irvine, Post 2005, last modified may 25, 2010, (traducción propia). http://www.philological.bham.ac.uk/polverg/
(9) de la Fuensanta del Valle, marqués, Relación que deja escrita para sus descendientes Leonor López de Córdoba, Colección de documentos inéditos para la historia de España, tomo LXXXI, pp. 37 y 38, Madrid, 1883.
La boda de Leonor Teles de Meneses con Fernando I, rey de Portugal
Iglesia-fortaleza de la Orden de Crato, Leça do Balio
Como la marcha de la guerra entre Portugal y Castilla iba perdiendo fuerza y Fernando I llevaba la peor parte, accedió a llegar a un acuerdo con el castellano en el tratado de Alcoutim; por él mantendrían amistad, y se comprometía a casarse con Leonor de Trastámara, hija de Enrique, que le daría una dote de 3 cuentos (millones) y recibiría varios castillos como rehenes del matrimonio. Pero ese casamiento, como el anterior compromiso de Fernando con la hija del rey aragonés, no se llevó a efecto, lo que tendría importantes consecuencias para ambos reinos. El rey portugués se dedicó a gobernar e inició obras necesarias de reconstrucción de varias fortalezas y las murallas de muchas ciudades como Lisboa y Oporto, muy dañadas por la guerra. Promulgó leyes para fomentar la agricultura, el comercio y la construcción naviera. Las relaciones con Inglaterra eran buenas y el rey Edward III reconoció el derecho de los mercaderes portugueses a comerciar en sus tierras.
En la vida personal de Fernando I se avecinaba un gran acontecimiento para él. Entre las damas que rodeaban a Beatriz, hija de Inés de Castro y Pedro I de Portugal, y hermanastra del rey, se encontraba María Teles de Meneses, una hija de Martín Alfonso Tello, el mayordomo mayor de la reina María, que había sido muerto en Toro. Sus hijos, que previamente eran huérfanos de madre, habían sido criados en casa de Juan Alfonso Tello, conde de Barcelos y hermano de Martín. La presencia de María en la corte, ya viuda y muy joven, facilitó la visita de su hermana Leonor, que estaba casada con Juan Lorenzo de Acuña y tenía un hijo con él. No se sabe la fecha ni el por qué fue sola a la corte a ver a su hermana, dejando atrás esposo e hijo, significó un revulsivo que cambió el aparente equilibrio que existía. El rey Fernando, se enamoró de la joven, y le ofreció matrimonio.
Leonor era una mujer muy bella y que brillaba allí donde se encontrara, pero sobre la hermosura física sobresalía una gran inteligencia, mucho carácter, y una personalidad encantadora y atrayente. Reunía las características más sobresalientes para ser una reina deslumbrante y con carisma. Para el rey Fernando no hubo impedimento que frenara su amor y determinación de desposarse con ella, aunque ya estuviera casada, y después de conseguir la anulación de su primer matrimonio, se unió en matrimonio en la iglesia-fortaleza de Leça do Balio, al sur de Oporto. Además de ser un lugar discreto, sede de la Orden de Crato, (Orden de San Juan del Hospital en Portugal cuyo prior era Álvaro Gonçalves Pereira), existía una iglesia-fortaleza construida hacía unos años por un freire hospitalario. Era una iglesia gótica de hermosas proporciones muy a propósito para la boda, además el rey Fernando tenía muy buena relación con Álvaro Gonçalves, que le acompañaba como consejero y había servido a la casa real durante años como prior de la Orden y con su ejército de caballeros.
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Iglesia-fortaleza de Leça do Balio, de la Orden de Crato, Portugal, en ella se casaron Leonor Teles de Meneses y el rey Fernando I de Portugal, Dominio público,
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La boda de Fernando y Leonor Teles molestó mucho a Enrique II, que ya estaba preparando el matrimonio de su hija con el monarca vecino, y perdía la capacidad de influencia en sus tierras. En Portugal provocó críticas y un ambiente crispado con revueltas populares en algunas poblaciones, instigadas por grandes personajes de la corte, como Joâo, hijo bastardo de Pedro I y maestre de Avís, o Dionís uno de los hijos de Inés de Castro que estaban en su contra, entre otras razones porque su posible influencia sobre el monarca les desplazaba del lado del rey. Leonor pertenecía a una familia muy notable tanto en Portugal como en Castilla, de donde eran oriundos, y se temía su presencia. Por ejemplo, los hijos de Inés de Castro, hermanastros bastardos de Fernando, que hasta entonces tenían el predominio, ahora lo verán mermado, lo que equilibraba las fuerzas.
Tras la muerte de Fernando, la grave crisis sucesoria entre los bloques de poder provocó que los historiadores y cronistas para comparar la calidad del nuevo rey frente a los anteriores, hayan maltratado a Leonor convirtiéndola en una perversa y ambiciosa mujer que no se detuvo ante nada por conseguir sus propósitos. Y probablemente la realidad, además de ser mucho más compleja, contenía la presencia de una mujer con carácter y gran personalidad, lo que los hombres nunca han aceptado, y menos en aquel tiempo.
Mientras tanto en Galicia, Fernando de Castro había sido vencido por hombres del rey Enrique, pudo escapar y se refugió en Portugal. El ricohombre de la casa de Castro permanecerá fiel al rey Pedro luchando contra el usurpador hasta su propio fin en tierras inglesas.
Constanza e Isabel, infantas de Castilla
Corte de Burdeos, principado de Aquitania, 1371
Tras el largo viaje costeando Portugal y los puertos del norte de Castilla, las hijas de Pedro I y su pequeño séquito llegaron a Bayona, donde les esperaba una nueva vida lejos de sus tierras de origen. Entre las doncellas que las acompañaban, se encontraba Sancha de Ayala, (1) todavía casi una niña, hermana de Teresa de Ayala que había sido amante del rey Pedro por un breve periodo de tiempo. Probablemente fue enviada a la corte por una orden del monarca para que estuviera con ellas, su presencia demuestra que había más trato con aquella familia que la pasión que mantuvo Pedro I con Teresa. Sancha será una de las damas de Constanza en Inglaterra y servirá de unión para el contacto con su hermana.
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Retrato imaginario de Fernando (Rodríguez) de Castro, óleo del s. XVII, anónimo, palacio de los condes de Ficalho, Serpa, Portugal,
- GONÇALVES, Susana C. F. N. (2013). A arte do retrato em Portugal no tempo do barroco (1683-1750). Universidade de Lisboa, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=61436235 |
En Bayona se hallaban parte de los exiliados leales al monarca asesinado. Más tarde, en 1373 llegarán los ricoshombres y nobles expulsados de Portugal por el tratado de Santarem, que tuvo que firmar Fernando I con Enrique II, y entre los que fueron, estaba Fernando de Castro que se adhirió a la reclamación de la infanta Constanza, integrándose en la corte de John de Gante. Dadas las relaciones existentes entre Castilla y la corona inglesa, que ahora era su anfitriona surgiría una nueva posibilidad. El personaje más relevante y que hacía las veces de jefe de los exiliados era Juan Gutiérrez, deán de la catedral de Segovia, fiel servidor de Pedro I y con grandes dotes para la diplomacia. Será canciller de Constanza y embajador al servicio de John de Gante, y más adelante nombrado obispo de la diócesis de Dax, situada al norte de Bayona.
John de Gante era hijo del rey Edward III de Inglaterra, y hermano de Edward de Woodstock, que había acompañado a Pedro a Castilla con un gran ejército para recuperar el trono frente a su hermanastro Enrique. Había salido victorioso de la batalla de Nájera, pero la relación con el rey castellano se había deteriorado, porque Pedro, que no tenía dinero ni oro, había incumplido los compromisos con él, además había sido asesinado antes de poder reunir la cantidad adeudada, y aquel se había arruinado por hacer frente al enorme gasto que había supuesto la expedición. Ese recuerdo estaba aún presente en la familia real inglesa.
Constanza e Isabel, aunque eran herederas del trono de Castilla, (habían sido juradas en Cortes como sucesoras de Pedro I) se encontraban en una situación incómoda, estaban acogidas en la corte de un rey extraño, les quedaba una fortuna escasa y no tenían el apoyo de un padre, monarca reinante, que las respaldara y negociara su posición. Juan Gutiérrez pensaba que la solución era el matrimonio de Constanza, que ahora era la primogénita y heredera de los derechos a la corona de Castilla, con John de Gante, que estaba viudo. Para él era una opción atrayente, porque podía convertirle en rey de uno de los reinos más importantes entonces, y para Constanza era la mejor forma de encauzar su vida en aquellas tierras, ya no sería sólo una exiliada, sino la reina de Castilla casada con un príncipe inglés. Porque la pareja luchará por obtener el trono castellano, aunque los resultados se retrasarán varios años y no serán exactamente como ellos deseaban.
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La nave de estilo angevino, s. XII-XIII, catedral de San Andrés, Burdeos, en la que posiblemente se casaron la infanta Constanza de Castilla y John de Gante, duque de Lancaster, en 1371,
Por Jean-Christophe BENOIST - Trabajo propio, CC BY 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=48451638 |
En septiembre de 1371 se casaron, no sabemos si en la catedral de San Andrés de Burdeos o en la villa de Roquefort, que está en el Camino de Santiago, más o menos a medio camino entre Burdeos y Bayona. En Roquefort existía la bella iglesia gótica de Santa María, donde pudo celebrarse la ceremonia religiosa. Había sido construida hacía poco tiempo sobre una antigua románica, pues desde antiguo había un priorato benedictino con hospedería para atender a los peregrinos. Según el cronista Froissart se hicieron festejos que luego se continuaron en Burdeos, donde acogieron a la novia con alegría, regalos y celebraciones. (2) Después marcharon a La Rochelle, donde embarcaron hacia el puerto de Darthmouth. En su camino a Londres visitaron la catedral de Exeter, donde hicieron una ofrenda. A finales de noviembre estaban en el palacio Savoy en Londres. Pasaron la Navidad y Año Nuevo en Kingston, donde posiblemente dejó a Constanza para que descansara del viaje y él marchó a resolver asuntos pendientes. Además de nuevas damas, oficiales y servicio, estaba acompañada de castellanas, como Sancha de Ayala, y algunos oficiales fieles a Pedro. Isabel permanecía en la corte mientras se preparaba su boda.
Hay estudiosos del escritor Geoffrey Chaucer (funcionario de la casa real inglesa, poeta y traductor, cuya esposa será dama de compañía de Constanza, como ya veremos) que consideran que la situación de Constanza en la corte inglesa está reflejada en The man of law’s tale de los Cuentos de Canterbury. En él se cuenta la historia de Custance, hija del emperador de Roma, que la casa con el sultán de Siria, al cabo de un tiempo y por los problemas que se generan huye en un barco, y en una larga travesía llega a Northurberland, y cómo será tratada en ese reino por ser extranjera. La isla era reticente a las esposas foráneas, y no sería extraño que el escritor reflejara en su texto la sensación de la joven castellana que tiene ciertas similitudes con la protagonista de Chaucer, aparte del nombre.
Las hermanas trataban de adaptarse a la vida inglesa. Por ser extrañas se las observaría con lupa. Las dos eran muy diferentes de carácter y personalidad. Por la imagen que nos transmiten los historiadores ingleses coetáneos o cercanos a ellas en el tiempo, que hay que leer con cuidado, Constanza era tranquila, discreta, profunda, mientras que Isabel aparece como muy animada, alegre, divertida y tal vez ¿liviana? En aquella sociedad desconocida tendrán juicios distintos, a Constanza se la considerará una duquesa modélica, y a Isabel casquivana. Se las juzgaba con los patrones de la época, muy parecidos a los castellanos, la mujer tenía que seguir unas reglas muy estrictas, porque si no, se les atribuía la consiguiente “fama” de que habla varias veces el cronista López de Ayala en sus crónicas.
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Ludovico III, marqués de Mantua, su esposa Bárbara de Brandeburgo, sus hijos y la corte, fresco, a. 1465-1474, Andrea Mantegna, pared norte de la cámara de los esposos de la torre de San Jorge, palacio ducal, Mantua, Italia,
Por Sailko - Trabajo propio, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=87647214 |
Constanza debía de ser una mujer muy hermosa (probablemente lo eran las tres hermanas como hijas de la bella María de Padilla). A veces hay autores que la comparan en belleza a la encantadora Joan de Kent, esposa de Edward de Woodstock.
John de Gante y Constanza fueron reconocidos como reyes de Castilla por el rey de Inglaterra, que veía con gran interés el matrimonio de su hijo con la heredera de Pedro I, porque aparte de conseguir un reino relevante, era una manera de recuperar el enorme gasto realizado en la ayuda al rey castellano. El monarca le regaló una corona de oro con diamantes y perlas, en alusión a su título de reina y que podría lucir en su reino de Castilla. Edward hizo que Edmund de Langley, su tercer hijo (Lionel, que había sido el segundo ya había fallecido), se casara con Isabel, la hermana pequeña de Constanza.
El 10 de febrero, Constanza fue recibida públicamente en Londres por Edward de Woodstock y los notables de la ciudad que la acompañaron en su camino al palacio Savoy. John de Gante era consciente de la importancia que tenía su nueva esposa y consideraba que era necesario que eso se transmitiera visualmente, quería que vistiera como una reina y ordenó al encargado del guardarropa que entregara a su camarera, todo lo necesario para su tocado, perlas de gran tamaño, una pulsera adornada con esmeraldas y rubíes; un hilo de oro con cuatro rubíes y veintiuna perlas engastados en oro, entre otros regalos.
Palacio Savoy, Londres, ilustración, p. 227, 1848, Leigh Hunt, de The Town: Its Memorable Characters and Events. St Paul's to St James, propiedad y residencia del duque de Lancaster, John de Gante, donde a veces se alojará Constanza de Castilla, https://books.google.es/books?id=MQ8HAAAAQAAJ&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
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Después de Kingston, se trasladaron al castillo de Hertford, que era residencia real desde el siglo XII, y había sido donada a John de Gante en 1360. Situado al norte de Londres, estaba bien fortificado con una muralla y cinco torres alrededor, rodeado de un foso por el que corría agua y tenía un puente para acceder a la entrada principal. “Una revisión de 1327 nos dice que los edificios incluían una panadería, un granero, una gran cámara llamada Cámara del Rey con dos capillas, una cocina y un salón menor. El rey (Edward III) tenía un gran salón con dos chimeneas y dos guardarropas y había muchas otras cámaras o cuartos.” (3)
Edward III las había acogido amablemente, que su hijo John consiguiera la corona de Castilla reforzaría el poder y la primacía de Inglaterra en Occidente. Por eso para completar aquella acción, decidió la boda de su hijo Edmund con Isabel, que era una manera de asegurar la herencia del trono de Castilla, si aquella fallecía. Así Isabel tenía su propio camino y mejoraba su situación en aquella corte, sin necesidad de depender de su hermana, y para Edmund abría la posibilidad de obtener algún beneficio en Castilla, y la más remota de ser rey. La ceremonia se llevó a cabo en el castillo de Wallingford.
John de Gante tenía numerosas propiedades y castillos heredados de su primera esposa, la duquesa de Lancaster. En los años 70, cuando se casó con Constanza, se dedicó a agrandar y embellecer el más imponente de sus castillos, Kenilworth al sureste de Birminghan. La pareja se aposentará algunas veces en sus estancias, pero a menudo tenían que cambiar de residencia, y también vivirán en el castillo de Tutbury, que estaba situado en el mismo condado, y visitaron frecuentemente entre 1372 y 1375, y donde se estableció entonces una feria de juglares y ministriles, (4) música de la que los duques gustaban escuchar habitualmente en sus salas. En Londres habitarían los palacios de Savoy en el Strand, a orillas del Támesis. John era un hombre muy rico, en parte por todo lo que había heredado de su primera esposa Blanche de Lancaster, que era la poseedora del título y todo el patrimonio del ducado, y al morir estaba en poder de su esposo. Pero además era un príncipe refinado, amante del lujo y con muy buen gusto por las obras de arte bellas y armoniosas. Ese magnífico criterio se reflejaba en las remodelaciones de algunos de sus palacios y castillos, como el Savoy y Kenilworth, donde los espacios, las grandes y perfectamente decoradas estancias y los jardines eran verdaderas joyas y probablemente las mejores del reino. Constanza disfrutará de ese esplendor.
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Ruinas del castillo de Kenilworth, a la izquierda torre principal, a la derecha la gran sala de John de Gante, s. XIV, era majestuosa y adornada lujosamente por el duque de Lancaster, By Robek - Own work, CC BY 2.5,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=943392 |
En el palacio de Savoy, donde les esperaban sus hijos, la infanta castellana se había encontrado con ellos, y al parecer la recibieron muy bien. Eran fruto del primer matrimonio de John con Blanche de Lancaster: Philippa, Elizabeth y Henry, que tenían entre doce y cinco años y estaban al cuidado de Katherine Swynford, una dama que había servido a la duquesa y se había encargado de los niños. Aproximadamente por estas fecha se convirtió en la amante de John y lo seguirá siendo a lo largo de la vida de Constanza. Esta debió de llevarlo con una aceptación pragmática y paciente, ahora tenía un papel importante que ejercer, era la reina de Castilla en el exilio, estaba casada con un príncipe inglés, lo que le daba un respaldo para llevar a cabo las tareas habituales de una dama como ella, hija de un rey, criada y educada para reinar. Tendría hijos, trabajaría por recuperar el trono castellano con su esposo, cuidaría de su entorno familiar que implicaba relaciones con otros miembros de la corte, seguiría con sus prácticas devocionales, ayudaría a instituciones religiosas y realizaría tareas de mecenazgo. Se había casado con John de Gante muy consciente de lo que significaba aquella boda para los dos. Además Constanza había sido educada en el respeto al padre y al esposo, a los que no sólo llamaban por el vínculo familiar, sino como “su señor”. Y de fondo se encontraba la formación religiosa, que entonces incidía de manera especial en el modelo sumiso y obediente de la Virgen María.
En junio de 1372, a los nueve meses de la boda, Constanza estaba en el castillo de Hertford, cuando se acercaba el término del embarazo. El duque se encontraba en el palacio Savoy de Londres, desde donde en los primeros días de junio manda a un oficial de Leicester que envíe rápidamente a una comadrona de aquella ciudad a asistirla en el parto. El viaje de la partera le llevaría unos cinco días por lo que debió de nacer posteriormente, tal vez después de mediados de mes.
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La Dama del Lago roba a Lancelot de su madre, ilustración, 1898, G. Wooliscroft Rhead Jr., Idilios del rey, Alfred Tennyson, ed. R. H. Russell, Nueva York, Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=490326 |
Tuvo una hija a la que pusieron de nombre Catalina (Katherine en Inglaterra), aunque no había ningún antecedente familiar. ¿Era en honor de Katherine Swynford?Constanza estaba acompañada de las damas castellanas, a las que se habían unido otras, como Philippa de Chaucer, esposa del poeta Geoffrey Chaucer, porque los Chaucer estaban al servicio de John de Gante desde hacía tiempo. Las relaciones familiares formaban entramados esenciales para el mantenimiento y ascenso de los linajes. Geoffrey había sido introducido en la corte por su padre, que era un comerciante de vinos proveedor de la casa real. El joven comenzó como paje y acabó siendo un hombre de confianza entre los Plantagenet reinantes, para los que realizará diferentes tareas, como ejercer de embajador. El rey Edward le había casado con Philippa de Roet, una doncella hermana de Katherine (de solteras ambas apellidadas de Roet, porque eran oriundas de la región valona de Hainaut) y ahora los Chaucer estaban en la casa de John. Al poco de casarse este con Constanza, Philippa entró a formar parte de sus damas de compañía. A pesar de la extraña situación de Katherine como amante del duque, Philippa debió de ser una buena amiga para la duquesa y la relación que tuvieron fue satisfactoria.
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Ruinas de la iglesia colegiata de San Nicolás, castillo de Wallingford, Oxfordshire, donde la infanta Isabel de Castilla se casó con Edmund de Langley, conde de Canterbury entonces, julio de 1372, By Sciencebloke at the English language Wikipedia, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3651545 |
El 11 de julio en el castillo de Wallingford, probablemente en la capilla de San Nicolás, se casaba su hermana Isabel con el conde de Canterbury, y al parecer sólo asistió John, Constanza permanecía descansando del parto que debía de haber sido recientemente. La nueva pareja tenía gustos y caracteres diametralmente opuestos. Isabel, era una bella joven de dieciocho años, alegre y animada, mientras que él tenía treinta y uno, y era serio e insulso. Existe poca información del conde de Cambridge, porque no tuvo la personalidad ni las cualidades de sus hermanos mayores, ni el carisma ni la capacidad militar de Edward de Woodstock, ni el empuje, energía y ambición de John de Gante, y su participación en varias campañas militares no fue notoria. La biografía del conde de Canterbury, y luego duque de York, es más bien anodina, sin protagonismo ni grandes hazañas, por lo que no ha motivado a los historiadores a escribir sobre él, e Isabel queda también en la sombra, a no ser por las habladurías que recogen los autores de la época.
Como vimos, entre las doncellas castellanas que acompañaban a Constanza e Isabel se encontraba una jovencísima Sancha de Ayala. Era hija de Diego Gómez de Toledo, un noble de ascendencia mozárabe de Toledo, y de Inés de Ayala, hermana del cronista Pedro López de Ayala. Sancha era hermana de Teresa de Ayala, la dama que el rey Pedro I había amado durante una de sus últimas estancias en Toledo, y que se relacionará con Catalina de Lancaster como reina de Castilla. Es evidente que la presencia de Sancha entre las doncellas de Constanza en Inglaterra, era el enlace con Teresa de Ayala en Castilla, con la que mantenía correspondencia y sirvió para que, cuando aquella vino a Toledo, el contacto y el cariño fuera muy fácil, y continuara después con Catalina.
Cuando Sancha alcanzó la edad núbil, John de Gante la casó con su camarero mayor y chambelán Walter Blount, un noble de su séquito con una carrera militar sobresaliente, que había estado con Edward de Woodstock en Castilla en la batalla de Nájera, y regresará en más de una ocasión como embajador del duque. La pareja tendrá varios hijos, una de las hijas será llamada Constance, en honor de la infanta, que seguramente fue su madrina junto con el duque. Al parecer se llevaron bien a lo largo de su vida, en que seguirán al servicio de la casa de John y Constanza. Tanto Sancha como su esposo fueron enterrados en la iglesia de St. Mary de Leicester, (5) ciudad muy amada por los duques, y donde pasaban muchas temporadas.
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La canción del amor, óleo sobre lienzo, 1868-1877, Edward Burne-Jones, The MET, Nueva York, USA,
https://www.britannica.com/biography/Sir-Edward-Coley-Burne-Jones-1st-Baronet |
Las infantas castellanas se adaptaban a su nueva vida. Estaban aprendiendo las costumbres de la corte, y sobre todo Constanza seguía teniendo cerca a damas y oficiales castellanos fieles a Pedro I. Veía a Juan Fernández Andeiro, el noble gallego que servía de emisario y enlace entre su esposo y el rey de Portugal, y el caballero le contaba noticias de la vida de las cortes portuguesa y castellana. En las reuniones preparatorias para sus negociaciones en Lisboa, ella se encontraba junto a John de Gante, como heredera de la corona.
Notas
(1) C. R., Blount, Sir Walter (d. 1403), of Barton Blount, Derbys, The History of Parliament, https://www.historyofparliamentonline.org/volume/1386-1421/member/blount-sir-walter-1403
(2)
Froissart, Jean, Chroniques, The Online Froissart, París, ms.
fr. 2663, fol 371v.
https://www.dhi.ac.uk/onlinefroissart/
(3) https://www.hertfordcastle.co.uk/castle-history
(4) https://tutburycastle.com/timeline
(5) C. R., Op. cit.
La expedición de John de Gante a través de Francia para recuperar Castilla
La amistad entre Enrique II y el rey francés se hizo efectiva aquel verano con el envío de la armada castellana a La Rochelle, donde Ambrosio Bocanegra, almirante de la flota, obtuvo una contundente victoria en junio de 1372, hundió o apresó a la mayoría de los barcos ingleses. El rey inglés tuvo que hacer un gran esfuerzo para preparar más naves y acudir en defensa de La Rochelle, puerto vital para Inglaterra. Incluso se embarcó el príncipe de Gales, un poco recuperado de su enfermedad, y al mando el propio rey. Las ciudades de La Rochelle y Thouars resistían. Los vientos soplaban en contra y hacían imposible el desembarco, los intentos por llegar fracasaban una y otra vez, y hasta perdieron el rumbo, por lo que volvieron a Inglaterra.
Cuando regresaron Edward III y Edward de Woodstock, John de Gante debió de pensar que había llegado su momento para recuperar Castilla. Desde la victoria de la batalla de Nájera, en la que él había participado al lado de su hermano Edward, los ejércitos ingleses habían sufrido derrotas y reveses. Después John había realizado alguna campaña, pero con pocos hombres y escaso presupuesto. Ahora iba a disponer de un magnífico ejército que él dirigiría. “(…) Lancaster había tomado desde el principio la resolución de recuperar la herencia de Pedro, haciendo valer las justas pretensiones de su consorte y colocando de nuevo en el trono a la casa de Borgoña. La invasión de Francia en 1373 era el principio de su proyecto que se iniciaría en los campos de Picardie y acabaría en los de Castilla.” (1) Pero el resultado no fue ese. La pareja ya había firmado con Portugal el tratado de amistad y ayuda contra Castilla en 1372. John de Gante sabía que la mejor manera de invadirla era desde Lisboa y Oporto, y avanzar hacia la frontera castellana. Y aunque esa fue su primera idea, optó por entrar desde Francia.
Preparó todos los detalles de la expedición, consiguió dinero de amigos de todas partes de Inglaterra. mandó comprar lo necesario para que la expedición fuera un éxito. Pero de haber salido desde Plymouth en mayo, la partida se retrasó hasta julio porla llegada de los barcos de carga, y en lugar de Plymouth, salieron de Dover y Sandwich. Esa larga demora fue una de las razones del fracaso. Antes de marchar, John de Gante tomó ciertas medidas, como dejar preparado el castillo de Tutbury de víveres, leña y carbón, para Constanza y para sus hijos, además eligió abogados y albaceas testamentarios.
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Un puerto de mar, óleo sobre lámina de cobre, ca. 1640, Jan Peeters, Museo Nacional del Prado, Madrid. |
El 4 de agosto el gran ejército salía de Calais hacia Troyes, dejando una zona de devastación según avanzaban. Su llegada provocaba pavor en las gentes del campo, que estaban ocupadas en la cosecha o en la vendimia, todo quedaba asolado. El ejército inglés no encontraba resistencia armada de los franceses, el rey Charles V adoptó una política de esperar y dejar hacer que parecía suicida, pero que le resultó muy beneficiosa. Sus fuerzas seguían la marcha de los ingleses. Evitaron a toda costa una batalla. John de Gante no obtuvo ningún resultado militar en su avance. El hambre, el frío y las enfermedades diezmaban a los hombres y a los animales. Al final de la cabalgada: “De los 15.000 hombres que habían salido de Calais con tantas esperanzas, sólo quedaban 8.000, y de estos sólo la mitad seguían montados.”
Aragón hacia 1372
Desde el inicio de año de 1372, en la casa de la reina en Barcelona había más actividad de la habitual, porque se preparaba la boda del infante Martín con María de Luna para el principio del verano. Había que completar el ajuar de María, que era como una hija para la reina Leonor, y confeccionar la ropa que llevaría en la ceremonia y en los banquetes y festejos posteriores. En la catedral había que colgar los tapices, montar el estrado para los reyes, y adornarlo con colgaduras que tenían el escudo real y el de la casa de Luna, y más adelante se confeccionarían guirnaldas de oloroso mirto. El Palacio Real Mayor también requería colgar tapices y prever los menús de los festines en la gran sala.
Entre la corte de Aragón y la de Chipre existía una gran relación desde que en 1353, Leonor de Aragón, hija del infante Pedro de Ribagorza, se había casado con el rey Pedro de Lusignan, que había sido asesinado en 1369. Leonor, como regente y con una hija y un hijo heredero de menor edad, les escribía a menudo y les enviaba magníficos regalos, que podía obtener dada la ubicación privilegiada del reino, y los contactos comerciales que tenía con Oriente. Por estas fechas la reina de Chipre había enviado a Leonor con el comerciante catalán Lleó Marc: agua de rosas, almizcle y una cepa de áloe. Es posible que la reina compartiera los perfumes con sus hijas, Leonor y Juana, y con su nuera, María de Luna.
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Leonor de Prades, hija del infante Pedro de Ribagorza, con su esposo Pedro de Lusignan, rey de Chipre, miniatura, s. XIV, Poesías, Guillaume de Machaut, BnF, la reina mantenía continua relación con la Corona de Aragón y enviaba regalos a la reina Leonor de Sicilia,
http://archivesetmanuscrits.bnf.fr/ark:/12148/cc46101s https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9478415 |
Con el mismo mensajero, Leonor le envió obsequios, y en la carta de respuesta le pedía seis piezas de aceituní (tela rica de extremo oriente), dos moradas y dos carmesíes, dos piezas de camelot de lana fina, otras de seda carmesina torcida, otras sin torcer, y tres piezas de Damasco (tejido de seda procedente de esa ciudad) estrecho con la señal del rey y otras con las de la reina, cuencos para colocar perlas, palanganas para lavarse la cabeza y bandejas. (3)
Cuando llegó la fecha de la boda, 13 de junio de 1372, todo estaba dispuesto. Las calles que conducían del palacio a la catedral estaban cubiertas de romero y tomillo, se habían colocado colgaduras en las ventanas del recorrido, y las gentes acudían para ver el paso de los músicos que tocaban estridentes trompetas y que abrían el cortejo con los reyes, los novios, el resto de la familia real, los ricoshombres y grandes nobles sobre caballos cubiertos con gualdrapas con los escudos de cada familia. La seu de Santa Eulalia les esperaba muy engalanada y llena de luz por los muchos cirios encendidos, los tapices historiados colgados de las paredes, largas guirnaldas de mirto y flores pendían entre ellos. Se había instalado un estrado cubierto con colgaduras de color carmesí y las señales de la casa real y la de Luna. El obispo y numerosos sacerdotes revestidos de ropajes blancos bordados, y los cantores de la capilla real estaban preparados para recibirlos.
María llevaba un brial de seda rojo vivo cubierto por una cota de color cámel con bordados y pasamanería. Lucía el cabello suelto recogido por un chapel o diadema de oro y perlas que sujetaba un pequeño velo. Y Martín vestía un pellote forrado de piel de marta cibelina con grandes escotaduras de color carmesí y con pasamanería bordada de plata. Debajo llevaba una gonela de color amarillo ajustada al cuerpo y en la cabeza un bonete del mismo color que el pellote.
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Bóvedas de la catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia, Barcelona, donde se celebró la boda entre María de Luna y el infante Martín de Aragón,
Por Paolo da Reggio - Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=780420 |
Después el rey dio varios banquetes a sus invitados amenizados por los juglares, los mimos y los equilibristas, y se hicieron torneos entre los caballeros. Eran varios días de fiesta con la alegría propia de las bodas. Al mes siguiente de su celebración el monarca creaba el condado de Jérica, que donaba en feudo a su hijo Martín.
En la casa real quedaban las infantas por casar. Había habido negociaciones para desposar a Juana, la hija de María de Navarra, primera esposa de Pere IV, pero ninguna había fructificado. En este momento ya tenía unos veintiocho años, era el momento de que se casara. Se solucionó dentro de la propia familia, y se la comprometió con Juan, conde de Ampurias viudo de Blanca de Sicilia, hermana de la reina Leonor, y con la que no tenía descendencia. Había que organizar otro casamiento, que significaba un gran gasto, y eran los súbditos los que sufragaban el coste de todo el presupuesto real y también las bodas, fiestas, coronaciones y guerras.
La infanta Leonor había estado prometida a Juan de Castilla, primogénito de Enrique II, incluso había vivido con la familia real castellana durante algún tiempo, pero cuando Enrique huyó a Francia tras perder la batalla de Nájera y Juana Manuel regresó a Aragón, Pere se apresuró a recuperar a su hija. Además Leonor de Sicilia no deseaba aquella boda, no quería que se casase con el hijo del que había hecho tanto daño en el reino.
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Pharmakeutria: Preparando el filtro del amor, acuarela sobre papel, ca. 1844-1927, Marie Spartali Stillman, Colección privada,
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Debió de ser en esta época cuando llegó una nueva dama al Palacio Menor, porque se había casado con Artal de Foces, un caballero que llevaba mucho tiempo sirviendo al rey. Se llamaba Sibila de Fortiá y entró a formar parte de las damas que rodeaban a la reina. Era joven, de unos veintidós años, hermosa, y destacaba entre todas las mujeres de la corte. Artal de Foces había estado al lado de Pere en la guerra contra Mallorca y en otras muchas ocasiones cumpliendo diferentes funciones. Venía de una familia de la alta nobleza de Aragón y había estado casado con Esclaramunda de Mallorca, que falleció en julio de 1371. (4) Así que Artal debió de casarse con su nueva esposa en 1372, y la llevó a palacio. Sibila llegará a tener un gran protagonismo en la corte, y provocará disensiones y enfrentamientos entre la familia real.
Al año siguiente se avecinaba el casamiento del heredero Joan. Existía el proyecto de haber celebrado la ceremonia en el castillo de Perpiñán, pero como Leonor tenía problemas de movilidad, se decidió que se realizara en la catedral de Barcelona, para que no tuviera que hacer un viaje tan largo. Matha de Armagnac y el infante Joan contraerían matrimonio el 24 de abril de 1373. La reina Leonor había mandado deshacer sus coronas para darles su antigua forma, y cuando estuviese preparada la primera, se la enviaría a Matha cuando llegara a San Andrés y que pudiera entrar con ella en Barcelona. (5)
En la casa real se afanaban en cómo se adornaría la seu con tapices de la propia iglesia, los estrados para los reyes y sus hijos, las guirnaldas de flores, la música que interpretarían los músicos y cantores de la capilla real. Los menús de los banquetes que se servirían en el Palacio Real Mayor. Cómo estarían engalanadas las calles desde el palacio hasta la catedral. El embellecimiento del palau. La música y los juglares y ministriles que estarían en las celebraciones. Las justas y torneos, los invitados y su aposentamiento.
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Salón del Tinell, mandado construir por Pere IV en el Palacio Real Mayor de Barcelona, a. 1359-1370, sala de ceremonias del palacio,
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/deed.es_ES https://laspiedrasdebarcelona.blogspot.com/2016/03/el-palacio-real-el-tinell.html |
El infante Joan no fue personalmente a buscar a la novia como había hecho con Juana de Valois, tal vez temía que se repitiera aquella mala fortuna. Y mandó a su hermano Martín, junto a otros grandes nobles que fueran a esperarla en la ciudad de Salces en el Rosellón. Leonor y Pere se ocuparon de que en el séquito que iba a buscarla fueran varias damas especialmente elegidas para que la ayudaran en el viaje y le enseñaran las costumbres de la corte. Matha (probablemente de Matea) salía de Perpiñán hacia el 12 de abril. El viaje estaba pensado para que la novia llegara descansada a Barcelona, y tuvo un gran recibimiento popular. La acogida de la familia real aragonesa fue muy amable, era esperada con mucho afecto, y Matha cumplirá las expectativas, porque tenía grandes cualidades y se llevará bien con los miembros de la casa real.
Al día siguiente saldría la comitiva montados a caballo bellamente enjaezados. Solo la reina fue llevada en una litera. Les acompañaban una larga fila de músicos con trompetas, atabales y trompetas moriscas. Las calles que tenían que recorrer estaban cubiertas de plantas aromáticas. Y el gentío se agolpaba para verlos pasar. La catedral estaba muy iluminada por numerosos cirios, las paredes cubiertas por tapices con historias de la Biblia, había un estrado con paramento vestido de color carmesí y con los escudos de la casa real y del condado de Armagnac. A lo largo de la nave se habían colgado guirnaldas de hiedra y flores. Cuando se entraba en ella resultaba hermosa y acogedora.
La ceremonia la ofició el obispo de Tarragona. Los cantores de la capilla real acompañados de los de la capilla de Leonor cantaron probablemente una misa polifónica en el ars nova, al estilo que se había creado en Francia. Dada la relación cultural entre los dos reinos, ya se utilizaría en Aragón, Cataluña y Valencia, aunque combinara algunas partes del ars antiqua. Incluso, tal vez, ya se había compuesto la llamada Misa de Barcelona, también polifónica y realizada posiblemente hacia aquellas fechas.
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Fiammetta cantando, lápiz, acuarela y gouache sobre papel, 1879, Marie Spartali, Stillman, Colección particular,
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Marie_Spartali_Stillman_-_Fiammetta_Singing.jpg |
La duquesa de Gerona había traído su ajuar en el viaje desde Armagnac, y entre todos los vestidos, sobresalía uno de los más hermosos, que era de terciopelo verde bordado en oro en las escotaduras, amplio y largo acampanado que estaba fruncido en el escote y no tenía mangas, y debajo llevaba un cos de lino blanco. En el cuello lucía una cadena de oro de la que pendía una cruz de oro adornada de esmeraldas. Las damas la habían peinado unas trenzas que recogía una cofia de tela de holanda rodeada de perlas. Joan portaba un paletoque de brocado en tonos marrones y bordeado de armiño sobre un jubón de terciopelo verde y unas calzas negras, un bonete de fieltro verde oscuro completaba su atuendo.
La bodas eran muy festivas y siempre había juglares, mimos, equilibristas y enanos amenizando los banquetes, y trompetas, chirimías y atabales anunciando la entrada en la sala de grandes bandejas con suntuosas comidas. En la corte de Pere IV existía una larga nómina de juglares con habilidades diferentes, pero eran los músicos de los que gustaban especialmente, no sólo los reyes, sino los infantes. Joan, un gran amante de la música, tenia juglares desde muy pequeño.
Matha se quedó embarazada en seguida, pero desafortunadamente perdió al niño hacia el 25 de agosto en que se lo comunicaba a la reina, debió de tener un aborto de pocos meses, al parecer provocado cuando subía una escalera, según explicaba Joan a su camarlengo. Estuvo enferma y débil, y volvió a quedarse embarazada, por lo que tenía tos y vómitos, y estaba muy delgada. Pasaba tiempo y continuaba delicada, aunque vigilada por médicos, su salud será siempre muy frágil y los embarazos y partos contribuirán a ello. Muy pronto mostró su personalidad cariñosa, detallista y servicial con sus suegros los reyes, y sus cuñados, y los oficiales y servidores de su casa, que apreciaban su amabilidad e interés.
Notas
(1) Armitage-Smith, Sidney, John of Gaunt, p. 100, Nueva York, 1964. (Traducción propia). https://archive.org/
(2) Ibidem, pp. 113 y 114.
(3) Ferrer y Mallol, M.ª T., La reina Leonor de Chipre y los catalanes de su entorno, p. 313, en Chemins d’outre mer, https://books.openeditio.org/psorbonne/
(4) Linajes de Aragón, Los Foces de Mallorca ricoshombres de Aragón, pp. 432 y 433, Tomo VI, 15 de noviembre 1915, n.º 22.
(5)
Roca, Joseph M.ª, Johan d’Aragó, p. 69. Institució Patxot,
Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de
Barcelona, vol. 11, Barcelona, 1929.
https://raco.cat/index.php/MemoriasRABL/issue/view/15472
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